Con mi hermanita (4 - final)

El que seria el ultimo polvo con mi hermana mayor.

Después de aquella ultima experiencia que les narré, se sucedieron muchas otras, casi siempre, los sábados. Así pues, cada vez iba aprendiendo mas trucos, iba consiguiendo mas aguante y lo que mas me emocionaba, cada vez hacia gemir mas a Mireia. Sin embargo, las cosas empezaron a torcerse. Ella estaba en su último curso de bachiller, y al terminar, se iba a ir a estudiar muy lejos de casa, con lo que solo volvería para las fiestas o puentes largos, pero ni por asomo la iba a ver todos los sábados. Por esta razón, estuve mucho tiempo como deprimido, sabia que jamás iba a poder probar de nuevo ese coñito tan rico que tantas cosas me había enseñado. Aun así, no desaproveche ningún sábado que me ofreciera su coño para clavársela hasta el fondo.

Pero claro, ella notaba la diferencia, notaba que no disfrutaba como antes, que tan solo pensaba en correrme sin pensar en hacerla gozar a ella, hasta que un dia me preguntó.

¿Qué te pasa?

Nada nada, lo siento.

¿Como que nada? Algo te pasa

Pues que me va a pasar, que cuando te vayas a la universidad no voy a poder follarte más.

Tranquilo, me dijo ella, aun quedan un par de meses, y como despedida te tengo preparada una sorpresa.

Esas palabras hicieron que me excitara tanto que note como al instante se me mojó la ropa interior de líquido preseminal. Ella no pasó desapercibida mi erección a lo que respondió bajándome los pantalones y chupando mi polla. Todo esto estaba ocurriendo en el salón de casa, una tarde cualquiera entre semana en la que yo esperaba de todo menos eso. Gracias a dios, estábamos solos, por lo que no había riesgo de que nos pillaran. Esa mamada duró una eternidad, pues no quería que acabara nunca. Veía como mientras con su boca se tragaba todo mi pene, con la mano izquierda jugaba con mis cojones. Me incorporé un poco y puede ver que la derecha tampoco estaba desocupada, pues estaba masturbando su dulce coñito que tantas veces habia probado. Pensé que era una señal, por lo que me abalancé sobre ella y abriéndola de piernas me dispuse a penetrarla, pero ella me lo impidió cerrándolas enseguida, a la vez que decía, "recuerda, solo los sábados".

No me quedo mas remedio que seguir disfrutando de esa mamada increíble, hasta que de tanto imaginar, lo mojado que estaría su coñito, y las ganas que tenia de fallármela como nunca antes, me corrí en su cara, llenándola de semen toda la boca, las mejillas e incluso parte de su flequillo. Aunque solía tragarse todo mi semen, esta vez se le escapo un poco de la boca, que fue a parar a su escote, y mientras se limpiaba la cara, puede ver como unas gotas de esa leche blanca, resbalaba entre sus dos enormes tetas.

Entonces se levantó, y quitándose la camiseta que llevaba, y dejando ver sus increíbles tetas si sujetador alguno, me dijo que se iba a la ducha antes de que vinieran nuestros padres. Antes de que se fuera, me levanté, y aun con la polla medio tiesa, cubierta de su saliva y mi semen, me acerque a ella y la bese en los labios mientras agarraba con saña un de sus tetas, a la vez que pellizcaba el pezón de la otra. Me sonrió, y se dirigió a la ducha. Yo me fui a mi cuarto, me cambié de ropa y me dirigí de nuevo al salón, a seguir viendo el programa que veía.

Pasaron los dos meses que nos quedaban para disfrutar de el mutuo placer que nos ofrecíamos el uno al otro, sin dejar de aprender nuevas cosas cada vez que lo hacíamos, y consiguiendo que de los 5 minutos que duró la primera experiencia con Alba, la menor de mis hermanas, y con quien había perdido la virginidad, el tiempo de aguante que tenia aumentara hasta las mas de dos horas que aguantaba tras el cursillo de sexo que Mireia había impartido a mi polla novel.

Yo ya había acabado mi curso escolar, y Mireia estaba preparando la selectividad para poder ir a la universidad, cuando un sábado, que aun sabiendo lo que me esperaba, no podía aguantar mas las ganas que tenia de fallármela por ultima vez, y me prometí a mi mismo que la haría gemir como nunca antes lo hubiera hecho con ninguno de sus novios.

Sin embargo, de lo que ya no me acordaba, era de la promesa que me hizo acerca de la sorpresa que me esperaba, y cuando llego el momento, me quede increíblemente abobado, como sin saber lo que hacer.

Como ya era costumbre, llegó el sábado, y mientras estaba en su cuarto esperando, no paraba de pensar en que tenia que disfrutar de ese ultimo polvo como nunca antes lo había hecho. Por fin, llegó Mireia, empezó a desnudarse delante mía. Y yo, a disfrutar del espectáculo. Cuando quedó completamente desnuda, me detuve unos segundos a disfrutar del paisaje. Quería ver por última vez en mucho tiempo ese cuerpazo de mi hermana. Miré sus tetas, estaban perfectas, con los pezones semierectos y mirando al cielo, miré su tripa, plana como una tabla y con un bonito bronceado, miré sus piernas, largas y terminadas en un increíble culazo que daban ganas de comérselo, y por ultimo, miré fijamente su coñito. Aunque se hubiera metido muchas pollas, estaba completamente cerrado, sus labios mayores, guardaban en su interior todo el resto de ese manjar delicioso que solía saborear cada sábado, como si fuera un puzle perfecto guardado en su caja.

En ese momento, estaba a punto de estallar, sentía mi polla presionar mis pantalones hasta el extremo que pensé que iba a romperlos, quería correrme ya, sin embargo, tenia que disfrutar el momento. Ella comenzó a bajarme los pantalones, y entonces, mi polla salio disparada tan solo contenida por mis calzoncillos. Seguidamente, los bajó, y por fin, mi pene quedó libre, completamente rojo y lleno de venas, pidiendo guerra a gritos. Mireia comenzó a chuparla suavemente, mientras yo no podía dejar de moverme por la excitación. Me masajeo los huevos, llenos de esperma desde la ultima mamada que me hizo, y por fin, dejándose de rodeos, se la tragó enterita.

Yo creía que me iba a correr al momento, pero entonces, la saco de mi boca, y dándome la espalda, como siempre, me ofrecido su culo. Como llevaba haciendo varios meses, dirigí la punta de mi polla hacia su coñito, pero entonces elle me paró. Tras recordarme el regalo que aun me debía, me hizo señales para que le diera por el culo. Yo no podía creérmelo, ¡¡iba a follarme a mi hermana por detrás!! Sin embargo, me dijo que fuera despacio, que iba a ser su primera vez y que no quiera que le hiciera daño. Así pues, con una erección que no aguantaba, me arrodillé y comencé a masturbar su ano suavemente con un dedo. De vez en cuando, se lo metía por el coño, para ponerla mas cachonda aún. Tras media hora de masturbarla, ya podía meterle 3 dedos por el culo sin que le doliera, así que creí que ya era la hora de metérsela. Me masturbe un poco la polla, y le pedí que me la chupara un poco para que con su saliva entrara mas fácil. Hay que decir, que cada vez que cogia mi polla, lo hacia con un ansia increíble, y que si no la parara, me la chuparía hasta correrme. Pues bien, ya estaba a punto de culearla, con su culo bien abierto, mi polla lubricada, y en posición. Metí suavemente el glande de mi polla en su culo, y ella dio un ligero respingo, aunque creo que le gustó. Tras unos segundos a que se acostumbrara, ella misma hacia movimientos para que la penetrara más a fondo, así que comencé a empujar hasta que media polla entro en su culo.

Ella no paraba de gemir, Cosa que me ponía todavía más cachondo, y decidí que no la iba a dejar a medias, por lo que seguí empujando. Ella no paraba de gritar, con una mezcla de dolor y satisfacción, que me volvía loco. Cuando entró completamente, empecé a embestirla con fuerza, como si me fuera la vida en ello. Lo cierto es que quería romperle el culo a mi hermana, pues no habían sido pocas, las ocasiones en las que había deseado hacerlo. A Mireia le tambaleaban las piernas, y notaba sus nalgas golpeando mis piernas, estaba realmente cansado, pero no podía desaprovechar este momento con lo que seguí empujando. Por fin, conseguí que se corriera, y lo hizo antes que yo, cosa que me hizo sentir muy hombre, y me ayudó a reunir fuerzas para seguir follándomela por el culo. Ella seguía gritando, a veces me pedía que parara, pero yo no hacia caso, hasta que por fin, sentí que estaba a punto de correrme. Le pregunte donde lo quería, y me contesto que en su coñito. Saque la polla de su culo, y lo vi un poco ensangrentado, completamente dilatado, y mi polla roja como un tomate, toda escocida por el roce con su culo, pero satisfecha.

Cada vez notaba que los temblores que me sacudían eran mayores, así que me di mucha prisa en metérsela por su coñito, cosa que no me costó en absoluto, y tras dos embestidas, derramé toda mi carga dentro de ella. En ese momento, sentí que me moría, no recordaba ni donde estaba, ni siquiera que la chica a quien me había follado era mi hermana. El orgasmo fue tan intenso que hubiera dado lo que fuera por que durara eternamente. Sin embargo, tras un par de embestidas más tras correrme, empecé a notar que mi polla empezaba a flaquear. Así que antes de que perdiera su vigor por completo, se la metí en la boca para que escurriera las últimas gotas de semen que quedaban. Una vez me hubo limpiado la polla, caí rendido sobre la cama, y estando boca arriba, se sentó sobre mi tripa, y me preguntó si me había gustado el regalo, a lo que yo asentí. Se quedo un raro en esa postura, y yo me quedé mirando sus increíbles tetas, que tanto iba a echar en falta de ahora en adelante. Estuvimos charlando un rato, los dos desnudos sobre la cama, hasta que nos quedamos dormidos.

A la mañana siguiente, cuando me desperté, Mireia acababa de salir de la ducha y se estaba vistiendo, y la preguntarle si le dolía el culo, ella se agachó, y me dejo ver su agujero completamente rojo, aun escocido por lo de la noche anterior. Sin embargo, me sonrió, y me beso en los labios, a la vez que me agradecía lo de anoche. También me recordó, que ya no se iba a poder repetir pues esa misma semana marchaba para la universidad, y lleno de pena, tuve que asentir y aceptar los hechos.

Esa semana, estuve realmente deprimido, no sabia lo que hacer, creía que me iba morir, hasta que empecé a fijarme, que además de mi hermana, había en el mundo muchas mas mujeres, y no solo en el mundo, sino en mi misma clase, había varias chicas que me empezaron a gustar, y no tardé mucho en olvidar a mi hermana como herramienta para el sexo, y centrarme en mis futuras putitas. De esa forma, empecé a salir con una chica, que lejos de ser la más guapa de clase, era la mas guarrilla de todas, con quien haría muchísimas cosas, que contaré en futuros relatos.