Con mi sobrino político
Juan José en mi concepto era un "mataputos", pero nunca supuse que le encantara coger con hombres y lamer semen ajeno de una barriga peluda. Fue delicioso vivir esta experiencia con él en la sala de su propia casa y la de mi sobrina.
Hace cuatro o cinco años, me pasó algo que ahora comparto con un sobrino político. No fue una revelación, porque de una u otra forma yo me había percatado que no le era indiferente. Los hombres que nos autoaceptamos como homosexuales tenemos un séptimo sentido y además vemos en las personas "un no sé qué" que sí sabemos qué.
Pues resulta que Juan José, el esposo de mi sobrina Olga que era un homofobo, según lo pregonaba. Hasta que ocurrieron los hechos que ahora relato, siempre tuve la idea de que moriría asesinado en sus manos, porque invariablemente cuando había en televisión o en teatro o en la calle un gay o un hombre amanerado expresaba:
"Pinches jotos.... que no se me acerque uno porque lo mando a la verga". Yo siempre pensé que le mandaba la verga..... pero no me atreví a sugerir una aclaración.
Era un tipo de los que dicen que los hombres homosexuales no deben de existir, que para eso hizo Dios al hombre y a la mujer. En otras palabras era un machista y homofobo declarado.
Sin embargo, debo decir que es todavía un cuero de hombre: alto, grueso, velludo en extremo, bigotón, viste siempre como un auténtico cowboy y tiene casi cuarenta años.
Él y mi sobrina eran casi mis vecinos. Yo acostumbraba invitar "amigos" a mi casa, pero pensé que eso podía despertar suspicacia y no me sentía del todo tranquilo. Afortunadamente se mudaron el año pasado.
Volviendo a mi relato, yo había visto a Juan José en bañador cuando en familia acudíamos a algún recreativo.... incluso llegué a percibir semi erecciones cuando nos tocaba desvestirnos o vestirnos juntos en los baños de los balnearios, pero jamás imaginé que pudiese haber algo más entre nosotros. Yo cuidaba mi imagen como la cuido ahora pero no dejaba de fantasear con conocerlo en todo su esplendor.
Una tarde, que es la que origina mi relato, fui a visitar a mi sobrina pues temprano me habló diciéndome que se sentía mal, que estaba embarazada de tres meses y además de jaqueca, tenía pánico de abortar. Yo la calmé y le prometí ir a verla.
Justo cuando llegué a su casa, me dice Juan José que tuvo qué llevarla a la consulta médica y le recomendaron que se quedase el resto de ese día y la noche en observación. Lamenté no haber estado antes para apoyarles.
El me invitó una copa, me platicó sus temores y a la vez me dijo que esa noche tendría que dormir solo, que aunque no podía tener relaciones sexuales con ella, sentir su cuerpo tibio cerca suyo le hacía mucho bien.
Yo le dije que era natural, que en cinco años de casados y sin hijos, era lo más normal del mundo que se extrañaran mutuamente. Entre tanto, seguíamos tomando tragos de brandy con cola y cuando él volvió a su sitio luego de servir las copas me dijo:
"Tío, quizá no has entendido, extraño mucho a Olga porque soy super caliente, casi siempre traigo la verga parada y diciéndolo me mostró su abultada entrepierna: ¡Mira!". Fue entonces que se levantó, bajó la cremallera de su jeans y con todo y boxer los bajó hasta sus rodillas mostrando una gorda, cabezona y hermosa verga...
Sentí frío. No esperaba esa situación y menos con él.
Todavía supuse que me estaba aprobando, que tal vez yo era el mal pensado y que sólo trataba de mostrarme su calentura para justificar el dolor de su soledad en casa.
Imaginé su situación y casi la entendí cuando me aclaró que en los días de menstruación y en períodos de distanciamiento, daba rienda suelta a su libido masturbándose a tope, pero que tenía que motivarse viendo videos porno.
"¿Quieres ver los que tengo?"
No me dio oportunidad de contestarle, fue hasta el televisor, encendió, metió una cinta en la videocasetera y aparecieron fuertes escenas de coito heterosexual; grandes y jugosas vergas eran mamadas por golosas mujeres, o bien entraban y salían por el chocho o el culo de estas "modelos".... esas escenas unidas a la de la gran verga de Juan José me acabaron de alterar, pero yo no quería que él percibiera mi erección. Lo juro, todavía no imaginaba cuál era su intención al mostrarse y mostrarme todo aquello, pero por si las dudas, yo no me animaba a caer.
Me en un sofá y él se colocó sentado en el suelo y tomando. En ningún momento hizo ademán de guardar su instrumento, por el contrario, se daba leves toques y yo de reojo veía cómo aquella masa de carne iba cobrando vigor cada vez más.... yo estaba a más no poder.
De pronto, me preguntó si yo no me calentaba con todo lo que estábamos viendo y de nuevo, sin esperar respuesta me tocó la entrepierna y exclamó: "¡Pinche tío, si ya tienes la reata bien parada, sácatela para estar iguales". Ya no pude contenerme y bajé mi pantalón con todo y boxer hasta los tobillos.
Huelga decir que mi tranca estaba húmeda y viscosa del abundante líquido preseminal que fluía a borbotones... mi calentura era demasiada y entonces, cínicamente miré directamente a su tremenda verga...él me tomo la mano y me dijo: "siéntela para que veas que no es de mentira". Y se la toqué. No podía creer en lo que estaba viviendo en ese momento con mi sobrino político el "mataputos". Acto seguido, me tomó tiernamente del cabello y acercó mi boca a la cabezota de su reata.
Mi lengua y boca parecían las de un bebé con hambre insatisfecha.
Juan José me decía que mamo mejor que una puta, pero que ya debía pararle porque lo haría acabar y no deseaba hacerlo de aquella manera, que necesitaba volcar su savia en mi culo.
Me confesó entonces que cuando hablaba porquerías acerca de los gays era porque deseaba llamar mi atención y provocarme, pero que él supo por un compadre suyo que me encanta tener sexo con hombres y que cada vez que me veía pensaba en eso, observaba mis nalgas y se le paraba la verga.
Fue toda una sorpresa. Sería maravilloso que me metiera aquella exquisita verga en este culo mío ansioso siempre de ser ocupado por un hombre.
En ese momento, como si fuese un acuerdo mutuo, nos desnudamos totalmente, los dos calientes al extremo.
Me manejó a su antojo y cuando mi culo quedó frente a su rostro, se puso un poco de saliva en la reata, luego lamió mi ardiente hoyo, lo succionó con delicadeza y finalmente enfiló su arma a mi agujero que latía deseoso de sentirlo.
De pronto sentí aquel instrumento horadarme suave, pero firmemente. No atino a suponer las dimensiones, pero a pesar de haber probado para entonces grandes y gruesas piezas, esta iba más allá de la media.
Cuando luego de un mete y saca acompasado sentí que su verga se henchía en mi interior, Juan José se reitró de golpe y volviéndome bruscamente derramó abundantes y potentes chorros de semen que dieron en el centro de mi velluda barriga.
Cada vez me sorprendía más: los esparció con sus dedos, luego lamió mi pelambre.
Me levanté, él hizo lo mismo, nos duchamos, me vestí y me despedí.
Él me dijo que no había sido la última vez, que si me había gustado la situación, podríamos repetirla, que nadie se enteraría, pero que tuviera cuidado de meterme con alguien más, porque me iba a tener vigilado.
Eso ocurrió hace casi cinco años. Jamás lo repetimos, su bebé ingresó recientemente al kindergarden y mi sobrina está de nuevo embarazada.
Como siempre espero sus comentarios.
Julián.