Con mi amante y un amigo
Como os contaba en el primer relato, después de aquella primera vez, mantuve una relación con él de uj tiempo. Un día, sabiendo que mi mujer se iba a hacer un curso durante un mes fuera de la ciudad, me propuso que pasásemos unos días juntos en su chalet de la sierra junto con un amigo suyo.
Como os contaba en el primer relato, después de aquella primera vez, mantuve una relación con él, que por cierto se llama Luis, durante un cierto tiempo durante el que me fue haciendo cada vez más su putita. Nos veíamos con cierta asiduidad y en nuestros encuentros me iba enseñando a ser su mujercita. Le gustaba que cuando estábamos juntos, me comportara de forma un poco femenina incluso si salíamos a tomar algo. A veces incluso me exhibía un poco haciendo por ejemplo que vistiera de forma un poco ajustada o que se notara sutilmente que era suya acariciándome el culo descaradamente o dándome unos azotitos para que la gente lo percibiese. A mi esa sensación me calentaba mucho y cuando después llegábamos a su casa ya me tenía completamente rendido a su disposición. Yo le hacía todo lo que quería. Me encantaba que me follara sentado encima de él y que se corriese en mi culo y a él le gustaba mucho que le comiese el suyo mientras le masturbaba y como intuíais del relato anterior que le cogiera la polla mientras me meaba en la boca.
Un día, sabiendo que mi mujer se iba a hacer un curso durante un mes fuera de la ciudad, me propuso que pasásemos unos días juntos en su chalet de la sierra. Me dijo que además vendría un amigo suyo y que yo iba a ser la puta de los dos. Me preguntó si me atrevía a ser la zorra de dos machos y que me iban a volver loca de placer (cuando me hablaba se dirigía a mi en términos femeninos, incluso a veces me llamaba Marta). Yo le dije que por supuesto, así que quedamos para el fin de semana en que mi mujer se iba. Quedamos en que me recogerían en su coche el Viernes por la tarde y me puso dos condiciones: que me depilase entero y que fuese con un dilatador anal que me dio, metido en mi culo porque todavía estaba “un poco estrecha”.
Le dije que no podía depilarme, que mi mujer se daría cuenta, pero me convenció diciéndome que en un mes me habría crecido el pelo otra vez. Me dijo que me afeitase el vello púbico, y que me depilase bien las piernas y las axilas, que una buena puta estaba más rica sin pelo. Accedí así que el viernes en cuanto se fue mi mujer cojí la espuma de afeitar y una cuchilla y me quité todos los pelos que podían estorbar. Me dejé unas piernas lisas, que como además estaban morenas tenían un aspecto fantástico. Me deje el pubis completamente rasurado y me quité el resto de vello de mi cuerpo. Después me metí el dilatador. Al principio me molestaba un poco pero enseguida dejó de hacerlo y lo que hacía era que me sintiese la más guarra del mundo.
Estuve un rato desnudo, paseándome por la casa con el dilatador metido y mirándome al espejo viendo que aspecto tenía depilado, cuando sonó el teléfono y era él. Me dijo que en una hora estarían allí y que me pusiera por supuesto un tanga y los pantalones mas cortos que tuviera, una camisa ceñida con varios botones abiertos para que pareciese la puta que era y que no cogiese más ropa, que no me iba a hacer falta.
Me puse unos pantalones que me llegaban a medio muslo y una camisa estrecha. Me daba un poco de vergüenza salir depilado con esos pantalones pero por otro lado me excitaba mucho.
Cuando llegaron , me llamaron y bajé. Salieron del coche y me presentó a su amigo Juan, que era algo más joven, como de 40 años, fornido, moreno y velludo. Me saludó con un apretón de manos que aprovechó para atraerme hacia sí y con una sonrisa darme un abrazo y tocarme el culo:
- ¡Bonito culo! – me dijo - ¡y bonitas piernas!.
- Gracias, le contesté yo con una sonrisa picarona.
Nos montamos en el coche. Juan se sentó atrás conmigo para según él no dejarme “sola” y Luis conducía. Al cabo un una hora o así de conversación intrascendente Luis le preguntó a Juan si me había depilado bien. Juan me empezó a sobar los muslos y le contestó que si que tenía unas piernas muy suaves. Luis volvió a preguntar:
- ¿Se ha depilado todo?
- No lo sé, contestó Juan, tendremos que verlo. Vamos a parar en ese bar.
Paramos a tomar un café. Antes de bajarnos me hicieron acortarme un poco más el pantalón dándome unas vueltas al bajo para que enseñara bien mis piernas de puta. Nos bajamos del coche y mientras caminábamos me decían que solo me faltaban unos tacones para que moviese más el culo, mientras se reían y me daban azotitos. Entramos en el bar, pedimos los cafés y Luis me dijo:
- Vamos al baño. Me fui con él y ya dentro me dijo
- A ver si te has depilado entera y tienes tu consolador en su sitio.
Me bajó los pantalones y el tanga
- Ya veo que si zorra. Joder que buena estás, que ganas tengo de follarte. Ven que voy a mear, sácame la polla que me ha dicho Luis que esto te gusta mucho.
Me acerqué a él, dando unos pasitos porque tenía mis pantalones bajados, le desabroché el pantalón y le saqué la polla. La tenía bastante grande, estaba morcillota y se la sujeté mientras meaba. Cuando acabó empecé a pajearle pero me dijo:
- Tranquila zorra, ya tendrás tiempo. Chúpate los dedos y vámonos que nos espera Luis
- Espera, le dije, que tengo que mear yo.
- Tu meas en el de tias. Martita, ¿no eres una zorra? Las zorras mean sentadas. Me dijo.
Así que me hizo pasar al de mujeres y mear allí. Salimos de los baños y nos esparaba Juan con una sonrisa intuyendo lo que había pasado.
- ¿Todo bien? Le preguntó
- Todo prefecto, jajaja, le contestó. Menuda zorra, hasta ha meado en el de tias.
Emprendimos de nuevo el camino. Nos quedaba más o menos otra hora de viaje. Juan empezó a sobarme las piernas, me desabrochó la camisa me lamía las tetas y acabó desnudándome. Menos mal que había poco tráfico.
- Te has quedado con las ganas, ¿verdad?, me preguntó
- Siiii, le dije ronroneando
- Pues ahora es el momento.
Se bajó los pantalones y los slips y me cogió la mano y la puso alrededor de su polla. Empecé a masturbarle muy despacio mientras le besaba en la boca y en el cuello y le comía los pezones. Se le puso la polla enorme. ¡menos mal que me había puesto el dilatador!.
- Tenías razón Luis, si que es buena esta puta, le dijo a su amigo
- ¿Ves? Ya te lo decía yo.
Mientras yo le masturbaba y le lamía los huevos y la polla. Se los llenaba de mi saliva. Sentía los pelos de sus cojones en mi boca y eso me hacía sentir excitadísima y guarrísima. Estaba a punto de correrse cuando Luis dijo:
- Chicos, hemos llegado. A vestirse, jajaja.
Era una casa fantástica. Grande de dos pisos, con piscina…. Un encanto. Juan me enseñó la habitación donde dormiriamos. Encima de la cama había una especie de picardías de mujer unas medias y unos zapatos de tacón de mi número que más tarde me tendría que poner.
- Eso es todo lo que vas a necesitar aquí, me dijo.
Llegamos algo tarde, así que nos fuimos a cenar a un restaurante del pueblo. Luis me hizo darme un poco de brillo en los labios con un pintalabios que apenas tenía color. Me daba mucha vergüenza, pero me dijo que como era de noche apenas se notaría. Durante la cena a parte de comentarios cerdos de lo que me iban a hacer y de cómo me iban a follar no pasó nada especial, solo que cuando iban a mear yo les acompañaba para sacársela y sujetársela, acariciársela y notar su olor en mis manos. Si meaba yo, me hacían pasar al de mujeres. Comimos y sobre todo bebimos en abundancia y al final nos fuimos a la casa. Al entrar Juan me dijo mientras se quitaba la camisa:
- Ahora nos vas a dar el postre.
Se quitaron la ropa y se quedaron solo con los boxers puestos. Yo los miraba, tan velludos, tan machos con sus pollas marcándose y me ponía guarra perdida. Me desnudaron, se rozaban conmigo, me sobaban, me daban azotes, y agitaban el dildo dentro de mi culo.
- Me encantas así tan depiladita, puta, me decía Luis mientras me sobaba los muslos
y mordisqueaba mis nalgas.
Y mientras acariciaba a Juan. Me encantaba tocar su torso velludo, lamerle sentir su sabor de macho y sus pelos en mi boca. Él estaba sentado en el sofá y yo arrodillado entre sus piernas besándole las piernas, los muslos mientras notaba como su polla quería salir de sus boxers y detrás de mi estaba Juan jugando con mis piernas recién depiladas y con mis nalgas. De pronto apareció con una gargantilla de cuero que me ató alrededor del cuello:
- Te has ganado tu collar, perra, me dijo. Es hora de sacarte esto, decía mientras sacaba el dildo de mi culo y me metia un par de dedos.
Ya se habían desnudado del todo y yo estaba a cuatro patas entre las piernas de Juan lamiéndole entero dedicándome ahora a su polla y a sus huevos, mientras empecé a notar a Luis restregándome su polla entre mis nalgas que tenía enrojecidas de tanto que me las había sobado. De pronto Juan dijo:
- Déjame que me la folle yo primero, anda, que tu ya te la has follado.
Entonces cambiaron de posición. Juan se puso detrás de mi y empezó a penetrarme con su polla llena de mi saliva. Había hecho que me incorporase pero aunque ya no estaba de rodillas estaba aún agachado mamándole a Luis y ofreciendo mi culo a Juan que la metía en mi culo con movimientos muy lentos y muy profundos. Me dolía un poco porque la tenía muy grande, pero me daba más placer que dolor, tanto que no pude evitar correrme mientras me daba por culo. Aquello les excitó aún mas a los dos y Juan empezó a follarme muy rápido y muy fuerte. Volví a ponerme de rodillas en el sillón. Juan seguía follándome y Luis se había sentado en el respaldo agarrándome la cabeza y metiéndome su polla en la boca hasta la garganta. La metía, la sacaba, la restregaba en mi cara, me hacía chuparle los huevos y hasta el culo donde le metí la lengua mientras le masturbaba. Juan dijo que fuéramos a la cama, que estaríamos más cómodos, pero a Luis se le ocurrió que podriamos salir al jardín alrededor de la piscina. Nos pareció buena idea así que cogieron una cadena, la ataron de mi gargantilla y me hicieron salir a cuatro patitas tirando de mi, mientras me daban azotes y alguna patadita en el culo. Luis se tumbó en una colchoneta y yo me puse a horcajadas encima de él y en esa posición empezó a follarme a la vez que se la mamaba otra vez a Juan y me corría de nuevo. Eso hizo que Luis se corriera dentro de mi y con el culo lleno de su semen, Juan me tumbó, puso mis piernas en sus hombros y empezó a follarme metiéndome su pollón hasta los huevos agarrándome el culo hasta que se corrió.
Cuando se hubo corrido, Luis se sentó encima de mi cara y me la empezó a mear mientras Juan en la misma posición en que me había follado empezó a mearme en mi culo y en mi polla.
- Este es tu postre puta, ¿te gusta?, me decían mientras meaban y yo me corría por tercera vez.