Con mi hermana 2

Sólo se veía un centímetro de aquel pepino con rugosidades y protuberancias. Empujé con el dedo y entró todo el pepino. Era cómico, mi hermana con un pepino dentro del coño.

A mi hermana y a Mili les gustó nuestra primera experiencia. A mí me encantó. Mi hermana me tocaba por debajo de la mesa cuando comíamos y cenábamos. Se volvió adicta a mí. Cada vez que nos quedábamos solos en casa me atacaba.

-Nos morreamos? Preguntó.

Acepté.

Su boca era grande, jugosa y fresca. Su lengua larga. Aprendimos a hacernos lo que nos gustaba.

Después de los morreos seguían las comidas de coño y de polla por separado y luego en sesenta y nueve. Se volvía loca cuando le tocaba encima. Me susurraba

-Chupame el culo.

Yo le introducía dos dedos y se lo chupaba a la vez. Chorreaba por el coño sobre mi boca. Me encantaba comer y beber todo lo que salía de su coño.

Al no haber compromisos, y ya ni tabús ni vergüenzas, actuábamos con naturalidad. Nos indicábamos el qué y cómo nos gustaba.

Hacía unos días que mamá comentó en la cena que el piso de al lado se había alquilado. No sabía quienes eran pero estaban de traslados.

Un sábado por la tarde estaba viendo la televisión con mis padres y desde la puerta del salón mi hermana me guiñó el ojo para que la siguiera. Entramos en su habitación.

-Están unos tíos montando un mueble en el dormitorio de los nuevos vecinos. Descorrí las cortinas y vi en la ventana de enfrente a tres hombres con monos de trabajo y cinturones de herramientas pasando de un lado a otro.

Mi hermana me dio un tirón que me sacó de la ventana.

-Antes me he paseado desnuda y he hecho poses en el espejo. No disimulan. Se han puesto en la ventana y se la han tocado por encima del mono y me tiraban besos. Ponte de pié encima de la cama y bajate los pantalones que quiero que vean como te la chupo.

Al principio no se me ponía tiesa pero escupió en su mano, me frotó el culo y me metió un dedo dentro. Me empalmé de golpe.

Comenzó a chupármela. Estábamos de perfil a la ventana.

El cristal de la fotografía de la comunión de mi hermana me reflejaba de pié sobre la cama, a ella como una puta comiéndole la polla a su hermano y tres señores de gris mirando desde la ventana del dormitorio de los nuevos vecinos. No pude más y me descojoné vivo. Perdí el equilibrio y me dí un morrón contra el suelo.

Papá y mamá entraron en la habitación para ver qué había pasado

Al vernos sentados en la cama dijo papá

  • Ya está el niño haciendo el gilipollas.

Se fueron. Mi hermana cerró la puerta y la atrancó con la silla del tocador.

Hoy tenía el día juguetón y comenzó

-Mira que tengo. Dijo con emoción.

Un pepino. Sí, un pepino que cogió de la nevera.

-Para qué es el pepino?

-Porqué quiero que me desvirgues con el pepino.

-Tú estás loca. Porqué quieres que te desvirgue?

-Porque si me duele o sangro estaré en casa y contigo. Si me lo hacen por ahí no sé que puede pasar.

Acepté.

Mi hermana se sentó en la cama y dejó caer da espaldas de manera que apoyaba los piés en el suelo. Levantó el culo y le bajé las bragas hasta sacárselas.

Los operarios volvieron en la ventana.

Comencé a lamer el clítoris que estaba ya hinchado y brillante. Introducí dedos y más dedos. Seguí lamiendo y chupando hasta que se corrió en mi boca.

La corrida ahogada pareció una meada. Me mojó la cara y resbalaba por mi cuello hasta mojar mi camiseta. Froté su vulva con la crema Atrix que ella ya tenía preparada y fui moviendo el pepino que tendría cuatro centímetros de diámetro y unos quince de largo. Poco a poco fue desapareciendo dentro de ella. Era una visión alucinante. Me esperaba algún quejido y sangre. Sólo gemidos apagados para no ser oídos por nuestros padres.

Sólo se veía un centímetro de aquel pepino con rugosidades y protuberancias. Empujé con el dedo y entró el pepino entero. Era cómico, mi hermana con un pepino dentro del coño. No le dolió ni salió sangre. Se incorporó para ver que no se veía y estallamos en carcajadas.

Mi hermana dijo – El pepino se ha escondido

La puerta se movió a la vez que papá lanzaba un mecagoend... que hacéis con la puerta atrancada. Abrí mientras ella se recomponía la falda y de un puntapié lanzaba sus bragas bajo la cama. - Nada, contando chistes. Improvisé.

  • La puerta abierta que en esta casa no se esconde nada.

JAJA JAJA nos partimos la caja imaginando la desaparición del pepino y papá se perdió por el pasillo moviendo la cabeza.

Mi hermana se volvió a tumbar en la cama y haciendo una contracción salió el pepino disparado JAJA JAJA JAJA aquello era la ostia. Se lo volví a meter y moviendo las caderas apunté a la lamparilla de la mesita de noche.

Lamparilla a tomar por el saco JAJA JAJA JAJA. Los operarios se alejaron de la ventana intuyendo lo peor y papá que vuelve. Me puse el pepino en el bolsillo del pantalón y mi hermana se sentó modosa la cama y recompuso la falda.

-Se puede saber que coño pasa?

JAJA JAJA JA

PLAS!!! PLAS !!! una ostia a cada uno y volvió a desaparecer.

Intenté recomponer la lamparilla y en estas que papá volvió a entrar en el cuarto. Se quedó mirando el bulto de mi entrepierna unos segundos. Dio media vuelta y desapareciendo por pasillo diciendo – Será posible, el niño ya tiene polla de hombre.

Pasaron varios días y seguíamos riendo del lanzamiento de pepino.