Con mi hermana 11 En casa de las primas Parte 1

Acerqué la polla a la boca de mi tía mientras mi hermana le seguía comiendo el culo. Nuestras primas estaban apoyadas en el borde de la piscina viendo lo que estábamos haciendo a su madre. Ella las miró y levantó el pulgar. -Tu crees prudente que tus hijas vean esto?

Con mi hermana 11

En casa de las primas (parte 1)

por Ramón Fons

Mis tíos, el hermano de papá y su mujer, viven en una urbanización de lujo. Él es un afamado industrial. Mi tía no trabaja. Ha criado a mis dos primas que bastante trabajo le han dado. Cazó a mi tío con el embarazo. Ella tenía veinte y mi tío treinta y cinco. La pasta bien vale un parto.

La casa es de revista. Muchos metros cuadrados, tres salones, muchos baños, gimnasio, sauna, jacuzzi, jaman y piscina.

Nuestros padres estarían un fin de semana largo de viaje aprovechando unas visitas de trabajo que tenía papá. Nos dijeron que mi hermana y yo nos quedaríamos en casa de su hermano Ricardo, el del chalet de lujo.

A mi hermana y a mí nos encantaba ir a aquella casa. La familia es bastante enrollada. Compartimos genes. Recuerdo a mi tía y mis primas tomar el sol desnudas. Claro que de eso hacía ya un par de años y como adolescentes, ahora podrían ser vergonzosas.

La mayor tiene dos menos que yo y uno más que mi hermana. La prima pequeña tiene los mismos que mi hermana (vaya lio, ¿no?). Total que ahora tienen quince y catorce.

El viernes por la tarde, al salir de clase, nos dejaron en la puerta del caserón. Abrió Daniela, nuestra prima mayor.

Que buenorra se ha puesto – pensé.

-Cómo estás!!!! - le dije, afirmado lo buena que estaba, al darnos dos besos.

-Pues anda que tú -respondió del mismo palo. Me gustó el estilo Fons.

Se besó también con mi hermana y entramos a la casa. Daniela iba delante moviendo sus caderas que las cubría con un pareo corto en color amarillo que dejaba a la vista media nalga. El sujetador del bikini era negro como el tanga. Mi hermana me dio un codazo y por lo bajo me dijo – ¿que miras? bobo.

-Están en la piscina. ¿Os daréis un baño, no? - preguntó en el camino sin volverse a nosotros.

Dejamos las bolsas el un salón que cruzamos.

Llegamos a la piscina donde mi tía y Clara, nuestra prima pequeña, tomaban el último sol del día.

Mi tía era una belleza normal. Guapa de cara y además tenía algo que de siempre me gustó. La tuve en muchas pajas. Más de muchas desde el día que la vi desnuda duchándose en el vestidor de la piscina. Ella me vio y se recreó haciendo ver que no sabía que la miraba desde la puerta. Tiene unas buenas tetas con los pezones redondos y salidos. Y un culo perfecto. No está gorda. Mantiene su figura de siempre gracias al gimnasio del sótano. El pelo negro liso y el corte la acerca a Cleopatra.

Aquel día, de ya hace dos años, en que la vi ducharse desnuda, por la tarde se me insinuó. Tomaba el sol sin sujetador boca a bajo y me pidió que le pusiera crema. Estábamos solos. Las niñas fueron a la sala de juegos que estrenaban una máquina de matar marcianos que mi tío les envió desde Japón.

Cuando me acerqué para untarla se dio la vuelta y sus tetas temblaron como duros flanes ante mi atónita mirada. Clavó sus ojos en los míos y con cara de puta dijo:

-Yo cierro los ojos. Tú ponme crema. Mucha crema por todo el cuerpo.

Yo tenía quince años y tenía los huevos pelados de tocar tetas y follar con mi hermana y sus amigas pero la situación me pudo. Me sentí como si fuera la primera vez que iba a tocar unas tetas. Las contemplé un buen rato. ¿Seguían igual que en mis recuerdos? Potentes con los pezones redondos y salidos. ¿Las areolas oscuras como le imaginaba el coño y el ano?

-Te decides o me doy la vuelta – dijo sin abrir los ojos.

Mis manos fueron cautas y tardaron en ponerse sobre las dos delicias que me ofrecía mi tía. Me entretuve en los hombros para que sufriera un poco. Le veía cara de impaciente y le agarré las tetas con las dos manos y los dedos extendidos. Cabían justas. Apreté levemente y solté. Repetí varias veces. Mi hermana me enseñó a hacerlo. Dijo que las ponía cachondas. Y a mí, no veas. Tenía el Meyba a reventar. Arqueó la espalda y dijo - que bueno Román. Quien te ha enseñado a hacer esto

-Mi hermana - respondí

-Ya me imagino - añadió

Calló y seguí disfrutando de sus pechos. Al poco protestó – Tengo más cuerpo para embadurnar.

-Aún no te he puesto crema, tía. - Le dije con retintín.

Me salté lo que no interesaba ni a ella ni a mí y comencé un sensual masaje en el vientre justo entre el ombligo y el pubis. Le gustó. Subió ligeramente las caderas y las retrasó en dirección a mis manos. Ahora los diez dedos estaban dentro de la braga blanca del bikini y notaba el bello en la punta de los dedos. Jadeó un par de veces. Ya alcancé los labios cuando la voz de sus hijas rompieron la magia. Giró bruscamente quedando de espaldas a mí y escuchó lo que le decían mis primas que se sentaron en lo que había sido mi tumbona.

Nunca se habló de aquel mágico momento aunque su mirada se torna picara cuando quedamos solos.

No he dejado de recordarlo en la ducha e incluso cuando mi hermana me la come pienso en mis dedos entrando en mi tía.

Pues bien, aquella tarde en que llegamos para pasar el largo fin de semana, nuestra prima Daniela nos llevó hasta la piscina para saludar a mi tía ya a Clara, nuestra prima pequeña. Ambas descansaban de espaldas al sol. Bronceadas, mostrando sus cuerpos madre e hija aunque me costó identificarlas hasta en distancia corta.

El tanga de tira dentro del culo las hacía más deseadas. Los dos negros.

  • Ya han llegado los primos!!! - anunció Daniela mientras nos aproximamos.

Las dos mujeres se levantaron de las tumbonas, atando los cordones del sujetador en el cuello, para besarnos. Cuatro preciosas tetas se movían hacia nosotros. Mi polla se levantó con cada beso.

La primera en hincarme los pezones fue mi prima. Vaya tetas tiene la criatura de catorce años. Aparenta veinte. Seguía teniendo la cara de chinita de porcelana. Parecía frágil. El cuerpo era impresionante. A mi hermana le gustó.

Mi tía hizo teatro. Primero se acercó a mi hermana diciéndole – que mayor estás. Eres toda una mujer. Todas perecéis mayores de lo que sois - le dio dos besos y luego retrocedió unos pasos y abriendo los brazos dijo – pero si ya tenemos a un hombre en casa. Mirad lo guapo que se ha puesto el primo Román.

Se acercó, me tomó literalmente, estrujó sus tetas en mí y aguantó más de lo que yo podía aguantar. Acercó sus labios a mi oído para decirme.

-Tu tío esta de viaje. Esta vez no te me escapas. Mira que polla me traes, cabrón.

Subimos a la habitación y nos pusimos los bañadores. Mi hermana me comentó lo efusiva que estaba nuestra tía.

-¿Te la follarías?

-Claro. Y ella lo desea más que yo.

-Avísame que quiero ver como te la follas.

-Tu le podrías comer el coño mientras ella me come a mí la polla.

-Y al revés. Mirate la polla, niño. Ya te va a estallar.

Llegamos a la piscina y mis primas estaban en el agua. Daniela subida a una colchoneta hinchable tomando el sol boca arriba y con la mano se iba salpicando el cuerpo. Tenía el sujetador del bikini desatado del cuello y los cordones reposaban en los hombros. Le tapaba justo los pezones. El tanga algo bajo descubría un hilo de bello recortado en el pubis. No tardé en acercarme a ella.

Clara chapoteaba sin intención.

Mi tía seguía tumbada de espaldas al sol. La braga dentro del culo me llamaba.

Pasamos de largo las tumbonas y nos metimos en el agua. Mi hermana se puso un bikini, que para mí no es un bikini. Alto de caderas y súper escotado. De no llevar el pubis depilado le saldrían todos los pelos del diminuto triángulo de tela. La parte de arriba hacía conjunto por la escasez de tela.

Las primas al verla exclamaron y la piropearon. Nuestra tía al oír el escándalo medio levantó el cuerpo para ver lo que pasaba en el agua. Volvió a enseñarme las tetas. Ella se percató de que la miraba y mantuvo la postura. Disimuló preguntando para estar más tiempo provocándome

– ¿Qué pasa Román? Ven y me cuentas, cariño.

Pasé de ella.

(Si. Ya se lo que pensarás. No exagero, ella es así).

Mi padre siempre a dicho que mi tío la conoció en un club de alterne. Y tengo la sospecha de que mi padre se la a follado. Si no, tiempo al tiempo.

Me acerqué a Daniela y me la comí con los ojos. Mi hermana se colocó a mi lado y me tocó la polla -Tienes la polla a reventar – dijo lo suficientemente alto para que nuestra prima lo oyera – Vaya con los hermanitos – añadió Daniela a la risita – ya decía yo...

-Que es lo que decías tú? - le pregunté tirándole agua a los pechos.

-Esto. Que sois un par de enfermos salidos.

-Por cierto. Hace dos años no usabais bikini. ¿Os habéis vuelto tímidas? - pregunté.

-Es la formalidad del primer momento – respondió lanzándome el sujetador a la cara y tiró de los lazos de la braga.

-¿Contento?

Mi hermana me bajó el Meyba y luego se quitó el bikini amarillo. Lo lanzó todo al césped. La prima pequeña gritó – ¡Mamá, se han desnudado!

-¡Pues desnudate tu también y dile a Román que venga a ponerme crema!

Después de bañarnos en la piscina subí con mi hermana para vestirnos. Nos pusimos tontos recordando como me la miraban las primas en la piscina y que la tía me volvía a provocar. Volví a tener la polla como una piedra al pensar que Daniela nos había seguido el rollo.

Dejé caer la toalla y le dije a mi hermana - Mira cómo me habéis puesto.

Dicho y hecho. Una mano de mi hermana agarró el hierro que tenía entre piernas y comenzó a acariciarlo. Mientras besaba a mi hermana y con una mano le apretaba las nalgas y con la otra le tiraba de un pezón vi a Daniela en la puerta de la habitación mirándonos.

Nuestra prima había cambiado mucho en cuatro años. Era rellenita. Siempre iba con vestidos. Tenía mucha mala leche y mirada de odio. Nos daba hasta miedo. Pero esta vez era diferente. Más delgada, más simpática, alta como yo, con pechos y caderas de artista de cine y el rato que estuvimos hablando en la piscina estuvo súper agradable. Aún llevaba el bikini mojado. Se le pegaba a los pechos. Me gustó. Como todos en la familia también aparenta ser mayor. Me guiñó un ojo. No dijo nada. Yo tampoco. Continué el morreo mirándola los ojos. No se movió en varios minutos. Pudo ver como salpicaba mi polla entre la mano de mi hermana que no dejó ni un segundo de pajearla. Cuando ahogué el grito de placer mirándole los labios desapareció del umbral de la puerta.

Durante la cena charlamos de colegios, de novios, novias y comenté el cambio que habían hecho desde la última vez que les visitamos. Y lo buenas que estaban todas. Jajaja y me dieron las gracias.

Mi hermana y yo eramos los únicos que nos vestimos para cenar. Las tres de la casa seguían con bikinis. La verdad se estaba bien en el porche. Me desprendí del polo y me aplaudieron. Mi hermana llevaba puesta una blusa fina blanca que la desabrochó por completo y unos shorts rojos.

Los míos eran verdes.

Después de cenar mi tía dijo que salía con unos amigos a tomar algo. Daniela nos bajó a la sala de juegos. Había varios pin-ball. Una máquina de come cocos y varias de naves de marcianos. Jugamos a todas, y sin pagar. Donde se pone la moneda había instalado un pulsador, como un timbre y arrancaba la partida.

Nos sentamos en el gran sofá semi circular que usan para ver películas del proyector. Daniela bajó una botella de ginebra y unas cocas para montar unos cubatas.

Busqué algo tranquilo en la máquina de discos Jukebox. Encontré Redbone con su Witch Queen of New Orleans. La puse. No gustó. Daniela animó el ambiente con un rock and roll.

Mi hermana ya llevaba dos cubatas. Clara apuraba el primero para repetir pero con menos coca cola, le daba gases, dijo.

-Dónde has comprado el bikini que llevabas en la piscina. Me encanta – preguntó Clara.

Daniela estaba tontorrona conmigo. Me invitó a dar un paseo por el jardín.

No andamos mucho y hablamos poco. Notaba su ardor y ella el mío. Me detuve y la apoyé en una farola. Acerqué mi boca a la suya y me recibió. Su lengua me gustó. Me sujetó la cabeza por la nuca y me apretó hacia ella.

Mis manos rodearon su cintura. El beso cambió de lado. Mis manos resbalaron hasta sus nalgas. Su piel era tersa. Aceleró el beso. Entré con dos dedos en la raja del culo. La recorrí varias veces.

Me cogió una mano para ponerla en un pecho. Su mano dirigía la mía. Ahora entraban bajo la tela y masajeaba el pecho. Dejó de besarme y me miró a los ojos.

-Somos igual de cabrones, primo. Los Fons no tenemos escrúpulos – dijo tomándome la mano y regresando al salón de juegos.

Vi en un estante de la barra de bar unos vasos de chupito y sin decir nada serví uno para cada uno.

-A la de tres!

Repetimos tres veces. Las risas tontas afloraban.

Daniela estaba más tontorrona. Mi hermana me miraba con celos y deseo. No creí prudente montar un número de incesto. Aunque la prima ya nos vio, estaba Clara, la pequeña. Podría ser un escándalo.

Quise probar.

Miré a Daniela y pregunté

-Clara tiene escrúpulos o es como nosotros de cabrona?

Nuestra prima Daniela se levantó y fue al encuentro de su hermana. Le cogió la cabeza con las dos manos y le comió la boca. El beso fue largo. Mi hermana y yo nos unimos a la fiesta. Mi hermana se quitó la blusa quedando con los pechos al aire.

Se los chupé antes de besarnos.

Allí estaban los Fons, dos parejas de hermanos morreándose como si fuera lo último que harían en esta vida. Yo estaba convencido de que aquella noche sería un infierno de pasiones.

Despegaron los labios y la pequeña se acercó a mí. Metió la mano en mi entrepierna lanzándome una mirada a medio camino entre la inocencia y la lascivia. Me bajó la cremallera y sacó mi polla con destreza. La lamió con maestría. Se detuvo en el frenillo y lo mordisqueó

-Quién te ha enseñado a hacer esto?

-Mamá

-Claro, quién si no -dije provocando risas

Siguió chupándome la polla como nadie me lo había hecho. Me tumbé en el sofá y me dejé hacer.

Busqué a mi hermana para decirle que se fijara cómo me la comía su prima pero ya estaba morreándose con su otra prima.

Mi hermana intuyó que la buscaba y se acercó sin dejar de besarse con su prima. Se quitó los shorts y el tanga. Se sentó en mi cara poniendo su coño en mi boca. Siguió besándose con Daniela quien al poco se tumbó en el sofá para que mi hermana le lamiera el sexo.

Daniela tenía algo de bello en los labios. Mi hermana los cogía con los dientes y tiraba de ellos. Ahora su lengua hacía lo mismo que la mía. Era un pantógrafo.

La mía golpeaba el glande del clítoris, la suya también. Empujaba y entraba dentro de ella, también la suya.

Clara desde su posición podía ver el coño de mi hermana y las evoluciones de mi lengua. Soltó la polla y subió hasta llegar a lamer la raja del culo de mi hermana

que al notarlo alzó el culo para que su prima pudiera entrar con su lengua donde le apeteciera.

Salí de debajo de los dos cuerpos y me puse detrás de Clara. Jugué con sus labios. Estaban duros e hinchados. Brillaban de humedad. Quería entrar en ella. Tenía miedo de hacerle daño. Una niña tan joven y frágil.

Mojé la mano y la restregué en su entrada. Presioné con un dedo y entró con facilidad. Repetí con dos y me aceptaba. Profundicé y no noté resistencia. Cambié los dedos por mi falo.

Primero suave. Luego despacio llegue a meterle mis veinte centímetros de carne.

-Esa criatura está más follada que tú – le dije a mi hermana.

Las primas soltaron una carcajada.

Se amoldó rápido a mi polla. Me la follé a gusto. A las pocas embestidas se corrió. No tardó en soltar un chorro acompañado de un grito que nos asustamos. Daniela dijo que solía tener ese tipo de orgasmos y que le vendrían varios seguidos. Así fue.

Daniela me dijo que no me corriera, ella me quería tener un rato dentro.

Mi hermana me la sacó del coño de Clara. La limpió con un pañuelo de papel y se la puso hasta la campanilla. Daniela sin pedirle permiso se la arrebató para comerme el capullo de tal manera que me iba a correr a los tres segundos de ponérsela en la boca.

-¿De donde puñetas aprendéis a chupar así una polla?

  • Ya te lo ha dicho antes mi hermana.

-¿Que vuestra madre os enseña como comer pollas?

-Y a follar. Y todo lo que sabemos de sexo. Nos prepara para dar y recibir el mejor sexo. Si os lo ganáis le diré que os enseñe algo.

-Tenemos mañana, el domingo y todo el lunes. Mira si nos puede enseñar cosas- dije

-De momento ya le ha enseñado cómo se calienta a un chico de diecisiete años añadió mi hermana.

Lamí delicadamente cada centímetro de pechos de mi hermana. Luego dí golpecitos con la punta de la lengua en un pezón. Lo absorbía entre mis labios y lo volvía a lamer. Las primas se masturbaban la una a la otra.

Mi hermana tensaba la espalda y cuando mi lengua estaba en un pecho y sus dedos pellizcaban el otro. Las primas se acercaron a dos palmos para ver mejor como le lamía los pezones a mi hermana y gemía de placer. Unimos las tres lenguas al pezón.

No tardaron en compartir mi polla las tres primas. Que placer me daba tener sexo los cuatro Fons. Pensé que todo quedaba entre familia, y me corrí en las tres bocas. Querían seguir chupándola pero me aparté para que fueran cambiando mi leche de boca en boca y de beso en beso.

A la mañana siguiente bajamos a la piscina. Nuestra tía y las primas estaban completamente desnudas. Nos quitamos la ropa de baño y entramos en el agua. Mi tía esperaba su momento. En la tumbona se exhibía para mí. Luego se levantó y caminó despacio y balanceando las caderas hasta la ducha exterior de la piscina. Yo salí del agua y me senté en la tumbona para observarla más de cerca.

Abrió el agua y su cuerpo comenzó a brillar bajo la luz del sol. No dejaba de acariciarse los pechos bajo la lluvia. Luego se introducía la mano en la entrepierna girando sobre sí e inclinando el tronco para mostrar qué hacían sus dedos.

Estaba a punto de correrme cuando cerró la ducha y caminó hasta mi lado. Se tumbo para tomar el sol boca arriba mostrándome los pezones erectos y las areolas rugosas y encogidas y dijo sin mirarme.

  • Cuando esté seca me pondrás crema. Preparate – Se puso las gafas de sol.

No podía perder más tiempo. Cogí mi toalla y la acaricié con ella para secar las perlas transparentes que relucían en su piel diciendo

-Con la toalla acabaremos antes.

-No quiero que acabes antes. Tómate tu tiempo – dijo.

Me puse un montón del aceite de coco en la palma de la mano y directamente se la hinqué el el coño.

– ¡Toma puta! ¡Te gusta que tu sobrino te toque el coño, eh puta! – removí la mano entre sus labios y apreté cuando pasaba sobre el clítoris. Le gustó lo de los insultos y la violencia de mis caricias. Seguí siendo duro. Le metí varios dedos por el culo que entre lo entrenado que se veía y con la cantidad de aceite estaba bien lubricado.

  • Tienes las manos de tu padre. Cabrón – susurró.

Miré hacia la piscina y vi a mi hermana sentada en el borde. Nos estaba observando. Le indiqué que viniera.

Mientras llegaba rocié de aceite los pechos de mi tía. Llegó mi hermana y le puse una mano donde yo la tenía antes. Su tía no notó el cambio. O no lo manifestó.

Mi hermana removía dos dedos dentro del ano, dos en el coño y el pulgar le castigaba el clítoris. Yo mientras castigaba sus pezones con la otra mano. La que me sobraba entraba y salía de dentro del coño de mi hermana.

Pasaron varios minutos y mi hermana me miró. Entendí la intención. Se arrodilló frente a su tía le alzó las piernas y comenzó a lamerse la vulva. Yo esperé unos segundos a que se acoplaran la lengua y los labios. Nuestra tía gimió. Mi hermana se esmeraba. Me situé detrás de su cabeza para tocarle los pechos y besar sus labios. Al hacerlo dio un leve sobresalto de sorpresa. Bajó sus manos a tocar la cabeza que le estaba haciendo la mejor comida de coño de su vida. Reconoció el corte de pelo a lo chico de mi hermana y dijo – Habéis salido a la familia. Cabrones.

Acerqué la polla a la boca de mi tía mientras mi hermana le seguía comiendo el culo.

Nuestras primas estaban apoyadas en el borde de la piscina viendo lo que estábamos haciendo a su madre. Ella las miró y levantó el pulgar.

-Tu crees prudente que tus hijas vean esto?

-Yo empecé a su edad y mira lo bien que me ha ido. Además ya me han contado que os follaron ayer noche.

Mi hermana sacó la lengua de dentro de su tía y dijo – y sólo es sábado por la mañana.

(continuará)