Con mucho vicio dentro de mí (Parte 03).
Tercera parte de esta historia que espero sea del agrado de mis lectores. Espero vuestros comentarios.
Más adelante empecé a pajearme con tanta asiduidad mientras visionaba todo tipo de material de alto contenido pornográfico que mis meadas, abundantes y espumosas, cada vez se producían con más frecuencia y me resultaba bastante complicado el retener la salida de mi pis en cuanto sentía ganas de orinar lo que originaba que, en cuanto llegaba la hora del recreo en el centro escolar en el que cursé mis estudios, tuviera que encaminarme raudo y veloz a aliviar mi vejiga urinaria lo que no pasó desapercibido para Brenda, una agraciada compañera alta y espigada de ascendencia brasileña, que era mayor que yo, cursaba estudios superiores a los míos y tenía más fuerza que la mayoría de sus compañeros masculinos. La joven, convirtiéndose en cabecilla e instigadora, logró convencer a Nicole, Noelia y Rita, tres de sus compañeras de clase, para estar todos los días pendientes de mí y encontrarse lo más cerca posible mientras orinaba.
Una mañana entré, como siempre con prisas, en el cuarto de baño. No había nadie y me coloqué ante un urinario de pared, me bajé la cremallera del pantalón y a través de la bragueta, saqué al exterior mi polla. Me disponía a mear cuándo sentí que alguien, a mi espalda, me estaba observando. Giré la cabeza y me encontré con Brenda que me hizo volver a mirar hacía adelante mientras, aprovechando su mayor altura, colocaba la suya encima de mi hombro derecho. Mientras observaba lo tiesa que la tenía y como iba expulsando la micción, me dijo:
- “Que lastima no estar dotada de un buen rabo para metértelo ahora mismo por el culo” .
Después de decirme aquello me pasó, a través del pantalón, dos dedos por la raja del trasero localizándome el ojete a la primera y tras echar su cuerpo sobre el mío, consiguió que la punta de mi salchicha se mantuviera en contacto con la loza del urinario. Estaba terminando de mear cuándo sus manos me agarraron con fuerza el miembro viril y presionándome con menos intensidad, me pasó repetidamente el dedo gordo de una de sus manos por la abertura intentando impregnarlo en mi micción. Acto seguido procedió a agitarme la tranca para que expulsara las últimas gotas y de nuevo, me obligó a mantener la punta en contacto con la loza, me la meneó mientras restregaba a través de nuestra ropa su zona vaginal en mi culo e introduciendo su mano izquierda por la bragueta y el calzoncillo, me sobó los huevos. Era la primera vez que una dama me la “cascaba” y a pesar de las circunstancias, me gustó por lo que eyaculé con suma celeridad. Brenda no demostró el menor interés por verme echar la leche que expulsé en gran cantidad mientras me seguía obligando a permanecer con la punta en contacto con la loza por la que se fueron deslizando los chorros de lefa. En cuanto acabé de descargar redujo algo más su presión sobre mi cuerpo y durante unos minutos me acarició con sus dedos el capullo, la punta y la abertura mientras me decía al oído que no todos los días tenía la oportunidad de disfrutar de un miembro viril tan soberbio. En cuanto me lo soltó procedí a ocultarlo dentro del calzoncillo y del pantalón y mientras me subía la cremallera, la vi abandonar el cuarto de baño.
Días más tarde y cuándo comenzaba a quedar en el olvido la experiencia que había vivido con la joven, volví a encontrarme solo en el urinario y en disposición de mear cuándo sentí que unos brazos musculosos, los de Brenda, me cogían por debajo de los sobacos y casi en volandas, me obligaban a girarme de una manera brusca. Mientras me iba volviendo el pis continuó saliendo al exterior pero la micción se me cortó en cuanto me encontré ante Nicole, Noelia y Rita, que me miraban los atributos sexuales con ojos como platos. Brenda, sin soltarme, dijo:
- “Quiero que te mees delante de estas tres guarras” .
A pesar de sentir que mi vejiga urinaria aún se encontraba llena la presencia de las jóvenes me cohibió de tal forma que me resultó imposible complacerla a pesar de que Brenda no dejaba de incitarme a hacerlo. Noelia decidió romper el hielo y acercándose a mí, me agarró la verga con su mano, me la apretó para comprobar su dureza y me la comenzó a menear mientras indicaba a las demás que resultaba bastante evidente que mi miembro viril demandaba que le hicieran un buen ordeño. Mientras Noelia me la “cascaba”, Rita deslizó su mano derecha por debajo de la falda del uniforme, la metió en su braga y permaneciendo abierta de piernas, se pasó repetidamente un par de dedos por la raja vaginal hasta dejarlos bien impregnados en su “fragancia”. En cuanto se sacó la mano me puso sus apéndices en la nariz. Aquel agradable olor fue suficiente para terminar de excitarme por lo que, segundos más tarde, Noelia me extrajo un polvazo impresionante. Los chorros de leche salieron con tanta fuerza que estuve a punto de manchar la ropa a Nicole y a Rita que demostraron tener buenos reflejos para evitar que las cayeran encima. Brenda, que me seguía manteniendo agarrado por los sobacos, me repitió hasta la saciedad que era un cerdo cabrón y que, aunque pretendiera demostrarlas que con su ayuda podía llegar a convertirme en una excelente “vaca lechera”, aquella iba a ser la última vez que eyaculara sin su permiso.
En cuanto acabó de salirme el “lastre” no pude evitar liberar mi vejiga urinaria lo que permitió que, entre carcajadas, insultos, mofas y risas, aquellas cerdas pudieran verme expulsar una copiosa y larga meada. Después me hicieron restregar la punta de la chorra en la pared con lo que consiguieron que, al finalizar el recreo, me encontrara totalmente empalmado. Brenda, antes de soltarme, me indicó que, a partir de ese momento, tendría que hacer y sin rechistar todo lo que me dijeran a menos que pretendiera que, en lugar de menearme el cipote en un cuarto de baño, me lo “cascaran” en medio del patio y después de hacerme exhibir, desnudo de cintura para abajo, los atributos sexuales y el culo.
C o n t i n u a r á