Con mis suegros al lado (2)
Empezaba a descubrir la aficción de mi novia por las pollas... y por lo que sacaba de ellas.
Yo apenas podía moverme, así que di un poco de charla a mis suegros antes de considerar que tenía fuerzas para levantarme. Notaba toda mi entrepierna completamente empapada por mi propio semen, y la camisa medio salida del pantalón. Conseguí salir de allí sin que se fijasen y, tras esperar a que ella cogiera un jersey, nos fuimos rápidamente. Bueno, todo lo rápidamente que pude, estaba bastante incómodo. Mi novia lo notó y, apenas habíamos bajado la escalera, me preguntó inocentemente que me pasaba.
-"Joder, no puedo ni andar, y tengo los calzoncillos chorreando "
-"Eso tengo que verlo"
Y ni corta ni perezosa, puso la manos sobre mi pecho y me empujó sobre el capó del coche de su padre. Mis suegros vivían (y siguen viviendo) en una casa de dos plantas que comparten con el tío de mi novia. La parte de abajo es común, y tiene la entrada, un trastero y un garaje. Y allí estaba yo ahora, sin dar crédito a lo que estaba pasando. Siempre había sido muy reacia a que hiciésemos nada donde pudiesen pillarnos. Su padre le imponía mucho respeto, le ocultaba todo lo que podía. Incluso tiraba de forma automática el cigarrillo al suelo en medio de la calle cuando oía un motor del coche que se parecía al de mi suegro.
Ella estaba desconocida. Los ojos semicerrados, la boca entreabierta, echada sobre mí, lamiendo mis labios con la punta de la lengua, mordisqueándolos, apetando sus tetas contra mi pecho, sus caderas contra las mías, mientras sus manos forcejeaban con el cinturón. Cuando consiguió abrirlo, apenas tardó unos segundos en desabrochar los botones. Se echó un poco para atrás para poder hacer fuerza y bajarme un poco los pantalones.
-"Vamos a ver qué hay por aquí hostia, tío, parece que te has meado encima".
No me había corrido así en mi vida, los calzoncillos estaban empapados.
-"Hay que ver lo que me he perdido, me hubiera gustado ver salir todo esto"
Y mientras lo decía, pasaba la punta de su dedo índice por la tela húmeda y luego se lo acercaba a la nariz, como para asegurarse de que en verdad era semen. Aunque, como ya iba descubriendo, la verdad es que el olor la ponía cachondísima. Pronto lo que pudiera quedar en su dedo no era suficiente, y fue deslizándose hasta caer de rodillas, su cara frente a mi paquete. Cerró los ojos y acercó la nariz, al principio tímidamente, luego haciendo ruido mientras aspiraba fuertemente. Abrió los ojos, me miró y empezó a bajarme el calzoncillo. Mi polla estaba más morcillona que otra cosa, totalmente brillante, el vello púbico apelmazado por el semen. Sus dedos se dirigieron rápidamente hacia él y empezaron a juguetear con los pelos, como si fuera un tirabuzón de la cabeza. Cuando consiguió recolectar suficiente sustancia se echo para atrás, se desabrochó un botón de la camisa con una mano mientras introducía la otra por la abertura. Al verla sentir un escalofrío al extender los restos de semen sobre su pezón me sentí como en una película porno. Y volvió a sorprenderme de nuevo. Apartó el pene hacia abajo y acercó sus labios al vello para empezar a lamer y sorber. Coño, nunca se lo tragaba. Juguetear con la leche, que me viniese en sus tetas, extenderla por su cuerpo,,, todo eso sí, pero de tragar, nada de nada. ¿A qué venía eso de chupar hasta la última gota de los restos de la corrida de antes? Fácil. Cualquier padre sabe que los niños aprenden a comer ciertas cosas cuando se quedan a almorzar fuera de casa. Como más tarde me contó, eso era lo que había pasado: me había puesto los cuernos, se la había chupado a un tío y se lo había tragado todo como una niña buena. Medio culpable, medio excitada por lo que había hecho, cuando me vio quiso recompensarme por ello. Joder, vaya si lo hizo. Si me lo hubiera confesado todo en ese momento me hubiera dado exactamente igual. El caso es que, al ver que no conseguía nada más, me miró fijamente y dijo
-"Me pregunto si quedará algo dentro"
Y la agarró con una mano y se acercó lentamente a ella. Sin apartar la mirada, con la otra mano aún dentro de la camisa, sacó la lengua y la dirigió hacia mi polla. Introdujo la punta en el pringoso prepucio para alcanzar el glande, la movió varias veces. Extrajo la punta con cuidado y la lamió, la lengua totalmente extendida, de arriba abajo. Pronro se dio cuenta de que el paciente necesitaba un tratamiento más intenso para recuperarse. Sin apartar la lengua de la parte inferior, abrió totalmente la boca y introdujo el pene semifláccido en su interior. Lo apresó fuertemente entre los labios y empezó a succionar como una loca. Hacía tal ruido que incluso una neurona despistada me hizo pensar por un momento que mis suegros podrían oírnos. Tal idea fue pronto desestimada: al notar que el nabo empezaba a endurecerse, una sonrisa de viciosa apareció en su cara.
-"¿Te gusta?", me susurró mientras un hilillo de saliva mezclada con semen unía brevemente sus labios con mi polla.
-"Grrrrrrrrrrrrmmmmmmmfffffffff", fue lo único que conseguí articular.
Su boca parecía estar literalmente haciéndose de agua. Conforme mi pene crecía, ella aumentaba el ritmo, alternando con momentos de descanso en los que la sacaba para extender saliva por ella con la lengua y los labios. Pese a que me había corrido hacía menos de 10 minutos, el final se acercaba a toda velocidad. Al notarlo, sacó su mano del escote, agarró la mía y la dirigió a su pecho. Coño, hasta ese momento ni la había tocado. Con la palma hacia delante, un poco reclinado, apretar su pecho aceleró aún más las cosas. Cuando el primer espasmo se acercaba, oímos la puerta abrirse arriba. Mi suegra.
-"Noelia, sube yaaaaaaaaaaa"
Yo me estremecía en uno de los dos mejores orgasmos de mi vida (el primero había sido un rato antes) mientras la escuchaba. Mi novia estaba concentrada, con una cara de viciosa impresionante, mientras seguía exprimiendo mi pene, acompañando con su boca mis espasmos, sin dejar se presionar mi mano contra su pecho izquierdo.
-"No te hagas la sorda, ¿qué estás haciendo? ¡Sube ahora mismo!"
Qué sangre fría. Sin acelerar las cosas ni un segundo, se aseguró de que no me hacía perder un instante de placer. Y, con lo que hizo a continuación, de proporcionarme material para muchas pajas, todavía 20 años después de eso. Sorbió hasta la última gota de leche, se echó hacia detrás. Se desabrochó otro botón de la camisa y se la abrió un poco más. En unos segundos se había desabrochado el sujetador y, con la cabeza levemente ladeada, siempre sin apartar la mirada de mí, empezó a dejar caer toda mi corrida sobre sus pechos. Con la barbilla llena de leche, los hilillos cayendo,aplicñandose mi semen como si fuese crema hidratante, tuvo las narices de contestarle a su madre:
-"¡Ahora mismo subo, Mamá! Es que estamos haciendo planes de todo lo que vamos a hacer el fin de semana "
-"Ya, ya tú sube inmediatamente, que ya sabes cómo se pone tu padre"
A todo esto, ella escupía los últimos restos de leche, mientras se pellizcaba los pezones sin dejar de mirarme. Yo seguía sin habla, ahora simplemente porque no me quedaba un gramo de fuerza en el cuerpo. Al poco, ella se limitó a ponerse el jersey encima de la camisa y el sujetador desabrochados, y, mientras me empujaba hacia la puerta, me decía sonriendo
-"Espero que te hayas alegrado de verme. Me debes una muy gorda. Mañana hablamos"
Yo lo único que sabía es que estar con una mujer así merecía la pena. Y lo sigue mereciendo.