Con mi peluquer@

Hola a tod@s. Lo prometido es deuda. Aquí la primera parte (no pensé que me saliera tan largo) de mi entrega a mi peluquer@

Hola a tod@s los que se tomaron un momento para leer mi anterior historia, sobre mi primera vez. Gracias por los comentarios y gracias a aquellos que me han escrito a mi correo. Hoy voy a contarles lo que sucedió con mi peluquer@, una chica trans. Todo sucedió hace un poco más de un año. Hacia mediados de diciembre de 2018 fui a que me cortaran el cabello, como suelo hacerlo cada mes. Siempre iba al mismo lugar en el que atendía una chica trans, de unos 40 años más o menos. No tiene una cara bonita, pero tiene la otra cara (el culo) que hace que no te fijes en nada más. Es operado, pero es espectacular. Suele vestir con leggins o jeans muy ajustados, y pequeños tops o blusas de tirantes, sin brassier que cubra sus pequeñas tetas. Solía ir siempre ahí, por lo que no tenía que decirle cómo hacer el corte y al comienzo poco hablaba yo, pues me considero muy introvertido. Ella poco a poco intentaba hablarme y yo le contestaba muy cortado.

En esta ocasión, cuando entré se encontraba sola y vestía con unos leggins blancos en los que se resaltaba su maravilloso trasero y una blusa de tiras aguamarina. Yo iba con unos jeans un poco ajustados (no acostumbraba vestir así, pero era un regalo de mi hija) y una camisa de manga corta color azul. Al entrar, me dijo “que lindo te queda ese jean, papi" y yo le di las gracias, diciéndole además que le sentaba muy bien el blanco. Empezó a cortarme el cabello y en medio de sus charlas me dice que con el jean que traía puesto se me veía un trasero muy provocativo. No supe decirle nada en el momento, por lo que me preguntó si me había molestado el comentario. Le dije que no, que solo no estaba acostumbrado a que me dijeran ese tipo de cosas, pero que no había problema, que al final se sentía bien que de vez en cuando cayera un piropo.

Al terminar su trabajo me dijo que pasara a que me lavara el cabello y fui detrás de ella admirando tremendo trasero. Luego del lavado fui yo delante y de pronto me toca el culo haciendo que uno de sus dedos tocara un poco más. Yo me detuve y ella se pegó a mí sobándose un poco. Al pagarle me dice: “por lo visto no te molesta mucho que te toquen el culo” y le dije que se sentía bien. Ese día no pasó nada más.

A finales de enero regresé, vestía ella (por cierto, su nombre es Tania) con unos jeans ajustadisimos y una blusa de tirantes roja. Al llegar me saludó muy alegre lanzándome un beso. Empezó a cortarme el cabello y acercaba mucho su cuerpo para rozarse conmigo y yo hacía que mi mano rozará ese culo. En un momento se agacha y se había sacado una teta y me la dio a chupar. Era pequeña, pero con un pezon muy rico. Fue algo rápido porque alguien podía pasar y vernos. Cuando nos dirigíamos al lavado del cabello me detuve a propósito para sentirla pegada a mí, lo que aprovecho ella para casi meter un dedo en mi culo y eso que llevaba un jean. Mientras me lavaba el cabello me dijo que su habitación estaba atrás y si quería podíamos pasar un rato. En ese momento no podía porque tenía cosas urgentes que hacer, pero le dije que la próxima vez vendría con más tiempo. Al salir aproveché para tocar bien su culo. Nos despedimos con un besito rápido.

Ultima semana de febrero. Hacia el mediodía pasé y le dije que quería el último turno del día y me dijo que pasara sobre las 8:30 pm. Llegué puntual con el jean ajustado que le había gustado y una camisa. Ella tenía puesto un jean súper ajustado y una especie de camisa blanca sin mangas que se le veía un poco grande, por lo que se podían ver sus teticas fácilmente. No era la ropa que llevaba cuando fui a pedir cita. Terminó con una clienta que estaba atendiendo, mientras yo la admiraba desde un sofá rojo que tenía a un lado. Me hizo sentar en la silla y me dijo que le encantaba que me hubiese puesto el jean, porque le permitía ver mi buen trasero (no sabía que se viera bueno, considero que lo tengo normal). Empezó su trabajo y le pregunté si tenía algún cliente más, contestando que no, que estaba solo para mí. Decidí ser un poco atrevido y solté un botón de su blusa. Ella sonrió y me dijo que si  no me importaba, cerraría la puerta del local para que no entrara otro cliente (y para que nadie viera desde afuera, pensé yo). Luego se acercó a seguir con su trabajo y llevaba la blusa abierta por completo. Quise tocarle, pero me dijo que correría el riesgo de hacer mal el corte de mi cabello, que tuviera paciencia. Cuando terminó me preguntó si quería el lavado del cabello en ese momento o después. Mi respuesta fue pegarme a besar y disfrutar de sus pequeñas tetas. Ella se dejaba hacer y luego me hizo levantar y me llevó al sofá rojo. Nos besamos (una rara sensación al comienzo porque sabes que besas a un hombre con formas de mujer) y sus manos fueron derecho a mi trasero, el cual sonaba por encima del jean. Nos separamos un momento, se quitó su blusa, y me quitó mi camisa. Me decía que tenía unas ganas enormes de cogerme por el culo y hacerme adicto a su polla. Le dije que ya veríamos, que yo deseaba tocar su polla y mamarla si me dejaba.

Se puso de pie y dándome la espalda se bajó el jean lentamente, mostrándome en todo su esplendor tan maravilloso culo cubierto solamente por un pequeño hilo dental. Se dio la vuelta y apareció ante mi, muy cerca a mi cara, una polla grande, gruesa y hermosa (a día de hoy aún me pregunto cómo hace para esconder semejante polla). No me lo pensé dos veces y me puse a besar su cabeza y a lamerla. Bajaba por su tronco con mi lengua y subía hasta que abrí mi boca y me la metí todo lo que más pude. A duras penas me entraba la mitad, en parte porque era larga y en otra porque era muy gruesa. Debía hacerlo bien porque sus gemidos iban en aumento, hasta que me tomó de la cabeza y empezó a follarme la boca. Intentaba metermela toda, pero quizá por mi inexperiencia no lo lograba. La sacó completamente y la pasaba por toda mi cara.

Me hizo levantar y soltó el botón del jean, bajó el cierre mientras besaba mi oído y me decía que quería ver ese culo de cerca. Le dejé hacerlo y cuando bajó el jean se encontró con una sorpresa. Yo llevaba un tanga color blanco, con encajes casi transparentes y un pequeño moño en la parte de atrás. Lo había comprado especialmente para ese día. Sin quitarmelo empezó a besar mi trasero, me hizo acostar boca abajo sobre el sofá. Empezó un delicioso beso negro y en un momento jugaba con su lengua dentro de mí culito. Se sentía increíble y mis gemidos ya salían de mi boca. Intentó meter un dedo, que entró con dificultad, a pesar de que me había puesto lubricante. Finalmente mi culito cedió el paso y ya entraba y salía sin problema, por lo que metió otro. Dolía, pero era un dolor soportable. Intentó con un tercero, pero me dolía mucho, así que siguió solo con dos dedos. Finalmente me bajó el tanga, que le había gustado mucho y me dio la vuelta, empezando un 69, aunque había una diferencia sustancial de tamaños.  Luego, me bajé del sofá y me puse de rodillas frente a ella. Abrió sus piernas y empecé a mamar nuevamente su rica polla. Disfrutaba como un niño con un helado, chupando, lamiendo y tragando lo que más podía. Ella no quería correrse aún, así que me levantó y me sentó en sus piernas.

Su polla estaba bajo mi trasero y ella la metía entre los dos cachetes masturbándose. Puso nuevamente lubricante en sus dedos y me metió dos de una sola vez. Me gozaba sintiendo esos dedos entrar y salir fácilmente y le pedí que me preparara bien. Logró meter un tercero y mi culo se sentía lleno y yo gemía como una verdadera hembra. Así me sentía. Finalmente le dije que quería sentir esa polla en mi culo, y me dijo toda tuya. Tomó más lubricante, me llenó bien el culo y yo le unté bien la polla y así sentado como estaba, empezó a romper mi culo (literalmente así era). Sólo había entrado un poco la cabeza y el dolor era muchísimo. Tania me besaba e intentaba calmarme. Lo sacó y me hizo ponerme en cuatro. “Ponte como una perrita" y me encantó que me llamara así. Me puso más lubricante y empujó con fuerza. La cabeza atravesó y yo pegué un fuerte grito de dolor. Ella me besaba el cuello y me decía cosas para que me calmara. Se quedó quieta un momento para que me acostumbrara y empujó un poco más. Cómo dolía. Me preguntó si quería que la sacara y le dije que ni se le ocurriera, que llevaba soñando con que me follara mucho tiempo, como para echarme atrás. Y empujó poco a poco, hasta llegar al fondo. Se acerca a mi oído y me dice: “Que buena putica tragona. Has resistido”. Y yo le dije “Te gusta este putico tragón?” y me corrige diciendo: “Si vienes con una sexy tanga, no eres un púbico. Eres una putita, eres Juana mi putita" y empezó un lento mete y saca. El dolor fue cediendo el paso a un inmenso placer. Ya no me quejaba, ya gemía como una hembra y le pedía más, que no parara. Ella lo hacía lentamente para que sintiera como entraba y salía. De pronto la sacaba casi toda y de una sola la metía hasta el fondo, lo que me hacía gemir más.

Cambiamos de posición. Ahora estaba como yo quería, sentado encima de ella. Sentía mi culo abierto, y su polla entró sin problemas, por lo que apoyado en mis pies y con mis manos en sus hombros, empecé a saltar sintiéndome llena de polla. Tania me besaba y mordía mis pezones y me decía cosas como, que bien montas putita, o Juana, mueve ese culo como buena puta. De pronto, empecé a correrme sin siquiera tocar mi pollita. Me sentía tan puta que no me acordaba de ella. Y seguí hasta que me dijo que se iba a correr y dio un fuerte movimiento de cadera enterrando su polla hasta el fondo sentí como llenaba mi culo con su leche. Quedamos así un rato hasta que fue saliendo su polla y mi culo  empezó a escurrir leche. Se agachó y lo fue recibiendo en su boca y luego me dio un beso pasándome lo que salía de mi culo, tragando todo. Me gustó el sabor, pero me hubiera gustado más que me la hubiese dado directamente de su fuente.

Me abrazo y me besó muy tiernamente,y me pidió disculpas por haberme llamado putica y otras cosas más, que todo había sido producto de la calentura, porque yo la “había puesto muy arrecha". Le dije que no se preocupara, que me había gustado que me llamara así. Necesitaba ir al lavabo, y me dio su hilo pues ella se quedaría con mi tanga. Al salir encendió un cigarrillo y me lo pasó y luego encendió otro para ella y nos sentamos a hablar un poco. Me preguntó por mí inclinación sexual, pues ella sabía que estaba divorciado y le conté, con un par de cigarros más y unas copas de vino, la historia de mi primera vez. Me dijo que le había gustado mucho lo que había pasado y que le gustaría repetir en otra ocasión. Yo le dije que si no podíamos seguir esa noche, que aún era temprano. Me puso dos condiciones: que solo si prometía pasar toda la noche con ella y despertar juntos el día siguiente; y la otra era que tendríamos que pedir algo para comer porque no tenía nada para preparar. Le dije que aceptaba encantado y me corrigió: “querrás decir encantada. Serás mi putica Juana toda la noche, hasta cuando te vayas”. Será un placer ser tu putica toda la noche, aunque también me gustaría meterte mi pollita en ese culo hermoso. “ya veremos si te ganas ese premio"

Pedimos algo para comer y al llegar el mensajero, le recibió tal como estaba, solo con la tanga que me había cambiado y le hizo entrar para que me viera acostada en el sofá con mi culo levantado un poco. Que vergüenza que me vieran así, pero que caliente me puso.

Hasta aquí la primera parte de la noche. Perdón si ha salido muy largo y aburrido. Si les ha gustado, comenten o escriban directamente a mi correo. Besos 💋💋💋