Con mi padrastro y sus editores
Con una sola no basta por lo que pruebo con dos más.
Cuando mi mamá me presentó a su nuevo novio inmediatamente sentí atracción por él. No es que fuera lindo ni que tuviera un cuerpo perfecto, lo que me impresionó fue su mirada penetrante y su voz profundamente masculina. No se la razón pero cuando estaba cerca una electricidad recorría todo mi cuerpo y experimentaba una ganas locas de rozar su piel con la mía.
A los dos años de salir mi mamá me preguntó si me parecía bien que nos mudáramos a la casa de Eduardo, pues según me había dicho querían estar juntos todo el tiempo que pudieran. La idea me pareció fabulosa a pesar de que perdería a muchos amigos del barrio y del colegio. Me dio igual, siempre había sido una chica muy comunicativa y no me era difícil hacerme de amigos. Inmediatamente le di el okey y esa misma semana nos mudamos a una casa espléndida con parque y pileta.
Al poco tiempo de vivir allí ya lo deseaba por completo. La situación era cada vez mas difícil de soportar pues los mimos que mi mamá y él se prodigaban me sumían en un maremagnun de celos y envidia. Eduardo tampoco ayudaba mucho pues solía tocarme la cara o el pelo mientras sentía estremecerme hasta el infinito. El hombre me incentivaba a lo loco con sus caricias inocentes mientras sus ojos escrutadores penetraban firmemente en ese secreto que me era cada vez mas difícil de ocultar. Mi cuerpo hablaba por sí solo aun cuando mi mente hacía esfuerzos indecibles por mantenerlo quieto.
Si bien Eduardo trabajaba en casa por su labor de escritor, y ya era mucho para mi tenerlo cerca casi todo el día sin poder gozármelo, la cosa empeoró cuando mamá ascendió en el trabajo y entre sus deberes estaba el de hacer viajes de dos o tres días todas las semanas. Cada vez que mamá volvía de viaje se abrazaban, apretujaban y besaban delante mío generándome la ya conocida sensación de celos y una calentura que lejos de amainar iba en franco ascenso. Invariablemente subían la escalera dispuestos a hacer el amor mientras yo quedaba mirando la tele que ponía a todo volumen para no escuchar quejidos ni traqueteos de la cama.
Un día en que había salido antes del colegio me extrañó no encontrar a Eduardo preparando el almuerzo. En cambio vi el bolso de viaje y el saco de mamá tirados en el suelo. No me fue muy difícil deducir lo que estarían haciendo y nuevamente, como era la costumbre, me senté excitada a mirar la televisión. Veía las imágenes sin prestarles atención y bajé el volumen para aguzar el oído. Escuchaba sus jadeos y no pude soportar mas. Como un impulso me vi subiendo escalón por escalón en silencio con los sonidos de goce volviéndose cada vez mas audibles. Me planté frente a su dormitorio apoyando la oreja en la puerta entornada mientras la iba abriendo muy de a poco. Una fuerza que no me dejaba pensar me llevó a abrirla del todo. La visión mi mamá sentada sobre la verga de Eduardo me excitó muchísimo y quedé petrificada. El mantenía los ojos cerrados y su boca abierta emitía unos pequeños ruidos mientras bombeaba despacio a mi mamá que se tocaba las tetas y movía su cabellera larga de un lado a otro. Abrió los ojos que inmediatamente dieron con los míos. Ni bien verme aceleró el bombeo y los ruiditos se convirtieron en gritos mientras sus ojos me recorrían todo el cuerpo. No podía pensar; solo había lugar en mi mente para mi propia excitación y para sus ojos claros mirándome de arriba abajo. Aquella reacción me motivó y comencé a tocarme por debajo del uniforme del colegio, corriéndome la tanga y dejando al descubierto parte de mis pelos y labios. Sus ojos se transformaron en dos huevos fritos y emitió un grito de placer cuando su cuerpo se tensó ante la llegada de la evidente eyaculación. Escuché a mi mamá hablar y la sangre fría volvió a mi cabeza por lo que salí de la habitación silenciosamente en busca del escape de aquella casa y de sus torturadores.
Volví cerca de las ocho de la noche. Ese día a mi mamá le tocaba organizar la cena que una vez por semana se celebraba en la casa de alguna de las parejas amigas. Cuando llegué la mesa estaba dispuesta y tanto mamá como Eduardo, que sabía cocinar muy bien, iban y venían haciendo todos los preparativos.
Ah, llegaste.
Si
Miré a Eduardo que me sonrió y acarició mi cabeza como siempre
Vas a cenar con nosotros hoy? Ya puse tu plato.
Si..... bueno, voy a bañarme.
Vestite linda
Si, ma
Me puse una mini de organza y una remerita bien ajustada que marcaba mis pechos y mi cinturita de avispa. Bajé al comedor para encontrar a casi toda la gente instalada en sus asientos. Saludé con un beso uno por uno y cuando llegué a Eduardo me dijo:
A mi no me saludas?
Le di un beso en la mejilla y me indicó que me sentara a su lado. Inmediatamente atrajo mi silla hacia la de él diciéndome que hoy éramos muchos y que no habría espacio para todos si no me acercaba.
Su brazo rozaba con mi piel desnuda y la bendita electricidad me invadía a cada momento. La concha comenzó a palpitar, algo que nunca había sentido en mi vida, y la humedad se apoderó de mi tanga.
La señora que trabajaba en la casa ya estaba sirviendo la comida cuando Eduardo me dijo:
Tenés que probar lo que cociné, vas a ver lo rico que está
Me dio unas palmaditas en las piernas pero lejos de retirar su mano la dejó sobre una de ellas. La concha empezó a latir mas fuerte y la humedad era cada vez mas intensa. Me acariciaba por sobre la tela de arriba abajo muy despacio hasta llegar a mi entrepierna, dejando la mano ahí durante un rato lo que me volvía loca y me estremecía. Mientras comíamos y todos hablaban y reían, subió mi falda y empezó a acariciarme sobre la piel desnuda de mis muslos llegando nuevamente a mi tanga mojada que rozaba con sus dedos de una manera exquisita, calentándome cada vez mas.
No comiste nada, dijo mi mamá mientras él ahora metía su dedo dentro de la bombacha.
Es que.... eh...no tengo mucho hambre.
Pero tenés que comer....
T-tengo el estómago cerrado.
No te gustó?
Si, está muuy rico, pero no tengo muchas ganas, ma
Mientras hablaba, él se había empecinado en mi clítoris y en mi vagina, traía jugos desde allí y me los pasaba por el clítoris para que pudiera sentir mi propia excitación. No hacía falta que hiciera eso yo ya estaba como loca, tratando de contener mi respiración y respondiendo a mi mamá.
Mirá que todavía falta otro plato y el postre, eh?
Si, todavía falta el postre, que hice yo y que es lo mas rico de todo, dijo Eduardo aun girando su dedo sobre mi clítoris a punto de reventar de placer.
Vas a comer postre? Arremetió otra vez Eduardo.
Si, si, todo
Muy bien, esa es mi chica, y metió violentamente su dedo en la vagina llevándome al orgasmo.
Sacó su dedo de entre mis piernas y lo olió disimuladamente. Luego lo pasó por la salsa y lo chupó. Y al oído me dijo:
No querés probar?
Si, y me encantaría mezclarlo con tu leche, dije en una respuesta que me sorprendió y que él recibió con una sonrisa lasciva.
Miré para otro lado mientras mis espasmos no calmaron del todo mi excitación y me levanté para ir al baño. Me quité la tanga y volví a sentarme a la mesa. Le sonreí, subí una de mis piernas sobre la suya aprisionándole la verga y busqué su mano que llevé al centro de mis extremidades abiertas. Sentí su respiración acelerarse mientras me exploraba nuevamente yendo de mi vagina al clítoris con el segundo plato ya instalado frente a nuestra narices. Le bajé la bragueta mientras que con la otra mano trataba de llevar los bocados a la boca. Se la agarré y apreté lo que aceleró aun mas su respiración. La refregué un poco por mi pierna para sentir su tersura mientras se la tocaba suavemente y rozaba su huevos con la punta de mis dedos. Aquella cena ya se había transformado en lo que era habitualmente: una griterío de gente muy alegre y borracha que trataba con sus voces de imponerse sobre las demás. Empecé con un lento pajeo mientras me metía dos y tres dedos en mi vagina, haciéndolos girar, ensanchando mi estrechez excitada. Lo seguí pajeando, sonriendo a uno y a otro, subiendo y bajando su piel, haciendo girar su verga o inclinándola hacia delante de un sopetón. Se le había puesto tan dura que me dieron ganas de chupársela por lo que dejé caer un cuchillo y me agaché a buscarlo, previo darle un lenguetazo soberbio a su verga. Apenas me senté en mi lugar el se disculpó para ir al baño y seguí riendo a troche y moche a los invitados de mamá. Yo también me levanté de la silla y le dije a mamá que no me sentía del todo bien. Fui al toilette de abajo y abrí la puerta para encontrar a Eduardo pajeándose sentado en el inodoro. Enseguida se tiró sobre mi y me la metió en la boca de un sopetón. Se la chupé desesperada saboreándola toda, era tan rica y estaba yo tan caliente que la aspiraba como si quisiera tragármela completamente. Succioné con fuerza toda la punta gorda mientras con las manos le acariciaba los huevos hasta que su cuerpo y su verga se tensaron tanto que gimió presagiando lo esperado. Su semen hirviendo se vino en mi boca en dos o tres chorros espesos y le pregunté si le había gustado mientras aun estaba eyaculando.
Me vas a matar.
Me besó en la boca y metió algunos dedos en ella, de ahí fue directamente a mi culo que penetró una y otra vez con ellos hasta hacerme acabar. Me lavó la cara y se despidió con un "hasta luego".
Volví a la mesa bastante tiempo después que él para descubrir que ya todos habían terminado el postre, con los hombres fumando habanos en la biblioteca y las mujeres hablando en la cocina.
Te sentís mejor, hija?
Si, mucho mejor, ma, gracias.
Por la noche no pude dormir. Repasé las situaciones que había vivido y me calenté tanto que tuve que pajearme dos veces. Quería que fuera mío por completo y que nunca pudiera despegarse de mi lado. Lo deseaba con tanto ardor que no podía esperar a que se hiciera el nuevo día. Finalmente me dormí y por la mañana una respiración caliente pegada a mi cara me despertó. Lo primero que vi fueron sus ojos color cielo escrutándome y sus manos corriendo la sábana de a poco. Me desnudó y se quedó parado contemplándome con el paquete amenazante.
Y mamá?
Se fue de viaje. Hoy no vas a ir al colegio porque estás con fiebre, no?
Si.
Dejame verte desnuda.
Me quedé quieta y luego lentamente abrí mis piernas para que me viera la concha peludita.
Que linda conchita tenés
Sus palabras y su mirada en mi entrepierna comenzaron a mojarme por lo que no pude evitar tocarme las tetas mientras él se quitaba el boxer.
Si, tocate como ayer, dale....
Pasé mis manos por las tetas, el estómago, la concha, acaricié el clítoris y empecé a jadear. El me miraba atentamente mientras la verga se le fue levantando al ritmo de mis masajeos. Me gustaba calentarlo y lo acerqué hacia mi. Me puso la verga delante de los ojos, estaba tan cerca que casi podía ver sus latidos y se veía tan grande y tan rica que intenté lamerla pero enseguida la puso en mis pezones duros que apreté junto a su verga. Empezó a gemir como poseso por lo que amasé mas mis pezones casi pellizcándole la pija gordota. Que rico era escucharlo jadear y tener su verga a mi disposición!!!
A verte de adelante? Abrí las piernas y toqueteate el clítoris.
Me moví y me toqué como desquiciada para complacerlo y le pregunté:
Te gusta?
Si, me gusta y me excita mucho. Vení
Su boca besó mi pubis y sus manos se aferraron a mis tetas a punto de explotar. Sus besitos chiquitos me hacían cosquillas y también me generaban una ansiedad loca que manifestaba moviendo mis caderas para que su boca diera de lleno en mi concha. Su cabeza fue bajando hasta que sus labios se encontraron con los míos, hinchados y sensibles. Los besó apoyándose lentamente en ellos y fue metiendo su lengua por mi abertura empapada. Daba lengüetazos hacia arriba, abajo y los costados con mayor velocidad mientras apretaba cada vez mas fuerte mis pezones. Redujo la marcha frenética que había alcanzado para ocuparse muy luego de mi clítoris. Apoyó sus labios en él y empezó a besarlo, pero cada vez que lo hacía abría un poco mas su boca dejándome sentir como iba envolviéndolo con saliva caliente hasta que lo tuvo por completo dentro, donde le pasaba la lengua y lo aprisionaba con los dientes hasta hacerme estallar de placer. Me retorcí apretando sus manos en mis tetas mientras siguió chupándome hasta que mis espasmos cesaron. Estaba como loca, deseaba todo a la vez: chupar su verga, su semen, que me chupara, que me la metiera por todos lados, todo a la vez, una y otra vez.
Enseguida acercó su verga a mi boca y me dediqué al glande al que sometí a latigazos con mi lengua mientras se la apretaba con los labios. Se la sobé tan bien como pude hasta que estuvo a punto. Una vez la tarea estuvo hecha la pasó por mi clítoris duro y me hizo gozar un buen rato refregándolo en movimientos alternados de lentitud y rapidez. Luego me la metió de un saque haciéndome saltar de placer. Se quedó quieto, con la verga completamente enterrada, únicamente moviendo su lengua alrededor de mis pezones tiesos, todo se sentía tan rico allí que lo gozaba al extremo, cuando empezó a sacudirse en movimientos muy chiquitos al tiempo que me mordía por toda la extensión de las tetas. Empezó a bombar cada vez mas fuerte, penetrándome duro y llevándome cada vez mas cerca del clímax hasta que se apoyó sobre las palmas de las manos en el colchón, arqueando su cuerpo y la profundidad que alcanzó me hizo acabar. Siguió bombeando con mis espasmos acompañando sus movimientos en una mezcla de saciedad y nueva excitación y moví las caderas hasta que su liquido caliente me inundó.
Quedó medio muerto sobre mi y me besó la boca.
Quiero mas
Para mas hay que esperar un rato...
Pero quiero ahora
No seas caprichosa, que te pensás? Que soy un superhombre?
Pero es que sigo caliente
Una pendeja insaciable, eh?
Si soy demasiado para vos me buscaré otro con mas polenta, dije riéndome.
No lo harías.....
A que si
A que no...
El timbre nos sobresaltó a los dos.
Uy, los editores, me olvidé completamente......
Se puso el boxer y salió corriendo de mi habitación.
Los editores..... uff: eran dos, un viejo de unos 55 años que siempre me miraba las tetas y las piernas y otro mucho mas joven, de 25 mas o menos, que parecía el novio o el esclavo del anterior... Estaba dubitativa de realizar lo que como un relámpago pasó por mi cabeza.... pero me vestí con el uniforme del colegio sin ropa interior. Me miré al espejo: la blusa blanca remarcaba las puntas de mis pezones y me abrí un poco los botones de arriba mientras la corbata quedó floja; la falda dejaba ver casi todas mis piernas y de calentona nomas la levanté para ver como se veía mi pubis. No tenía idea de cómo hacerlo pero bajé las escaleras dispuesta a calentar vergas. Ya no podía decir que solo me excitara Eduardo pues la idea de calentar a los tipos me parecía divertida y me ponía en llamas....
Ellos tenían algo así como un ritual: primero iban a la cocina a preparar café y a comer alguno de los postres que Eduardo siempre les daba, para congraciarse supongo y así lograr la edición de algún ejemplar, y luego se dirigían al escritorio con la panza llena, pipones y contentos.
Fui a la cocina, y como esperaba, allí estaban charlando, tomando café y comiendo torta de chocolate.
Saludé con un "buen día" general y el viejo, como siempre, me miró las piernas para clavar sus ojos durante un tiempo en los movimientos de mis tetas. Eduardo me miró sorprendido y le devolví una mirada pícara que entendió al instante. Fui hacia la heladera y me agaché, supuse que mi culo y la concha quedaron completamente al aire pues una brisa fresca me los recorrió.
Donde está la torta de ayer que no puedo encontrarla?
No querés de chocolate? Dijo Eduardo.
No, quiero la otra que hiciste, la de duraznos, dije mientras mi culo seguía empinado.
A ver que te ayudo a buscarla.
Inmediatamente Eduardo apoyó su verga y hubiera dado todo por ver las caras de los editores.
Vaya soborno que te buscaste para la edición, dijo el viejo.
Ni siquiera había pensando en eso, acotó Eduardo
Y entonces?
Bueno, es que mi hijastra es una chica caliente y con una sola no le alcanza. Tanto yo como ella, por lo visto, pensamos que le vendría bien un poco mas de juerga que la que tuvimos esta mañana
Esta mañana tuvieron juerga?
En eso estábamos cuando ustedes tocaron el timbre.
Y me levanté la pollera harta de oír pavadas.
El de 25 se puso colorado como un tomate y todos los ojos se concentraron entre mis piernas.
La tengo toda caliente, dije mientras me bailoteaba de atrás para adelante
Ya se te va a pasar, dijo Eduardo
Mierda, que salió puta la pendeja
Me senté en la mesa y abrí las piernas, enseguida se tiraron sobre mi, Eduardo me empezó a chupar la concha y el viejo se subió a una silla y metió la pija semiflacida en la boca. Me agarraba de la cabeza y fue marcándome el ritmo de la mamada. El de 25 seguía con la verga encerrada y miraba toda la escena con ojos desorbitados.
Me la saqué de la boca y le dije: vení que para vos también hay. Se acercó tímidamente y la sacó para que lo pajeara con las manos. Apenas la toqué dio un respingo y se animó a desabrocharme la blusa. Yo lo gozaba como loca y en cualquier momento tendría un orgasmo brutal. La verga del viejo era bastante grande y me había empezado a doler la boca por lo que traté de sacarla para chuparle los huevos. Que no, dijo el viejo, que siguió marcando el ritmo agarrado a mi cabeza mientras era inminente la llega del primer orgasmo.
Eduardo usaba sus dos manos, tenía dedos metidos en la concha y en el culo mientras me decía: esto es lo que querías, no? Si, si, siiiiii, decía yo como podía. El mas joven se vino enseguida entre mis tetas y en ese instante también acabé yo. Que bien chupas, decía el viejo, por qué no la entregaste antes Eduardo? Por que no sabía que era tan puta, respondió. Me encantaba que me trataran así y se la chupé mas fuerte que antes. El viejo tenía una aguante infernal, había hecho tantas cosas con mi lengua y la saliva y ahí seguía estando firme.... me pareció excelente pues me daría mas y mas placer sin cansarse. En eso, Eduardo no pudo aguantarse mas y me la metió hasta el fondo, que delicia.... enseguida me agarró de los glúteos y me levantó por lo que la verga del viejo salió de mi boca. Se bajó de la silla y se sentó sobre la mesa,. Eduardo me bombeaba y mi culo fue a dar a la dureza del viejo que enseguida se aferró a mis tetas.
El pendejo se subió a la silla y me la metió en la boca para una nueva ronda de mamadas Ya no podía mas, jadeaba desesperada, y empecé a acabar. Siguieron bombeándome, tocándome y chupándome incitándome a mas, enseguida Eduardo se vino dentro de mi y el viejo me pasó los dedos por la concha para lubricarme el culo.
El viejo tenía sus dedos enterrados ya en él y dio pase a su glande. Me dolió un poco pero el gusto que sentía me hizo perder la noción del dolor para reemplazarla por la del placer cuando me la metía cada vez mas adentro. Me taladró con fuerza una y otra vez haciéndome sentir la mas puta de todas, pero también la que mas disfrutaba de sus investidas cuando empecé a gritar: mas, maaaaaaas, dame masss... Aceleró infernalmente el ritmo y eyaculó dentro. Sentía como el semen me chorreaba por las piernas y ni me dieron tiempo de recuperarme cuando ahora el pendejo estaba nuevamente tratando de penetrarme, esta vez la concha.
Me la metió de a poco mientras yo atrapaba su cuerpo con mis piernas. Bombeó despacio mientras Eduardo y el viejo le decían: por fin te animas!!!!! Metésela bien adentro que le gusta, dale con todo que no te vas a ver en otra como esta. El tipo se envalentonó y me empezó a serruchar con una brutalidad que me llevó a los límites del goce, mas placer no podía obtener, con su boca mordiéndome los pezones y haciéndome saltar con su potencia. Una ola de orgasmos se deslizó desde mi centro hacia todo el cuerpo y acabé una y otra vez gritando como loca. Todos aplaudieron cuando el pibe acabó dentro mío para después limpiarme con la lengua la concha y las piernas que tenía todas embadurnadas.
Muy bien, dijo el viejo al joven, por fin perdiste la virginidad