Con mucho vicio dentro de mí (Parte 05).
Quinta parte de esta historia que confío sea del agrado de mis lectores. Espero vuestros comentarios.
Pero, después de un verano en el que me prodigué en pajearme en solitario para poder aliviarme los “calentones” que me producía tanta niña mona ligerita de ropa con la que me cruzaba en la calle y en las piscinas, al comenzar el siguiente curso me encontré con la sorpresa de que aquellas cuatro golfas habían dejado el colegio para que Brenda, Noelia y Rita pudieran cursar unos estudios más específicos mientras la cautivadora Nicole había regresado a su país de origen. Como me pasaba el día empalmado y sumamente salido y a pesar de enseñarlas mis atributos sexuales en cuanto surgía la menor ocasión, no lograba que ninguna de mis compañeras accediera a darme satisfacción con regularidad no tuve más remedio que intentar conseguirla haciendo amistad con dos estudiantes universitarios de trato muy agradable que, hasta en su forma de hablar y de vestir, evidenciaban ser afeminados.
Damián y Fernando, que así se llamaban, se mostraron desde el primer día dispuestos a darme toda la satisfacción sexual que les demandara. Como unos dóciles corderitos uno de ellos se ocupaba de menearme ó de chuparme la salchicha mientras el otro, siguiendo mis indicaciones, me hurgaba analmente con dos de sus dedos con intención de asegurarse que, además de producirse con más celeridad, mi descarga iba a ser abundante y larga echando una gran cantidad de concentrados y espesos chorros de leche. Aunque les encantaba lucir sus atributos sexuales ante mí y me permitían que se los tocara todo lo que quisiera, sus flácidos y pequeños miembros viriles a duras penas se les ponían tiesos y tardaban un montón de tiempo en descargar por lo que decidí sacar provecho de su excelente predisposición para verles como unas dóciles y obedientes fulanas deseosas de proporcionarme placer mientras ellos disfrutaban dándomelo. Durante las primeras semanas se prodigaron en “darle a la zambomba” para poder verme explotar y soltar el “lastre” pero, luego, comenzaron a efectuarme unas exhaustivas felaciones con el propósito de que les echara la leche en la boca y les obligara a ingerir mis “biberones” con lo que no tardé en tener asegurado el que me sacaran a diario dos polvos que los viernes, los sábados y los domingos solían ser tres.
Además, en cuanto precisaba que me aliviaran uno de mis frecuentes “calentones”, me limitaba a bajarme el pantalón y el calzoncillo y a lucir mi tranca y mis huevos para que, sin necesidad de decirles nada, me los sobaran antes de proceder a sacarme la leche. Logré que me menearan y me chuparan la verga al mismo tiempo que me realizaban todo tipo de hurgamientos anales en los sitios más inverosímiles como ascensores y rellanos de escaleras, cabinas telefónicas situadas en lugares poco concurridos en las que teníamos que permanecer sumamente apretados ó cuartos de baño de establecimientos públicos.
Aprovechando que Fernando tenía coche los sábados por la tarde nos solíamos desplazar hasta un pinar cercano a la capital en donde, en cuanto llegábamos, me quedaba en bolas y me la meneaban para sacarme el primer polvo. Después, dábamos un paseo luciendo mis atributos sexuales mientras observábamos a las parejas que, hiciera buena ó mala temperatura, acudían a aquel lugar con intención de retozar con lo que llegué a favorecer que más de una joven llegara al clímax, mientras su pareja se la cepillaba, observando las excepcionales dimensiones que mi chorra iba adquiriendo al verles en acción. En cierta ocasión y a pesar de que tuvimos que permanecer a una distancia más que prudencial para no denotar nuestra presencia, estuvimos viendo a un nutrido grupo de hombres de mediana edad follarse repetidamente a dos chicas jóvenes en el interior de una furgoneta que, con un colchón bastante deteriorado en el suelo, permanecía con las puertas abiertas. Una vez que con aquellos estímulos visuales se me volvía a poner tiesa, Damián y Fernando se ocupaban de sacarme un segundo polvo con lo que pude descubrir que, si lo expulsaba sin que existiera mucha diferencia de tiempo con respecto al primero, no podía evitar mearme en cuanto terminaba de descargar y echando una micción impresionante que mis amigos intentaron desde el primer día evitar que se desperdiciara bebiéndosela íntegra.
Otro de los sitios al que acudíamos con bastante asiduidad eran los malecones y las orillas del río que era un lugar en el que, asimismo, se reunía un buen número de parejas con intención de satisfacerse lo que me permitía poder recrear mi vista mientras Damián y Fernando me daban gusto. Un día me convencieron para que les acompañara de madrugada diciéndome que “me pondría las botas” viendo a un montón de parejas calientes darse tralla cuándo las discotecas existentes en la zona comenzaban a cerrar por lo que me tuve que levantar y salir de casa cautelosamente mientras mis padres dormían para acudir a la cita. El lugar estaba muy concurrido y después de observar a varias jóvenes chupándoles el miembro viril a sus parejas más ó menos ocasionales y a más de una que se estaba ocupando de dos cipotes al mismo tiempo, pasamos por una zona en la que un nutrido grupo de chavalas, luciendo sus tetas y su trasero, parecían haberse puesto de acuerdo para realizar una cabalgada a sus respectivos acompañantes mientras estos permanecían tumbados boca arriba sobre la hierba bien abiertos de piernas.
Un poco más adelante nos encontramos con una joven que permanecía colocada a cuatro patas, con las manos atadas y bien ofrecida mientras otra muchacha la masturbaba frenéticamente, otra la mantenía bien apretadas las tetas con sus manos y la excitaba los pezones que se la mantenían muy tiesos y la tercera la forzaba analmente con sus dedos incitándola a levantar el culo como hacía cada vez que se la tiraba un tal Gustavo que, por lo que pude deducir, era ó había sido novio de una de ellas. A pesar de que me pareció que aquello era un ajuste de cuentas entre féminas, la chica a la que se estaban trajinando las otras tres evidenciaba estar disfrutando con ello puesto que llegaba una y otra vez al clímax lo que ocasionó que Damián y Fernando me tuvieran que aliviar mientras continuaba disfrutando del espectáculo. Estaba a tope cuándo la joven disfrutó de un nuevo orgasmo con el que se la estremeció todo el cuerpo de gusto y acto seguido, se meó al más puro estilo fuente. Ni la chica que se ocupaba de darla satisfacción a través de la seta ni la que estaba forzándola analmente se apartaron por lo que las cayeron encima la mayoría de los chorros de pis e incluso, una de ellas, decidió ingerir la parte final de la micción mientras la daba cachetes en los glúteos y mi leche hacía acto de presencia saliendo, como siempre, con fuerza y en espesos y largos chorros. Acababa de descargar cuándo la chica que la estaba hurgando a través del orificio anal la hizo seguir apretando mientras procedía a sacarla los dedos del ojete impregnados en su mierda y en cuanto los tuvo fuera, la mantuvo abierto el ano para que ninguna de las tres se perdiera ningún detalle de su masiva defecación.
C o n t i n u a r á