Con mi hermana 5
Mi madre se giró para ver que pasaba y nos pusimos a cantar Yellow Submarine. Mili se tragó mi corrida entera. No se podía manchar la tapicería.
Con mi hermana 5
fin de semana
por Ramón Fons
En aquel tiempo el coche que teníamos en casa era un Renault 4L. La calefacción del coche, si algún día la hubo no calentaba, de modo que mi hermana y yo viajábamos metidos bajo una manta.
Desde que empezamos a tener relaciones sexuales entre hermanos y con Mili, ésta solía venir a pasar el fin de semana a la casa que mi padre tenía alquilada en el campo.
Cuando viajábamos mi hermana y yo nos metíamos mano por debajo de la manta. Ella solía subir al coche ya sin bragas para que le pudiera meter los dedos con facilidad. Yo tampoco usaba calzoncillos.
Teníamos una señal de aviso – Papá, sube la radio que no se oye desde detrás.
Y las manos se ponían a trabajar. Mi hermana me bajaba la cremallera del pantalón y comenzaba a acariciar mi pene. Yo remoloneaba su coño esperando a que se abriera.
Cuando tenía la polla erecta se escurría bajo la manta y me la comenzaba a chupar. Sabíamos que no se podía jadear. Eso nos daba más morbo y nos esforzábamos en provocar mayor placer para putear al otro.
Si comenzábamos a tocarnos en la ciudad, al parar en un semáforo con un autobús al lado, levantábamos la manta para que nos vieran. Las caras de los que nos veían eran un poema.
Una de las veces que vino Mili me corrí en su boca y no pude contener un gemido escandaloso. Mi madre se giró para ver que pasaba y nos pusimos a cantar Yellow Submarine. Mili se tragó mi corrida entera. No se podía manchar la tapicería.
Nos dejaron en la casa y mis padres bajaron al pueblo a comprar. No querían que fuéramos con ellos porque la liábamos.
El pasado verano, en el supermercado de la plaza mayor, mientras nuestros padres compraban en la pescadería, nosotros demolimos una columna de botes de cola-cao. Fue divertido hasta las cuatro ostias que nos arreó papá.
Yo encendía el calentador y ellas ya se estaban desnudando. Mis padres solían tardar más de una hora en regresar.
Mientras se llenaba la bañera no perdíamos el tiempo. Mi hermana le comía la boca a Mili. Miré por la ventana de la habitación y desde la casa de enfrente los tres hijos de los vecinos estaban mirando como las chicas se besaban.
El mayor tenía mi edad y las gemelas dos o tres años menos. Vaya, como nosotros más o menos.
Al llegar al baño terminé de subir la persiana para que nos vieran mejor. Los tres subieron a la ventana del piso superior desde donde podían ver la bañera entera.
Me desnudé y de perfil a la ventana le puse la polla en la boca de mi hermana diciéndole
- Chúpamela como tu sabes que tenemos a los vecinos mirando
Mili se colocó frente a mí de cara a la ventana para que los vecinos pudieran ver como le tocaba las tetas.
Entramos en la bañera redonda y de pié nos enjabonábamos los unos a los otros con las manos. Seguimos enseñando lo que hacíamos hasta que la bañera cogió el nivel para meternos los tres.
Como cada viernes por la noche nuestros padres tenían partida de cartas. Cada semana tenía lugar en una casa por turno de rotación. Esta semana tocaba en la nuestra.
Después de la cena un rato de tele hasta que fueron llegando las parejas. Saludamos y subimos a la habitación. Dormíamos los tres en un cuarto de cama de matrimonio y una individual.
Cada vez que veía a Raquel, una de las vecinas del grupo de mis padres, me ponía cachondo. Esta noche al verla entrar tuve una erección. Creo que se dio cuenta.
Nos fumamos unos cigarrillos en la ventana desde donde veíamos el cuarto de matrimonio de los vecinos.
Mili aviso del movimiento en el ventanal de la habitación de los vecinos. La mujer se desnudaba de espaldas a la ventana. No habían obstáculos y se veía de cuerpo entero. Yo salte sobre la lamparilla y la apagué para no ser vistos. Apareció el marido y la abrazó. Mi hermana cogió mi polla y la comenzó a menear. La otra mano buscó el sexo de Mili.
La vecina quitó la camisa y desabrochó el pantalón del hombre. Yo ya estaba totalmente empalmado. Mili se arrodillo y me la empezó a chupar. Mi hermana salió de la habitación. Mili seguía comiéndome la polla cuando oí una risa apagada. Miré a la puerta y Raquel estaba apoyada en el marco viendo como me la estaba chupando Mili.
- Mira los niños de la casa como juegan a los médicos – dijo desapareciendo en la oscuridad.
Me corrí en la boca de Mili.
Mi hermana regresó con la cámara de super8 de papá montada en el trípode y la dejó grabando a los vecinos que ya estaban en la faena.
La música y las voces de la planta inferior resonaban en la casa. Los vecinos seguían enseñándonos posturas nuevas.
Mi hermana siempre ha tenido mucha elasticidad. Desde muy pequeña comenzó a pasar las piernas por detrás de la cabeza. Yo le tocaba el coño en esa pose. Otra postura era tumbada en el suelo levantaba las piernas y las bajaba hacia su cabeza, levantaba las caderas del suelo y le quedaba el sexo frente a su cara. Yo la apretaba para que llegara a tocarlo con la lengua. Con el tiempo lo conseguimos.
Yo también lo hacía y me gustaba que me la chupara a la vez que yo me comía el capullo. Después de los entrenos de balonmano, en el vestuario, tenía a todo el equipo alucinado, me ponía el capullo en la boca y me hacía una paja. Lo que más morbo les daba es que me bebía mi leche.
Me vino una idea y le conté a mi hermana lo que haríamos. Le cogí una pierna y la fui levantando hasta que se la puse totalmente en vertical con el tronco ladeado a cuarenta y cinco grados. Mili la sujetaba para que no cayera.
Le quedó el coño apunto de comerlo. Me hundí en él. Lo chupé de arriba a bajo le puse dedos y me entretuve en el culo. Mili quiso cambiar y se lo chupó ella. Levanté a mi hermana y la apoyé en la pared para poder comerla entre los dos.
De nuevo apareció Raquel.
Vaya marcha que lleváis – dijo acercándose a nosotros. Mi polla creció y creció. Vino a mí y me la agarró. Le dijo a Mili que cerrara la puerta, se puso de rodillas y mi polla desapareció en su boca. Chupó y lamió como nadie me lo había hecho antes. La tenía dentro de su boca y con la lengua la apretaba hacia el paladar a la vez que movía la cabeza de delante atrás. Iba a correrme cuando me apretó los huevos para evitar la corrida.
Miró a mi hermana y le dijo que la ayudara. Ahora tenía dos bocas en mi polla. Mili se lo miraba con atención. Raquel le indicó que se acercara y cogiéndole una mano me la puso en los huevos para que me los fuera apretando.
-Os dejo que me esperan – dijo al levantarse y dándome un pico me dijo al oído – voy a destrozarte el culo.
Desde la puerta nos dijo - El viernes próximo se juega en casa de Juan. Yo estaré malita y no iré. Os espero en mi casa. Y traer la película que les estáis haciendo a los Ortega.
Raquel es la segunda esposa de Miguel, un hombre mayor con pasta. Está muy buena. Tiene unas tetas grandes y caderas potentes. La boca la maneja de muerte.
-Tengo ganas de que llegue el viernes – dije. Y mis chicas se me echaron encima diciendo
-Pues entrénate con nosotras, cabrón.