Con mí amiga gozamos la polla negra del brasilero
Ver su culito blanco comerse esa polla negra y gorda me calentaba tanto como cuando entraba en mi cola
No había fiesta, disco, bar al que fuera en el que en algún momento de la noche pusieran esas canciones brasileras de moda con buen ritmo. Sonaban hasta el hartazgo y se había puesto de moda que una pareja de brasileros y a veces personas de color que hacían de cuenta ser tales, bailaran en tarimas al ritmo de esa música.
Esa noche estábamos en una disco de moda con un grupo de amigos y amigas hasta que empezó el show en el que un presentador daba la bienvenida a esa pareja que movía su cuerpo envidiable de manera envidiable. Ella una brasilera de color con una piernas de infarto y un culito que se movía a la perfección con su meneos y quiebres de cadera. Él un mulato con una remera blanca que marcaba sus pectorales y unos brazos fuertes aunque no tan musculados. Tenía unos pantalones sueltos que se ajustaban arriba dejando notar un buen paquete y un trasero de película. Si bien empezaba a odiar esa música repetitiva y ese baile, debo admitir que no dejaba de admirar esos cuerpos.
En ese momento tenía 19 años y nadie sabía de mí bisexualidad salvo los chicos con los que había estado je. Había tenido mí primer relación con un compañero del colegio que he contado en otros relatos, un trío con él y un amigo de fútbol y luego una relación de amante con un cuarentón que también he relatado. En el primer año de la facultad me había liberado en mí intimidad pero hacia afuera era hetero y mantenía alguna relación con una compañera de estudios pero sin ser novios. Sólo estábamos cuando se daba la ocasión. Yo mido 1,85 soy delgado con buenas piernas y linda cola, de tez blanca y llevaba mí cola y entre pierna depiladas como le gustaba a mí amante maduro pero en el momento en el que cuento el relato ya habíamos terminado nuestra relación. De todos modos me había acostumbrado a ir así.
Luego de un rato en el lugar, con un poco de alcohol en sangre, uno de mis amigos, Martín, propuso ir a un hostel cercano que había una fiesta y continuar la noche ahí. Un grupo fue para otro lado y yo junto a otro chico y una amiga acompañamos a Martín. Eran un grupo de menos de 100 personas en la terraza del hostel. Parecía una buena fiesta en una noche cálida. Al llegar Martín y el otro chico se encontraron con otros amigos y nos quedamos con Cami que no conocíamos a nadie más. Cami es una chica alta de 1,77 según lo que ella decía, delgada con tetas pequeñas, pelo oscuro que contrastaba con su piel blanca, ojos grandes y un poco rasgados que hipnotizan, una boca y sonrisa amplia. Sus largas piernas terminan en un culito hermoso. La altura, su rostro tan bello y el vestido corto que llevaba esa noche hacía que sea el centro de muchas miradas. Cuando nos quedamos solos nos dirigimos a la barra para pedir un trago y nos encontramos con que el mulato que estaba bailando en el anterior lugar estaba sentado conversando con la chica que atendía.
Cami: mirá Fede, ahí está el que bailaba recién. Que bueno que está jaja
Yo: mientras no vuelvan a poner esa música de nuevo...
Cami: si la ponen bailo con él
Me sorprendió un poco sus comentarios, Cami era una chica bastante reservada. Jamás la había escuchado hablar así de un hombre. Por lo que sabía, a sus 18 años sólo había tenido relaciones con su novio de la adolescencia y después con un fulano de la facultad que resultó ser un estúpido. Se ve que el alcohol la había liberado un poco o la atracción por ese mulato. O una combinación de cosas.
Nos acercamos a la barra justo al lado de donde él estaba sentado. Notaba que la observaba y le dijo algo que le sacó una sonrisa y ruborizo sus mejillas. Yo miré al brasilero y cuando se dio cuenta de mí presencia me dedicó una sonrisa lanzandome un "hola" y extendiendo su mano para saludarme. Lo saludé y luego se presentó ante mí amiga. En un confuso español pero que se entendía nos hizo una preguntas sin importancia y nosotros a él. Cuando sirvieron nuestros tragos decidimos quedarnos a hablar con ese mulato simpático. Nos contó que hacía unos meses que estaba recorriendo el país bailando y se hospedaba en ese hostel. Conversamos de costumbres, de música, le hicimos preguntas sobre su país mientras seguía circulando el alcohol. Veía como Cami se soltaba y tocaba su cuerpo de manera "casual" mientras el brasilero le soltaba miradas que la ruborizaban. La verdad es que estaba muy lindo y si bien mí bisexualidad la tenía oculta, el alcohol hacía que también se me vaya alguna mano a sus brazos o pecho. La tercera vez que lo hice me lanzó la misma mirada que a Cami, buscando mis ojos para ver mí respuesta. Fijé mí mirada en la suya por unos segundos que me acaloraron y la bajé tímidamente. Él sonrió levemente y creo que Camí notó la secuencia porque también sonrió de manera cómplice mirando al mulato. Pero las risas y conversaciones siguieron.
La gente empezaba a irse, entre ellos mí amigo Martín y el otro chico. El mulato se disculpó explicando que estaba cansado, que quería ir a su habitación pero que nos invitaba a tomar una última cerveza. Con Cami nos miramos. Yo no sabía si la invitación a los dos era una formalidad para que efectivamente vaya Cami, o realmente era para ambos. Cami me miró con sus ojos brillantes y sonrisa pícara haciendo un gesto con su cabeza acompañada de un "vamos?". El brasilero me animó diciendo "vamos, vamos" y nos agarró a ambos de la mano. No tenía más opción y nos fuimos para su habitación.
Era un cierto pequeño con una cama de dos plazas, un placard y no mucho más. Pero muy cómoda. Sacó unas cervezas del frigo bar y puso música. Se recostó en la cama y con Cami nos miramos porque no había otro lugar para sentarse por lo que nos sentamos tímidamente en uno de sus bordes. Seguimos conversando hasta ponernos más cómodos. El mulato era muy agradable además de hermoso. Tanto a él como a mí se nos iba la mirada en las piernas de Cami que entre el alcohol y la relajación se le había subido un poco el vestido y apenas cubría el inicio de su entrepierna. En un momento el brasilero se incorpora para levantarse y apoya su mano en una de las piernas de Cami, pero en vez de pararse la mira con su rostro al lado del de ella y le da un beso. Cami lejos de molestarse se lo devuelve.
Me quedé mirándolos un poco incómodo sin saber que hacer. Y cuando quise pararme para irme él se dio cuenta y me agarró del brazo para que me quede. Cami se dio cuenta, me miró, sonrió y lo volvió a besar. Mí corazón se aceleró. No sabía si el quería que los dos estemos con Cami o también quería estar conmigo. Me moría de ganas de estar con la belleza de mí amiga y ese hermoso brasilero pero por otra parte me daba mucho miedo que Cami conociera mi inclinación sexual. Decidí quedarme a ver qué pasaba y veía como Cami actuaba pasivamente recibiendo sus besos mientras que la mano del mulato acariciaba sus piernas invitando a mí amiga a que las abriera. Metió su mano por debajo del vestido haciendo que Cami emitiera un leve suspiro de excitación. Se ve que le estaba dando un masaje en su clítoris por encima de su tanga mientras que mí amiga se soltaba un poco abriendo más las piernas y posando sus brazos alrededor del cuello de su amante y tímidamente empezó a tocar su paquete que empezaba a mostrar una importante erección.
Yo me estaba calentando viéndolos pero no sabía cuál iba a ser mi rol o en qué momento iba a entrar en escena, hasta que el brasilero se incorporó parándose frente a Cami estando yo al lado de ella. Se sacó la remera dejando ver unos pectorales marcados y un abdomen duro aunque sin marcarse sus abdominales. Cami lo tomó como una invitación y siguió acariciando su paquete para luego bajar sus pantalones junto a la ropa interior, saltando una polla negra y gruesa de unos 20 cm. Al verla se me hizo agua la boca y no paraba de mirarla. Se ve que a Cami también ya que no perdió tiempo en agarrarla con sus manitas y acariciarla para luego metersela en la boca. Verla con su vestido enrollado en la cintura y su tanguita sentada al borde de la cama mientras chupaba esa señora pija me calentó aún más. Mire hacia arriba y el brasilero me buscaba con su mirada y con sus ojos señaló hacia abajo como invitandome a comer yo también. Le hice una tímida afirmación con mí cabeza, él sonrió y apartó a Cami de su pija para que la reemplazara. No sé cómo me habrá visto mí amiga en ese momento pero agarré su pija, cerré mis ojos y la empecé a comer. Mí mano no lograba cerrarse alrededor de esa herramienta y su glande prominente y caliente era un manjar para mí boca. Al probarlo mí cuerpo se soltó y empecé a chupar con pasión arrancando gemidos del mulato que acariciaba la cabeza mientras balbuceaba algunas palabras en portugués. En un momento me frenó, se terminó de sacar sus pantalones y ropa interior y se acostó boca arriba en la cama. Antes de continuar mí amiga se sacó el vestido dejando al desnudo sus tetitas con pequeños y hermosos pezones rosados y yo me apure a sacarme la ropa quedando sólo con mí boxer. Con mí amiga nos pusimos cada uno a un costado del mulato que nos acarició el rostro a ambos para luego invitarnos a seguir con lo que estábamos haciendo pero está vez al mismo tiempo. Yo no quería ver a mí amiga a los ojos pero nuestras miradas se encontraron cuando nuestras bocas estaban haciendo contacto con esa pija grandota. Sonrió con un gesto de complicidad y aprobación que me hizo terminar de liberarme. Entre los dos le empezamos a chupar la pija mientras nuestras bocas y lenguas se cruzaban. Él nos acariciaba la cabeza y en un momento invita a Cami a qué se incorpore y sacándole la tanga hace que mi amiga se siente sobre su rostro para comerle la conchita. Yo seguía con mí labor mientras veía las manos grandes y fuertes de nuestro amante agarrar el culito blanco y perfecto de Cami mientras le chupaba el clítoris haciendo que mí amiga empezara a gemir con fuerza. Estuvimos así hasta que el brasilero se incorporó arrodillándose en la cama y Cami se puso en cuatro ofreciéndole su conchita completamente mojada a esta altura. Yo quedé recostado boca arriba y la cara de mí amiga estaba pegada a mí entrepierna. Vi su rostro de placer cuando esa pija empezó a entrar y automáticamente ella me sacó el boxer para empezar a chupar mí pija. La mía mide 17 cm y tiene un buen grosor pero parecía de otra especie comparada con la del mulato. De todos modos Cami no la despreció y la empezó a chupar de manera intermitente, combinando el placer que me estaba dando con gritos que emitía para liberar el goce que estaba teniendo. No pasó mucho hasta tener su primer orgasmo del que se debe haber enterado todo el hostel por los gritos que dio.
Luego se salió de la pija del mulato y me invitó a ponerme de rodillas a su lado mientras nos chupaba nuestras pijas alternativamente aunque su ahora concentración estaba en la de nuestro amante. Mientras esto sucedía el brasilero que estaba arrodillado al lado mío me empezó a tocar la cola. Una corriente eléctrica me invadió cuando sentí el primer roce de sus manos en mi cola. Era lo que estaba deseando y se lo demostré parando mi cola. Cuando se dio cuenta que podía avanzar se salió de la mamada de Cami poniéndome en cuatro, dejándome con mí cara en el colchón y mí cola para a su disposición. Para Cami esto era nuevo y no quería perder detalle de cómo el mulato metió uno y luego dos dedos para dilatarme y no le costó mucho. Mí cola ya estaba bastante acostumbrada. Yo estaba expectante y me calentaba más que mí amiga este con un primer plano de como esa pija negra empezaba a entrar de a poco en mí colita. Su cabeza entro con facilidad y a medida que me iba penetrando sentía como me iba abriendo. Nunca había sentido algo así. Me dolía un poco pero el dolor no se comparaba con el placer que estaba recibiendo. Empecé a gemir mientras Cami acariciaba mi espalda y mí amante agarraba mis nalgas. Luego Cami vino frente a mi me beso de una manera muy caliente para luego acostarse con sus piernas abiertas ofreciendome su conchita. Se ve que la escena la calentaba mucho ya que tenía su vagina ardiendo y muy húmeda. Sin pensarlo comí ese manjar mientras el brasilero me daba firmes palmadas en mis nalgas. Yo no daba más de calentura. Cami también gemía mientras que me preguntaba si me gustaba y con voz meloza me decía "viste que grandota que es? Te gusta como te coge?". Yo no daba más y se ve que nuestro amigo tampoco. Sacó la pija de mí cola dejando un gran vacío. Se sacó el preservativo y con su voz entrecortada nos ordenó "shupen" y ahí nos tuvo al segundo hasta que con gemidos gruesos y fuertes empezó a descargar leche en nuestras bocas y rostros como nunca había visto. Fueron como 6 o 7 chorros potentes de una leche espesa que tragué lo que pude para luego limpiar su pija mientras Cami recogía de su cara el semen y me lo daba con sus dedos "te gusta la leche Fede?". Yo quería acabar y me puse un preservativo, mí amiga entendió la señal y se abrió de piernas boca arriba para recibirme en su interior. A las pocas embestidas acabamos juntos mientras nos besamos con nuestros rostros llenos del semen del mulato. Por mí parte fue un orgasmo intenso potenciado por el morbo del trío y la imagen de esa polla negra en mí cabeza.
Nuestros cuerpos quedaron rendidos mientras que nuestro amigo nos acercaba un rollo de papel para limpiarnos. Luego fuimos de a uno al baño yo siendo el último. Estuve un tiempo higienizandome y cuando volví mis amantes estaban nuevamente en acción. Cami estaba acostada boca arriba con su culito expuesto a las lamidas del brasilero que con concentración lo chupaba y empezaba a meter un dedo. Cami emitió un suspiro y le pidió que tenga cuidado, que nunca lo había hecho por ahí. El mulato se tomó su tiempo y empezó a dilatar el hoyito de mí amiga con dos de sus dedos gruesos y abundante saliva y gel hasta que no sólo entraban a la perfección sino que se movían a buen ritmo al interior de mí amiga que gemia como al principio. Yo me dediqué a observar. La escena me calentaba mucho pero todavía me estaba recuperando un poco. Cuando el mulato entendió que ya estaba listo se acostó al lado mío boca arriba con su mástil apuntando al techo e invitó a Cami para que lo cabalgue. Al principio ella se metió esa pija por delante, como no estando segura de la penetración anal. Pero la calentura pudo más y se salió acomodando esa pijota a la entrada de su colita y de a poco la fue metiendo. Su rostro era de dolor pero se fue tomando el tiempo para que entre de a poco, acostumbrándose a como la iba abriendo. Al igual que Cami no quise perder detalle y fui a ver cómo esa herramienta negra entraba en su culito virgen. Observaba como se abría paso mientras Cami gritaba y gemia hasta que entró toda. Mí amiga se quedó quieta un instante y de a poco empezó a subir y bajar. El brasilero acompañaba sus movimientos hasta que el ritmo se empezó a acelerar. Ver su culito blanco comerse esa polla negra y gorda me calentaba tanto como cuando entraba en mi cola. Ella empezó a frotarse el clítoris mientras lo cabalgaba hasta acabar por tercera vez dejando caer su cuerpo sobre el torso de nuestro amante que la abrazaba y agarraba de la cola mientras se besaban tiernamente. La escena me había calentado mucho y quería mí segunda parte que no se hizo esperar.
Colocándome boca arriba al borde de la cama, el mulato puso mis piernas en sus hombros y con bastante facilidad me empezó a embestir haciéndome gritar de placer. Luego me puso de pie contra la pared y siguió dandome a buen ritmo. Sentía como esa pija me llenaba y empezó una sensación extraña en mí cuerpo de placer anal que no había tenido hasta ese momento y comencé a acabar sin siquiera tocarme. Fue un orgasmo único y desconocido hasta el momento. Mí pija dormida empezó a soltar leche mientras que el brasilero acababa llenando su preservativo de leche en mí interior. Sus embestidas fuertes y su miembro que se hinchaba fueron la coronación de mí orgasmo. Mis piernas temblaban. Mí cola estaba muy abierta. De a poco me la saco, me dio vuelta y me dio un beso con esos labios gruesos que me comieron la boca. Estaba entregado en sus brazos. Nos separamos y nos fuimos a la cama a hacerle compañía a Cami que nos sonreía. Ya estaba amaneciendo y teníamos que regresar. Ambos vivíamos con nuestras familias. Nuestro amante llamó dos taxis y nos despedimos entre los tres. Volví a mí casa sintiendo la brisa en mí cara y mí cola complacida.
Al otro día al despertar tenía un mensaje de Cami: "Fede, lo que pasó anoche queda anoche. Será nuestro secreto". Y así fue. Fue nuestro secreto hasta hoy pero no el único. Le hicimos la estadía más agradable al mulato aunque nunca repetimos el trío, pero ambos tratamos de aprovechar al máximo esa pija negra a nuestra disposición