Con mi mujer y dos nuevos amantes
Dos nuevos amantes que conseguimos para Alma en un viaje de negocios.
Las tardes libres después del trabajo, lo de siempre, juntas, presentaciones, pláticas con funcionarios de otras compañías, regresaba a mi cuarto de hotel, solo. A eso de las once de la noche recibía la llamada de siempre, Alma puteando y me hablaba para contarme.
Se imaginarán, con su narrativa llena de detalles, terminaba jalándomela. Una de esas noches me habló cuando todavía estaba con su amante y pude escuchar la cojedera que se traían.
Le dio una buena idea cuando Alma estaba por tomar tres días de vacaciones que se había ganado. Una de esas promociones que hace su jefe para hacer a la gente trabajar mas. Y los tres días coincidían con el fin de semana, a si que entonces tenía cinco días francos en total. De los cinco días estaríamos cuatro fuera, incluyendo el día del viaje de regreso.
La primera noche la pasamos de lo mejor, ella me contó de uno de sus amantes, un chico (tiene veintidós años) con una fortaleza envidiable, y follamos toda la noche. Al día siguiente ella anduvo de compras por ahí mientras yo finalizaba unos negocios. Antes de salir del edificio me topé con un amigo, funcionario de una compañía con la que nunca hemos hecho negocios, por el hecho de que nuestras compañías son de naturaleza totalmente diferente, pero a el, como negociador, hemos querido reclutarlo, sin poder convencerlo. Es agradable, cuarentón, de buen físico, buen corte. De tez blanca, pelo negro y tan alto como yo, de seis pies. Platicamos amenamente y lo invité a un trago a mi hotel, Alma estaba ya esperándome.
Durante la plática, nos contó que se tenía que ir al día siguiente, pero que había terminado su trabajado desde la una de la tarde y tenía el resto del día sin tener que hacer. Alma se interesó en el rápido y sin más lo sedujo sin dificultad alguna. Algo aprensivo al principio, por mi presencia, pero Alma le quitó lo cohibido con un par de besos y mostrándole algo mas que sus piernas y su escote.
Cuando caminábamos a nuestro cuarto, Alma y Andrew se me adelantaron y pude ver que nuestro amigo se desenvolvía con más soltura, cuando llegamos a la puerta, la empujó contra la pared, y mientras encontraba la tarjeta para abrir el cuarto, me quedé estupefacto, viendo como le apretaba las tetas a mi mujer mientras se besaban. No se si lo he mencionado antes, Alma adora que le presten atención a sus tetas. Varios minutos estuvimos parados ahí, Andrew deleitándose con mi mujer y Alma disfrutando la atención. Hasta que Andrew se separó de ella exhalando ruidosamente preguntando si íbamos a estar el pasillo todo el día. De nuevo busqué la tarjeta, abrí la puerta y los dos se lanzaron sobre la cama. Alma sentada al borde, el de pie frente a ella, sabía bien lo que iba a suceder, un pasatiempo de los favoritos de mi mujer: chupar verga.
Andrew es un poco mas grande de lo común, algunas siete pulgadas, notablemente gruesa y parecía que crecía mas conforme entraba y salía de la boca de mi mujer. No aguanto mucho el jodido y después de unos cuantos gruñidos descargó todo lo que traía en la boca, Alma como siempre se tragó todo y siguió chupando. Andrew no perdió rigidez, delicadamente acostó a Alma y se echó encima. Se besaban mientras Andrew la penetraba, poco a poco, despacio, dejando que Alma se acostumbrara a su grosor.
Ya no pude más, tuve que sacarla para darme unas jaladas, mientras que Andrew penetraba a mi esposa lentamente. Mi mujer estalló dos o tres veces en orgasmos intensos.
Andrew se chorreó una vez mas dentro de Alma, y mi mujer, aunque ya había tenido varios orgasmos no quería terminar. Tomó la verga semi-flácida de su amante y se puso a chupársela hasta que se puso dura otra vez. Acto seguido, lo montó ensartándose sobre la verga y se dispuso a follar como una posesa. Los dos se vinieron una última ves esa noche. Yo tuve que jalármela también una tercera vez.
A la mañana siguiente, Andrew y Alma se metieron juntos a la ducha y follaron otra vez después de frotarse el cuerpo mutuamente. Salió el primero y platicamos sobre los últimos sucesos. Le expliqué de nuestro acuerdo y me dijo que el nunca pensó que alguna vez estuviera metido en algo así. Le pedí discreción y se echó a reír diciendo que aunque le dijera a alguien, nunca le iban a creer, pues siempre ha sido un líder en su iglesia. Eso me dio gracia y me uní a el a las carcajadas. Alma salió luego de la ducha y nos fuimos por ahí a desayunar. Le pregunté que a que horas se tenía que ir y dijo que ya pensaría en alguna excusa para poder quedarse hasta el día siguiente. Regresamos al hotel a eso de las cinco de la tarde con la idea de ir a cenar mas tarde. Alma aprovechó para chuparle la polla otra vez y Andrew le correspondió comiéndole el coño por casi veinte minutos hasta que le provocó un orgasmo.
Salimos a la calle, Alma del brazo de Andrew y fuimos a dar a un bar bastante ameno. La comida era pasable, la bebida era normal, pero estaba bastante concurrido. Alma coqueteó con cualquiera que le llamara la tención y más de uno se fueron del bar con la verga dura. Dos chicos bastante afables se llevaron el número de su teléfono celular, o móvil, si así lo prefieren. Alma se fue al aseo y regresó para decirnos que el de la barra le ofreció bebidas gratis el resto de la noche si le regalaba ella las bragas. Cuando le pregunté si lo había hecho ya, me dijo que lo estaba pensando muy en serio. Andrew, o Andy, como lo llamamos, siempre el hábil negociador, dijo que eso sería fantástico si la oferta cubriría nuestras bebidas también.
Fuimos con el cantinero quien nos veía de soslayo y con desconfianza, y Alma le explicó que estaba dispuesta a darle las bragas después de explicarle las nuevas condiciones. El cantinero consideró un poco y pensando que mi mujer se echaría atrás aceptó las nuevas condiciones añadiendo que nos daría las bebidas solo si él mismo le quitaba las bragas a mi mujer, mientras ella se sentaba a la barra, a la vista de la concurrencia. Aparte que le explicamos que era nuestra intención emborracharla y luego aprovecharnos de ella. O sea, nosotros no teníamos mucha intención de beber. El segundo cantinero, mas joven y mas apuesto, se unió a la plática e incitaba a su amigo. El primer cantinero entonces dijo que estaba dispuesto a hacerlo. Trato hecho.
Andy y yo levantamos a mi mujer dejándola sentada en el extremo izquierdo de la barra. Ella se puso de pié y se encaminó hasta el otro extremo, evadiendo vasos y copas y sin preocuparse mucho que los que estaban sentados ahí pudieran espiarle por debajo de la falda. Montón de silbidos y aullidos incitó mi mujer caminando sobre la barra, la gran mayoría de los hombres, aunque muchas mujeres se reían y una que otra se aventuró a echarle un vistazo a mi mujer. Cuando llegó frente al cantinero, se sentó piernas adentro de la barra, y el cantinero se apoyó a uno y otro lado de mi mujer, Alma levantó la falda dándole acceso y solicitando más silbidos y aullidos de la concurrencia. El cantinero sonrió y bajó la cabeza al tiempo que la meneaba de lado a lado diciendo que no. Le dijo algo a su segundo, el mas joven, a este se le iluminó la cara como cuando a un niño le regalan un juguete nuevo. Este cabrón echo mano bajo la falda de mi mujer y prácticamente le arrancó la tanga. Cosa, que al pensarlo bien, se me hizo rara, pues mi putita no le gusta usar calzones cuando andamos de fiesta. Fiel a su palabra, el cantinero nos suplió bebidas el resto de la noche. Antes de salir, nos confió que nunca pensó a mi mujer capaz. Si supiera Y también que él no se atrevió a tocar a mi mujer por que de alguna manera u otra, su mujer se iría a dar cuenta y .Bueno, basta con decir que su mujer es celosa. El cantinero joven platicó un poco con ella, y Alma le dijo en qué hotel estábamos quedándonos. Nos salimos del local, como antes, Alma del brazo de Andy pero pasada de alcoholes. Llegamos al hotel y Andy la manoseó en el ascensor hasta que entramos al cuarto, mi mujer por supuesto no puso resistencia alguna pero tampoco le ayudó desnudándose, si no que lo dejó que él le quitara la ropa. Una vez desnuda ella, él se quitó la ropa y se echó sobre ella a follarla como un desesperado. Desafortunadamente, Andy se había pasado de alcoholes y no pudo mantenerse erecto lo suficiente para complacer a la putita de Alma, que como había mencionado antes, estaba ya un poco mas que alegre y aunque disfrutó a Andy mientras este la follaba, la vi que estaba algo decepcionada, porque quería mas.
Salvación, a los pocos minutos tocaron la puerta y era el cantinero que le había quitado la tanga en el bar.
No tuvo tiempo de decir hola cuando la puta de mi mujer estaba ya sobre él besándolo y quintándole los pantalones. De inmediato se puso de rodillas para ponerle la verga dura. Andy y yo nos quedamos por un lado viendo a mi mujer chupar y luego follando sobre la cama, ella en cuatro y el chico dándole por atrás. Esto puso a Andy duro y se unió a ellos ofreciéndole la polla a Alma. Mi mujer, desde luego, abrió la boca para aceptar a Andy y de nuevo pude ver a mi mujer con una polla en la concha y otra en la boca. Pero el nuevo chico, Steven, dijo que se llamaba, le gustan las cosas subidas de color. Puso a Alma sobre Andy, pero de espaldas a él. Alma se recostó sobre Andy dejando su sexo expuesto para que pudiéramos ver como Andy la follaba. Pero Steve se puso de rodillas entre las piernas de los dos y apuntó su polla para metérsela a mi mujer al mismo tiempo que Andy. No batalló mucho, y en pocos segundos los dos trabajaban al tándem, una polla entrando al tiempo que la otra salía. O a veces Steve se detenía para igualar el ritmo de Andy y las dos pollas entraban y salían al mismo tiempo. Mi mujer estaba volviéndose loca y en poco tiempo recibió doble dosis de leche caliente no sin antes estallar ella en un orgasmo intenso que la tenía gritando.
El par de cabrones la dejaron tirada en la cama y aproveché para subirme a follarla. Todavía se le escurría lefa cuando le metí polla. Estaba calientísima, y sentir la leche de los otros dos dando vueltas ahí sobre mi polla me calentó al punto que no duré mucho. Saqué mi polla al tiempo para echarle mi leche en el vientre y las tetas.
Di por terminado el asunto, pero Steve estaba ya duro otra ves y se subió sobre mi esposa, metiéndosela hasta la base y embarrándose con mi leche cuando se echó sobre ella. Duro algunos minutos, se la sacó y repitió lo que yo, chorreándose sobre ella, pero el cabrón se había escabullido mas arriba para llenarle las tetas y la cara con su lefa.
Quedó exhausta, casi se dormía llena de lefa sobre el cuerpo y el cabello. Pero entre Andy yo la metimos a la ducha y la bañamos y secamos. La arrojamos a la cama y a dormir. Steve se quedó con nosotros.
A las diez u once del día siguiente, Alma y Andy volvieron a cojer y terminaron con una mamada que Andy le pidió a manera de despedida. La besó en un abrazo muy efusivo manoseando su culo por última vez ese día. Steve pidió volver a acostarse con Alma, cosa por la que Alma no tuvo inconveniente y follaron otra vez hasta las tres o cuatro de la tarde, descansando solo para comer. Yo por mi parte fui a conseguir comida y cuando regresé estaban tomando una cerveza y descansando. Comimos y los dos se acostaron a dormitar. Salí a caminar por ahí y cuando regresé estaban ya otra vez follando sobre el sofá. Steve terminó chorreándose en la boca y luego se despidió con la promesa de que si volvíamos a la ciudad, le hablaríamos por teléfono.
Por fin estoy escribiendo esto, les pido disculpas de antemano por no haber escrito, desde luego, comentarios y correos son bienvenidos.