Con mis chicas, el sexo no tiene límites (2)

Lorena y Mónica se desiniben por completo y se comen mútuamente sin dejar de probar ninguno de sus agujeritos.

A la mañana siguiente me desperté sobre las once de la mañana, era sábado y no había que trabajar. Me duché y me vestí con un vestido de verano, estampado de flores que ví un día en un puesto de los hippis que compré, ya me había terminado de instalar, y aún no conocía a mis vecinos (bueno, a una de ellas si que la conocía). Salí de de mi piso y me dirigí a la casa de los padres de Mónica. Quería conocer a mis vecinos, llamé a la puerta y salío una mujer de unos cuarenta años, pero que los llevaba muy pero que muy bien.

  • Hola, soy la nueva vecina que hace poco me he instalado frente a vuestra casa, me llamo Lorena.-

  • Ahh, hola, encantada de conocerte, yo soy Rebeca, mi marido no está, el trabaja también los sábados, y mi hija ahora mismo está durmiendo, se vé que ayer llegó muy cansada a casa.-

Si yo lo dijese por que estaba tan cansada....

Me invitó a pasar, y nos sentamos en la sala de estar, su casa era bastante amplia, aunque como estaba con mas muebles que la mía se veía mas cargada. Nos tomamos unos zumos de piña mientras charlabamos amigablemente de las cosas del vecindario y me puso al dia de todos los cotilleos. Pronto se levantó Mónica de su habitación, y salió a la cocina a desayunar algo, pasó por nuestro lado y su madre la llamó para que nos conociesemos.

  • Ella es mi hija Mónica.- me dijo.

  • Si, ya nos conocemos, nos vimos el primer día que llegé al bloque de pisos.- le dije a su madre.

  • Buenos días.- Nos dijo a las dos, - Voy a desayunar algo.-

Ella se fué hacia la cocina y nosotras continuamos con nuestra charla, aunque mientras se iba me fijé en el camisón que llevaba que era translúcido y dejaba ver su silueta.

Estuvimos así un buen rato, hasta que me dijo que tenía que hacer la compra. Me invitó a comer a su casa cuando quisiera. Yo ya salía de su casa y me despedí de Rebeca y a lo lejos lo hice de su bellisima hija, que tan bien me lo hizo pasar la noche anterior. - Hasta luego.- Nos dijimos.

Yo ya estaba en mi casa haciendo mis tareas, cuando llamaron a casa. Mi corazón dió un vuelco cuando me imaginé quien podria ser...

Y efectivamente, era ella, mi dulce vecinita. Se había vestido y peinado, llevaba una minifalda de un tono verde oscuro, y una camiseta de tirantes también de un color similar, como si estuvese de camuflaje en alguna selva.

La invité a pasar y nos cruzábamos miradas cómplices por lo sucedido aquella noche.

  • Hola vecina, me gustaría hablar un poco contigo antes de que vuelvan mis padres para la comida.-

  • Claro Mónica, ¿de que quieres hablar?-

Ella se quedó un poco pensativa, y nos quedamos en silencio durante unos instantes hasta que me dijo.

  • Es que no he podido dejar de pensar en lo que hicimos ayer.-

  • ¿Y?- Le respondí de inmediato.

  • Pues que ahora en mi mente me asaltan muchas dudas, y estoy verdaderamente confusa, además ayer iba algo colocada y no sabía muy bien lo que hacía.-

Yo empecé a temerme que ya nunca mas nos tendríamos como nos tuvimos durante la noche, pero tenía aun muchas sorpresas por desvelarme aún en ese instante.

  • Mira Lorena... yo es que creía que tenía muy claro cuales eran mis inclinaciones, y creía que me gustaban los chicos... bueno aun lo sigo creyendo, pero... lo de ayer.-

Miré fijamente sus ojos esperando a ver que opinion me iba a dar.

  • Lo de ayer fué realmente maravilloso...- Terminó a decirme.

  • Entonces te gustó, ¿verdad?, por que ayer ví tus reacciones y así me lo parecía, aunque también pensé que quizás se debiera a que ibas algo colocada.-

Entonces Mónica me respondió: - Yo al principio también lo achaqué a eso, pero es que ahora no lo estoy, y... creo que te deseo...-

No podía creerme lo que acababa de oir, había hecho mía aquella jovencita de cara angelical con tan solo una noche de pasión juntas.

  • Mira Mónica, creo que a mi tu me gustas, lo de ayer fué fantástico, pero es que hoy al verte recién levantada paseando por tu casa, me ha confirmado que realmente eres más que una sola noche de lujuria para mí.-

Mónica apenas podía ocultar una incipiente sonrisa que empezaba a dibujársele en su rostro. Le dije que pasara hacia mi estudio, donde tenía puesta mi minicadena con música de fondo y que nos sentáramos a charlar un rato. Ella me siguió sin decir nada.

Nos sentamos en unos cómodos silloncitos de diseño que había conseguido comprar en un rastrillo a muy buen precio. Estuvimos un rato hablando de nuestras vidas, y pronto salió el tema del sexo y nuestras relaciones.

  • ¿Entonces crees que eres lesbiana?- le pregunté sin más rodeos.

  • La verdad no estoy segura, nunca había mirado a una chica de ese modo, pero es que contigo es distinto.-

Ahora fué mi vecina la que me preguntó a mi.

  • Oye Lorena, ¿Tu tienes pareja?, me refiero a si tienes alguna novia donde vivías antes...-

  • Pues no, en estos momentos estoy soltera, he tenido algunas relaciones, pero las dejé atrás, cuando me mudé aquí.-

A ella esto que le dije, pareció agradarle, quizás así pensaba que no habría nadie que se interpusiera en nuestra "relación". Mónica por momentos parecía mas nerviosa e inquieta, no paraba de mover las piernas y las manos. Quizás era por el tema de conversación o por que hablar de relaciones lésbicas con su vecina le daba mucho morbo. Pronto me dí cuenta de que así era cuando empezó a preguntarme ciertas cuestiones...

  • Lorena - Me dijo. - Ayer me quedé maravillada de lo bién que sabes tratar a una chica, nunca me había hecho sentir algo tan intenso. ¿Crees que podremos repetirlo alguna vez?

Empecé a sonreir, casi a reir. Yo le contesté: - Claro que si, podemos ser algo mas que amigas si tu lo prefieres.-

  • Me gustaría que ocurriera de nuevo... es decir, me gustaría que ocurriese ahora de nuevo...- Mónica enrojecía mientras me propuso aquello.

Una sonrisa se me dibujó claramente en la cara, me levanté de donde estaba y le estampé un beso de dulzura en sus labios. Ella empezó a sonreir también, ante aquel gesto y me devolvió un béso idendico al que yo le dí.

Empezamos a desvestirnos como podiamos mientras ibamos corriendo hacia mi dormitorio, era como si no quisieramos perder ni un segundo más para poder estar juntas, desnudas y sintiendo nuestros cuerpos calientes.

Estábamos ya las dos acostadas en mi cama de matrimonio, tan solo manteníamos las braguitas y los sujetadores, nos besabamos y sonreíamos. Ella empezó a tocarme mis pechos por encima del sostén, yo la dejaba hacer, me los acariciaba con mucha delicadeza, jugueteando con los tirantes y la copa del mismo, mas tarde empezó a bajar su mano hacia mi entrepierna, buscando el calor de mi sexo, que ya estaba chorreando a borbotones. Primero me acariciaba por encima de la tela de las bragas, y luego por debajo. Cuando metió su mano bajo mi ropa interior se quedó sorprendida.

  • No tienes ni un pelo.-

  • No cariño, me depilo siempre que puedo, me gusta la sensación de tenerlo todo peladito. ¿Tu nunca te lo has hecho?.-

  • No tanto, tan solo me lo he recortado un poco con las tijeras, pero lo que tu tienes aki, uauuu, no lo había visto así nunca en una chica adulta, es muy suave ¿lo sabias?.-

Y empezó a reirse mientras seguía con sus carícias íntimas, a ella le encantaba acariciarme mi coño depilado, y a mí me gustaba aún mas...

  • Lorena, yo nunca me he comido el sexo de ninguna mujer, y no se si sabría hacerlo, además... tampoco sé si me va a gustar.-

  • Pues eso tiene facil solución, lo vamos a comprobar enseguida.-

Me bajé las bragas hasta las rodillas y me recosté de lado, terminé de bajarmelas hasta los tobillos y abrí una de mis piernas flexionada. - Ven, cariño, pon tu boca justo aquí, se cuidadosa y utiliza al principio tus labios y tu lengua con mucha dulzura.- Ella me miró con cara de impaciente. Puse una mano bajo su barbilla y le dije:

  • Escúpeme en la mano.- Así lo hizo, con la saliba que habia depositado me la restregué por todo mi coño.- Ahora, empieza a comérmelo.- Le dije.

Su boca se puso en contacto con mi chochito depilado, no parecía desagradarle el sabor pues no rechistaba y cada vés me lo chupaba con más enfasis. Yo mientras empecé a desabrocharle el sostén, dejé al descubierto sus bonitas tetas, tenía la aureola de los pezones muy grande, eran una delicia para la vista. Mientras ella se afanaba en saciarme con su lengua, jugueteando con mi prominente clítoris que ya estaba hinchado, yo empecé a mamarle los pezones, lo hacía como si quisiera sacar leche de esas dulces mamas. Ella me estaba comiendo el coño como si lo hubiese hecho antes, si no fuera por que me juró que nunca lo habia hecho antes no la creería, sabía muy bien como buscarme placer con su boquita. A mi ya me empezaba a venir mi primer orgasmo, y me corrí en su boca, a ella casi le vino de sorpresa pero nisiquiera se apartó, siguió mamando como si nada, tuve que apartarla por que ya tenía toda mi vagína demasiado sensible. Ella puso cara de desacuerdo.

  • ¿No me vas a dejar que siga mamandote tu coño, me gusta su sabor, va, dejame que siga.-

  • Después chiquilla, ¿ O acaso no te has dado cuenta que me he corrido en tu boca? déjame descansar un poco, si quieres ponte a cuatro patitas y déjame que te coma yo.-

A ella le encantó la idea. - Pero luego me dejarás que continúe chupandote donde tanto me gusta ¿verdad?-. Mónica me ponía cara de niña buena mientras me decía eso, estába para comersela enterita así.

  • Claro que sí.- Le dije. - Me podrás comer el coño todas las veces que te apetezca cariño, pero ahora déjame que te haga algo yo.-

La coloqué a cuatro patas y me puse tras de ella, empezaba a estar muy nerviosa por que sabía que si lo que le hacía era como lo de ayer, iba a estallar en un orgásmo increible. Acariciaba su prominente culo, pasaba mi mano sobre la tela de sus braguitas, metía algún dedo bajo ellas de vez en cuando, y ella gemía de placer. Mordisqueaba las nalgas, las besaba, las empezaba a dejar todas brillantes por el efecto de mi saliva. Al fín decidí bajarselas, la visión de su culo era apoteósico, era realmente bonito, no tenía un culo de los grandes como a mi realmente me gustaban, pero su culito en esa postura era de los más lindos que había visto nunca. Puse mi nariz en su sexo y empecé a olerlo, aquello olía a gloria, con la punta de mi naricilla le hacía cosquillas en su coño y se me empapaba de sus jugos. Luego ponía la puntita de mi nariz húmeda sobre su ojete, la restregaba en su estrecho agujerito. A ella sentir mi nariz en su orificio trasero debió gustarle, pues hizo un gesto y una expresion que mi indicaba que así era.

  • Oye Lorena.-

  • ¿Si? le respondí.

  • Ayer antes de que me fuese de tu casa, me despertaste con un beso en mi ano ¿verdad?

  • Sí le respondí, ¿Te gusto?

  • Me sorprendió, no sabía que también te gustasen los culos.-

  • Si cariño, me gustan y mucho, no hay nada del cuerpo de una mujer que no me guste. ¿Te gustaría que te comiese el culo ahora?.-

  • Nunca lo he probado, ¿Crees que me gustará?- Me dijo toda inocente.

  • Tú relajate y déjame hacer a mi.

Dicho todo esto, mi mirada se centraba en su estrecho agujerito trasero, estaba tan mono, tan chiquitito, palpitante e impaciente por sentir nuevos placeres. Le abrí todo lo que pude las cachas del trasero, tampoco tenía demasiada moya, pero aún así quería tener un fácil acceso a su ojete. Empecé por soplar y ver la reacción, se encojía como respuesta a mis intentos de referscarlo, como si no quisiera dejar pasar ni tan siquiera el aire, procedía a darle sus primeros lametones, pasaba la lengua a todo su alrededor, hacía círculos por todo su ano... a ella le encantaba la nueva sensación que sentía. Una lengua en su culo era lo último que se habría esperado hace tan solo un par de días, pasaba de un lado a otro de su trasero, recorría su pequeño agujerito con la punta de mi lengua, demorandome cada vez que mi lengua sentía el paso de una piel lisa, a otra mas rugosa y apretada, pronto empecé a dar lametones mas firmes y seguidos, parecía que aquello empezaba a surtir efecto, pues su esfinter empezaba a relajarse y su ojete ya no estaba tan apretado, era el momento de intentar penetrarle mi lengua por el culo, la puse tiesa y iba dando cabezadas suaves, apenas había empezado cuando me avisaba que aquello era demasiado y empezaba a correrse, y puso su mano en su coño mientras se corría, yo mientras seguía con lo mío. Chupaba, mordía como podía aquel ojete, lo llenaba de saliba, introducía mi lengua, ya casi todo lo que podía, aquel joven y virginal agujerito estaba cediendo a mis carantoñas. Ella puso su mano por detrás de la espalda hasta llegar a la raja de su culo, sus dedos estaban impregnados de sus fluidos, y yo se los chupaba, le chupaba el culo, y sus dedos, me los metía en la boca, y luego le introducía mi lengua en el ya mas ancho y dilatado agujero de su culo. Mónica hizo el ademán de poner la punta de uno de sus dedos en la entrada de su ano, yo aprovechaba para pasar del culo al dedo en el mismo lametón. Cogí su dedito impregnado de mi saliba y sus flujos, acumulé gran cantidad de saliba en su ojete y intenté introducirselo. Mónica hizo un leve gesto de dolor, intentamos varias veces meterle el dedito, pero al principio aquello le incomodaba, así que no quise forzarla.

  • Más adelante quizas, mi vida.- Le dije.

Habría estado horas y horas saboreando aquel delicioso agujerito, la habría hecho correrse muchas veces através de mi experta lengua en su inocente e inexplorado ano, pero decidí que por ahora, ya era suficiente. La cogí de la cintura para que se incorporara. cogí su nuca y la abracé hacia mis voluminosos pechos, en uno de ellos se veía un lunar pequeñito, que ella lamía y lamía, como si quisiera borrarmelo, pronto me quitó el sujetador y se apoderó de mis pezones. Uhhhmmmmmm, que bien sabía mamarme la pequeña zorrita, una chica que sepa chupar y dedicarle el tiempo justo a mis tetas, podía hacer que me corriese sin tan siquiera rozarme el sexo, y Mónica iba por buen camino. Yo ya estaba más que excitada y pronto dejaría salir en mi la zorra que estaba hecha cuando se trataba de sexo. Alcé su cara con mi mano derecha para que mirara hacia arriba, mientras le dije que acariciara mi coño, pues a ella le encantaba su tacto totalmente depilado. Mientras ella me masturbaba, yo con la otra mano le abrí su boquita, mantenía su boca abierta y me acerqué un poco hacia ella, le escupí intentando que se tragara mi saliba, pero no atiné bien, pasó rozando y bajando resbalaba por su mejilla, con la mano pude recuperar algo e hice que me la chupara, - Aún no te lo tragues.- le dije. Volví a dejar caer otra vez un buen contenido de saliba pero esta vez con más tino, fué a caer justo dentro de su boca. dejé de sujetarle la barbilla, ella sacaba la lengua y me enseñaba la abundante saliba con pompitas que tenía sobre ella, y en un gesto me guiñó un ojo y se la tragó toda. Aquello me había dejado alucinada, hacía todo lo que yo le pedía.

  • Está bien mi dulce amante, veo que eres una chica muy obediente.-

Ella asentía sonriendo.

  • Creo que por tí haría cualquier cosa.- Me dijo.

Aquello no lo quise desaprovechar y menos ahora con lo caliente que estaba, me levanté y dejé sola a mi amante sobre la cama, pronto volví y tenía las manos escondidas tras mi espalda, ella inquieta me preguntó que, que es lo que llevaba escondido. Yo le dije que era una sorpresa, pero que tendría que hacer lo que yo le dijese si queria que se lo enseñara. Ella aceptó sin miramientos.

Entonces le dije: - Dime mi pequeña vecinita, ¿Te ha gustado que te haya sobado y relamido tu ojete?

A ella le hizo gracia esa pregunta.

  • Pues claro tonta, ¿acaso no has visto como me corría mientras tenías tu lengua dentro de mi culo?

  • Claro que si, te he saboreado bien para saber que asi ha sido.

Mónica me quiñaba el ojo complaciente.

  • Entonces prométeme una cosa, dime que me dejarás que un día te folle por el culo, que te lo deje bien abierto hasta que no sepas si lo tienes cerrado o abierto.-

  • Te lo prometo.- Me dijo

Aquello era lo que quería oír, me dispuse a enseñarle lo que tenía entre mis manos, no era otra cosa que un plátano, y ella se creía que era para penetrarla, pero yo había ideado otro plan. Hice que pelara el platano con su boca, hasta que se quedó solo con la pulpa interior, jugé un poco con el en sus labios, como si fuera un pene, hacía que lo mamara un poco que le escupiera y que se lo introdujese lo máximo posible en la boca. Ella lo hacía todo sin rechistar, después de que estuviese bien mamado aquel plátano, empecé a jugar con el en mi coño, me introducía un poquito, lo sacaba y volvía a introducir, lo estaba mezclando con mis propios fluidos vaginales, lo saqué del todo y sosteniendolo con mi mano se lo ofrecí, pero esta vez no para chuparlo, sino, para que se lo comiera. Mónica con una mirada de pícara, no vaciló y empezo a morderlo, en su boca se juntaba un nuevo sabor, a mi sexo y al del propio plátano, se lo comió todo sin dejar nada.

El sonido de un movil empezó a sonar, era el movil de mi querida Mónica, fué desnuda corriendo hasta donde estaba su bolsito y lo sacó.

  • Hola Noelia, ya, ya, se me ha hecho tarde tia, pero es que nisiquiera he comido, bueno si, la verdad es que acabo de comer.- Mientras decía eso me miraba y guiñaba un ojo relamiendose las comisuras de los labios.

Yo me acerqué y la abracé por detras mientras mis mános acariciaban su coñito y su culo a la vez, ella seguía hablando con quien parecía era una amiga suya con la que había quedado, pronto colgó el telefono, y me dijo que pronto tenía que irse, había quedado con una de sus mejores amigas y compañera de la facultad.

Le dije que si se podía ir, pero que antes tenía que hacer que me corriese como yo lo había hecho con ella, me dijo que si, pero que tenía prisa y esperaba hacer que me corriese deprisa.

  • Si quieres que me corra lo antes posible entonces cómeme todo el chocho, mientras introduces uno de tus deditos por mi ano.-

A ella le gustó la idea y se puso mano a la obra, primero me senté acosté en la alfombra boca arriba y apoyé mis piernas en el respaldo de un sillon de mi habiación, para que tuviese facil acceso a todos mis agujeritos. Mi Mónica me chupaba ya bastante bien toda mi rajita, introducía sus dedos en mi coño, para lubricarlos bien antes de metermelos por el culo, que pronto hizo. Me hubiese gustado que me lo hubiera lamido un poco, pero parecía que de momento eso no me lo iba a hacer, ya conseguiría que lo hiciese mas adelante. Mientras relamía toda mi raja abierta, pasaba su lengua por mi clítoris el cual también me acariciaba yo, metía ya un dedito por detrás, lo hacía suavemente pero mi culo estaba acostumbrado a meterle cosas, y enseguida se dilató, pronto reclamaba otro dedo más dentro de mi ojete, ella lo hizo, esos dos dedos detras moviendose como si fueran dos autenticas maquinas de producir placer anal, su boca baboseandome todo mi coño y yo acariciandome el clítoris.... Ya no pude aguantarlo más y me corrí en su boca, se lo tragó todo mientras no dejaba de mover sus deditos dentro de mi dilatado culo, lo cual me volvía mas loca y hacía que mi orgásmo fuese mucho más intenso.

Después de que me relajase de tan intenso polvo que acababa de echarme me vestía junto a ella.

La acompañé hasta el recibidor y nos dimos un cálido y pasional beso, al separarme le dejé un regalito en su boca, una buena cantidad de mis babas, mi saliva, que ella tragó sin dilación, al separarse y despedirse me dijo algo que me dejó helada...

  • Mi dulce vecinita... creo que te quiero...-

Despues de decirmelo salió corriendo escaleras abajo, y mi cabeza ya estaba dando vueltas pensando en cómo había ocurrido todo tan rápido.