Con mi hermana 10 vaya equipo de handbol

Dí dos pasos al frente y entregué la esponja a Manolo. Fue el primero en recorrer el cuerpo de mi hermana con la esponja. Se detuvo donde tenía que hacerlo y ella separó las piernas para recibir mejor a la esponja. De uno en uno recorrieron su cuerpo por el orden que les indicaba entregándoles la esponja.

Con mi hermana 10

Vaya equipo de handbol

por Ramón Fons

La noche anterior, al despedirse con un beso, Tony propuso a mi hermana que la fuera a recoger después del entrenamiento. Luego los tres iríamos a tomar algo.

Hacía unos meses que mi hermana y Tony se veían a solas. En ocasiones me metían en sus juegos. No me importaba que se lo montaran sin mí.

Mi relación con ella seguía como siempre.

Recuerdo que unas semanas antes por la noche que viendo la televisión, con nuestra madre sentada en su butaca, mi padre de siempre se acuesta muy pronto y duerme como un tronco, y nosotros en el sofá de tres plazas, me puso la mano en la entrepierna y comenzó a tocarme por encima del pantalón del pijama. Mi erección era descomunal. Me pareció que mi madre nos miraba de reojo. Desde el sillón solo tenía que ladear la cabeza unos milímetros.

Hice un par de intentos vanos para separar la mano de mi hermana . Yo estaba seguro que mi madre estaba viendo el bulto de mi polla totalmente erecta y la mano de su hija acariciándola por encima de la tela.

Me la sacó del pijama. Quedé paralizado sin tiempo de reaccionar porque automáticamente se la puso en la boca. Quedé perplejo. Mi hermana estaba medio tumbada sobre mí a mi derecha y mi madre sentada a mi izquierda con el sillón algo ladeado para ver mejor el televisor. De reojo, seguro, estaba viendo a su hija como le comía la polla a su hijo y no decía nada. Yo esperaba un grito, un aspaviento, algo normal en una madre normal. Mi hermana siguió relamiendo mi polla con naturalidad. Con una mano me tenía agarrados los huevos que abultaban como los de un toro. Yo no quitaba el ojo a mi madre.

Ahora me pajeaba con rapidez. Me arrellané en el sofá. Me moría del gusto que me daba el morbo. Mi madre giró el cuerpo hacia nosotros y se acercó todo lo que pudo sin perder el asiento para vernos de más cerca y con más comodidad.

Un minuto más tarde mi hermana sacó mi polla de su boca sabiendo que estaba acabado. Solté una descarga de leche que llenó la cara de mi hermana y las gafas de mi madre.

-Cómetela, tiene vitaminas – me dijo mamá

Sin salir de mi asombro lamí la boca y toda la cara de mi hermana y las gafas de mi madre.

-Bueno. Ya he visto como mi hija depila el culo de su hermano. He visto como mi hija le come la polla a su hermano y como mi hijo chupa su leche de la boca y la cara de su hermana. Hasta lame su leche de mis gafa. Cuando peguéis el próximo polvo avisarme. Me gustará ver como lo hacéis.

Volvió a su postura inicial y siguió viendo la televisión.

Después del colegio no pasó por casa. Paseó para hacer tiempo y compró una tontería para Tony. Se acercaba la hora y fue acercándose al pabellón donde entrenaba nuestro equipo de handbol.

Estaba a dos calles del complejo cuando comenzó a caer una tromba de agua. Mi hermana intentaba protegerse bajo los balcones y salientes de los edificios pero quedó empapada.

Al llegar al edificio las puertas estaban cerradas. Busco un timbre pero no había. Minutos después se abrió la puerta del polideportivo. El conserje salía para evaluar los daños. Sorprendido por la presencia de la joven se interesó por ella.

-Vengo a buscar a mi hermano. Román Fons, pero estoy empapada.

-¿Puedo entrar y secarme un poco?

-Al fondo del pasillo gira a la derecha. Verás el vestuario y un banco enfrente. Espera allí – indicó el hombre mientras se cubría con un impermeable.

Siempre hay quien tenia prisa. El entrenador suele marchar el primero. Como no suda no se ducha. El portero y tres más tampoco. En fin, los diez que estábamos en el vestuario nos duchábamos por turnos. Sólo teníamos un espacio con cuatro piñas de ducha. Mientras unos se duchaban los otros fardaban y chuleaban de lo típico de losdieciocho años, que si yo he follado, que si yo me hago cinco pajas al día, que yo la tengo más grande. Ya se sabe.

Estábamos Tony y yo aún esperando turno para la ducha. Él quería que corroborara que se tiraba a mi hermana. Yo para tocarle los huevos le negaba tal privilegio. Los seis que esperábamos en los bancos estábamos o desnudos o con el calzoncillo de deporte. Ni que decir que los de la ducha estaban desnudos.

-Se puede pasar – dijeron desde la puerta. Era mi hermana que al tiempo que pedía permiso entraba tímidamente en el vestuario.

La vi totalmente mojada. El uniforme arrapado al cuerpo. Los calcetines caídos. El pelo enganchado a la cabeza y la mochila chorreando agua. La acerqué a mi taquilla y le di una toalla. Se frotó el pelo y vi como tiritaba.

Tony se acercó veloz y le dijo que le sentaría bien una ducha caliente y cambiarse de ropa. Estoy convencido que en aquel instante mi hermana se imaginó lo que pasaría. En las taquillas siempre tenemos ropa de recambio. No estaría para salir a cenar pero sí para no pillar una pulmonía. Aceptó.

-Si vais todos desnudos. No me había fijado -dijo tímidamente y agachó la vista.

Tony hizo salir a los de la ducha y dijo en general que había una dama y si no salían del vestuario tenían que comportarse. Se iba a duchar y quería respeto. Ya se había bajado el peto y se acercó a Tony pidiéndole que descorriera la cremallera de la falda. Tony presumió de honores. Ya sin la falda, comenzó a desabrocharse la blusa. Yo ya me la estaba meneando y ella me contemplaba con la mirada que sólo ella y yo conocíamos.

Mi hermana se desnudaba y todos la mirábamos. Yo comencé a ponerme más caliente. Todos nos pusimos más calientes. Mi hermana se puso más caliente que los diez juntos.

Quiso ponerse de espaldas para dar más emoción pero le fue imposible. Estaba rodeada.

Nadie excepto Tony y yo imaginaba que no llevaba sujetador. Sus pechos vieron la luz y sus pezones duros y sus areolas encogidas por el frio y el calor nos pusieron a todos más firmes. Sólo le quedaban las bragas blancas por despojar.

Se hizo un silencio absoluto en el vestuario.  Las caderas ya tenían formas. Los pechos volumen. El cabello negro oscuro muy ondulado a media espalda. Los labios grandes y carnosos. La nariz perfecta. Y toda ella pasión.

Me acerqué y la conduje a la ducha. Allí se quitó la bragas de espaldas a todos. Quedó inmóvil con el agua bajando por sus hombros.

Puse gel en mi esponja y la recorrí. Alcé la vista y ladeé la cabeza encontrando a todo el equipo frente a nosotros. Todo tenían la polla tiesa. Unos se la meneaban otros sólo la acariciaban. Dí la vuelta a mi hermana dejándola frente a todos para que la disfrutaran visualmente. Noté la excitación de mi hermana. Mientras mi mano recorría su cuerpo le dije al oído

-Te gustaría que te enjabonaran ellos?

  • Me encantaría- respondió.

Dí dos pasos al frente y entregué la esponja a Manolo. Fue el primero en recorrer el cuerpo de mi hermana con la esponja. Se detuvo donde tenía que hacerlo y ella separó las piernas para recibir mejor a la esponja. De uno en uno recorrieron su cuerpo por el orden que les indicaba entregándoles la esponja.

Dejé a Alex, el mayor del grupo, en último lugar. Mi hermana lo agradeció. A él no le dí la esponja. Alguien acercó dos bancos a la zona de las duchas.

Alex palpó cada rincón de su cuerpo. Le besaba el cuello y la boca mientras ella le tocaba el gran pene. Él le chupaba los pechos y mi hermana gemía. Ella se arrodilló para cogérsela con los labios. Él se apoyo en la pared embaldosada y cerró el agua. Ella movía la cabeza de delante a detrás escondiendo y enseñando los veinte centímetros. Mi hermana haciendo alarde de su agilidad, dio un respingo e hizo el pino apoyando los pies en la pared y separando las piernas. Alex hincó la boca en el sexo que le ofrecía mi hermana. Miré a Tony que achinaba los ojos de envidia. Pronto le tocaría a él, pensé.

Alex le comió el coño y le puso todos los dedos por orden y en desorden.

Vi que los brazos de mi hermana flaqueaban y entre tres entramos un banco en la ducha. Ella se tumbó sobre el banco y los que me ayudaron se quedaron.

Alex se colocó sobre ella y comenzó a penetrarla. Uno de los otros dos le tocaba los pechos. El otro se la puso en la boca. Los que aún estaban sentados en el otro banco se levantaron y fueron a por mi hermana. En segundos se montó un autentico gang bang.

Tony sacó a Alex de dentro de mi hermana para ponerse él.

Yo me limitaba a observar y controlar que nadie se pasara con ella.

Hubo un momento de crispación entre tres de los compañeros de equipo. Antes de llegar a mayores impuse mis reglas.

-Como en el entreno. Hacéis una rueda. Pechos. Polla en la boca. Comer coño quien quiera. Meterla y volver a la boca para correrse. No vale correrse dentro del coño.

Me hicieron caso. Todo el equipo hizo los cinco pasos. Querían hacer otra ronda. Mi hermana dijo que no. Tras la ducha se vistió con las prendas que le dejó Joaquín que era el más canijo. Ella, Tony y yo nos fuimos. El resto del equipo se quedó en el vestuario comentando la follada múltiple a la hermana de Román.

El conserje no estaba. La puerta se abría por dentro. Ya no llovía.

Tony dijo que podíamos ir a su casa. No había nadie y estaríamos solos los tres.

-Vamos, que mi hermano no me ha follado y quiero hacermelo con los dos a solas – dijo mi hermana mordiéndose el labio.