Con mi hermana I
A sus diecinueve años, ella a diferencia mía era de las típicas mujeres que manteniendo relaciones esporádicas y casuales con distintos hombres, gustan de simular ser unas señoritas. Físicamente somos parecidas tanto en altura como en nuestra cara y color de piel, sin embargo ella es un poco más ancha en su contextura, tanto de hombros como de caderas por lo que su trasero paradito y ancho era una delicia de los muchos que la miraban. Sus tetas son simplemente el sueño de muchos, pues si bien yo me considero tetoncita con mis noventa y ocho centímetros
A sus diecinueve años, ella a diferencia mía era de las típicas mujeres que manteniendo relaciones esporádicas y casuales con distintos hombres, gustan de simular ser unas señoritas. Físicamente somos parecidas tanto en altura como en nuestra cara y color de piel, sin embargo ella es un poco más ancha en su contextura, tanto de hombros como de caderas por lo que su trasero paradito y ancho era una delicia de los muchos que la miraban. Sus tetas son simplemente el sueño de muchos, pues si bien yo me considero tetoncita con mis noventa y ocho centímetros, ella fácilmente llegaba a los ciento diez, de hecho uno de sus problemas recurrentes es conseguir sostenes de su talla por la enormidad de sus senos, son simplemente unas tetazas, claramente era una chica deseable tanto para los hombres como para las mujeres, el único problema, que lo es para la mayoría, es que es mi hermana.
Llegamos a esta circunstancia, pues como les he contado con anterioridad, mis orígenes sociales son humildes, y ella tuvo un problema de violencia intrafamiliar con su pareja a causa de sus múltiples infidelidades, y al no tener donde vivir la llevé a hacerlo conmigo y mi pareja. La simpatía entre ellos fue inmediata y cada vez su relación se hizo más cercana al punto que en las ocasiones que yo no podía salir con mi pareja, salían juntos, en muchos lugares ella parecía ser su pareja y pronto fue comentario obligado que alguna relación más allá de la amistad había entre ellos.
Las conversaciones en nuestra mesa giraban en torno a sus conquistas y a mis aventuras, las insinuaciones de mi pareja en orden a que se hiciera putita de verdad, que tenía unas tetas fenomenales y su hablar procaz, hacían acelerar la respiración de mi hermana y su excitación provocaba arder sus mejillas, resultaba evidente en su mirar con desfachatez la entrepierna de mi pareja como se avivaba su apetito carnal hasta hacerlo irresistible. Por mi parte me regocijaba en recordarle como ella era dada a mostrar su cuerpo en público, que le gustaba ver a los hombres babosos por su culito cuando pasaba por la calle o contaba abiertamente que le gustaba más el sexo anal que el llamado normal, en verdad yo quería verme cada día más envilecida, más inmunda y más obscena y que mejor para ello que tener sexo con mi hermana de la cual avizoraba sus mismos deseos.
En una de aquellas conversaciones sin querer nos encontrábamos los tres realmente excitados, escuchábamos a mi hermana contarnos como había dejado realmente enamorado a un chico que había conocido recién al ir por la calle y sin aviso previo arrinconarlo en callejón y chuparle su verga mientras pasaba gente en plena calle, la humedad cundía en mi entrepierna, mientras escuchaba a mi pareja decirle a mi hermana que era una putita, que era una maraquita con cara de señorita y otras frases por el estilo, mi hermana a su vez no dejaba de dar detalles de su mamada en tanto inconscientemente mordía sus labios sin dejar de mirar a mi pareja, ya nadie prestaba atención a la mesa, cuando comencé a sobarla verga de mi pareja por sobre el pantalón, podía sentir su dureza, yo sabía lo que deseaba, cuando saque su miembro y comencé a masturbarlo sin dejar de mirar a mi hermana, ella me miraba como solicitando una autorización que ya estaba dada, echado hacia atrás mi pareja se dejaba hacer gozando mi pajeada, hasta que mi hermana sabiéndose segura de la invitación que yo le ofrecía y dejando de lado cualquier consideración mientras sus bellos pechos se movían con la irregularidad de su respiración y sus ojos delataban la pasión que la consumía rodeó con su mano el miembro, haciendo hormiguear la carne de él e hinchando sus partes, que se enardecieron más que nunca ante el excitante contacto de esos dedos.
Se deslizo hacia él arrodillándose y llevó el miembro de mi pareja a su boca, moviendo suavemente su cabeza arriba y abajo abarcando la totalidad del pene, este jugaba con sus manos en el pelo de ella gozando de aquella mamada, ella no paraba, yo observaba excitadísima como mi hermana gozaba con esa verga que siempre había sido mía, parecía poseída como jugaba con la verga en su lengua, dándole lametones e introduciéndola en su boca, parada desde su espalda y abrazándola desabroche su jeans y los baje dejándolos a media pierna haciendo visible su culito, mientras lo sobaba y le decía a mi pareja si le gustaba el culito de mi hermana, ella no solo se dejaba hacer sino que levantándose, se sacó su blusa y sostenes liberando sus tetas, tomándolas con sus manos y abrazando con ellas el miembro de mi pareja mientras gemía dejando o haciéndose violar aquellas tetazas a medida que cada vez que bajaba introducía en su boca la verga que traspasaba sus tetas, mientras yo tiraba de su calzón para que se introdujera cada vez más en sus cachetes le dije a mi pareja -acaba que quiero verle la cara llena de leche-, mi hermana sonrió y comenzó a chuparle la verga profundamente, la introducía en su boca hasta provocarse arcadas, lamía las bolas y la total extensión del pene, la introducía en su boca moviendo su cabeza rápidamente o le daba pequeños golpes en su lengua mientras lo masturbaba, mirándolo unas veces a él y otras a mí, la saliva resbalaba de su boca a sus tetas, hasta que mi pareja explotó llenando su cara, pelo y pechos de semen, que sin pensarlo lamí del cuerpo de mi hermana.
Aquel día nos fuimos los tres a la cama, entre el placer y la vergüenza; hay un dominio absoluto del placer, ausencia total de voluntad, pérdida de prejuicios y no nos quedó el más mínimo decoro.
Pasaron las semanas y cada vez de manera más habitual dormíamos los tres en nuestra cama, sin embargo siempre mi contacto con mi hermana era accidental, siempre era porque las dos dábamos placer a mi pareja, nunca era sólo entre nosotras.
Mi pareja me solicito ese día que me vistiese de ligas y que le comprase ropa a mi hermana, cada vez que me solicitaba algo así yo ya sabía que vendría una noche de aquellas, así que no lo dude y le dije a mi hermana que nos vistiéramos iguales, pantys blancas a medio muslo, ligeros blanco que sujetaba estas, un calzoncito pequeñito tipo colales y un corsé del mismo color con hormas que levantaba nuestras tetas haciéndolas verse aún más grandes de lo que naturalmente son, nuestro pelo alisado daba el marco perfecto a nuestro maquillaje recargado, haciéndonos ver como verdaderas putitas, de solo mirar a mi hermana sentí humedecerse mi entrepierna y por la risita nerviosa de ella al mirarme pude ver que a ella la sucedía lo mismo, nos besamos y pude sentir su humedad al tocar mi mano su entrepierna y escuchar un gemido al contacto de mi mano.
Al llegar mi pareja ella le abrió la puerta y no pudo disimular su sorpresa al verlo con otro entrar al departamento, desde donde me encontraba sentada pude ver como ambos regocijaban su vista en el culito de mi hermana y escuchar como mi pareja le decía que éramos hermanas y que el trato era el mismo. No pueden imaginarse como me sentía. Estaba siendo vendida junto con mi hermana como un simple objeto, el hecho se sentirme humillada de nuevo, de humillar a mi hermana, sentir su nerviosismo, me hacía permanecer en un continuo estado de excitación próximo al orgasmo.
Mi pareja se sentó en un sillón un tanto alejado y nos dijo que Alejandro se casaba y su regaló de despedida de soltero éramos las dos, colocó música y saque a bailar a mi hermana, tocaba su trasero, acariciaba sus tetas, la mostraba a Alejandro quien en el sofá no dejaba de acariciar su miembro por sobre su pantalón, poco a poco acerque a mi hermana hasta que quedó moviendo su culito prácticamente encima de Alejandro, me separé mientras ella siguió bailando y desabrochando el pantalón lleve el miembro de él a mi boca mientras miraba a mi pareja, quien se masturbaba mirando a mi hermana, ella se dirigió hacia él pero este le dijo que me acompañara, estábamos las dos dándole una gran mamada a Alejandro, lamiamos entre las dos su miembro, lo tomé y lo lleve a la boca de mi hermana quien lo introdujo entero en ella, afirmaba su cabeza para marcarle el ritmo y profundidad de la chupada, la levantaba y chupaba yo esa maravillosa verga, mientras mi hermana lo masturbaba, el culo de ambas apuntaba a mi pareja quien no dejaba de sobarse su miembro, de pronto mi pareja acomodó unos cojines en la alfombra tomó a mi hermana y la recostó de espaldas en ella poniéndose a un lado de ella ,Alejandro hizo lo mismo, quedando ambas vergas a la altura de su boca, ella estaba como loca giraba su cabeza a ambos lados chupando los miembros indistintamente, ellos jugaban con su pelo profundizando sus mamadas, yo me recosté dando la espalda a Alejandro y jugaba con las tetas de mi hermana mientras ella seguía chupando, y un dedo se clavaba en mi culo, sin que mi pareja dejase de tirar los pezones de mi hermana que gemía, en tanto las vergas no paraban en su boca, a un gesto de mi pareja llevé mi boca a la concha de mi hermana y comencé a jugar con mi lengua en su clítoris, ella era sólo un cuerpo que hacía y se dejaba hacer hasta que apretando sus piernas, apenas respirando y sin que sus tetas dejasen de ser presa de las manos de ellos, acabó con un gran orgasmo, que impidió que siguiese jugando con mis dedos en su conchita abierta y chorreante de jugos que yo bebía como si fuese un oasis.