Con mi Rocío II
Después del primer encuentro, con el paso de los días me llamó para quedar y no desaproveché la oportunidad.
Hola lectores, os escribo la segunda parte de “Con mi Rocío”, espero que sean muchas porque esto tiene pintar de durar algún tiempo, jeje. Como ya os conté conocí a una madura llamada Rocío de muy buen ver. Después del primer encuentro, con el paso de los días me llamó para quedar y no desaproveché la oportunidad.
Estaba con mis amigos comprando la bebida para la noche, cuando me llamó Rocío:
- ¿Qué pasa guapa?¿Cuánto tiempo? – habían pasado tres días.
- Cariño, ¿qué haces esta noche? – se le veía que tenías ganas de pasarlo otra vez bien.
Pues iba a salir con mis colegas, pero… ¿tu que me propones? –quería ser duro, pero no duré ni tres segundos.
Ajam, yo te ofrezco ir a bailar y después a un hotelito – lo dijo de forma de provocadora y eso a mi polla no lo pasó desapercibido. Lo sentía por mis colegas, pero una tía así no la tengo todos los días.
Creo que voy a ir esta noche mejor con mi putita – ya hablaba mi calentón.
- Hoy seré toda tuya cariño.
- ¿Dónde te recojo?
- En el sótano, guapo.
Le dije a mis colegas que me había llamado una chavalita y todos me dijeron lo mismo, queda con ella y deja el pabellón bien alto (que cabrones, jaja). Compré una botella, por si quería beber unas copas antes de entrar a algún lado, ya que no sabía si le gustaba beber mucho o poco, y como está la economía mejor prevenir.
Llegada la hora fijada para recogerla, estaba todo nervioso, era la primera vez que salía con una mujer mucho mayor que yo y tenía que estar a la altura de las circunstancias. Una vez dentro del sótano me dirigí hacía los ascensores con el coche, y allí la vi. Estaba espectacular con ese peinado con el pelo medio enrizado, un vestido rojo oscuro sin mangas, dejando ver esas hermosas tetas, bien ajustado para dejar una gran figura y unos zapatos con tacones bien altos, dando un culo respingón. Si ya estaba como una moto antes de llegar, viendo eso fue mayor aún el calentón.
Cuando se subió al coche, mi respuesta fue inmediata plantarse un beso en sus labios, que retiré pronto para acercarme otra vez y comerme esos labios y la lengua. Ella tampoco se quedó atrás. Acabado ese morreo:
- No veas como estamos guapetón – viendo el saludo q le había dado.
- Tu si que vienes guapa.
- Vamos a dejar algo para después, cariño. Que aquí nos pueden ver.
- Si es que me tienes loco Rocío. ¿Dónde vamos?
- Vamos a una discoteca que tengo un reservado. Y vámonos ya que le he dicho a mi marido que voy a salir con unas amigas y él se tiene que ir a trabajar dentro un rato – su rostro cambio bastante, de una mujer toda cachonda a una muy seria e insegura.
Durante el camino nos contamos cosas, que ella tenía 49 años, tenía una hija (23) y un hijo (26). Con su marido de 55 años, llevaba casada 27 años. Ella era ama de casa y cuidaba de su suegra. Me dijo también que era la segunda aventura que tenía fuera del matrimonio, que le duró un mes, hasta que él cambio de ciudad. Tenía entre mis manos una madura que sabe lo que hace y lo que quiere. Entre tanta charla llegamos al sitio, donde habitualmente salgo, lo que me faltaba que me encontrara con mis colegas. Aparcamos un poco aislado, aunque había mucha gente bebiendo en el aparcamiento y fuera de él.
- Rocío, ¿quieres beber una copita antes de entrar? – le pregunté, quería que me hablara de su vida.
- Pues mira no estaría mal, nunca he hecho botellón como lo hacéis los chavales.
Ella se quedó sentada en el sitio del copiloto, abrimos la puerta y yo me coloqué de pie. Nos bebimos la primera copa rápido, se notaba que estábamos nerviosos. Hasta que llevó la manija de la conversación:
- ¿Te imaginas que veo a mi hija? – mordiéndose el labio inferior y mostrando su gran canalillo. Me estaba poniendo malísimo, creo hasta que se dio cuenta.
- Anda que yo a mis colegas – se puso de pie.
- Voy a ver, que ella salía con sus amigas – si sentada estaba espectacular, ya de pie era una maravilla, giro su cuello para los dos lados y cuando quedó a la altura de mi cara, le cogí los dos cachetes del culo, me la acerqué y nos comimos toda la boca. Me la quería follar allí mismo.
- Como sigas así me dejas sin boca y sin lengua – era una máquina en ese aspecto.
- Anda que tu, que me traes por la calle de la amargura con tu polla, la sigo recordando desde el otro día. Valientes tres días he pasado y el cabrón de mi marido ni agua.
- Es toda tuya y cuando quieras – ella se sentó y cuando dije esa frase me la empezó a tocar.
- Tenerla así tanto tiempo es malo – me dijo toda picarona, que morbo tenía.
En ese momento me quitó el cinturón, me bajó un poco los pantalones y me acerco hacia ella dándole mi polla. Menos mal que había poca luz y no había apenas gente cerca nuestra. Aquello me llevó al máximo placer, como se la comía, se la tragaba hasta dentro y la mantenía un rato. Una vez fuera sacaba su lengua y me la chupaba hasta la punta. Le dije que no iba a durar mucho tiempo y así fue, le avise y se la dejó dentro de su boca. Que manera de correrme y encima ella mirándome, era una verdadera puta, sabía lo que hacía, y le cogí la cabeza hundiéndola para terminar de correrme. Algo se le salió, pero lo demás se lo tragó. Se enjuagó la boca y nos arreglamos después del numerito.
Después de aquello y de las tres copas bebidas, nos dispusimos a entrar, guardé lo que sobró en el coche, y fue ahí donde le arrime mi polla, volviéndose a empalmar, contra su culo, estando ella apoyada en el coche. Se dio la vuelta y le metí una mano por debajo del vestido y estaba toda mojada, empapada, esta noche era mía, le sugerir ir ya al hotel, pero quería bailar un poco.
Dentro de la discoteca, había gente mayor de 30 años, era para gente puretilla, así que se me quitó el poco miedo que tenía al ser descubierto por mis colegas. Fuimos al reservado y vi a muchas maduras muy buenas, dejando a mi Rocío a segundo plano, cosa que ella se dio cuenta. No se separaba de mí, tocándome el culo y la polla, me estaba volviendo loco. Tampoco perdía yo el tiempo, estrujándole su culo con mis manos y aplastando sus pechos contra mí. Bebí una copa más y ella se bebió un par de copas más. En una de esos viajes, se me acercó un hombre:
Buena mujer tienes, figura – me quedé un poco extrañado.
Gracias – miré a su lado y vi a una madura tremenda – tu tampoco andas mal.
- No te gustaría un intercambio, viendo lo caliente que está tu putita – no sabía que responder, me sentó mal que la llamase putita.
- Hoy no, otro día a lo mejor – y se fue.
Rocío se llegó y me pregunto que pasaba, respondiéndole lo ocurrido. Y seguimos con nuestros tocamientos hasta que le dije que quería follármela ya. Se fue al baño y vino con una gran sonrisa, nos besamos y me dirigió las manos a su coño, que estaba sin tanga y empapado. Su rostro reflejaba la cara de una veinteañera, estaba disfrutando del momento y le importaba una mierda todo. Esa cara nunca se me olvidará.
El camino hacía el coche se hizo algo largo, de tantos besos, manoseos y tantas paradas para restregarle mi polla. Me indicó hacia el hotel, cogimos por una carretera bastante oscura, no me lo pensé dos veces, a la mierda el hotel, y giré por unos de los caminitos que había en los extremos de la carretera. Aparqué y se me quedó mirando. Eché mi asiento para atrás, me baje los pantalones y me la traje a mi sitio.
Me recordó como mi primera vez, jeje. Le subí el vestido, para poder metérsela bien, ella se bajó la parte de arriba del vestido y se quitó el sujetador, dejando ver esos dos melones que tiene por tetas. Hoy mandaba yo, le comía la boca, la tetas, le mordía los labios, le besaba el cuello, mientras ella solo gemía de placer hasta que se corrió.
Puso todo el sillón todo manchado, pero merecía la pena.
- Cariño gracias por esta noche – me dijo entre jadeos.
- Ahora queda lo mejor putita – momento en que intensifique mis embestidas.
- Ahhhh, sigue cariñoo, sigueee – estaba gritando del placer que estaba teniendo.
Entraba y salía mi polla con mucha facilidad, entre sus jugos y los míos aquello era un manantial. Llegó un momento en que ella cogió el mando, dejándose caer y levantándose. Solo se escuchaban sus gemidos, yo estaba en otro mundo, no me lo podía creer lo que estaba pasando. Estaba dejándome destrozado, no era capaz de moverme, Rocío me estaba manejando a su antojo y no me daba descanso, era insaciable.
No se cuanto tiempo transcurrió, pero me corrí de lo lindo y encima le vino otro orgasmo. Nos quedamos destrozados ella echada sobre mí con su cabeza en mi hombro, los bajos de su traje todo mojados y la parte de arriba que llegaba hasta debajo de sus pechos, también estaban mojada. Habíamos disfrutado al máximo, dimos todo lo que teníamos, fue una noche para repetir y espero que sea pronto.
Tras recuperarnos un poco, nos salimos del coche y nos arreglamos como pudimos. A ella todavía le salía semen de su vagina, fue cuando ella se mosqueó un poco al ver que no me había puesto condón. A cambio me comió otra vez la boca, la tenía cachonda perdía después me dijo. Se puso bien el vestido, pero sin sujetador y sin tanga, estaba ella muy sensible, le rozaba el pezón y gemía, era un flan, jeje.
Ya en el sótano, la cuidé como una niña pequeña, acariciándola y dándole besitos, se lo había merecido. Cuando estaba haciendo eso, apareció un coche, se detuvo en los ascensores, cerca de nosotros y se bajo una chavala. Nosotros nos agachamos un poco para que no nos viera, pero vaya sorpresa era su hija, Paola. Rocío estaba toda nerviosa, no quería que su hija nos viera, así que esperamos un buen rato para que la hija le diera tiempo llegar a casa y meterse en la cama.
Eran cerca de las siete de la mañana, cuando mi Rocío decidió irse. Nos despedimos, y se fue andando con ese traje todo arrugado, mojado, con el maquillaje algo corrido y sin los zapatos puestos, dando muestra de su noche frenética.
Esto esta siendo un manjar que me ha puesto la vida y no quiero desaprovecharlo. Espero que os haya gustado, espero vuestros comentarios y críticas.