Con mi tía Maribel

Mi tía perdió a su marido militar en un accidente. Pasaron muchos años hasta que encontró consuelo

CON MI TÍA MARIBEL

Hola a todos. Esta historia se la dedico a mi tía por todo lo que ha sufrido. Espero que le alegre un poco la vida.

En casa somos cuatro personas, mis padres, Mauro y Lola, de 47 y 45 años, respectivamente, muy dedicados a su trabajo, muy honestos, muy castos, muy…conservadores. Mi hermana mayor, Carolina, de 22 años, que es la transgresora de la familia, viste a la última, muy independiente de la familia, digamos que una progre, para disgusto de mis padres. Por último estoy yo, que me llamo Juan, tengo ahora 20 años y digamos que soy el ojito derecho de mis padres quizá porque soy más como ellos desean que sea un hijo, es decir, que vista de forma correcta, vaya con las compañías adecuadas, etc.

La cosa es que mi tía Maribel, hermana pequeña de mi madre (42 años) estaba casada con un oficial del ejército, que falleció en un terrible accidente durante un entrenamiento de saltos de paracaídas (hace ya 18 años cuando yo era casi bebé). El caso es que Maribel y su difunto marido, Jorge, no habían tenido hijos todavía. Mi tía la verdad es que lo pasó muy mal. Venía bastante a casa, a hablar con mis padres (sobre todo con su hermana, mi madre), pero a medida que me iba haciendo mayor hablaba conmigo, ya que mis padres no habían llegado de trabajar y a mi hermana era más que difícil pillarla en casa. La verdad es que fuimos cogiendo bastante confianza y además de tía y sobrino se puede decir que éramos bastante amigos. Más de una vez íbamos juntos al cine, ya que coincidíamos bastante en nuestros gustos cinematográficos (nos gustan las pelis de acción sobre todo). Mi tía trabaja en un bufete de abogados, por lo que entre la pensión de su marido y su sueldo, sin otras obligaciones familiares vive de forma bastante desahogada.

La mayoría de los viernes por la noche o bien mi tía venía a casa a cenar, o bien salíamos a algún restaurante y el sábado o domingo una comida también era familiar (casi siempre con la excepción de mi hermana). Muchas tardes me acercaba a casa de mi tía a consultar algún libro, ya que yo estudio derecho, como hizo mi tía o para preguntarle algo, ya que domina algunos de los aspectos del derecho de forma especial.

El caso es que en septiembre mi tía recibió una carta en la que antiguos alumnos de su Facultad se iban a reunir para celebrar que hacía 20 años que habían terminado la carrera (ella estudió en la Universidad de Alcalá de Henares). Le mandaron un listado de actividades de un par de días, con un plato fuerte de una cena un sábado de mediados de octubre (coincidiendo con la festividad del Pilar). En la misiva explicaban como era todo, que estaban invitados igualmente las parejas de los estudiantes, como se denominaban y una serie de cosas más. Ese día Maribel llegó a casa un poco triste, ya que si bien le apetecía ir, no le hacía gracia ir sola, ya que sus amigas de facultad en su mayoría estaban casadas y las que no lo estaban era porque se habían separado, pero n o recordaba ningún viudo o viuda, como ella. Mi madre, creo que para animarla, más que para otra cosa le dijo que si quería yo podía ir con ella, y así me metía en el mundillo de los abogados, ya que eso era lo que me gustaba. Era una opción que no había pensado mi tía, ni por asomo. Esto, por supuesto, sin consulta previa al interesado, o sea, a mi. Mi tía se animó un poco y cuando me preguntaron no me quedó más remedio que decir que si, claro.

Aunque vivimos en Madrid, y Alcalá está bastante cerca, mi tía dijo que iba a reservar en el hotel donde se celebraría la cena y que "la organización" había recomendado. Reservó dos habitaciones.

Antes de ir, mi tía me regaló un traje para la cena, de forma que pudiese ir digamos que de forma distinguida. El viernes por la tarde salimos en coche hacia Alcalá. Al llegar al hotel fue que por no sabemos que error no nos habían reservado las dos habitaciones pedidas. La solución que nos dieron fue ofrecernos una júnior suite, que evidentemente fue lo que hicimos, ya que no nos íbamos a volver a Madrid. Subimos a la habitación, que era realmente espectacular y ordenamos el equipaje y bajamos a tomar algo y ver "a la gente". Así fue como mi tía empezó a saludar a sus compañeros, explicando en varias ocasiones que era su sobrino, que su esposo había fallecido (eso lo sabían sus más íntimas) y en general buen rollo. Esa noche estaba previsto tomar algo en plan picar, y una copa y a la cama, ya que la mayoría de los actos eran al día siguiente. Y así fue, tras un par de cervezas nos subimos a la habitación. Yo no sabía donde dormiría al final, ya que solo había una cama, muy grande, eso si, pero al fin y al cabo, una.

  • Bueno, Juan- dijo mi tía- yo siempre duermo en el lado izquierdo de la cama, espero que no te importe.

  • No, para nada. Yo siempre duermo en el centro de la cama.

  • ¡Ja, ja!, claro, no lo había pensado. Entonces, me voy al baño a poner algo, ya que la verdad suelo dormir en bragas, pero claro, me pondré una camiseta.

Así Maribel fue al baño, pero no cerró la puerta del todo, y a través del espejo pude ver a mi tía medio desnuda por primera vez. La verdad es que no la había visto nunca como mujer, pero al observarla solo con las bragas, con un buen par de tetas, cuerpo más que correcto, cara bonita y un pelo moreno largo…la verdad es que sentí que algo cobraba vida en mi interior.

  • Anda, Juan, ponte el pijama, que mañana tenemos que madrugar- dijo Maribel.

  • Volando- respondí, al tiempo que pasaba al cuarto de baño.

El sábado por la mañana nos recogió un autobús que nos llevó a la Facultad de Derecho, donde nos recibió el Decano y vimos las aulas y diversas estancias, con una clase magistral, eso si, breve, de un antiguo profesor. Luego ya tocaba cachondeo, por lo que fuimos a una finca en la que habían reservado para hacer una capea y otras actividades. Los más atrevidos salieron a "torear" y a alguno la vaquilla le dio un pequeño susto, pero la mayoría si que participó en juegos digamos que "infantiles" como la carrera de sacos y tiro al huevo, que muchos de los participantes se tomaron muy en serio. Volvimos a sobre las siete y media, bastante entonados y casi con el tiempo justo para una ducha y vestirnos para la cena. Mi tía fue la primera en ducharse ya que ella tarde más en arreglarse (por el maquillaje) y luego fui yo a la ducha, para salir con mi nuevo traje (bueno, sin la chaqueta), estando, sorpresivamente para mi, Maribel en bragas y sujetador enfrente de un espejo maquillandose.

  • Menudo modelito, tía. Con ese seguro que ligas- bromeé

  • ¡Ja, ja!, pero déjate de bromas que no llegamos. Anda, ayúdame a poner el vestido.

  • Voy- contesté.

El vestido era como no podía ser menos para mi tía, espectacular, con un escote que te daban ganas de caerte en él, negro, de noche…muy de mi tía. Bajamos y buscamos la mesa que nos tocaba. Estaban dos de las mejores amigas de mi tía (Loreto y María José), con sus maridos y otro señor con su esposa, que por supuesto conocían, pero con el que tenían menos trato.

  • Desde luego ahora soy la mujer más envidiada de este salón- me dijo mi tía en voz baja.

  • ¿Y eso?- respondí.

  • Está claro. Por mi acompañante. Es el más guapo de la fiesta.

  • Gracias, tía. Tu si que estás espectacular. Ese vestido es…vamos no tengo palabras para expresarlo- dije la verdad.

  • Pues lo peor que le puede pasar a un abogado es quedarse sin palabras- bromeó mi tía.

  • Entonces es el vestido más requeteguay de toda la fiesta- respondía a la broma.

  • Muchas gracias.

Cenamos todo lo bien que se puede hacer en un sitio de tanta gente (seríamos unos 150), y tras el postre empezó la barra libre y el baile. Mi tía se empeñó en que el primer baile sería con ella y así salimos a la pista a bailar una de las canciones que estaba de moda cuando ella iba a la Universidad. Cuando terminó la canción fui a buscar un par de copas que llevé a la mesa donde mi tía hablaba con sus amigas. Al llegar se empezaron a reír (los maridos de las amigas de mi tía ya estaban con el codo apoyado en la barra)

  • ¿De qué os reís?- pregunté al llegar.

  • De nada, de nada- dijeron las tres, mientras seguían descojonándose.

  • Venga, que pasa. ¿Tengo monos en la cara?

  • No, que va- dijo una de las amigas de tía Maribel- estábamos diciendo que quien te pillara- se volvieron a reír mientras bebían y fumaban.

Sentí que me trataban como a un niño, así que cuando pasó un camarero ofreciendo cigarros habanos cogí uno, aunque he de reconocer que no fumo. Cuando mi tía quiso otra bebida fue cuando se dio cuenta de mi habano.

  • Anda, Juanito, ve a buscarme otra bebida y mientras te aguanto el puro, no vayas a marearte- dijo mientras me quitó el puro y se lo fumaba ella.

  • ¿Lo de siempre?- le dije.

  • Si, claro.

Fui a buscar bebidas para mi madre y sus amigas y al regresar recuperé mi puro (y mi orgullo). Seguimos bebiendo, bailando y hablando hasta casi las cuatro y media, que nos subimos a la habitación. Mi tía iba un poco perjudicada, ya que no suele beber más de un par de copas, y esa noche fueron unas cuantas más. Al llegar a la habitación me dio las gracias.

  • Juan, muchas gracias por acompañarme- dijo Maribel

  • De nada, tía. Me lo he pasado muy bien.

  • ¡Y yo!, pero si no hubieses venido, yo tampoco.- comentó la tía.

  • Va, ya será menos.

  • De verdad, muchas gracias- me dio un beso en la mejilla- Anda, ayúdame a desmaquillarme, que no veo muy bien.

  • Es que vas un poco ciega, tía- dije en broma.

  • Siii, tengo un ciego del copón, ji,ji- rió mi tía.

Cogí los útiles del neceser de mi tía y la ayudé en lo que pude.

  • Bájame la cremallera, por favor- me pidió de nuevo

  • Marchando.

Mi tía se quedó como cuando se arreglaba, en bragas y sujetador, con las medias, que se intentaba quitar. Como estaba de pie, casi se cae. La tuve que sujetar.

  • ¡Ups!, casi me caigo. Siempre estás ahí cuando te necesito, Juan. Gracias

  • De nada, tía- le dije mientras me quitaba el traje y me quedaba en calzoncillos-

  • Por cierto, la zorra de Loreto dijo que tenías un polvo que no veas- comentó Maribel- fue cuando nos descojonábamos. La verdad es que eras el tío más bueno de la fiesta.

  • No podía ser menos, ya que iba con la tía más buena, y además en doble sentido.

  • Nada, nada, los reyes del baile… ¡oé,oé,oé!- reía mi tía, mientras se intentaba quitar el sujetador, sin acertar con el cierre- anda, échame una mano, que se me resiste el cierre.

Con toda naturalidad se quedó solo con las bragas delante de mí. Era la primera vez (salvo la noche anterior, pero esa fue furtivamente). Nos fuimos a lavar los dientes y nos metimos en la cama.

  • Buenas noches, Juan.

  • Buenas noches, tía.

Al ir a darnos el beso de buenas noches, como no había luz nuestros labios se juntaron

  • Vaya, perdón- le dije a mi tía.

  • No hay nada que perdonar…solo que- dijo mi tía.

  • ¿Solo qué?

  • Pues que hace muchísimo tiempo que nadie me besaba en la boca.

  • Porque no has querido.

  • ¿Por qué dices eso?

  • Hombre, tía…tu bueno

  • ¿Qué?, dilo ya- se impacientaba mi tía.

  • Pues eso, que estás muy buena

  • ¿Eso crees?

  • No lo creo, lo se y lo afirmo

  • Vaya, gracias…si no fuera tu tía seguirías pensando lo mismo.

  • Es que son cosas independientes. Por un lado eres mi tía y por otro estás que te cagas de buena.

  • Y si te olvidases que soy tu tía…serías capaz de…hacerme el amor.

  • Hombre, claro…ya te he dicho que estás muy buena

  • Bueno…no estoy tan acabada como pensaba.

  • De verdad…sin nada de interés partidista…hoy eras la mujer más guapa de la fiesta.

  • Ya será menos.

  • No, no…puede que alguna se te acercase…pero en conjunto, la tía más buena…Maribel.

  • Adulador..., pero muchas gracias. Son muy bonitos los piropos.- dijo mientras me daba otro beso en la boca.

  • De nada- le dije mientras le devolvía el beso.

  • Eres un pillo- me dio otro beso

-¿Yo?- otro beso.

  • Sí, tú- un beso un poco más largo

  • Es que no me puedo controlar.- le di un beso metiendo la lengua. Mi tía se puso encima de mí.

  • ¿Quieres jugar en serio?

  • ¿Tú que crees?- nos dimos un morreo en toda regla, mientras le tocaba las tetas a mi tía

  • Buf…hace tanto tiempo que nadie que no fuera yo las tocaba…se siente tan bien- mi tía se movía en círculos con su sexo alrededor de mi polla. Tiré de mis manos y le bajé las bragas, pudiendo sentir los pelillos de su coño contra mi glande.

  • ¿Lista?

  • Siii- fui introduciendo poco a poco la polla en el húmedo coño de mi tía- si, así, sigue, así, así…ummm, que bueno- le chupaba al tiempo los pezones de mi tía, que empezó a moverse un poco más rápido- así, sigue, más rápido…si, si…hasta el fondo- se llevó las manos a la nuca, cogiéndose la cabeza- no pares…no pares…sigue, sigue

  • Que bueno, Maribel, que bueno.

  • Si, si, que bueno, me haces correr de gusto…fóllame así, cariño, así- mi tía se movía cada vez más rápido y yo estaba a punto de correrme.

  • Me voy, tía, me voy.

  • Vente dentro de mi, cariño, dentro de mi.

  • ¡Ya, ya!

  • Si, mi amor, si, me voy contigo.

El orgasmo que tuve fue espectacular. La cantidad de leche era bestial y le salía a mi tía del coño. Nos besamos nuevamente y nos quedamos dormidos, abrazados.

  • Buenos días, cariño- dijo mi tía mientras me daba un beso en la boca y me sonreía.