Con Lucrecia, la hermana de mi amante
Era un tanto histérica, en una consulta solucioné sus problemas, hacía dos años que no veía una verga.
ESTA VEZ FUE LUCRECIA, la hermana de Marta
Lucrecia es la hermana menor de Marta, mi amante desde hace años, lo que les voy a contar sucedió alrededor del año del inicio de mi relación con Marta.
Lucrecia es una mujer de unos cuarenta años, bien bonita de todos lados (no parece hermana de Marta que es más bien feúcha), tiene un rostro muy agraciado, ayudada por algún ocasional bisturí, es más bien baja, cabello teñido de rubio, largo, muy buenas tetas, redondas y duras no demasiado grandes, un culo de ensueño que destaca con pantalones ajustados, indumentaria que usa casi siempre. Sólo una vez la vi usar pollera, bastante corta, y allí advertí que tiene unas bellísimas piernas, con muslos grandes como a mí me gustan.
Es bastante neurótica, ha tenido dos parejas, una por dos años y otra por algo más de uno. Los dos hombres no lograron afianzar una relación estable con ella. Vive sola en un dos ambientes cerca de lo de Marta, razón por la cual va a visitar a su hermana con frecuencia; aunque siempre acaban peleando por cualquier tontería.
Yo logré establecer una bastante buena comunicación con Lucre, ayudado por mi conocimiento profesional de la personalidad de la mujer neurótica. Es una mujer inteligente, Licenciada en Ciencias Políticas con un cargo jerárquico en el Ministerio de Defensa de la Nación, en sus visitas a lo de Marta, cuando estaba yo, entablábamos conversaciones profundas sobre temas de su especialidad. Y hasta yo lograba mediar en las peleas entre las hermanas. Lucre era la madrina de Lu, y no se si la ahijada no le había contado algo de la relación conmigo.
El caso es que mi "cuñada", teniendo a su hermana ginecóloga experta, empezó a consultarme a mí, primero por intrascendencias, y más tarde por los síntomas de lo que parecía ser una menopausia precoz. No la examiné nunca, no era necesario, pero le receté algunos medicamentos apropiados, y le recomendé que llevara un estricto control de sus reglas.
En estas charlas médicas me contó que hacía más de dos años que no tenía relaciones con un hombre. Me confió que a veces se masturbaba con los dedos, le recomendé un vibrador, y que si quería se lo compraba yo para que no pasara por la vergüenza de ir ella a comprarlo. Con gestos le indiqué los tamaños disponibles en el mercado, y eligió uno mediano. Fue mi regalo para su cumpleaños N° 41; en la reunión que hizo para celebrarlo fue el único regalo que no mostró a los concurrentes.
Lucre caía de visita a lo de Marta antes de que ella llegara, eso nos daba un tiempo para conversar a solas, me confió que el consolador le resultaba de maravillas. Pero yo se que esos aparatitos no dan todo lo que puede dar una buena verga con un hombre pegado atrás.
En las reuniones familiares con todos los hijos de Marta, que eran una multitud, Lucre no perdía ocasión de rozarme por donde pudiera, y alguna vez se encontró con mi erección, provocada por Marta, Lu y sus amigas, y también por ella.
Yo no soñaba con cogerla, aunque me gustaba la idea. Nos veíamos a menudo en lo de Marta a solas, ya que ella llegaba a horarios en que sabía que su hermana no estaba, con el pretexto de consultarme sobre sus problemas íntimos; y yo le daba aire para que me contara con detalles sus experiencias anteriores en materia de sexo, lo que derivaba en charlas muy calientes que me hacían parar la verga, esta excitación era aprovechada por Marta o por Lu o por alguna de las amigas de Lu.
A poco llegué a mi diagnóstico, Lucre llevaba dos años sin coger, y cuando cogió la cogieron muy mal. A pesar de convivir con un hombre por períodos largos había tenido orgasmos sólo cada tanto, en un sexo convencional, sin felatio, ni cunniligus, sin sexo anal, siempre en la misma posición, la clásica del misionero. No le aconsejé nada en eso. Pero el síndrome era cabal: "MUJER MAL COGIDA=MUJER NEURÓTICA".
Seguía sin pensar en nada con mi "cuñada".
Pero el hombre es chispa y la mujer estopa, viene el diablo y sopla.
Un mediodía, Marta trabaja hasta las 20, me llama Lucre; no había ido a trabajar porque se sentía muy mal, y quería que fuera a verla a su departamento. Aún en viaje de placer siempre llevo conmigo un maletín con lo básico en materia de instrumentos y drogas, lo revisé y partí caminando hasta lo de Lucre,
Me recibió con una bata que mostraba más de lo que ocultaba. Tenía preparados una botella de scotch del bueno, un balde con hielo y dos vasos, los dos primeros los sirvió ella, normales. No sentamos en el living, enfrentados. Le dije que no la veía tan mal como me había dicho. Me respondió que su mal era de adentro y que no se podía ver.
Siento como una desazón terrible, no puedo estar parada, ni sentada, ni acostada, sólo caminando se me alivia un poco.
¿Probaste con el vibrador?.
Sí pero no quiero más ese aparato. Ya no me sirve más, quedo igual que antes de masturbarme.-
La posición relativa en que estábamos me permitió ver que debajo de la bata no llevaba nada más puesto. Comprendí que quería que la cogiera, y a mí no me faltaban ganas. Mi verga ya estaba a medio parar. Le ofrecí un masaje para que se relajara y lo aceptó.
La tendí en la mesa del comedor, antes se quitó la bata y estaba como lo adiviné totalmente desnuda. Entibié el aceite relajante que llevaba en mi maletín y empecé a esparcirlo por su espalda con movimientos suaves de mis manos.
Ummmm, qué bien me hace tu masaje.-
En mi profesión hay que saber de todo.-
¿A Marta la masajeás así? Porque desde que está con vos se la ve muy relajada, más linda, le ha mejorado el cutis, está como más joven.-
A Marta no la masajeo, le hago otro tratamiento.-
¿Me lo podrías hacer a mí?.-
No le contesté, pero extendí el masaje hasta su culo y sus muslos, sin separarle las nalgas, seguí por sus piernas y sus pies.
Ahora date vuelta.-
¿No te importa que esté desnuda?, claro no, vos sos médico, si habrás visto mujeres desnudas.
Tan lindas como vos, pocas veces.-
Mi masaje empezó por el cuello, los hombros, y siguió por los pechos, se notaban duros y los pezones erectos. Me detuve un rato en ellos, le pellizcaba los pezones, y ella respondía con suaves gemidos, le amasaba las tetas con todas las manos, dos ojalá dios me hubiera puesto seis. Seguí por su vientre, suave y redondeado, hasta llegar a su mata de pelo, estaba semi depilada. Me salteé el centro del placer y seguí por sus muslos espléndidos, a esta altura ya mi verga estaba a mil, y me hacía doler la presión contra el pantalón. Cuando terminé con cada uno de los dedos de sus pies volví a su concha, ya sin aceite en mis dedos, toqué y me encontré con una inundación de jugos vaginales.
Creo que voy a tener que variar el tratamiento que pensaba hacerte. Te voy a hacer lo que le hago a Marta.
Dale, si a ella le hace bien.-
Le separé las piernas y le apliqué mi lengua en su vagina, con la lengua le separé los labios mayores y los menores y me apliqué a su clítoris ardiente de deseo. Lucre empezó con sus primeros orgasmos.
Nunca me hicieron esto.-
No habrás dado con los hombres indicados.-
Seguí que me gusta mucho.-
Más te va a gustar lo que viene. Pero esperá que falta-
Me fui quitando mi ropa hasta quedar desnudo frente a ella, mi verga se bamboleaba libre luciendo en todo el esplendor de una brutal erección. La hice correr hasta que la cabeza de ella quedó colgando fuera de la mesa, y acerqué mi pija a sus labios.
Chupala.-
No se cómo se hace, no lo hice nunca.-
Vas a aprender, cubrí los dientes con los labios, metétela de a poco hasta donde puedas, acariciala con la lengua, no me la toques con los dientes que duele. Chupá como si fuera una bombilla, chupá fuerte.-
No me vayas a acabar en la boca.-
Por ahora no, después veremos.
Llevame a la cama y cogeme.-
La alcé en mis brazos y la transporté al dormitorio, cama de dos plazas, elegí una música romántica, y me tendí junto a ella. Nos besábamos con toda la lengua, y la acariciaba entera a mi gusto, Me explayaba en sus tetas, hasta que pasé a su concha, mi pulgar en su clítoris y dos dedos adentro.
Cogeme ya, no seas malo.-
Esperá que te va a gustar más, agarrame la pija en tus manos, hacé que tus manos sean como tu concha, pajeame.
La tenés muy grande, me va a gustar, aunque me duela un poco, siempre soñé con una verga como la tuya. Te la observaba en lo de Marta cuando te calentabas con tantas pendejas que te toqueteaban el bulto. Pensar que mi hermana la tiene adentro cuando quiere.
Y yo soñaba con tus tetas y tu culo, ahora me lo vas a entregar.-
¡¡NO!! Soy virgen del culo,-
Siempre hay una primera vez, para todo, y tu culito va a ser mío, un estreno que no esperaba.-
Cogeme de una vez, quiero tu verga en mi concha, me pusiste muy caliente. Ahora quiero coger como la más puta de las mujeres que conociste.-
Pedimelo.-
¡¡¡¡Quiero que me la pongas toda!!!, volcame tu leche, haceme acabar como una yegua, soy tu yegua, cogeme de una vez.-
Le abrí las piernas y me puse en posición, no era conveniente innovar en esta primera cogida. Mi pija y su concha estaban empapadas de jugos, se la deslicé con comodidad, y me encontré con una vagina de niña, estrecha, tanto que a pesar de la lubricación tuve que hacer un esfuerzo para ponérsela toda.
- Tenés una verga hermosa, me llena toda la concha, nunca tuve semejante poronga adentro, me hacés gozar con todo, dale, bombeá que acabo.-
Lucre meneaba las caderas como posesa, yo sentía sus orgasmos como el mejor regalo que podía hacerme. Estaba por venirme y se lo anuncié.
Te acabo adentro.-
Dale, dame tu leche.-
Ahí va.-
Y le largué mi chorro que al golpear contra el fondo de su vagina la llenó de placer, se relajó, mientras con mi verga aún dura la seguía bombeando hasta sacarme hasta la última gota de leche que guardaba.
Traete dos whiskys, y los cigarrillos míos.
Obedeció sumisa, bebimos y fumamos un rato, mientras conversábamos nuestra primera vez.
Me gustó demasiado.- me dijo. Nunca me cogieron de esa forma, nunca me hicieron gozar tanto.-
Sospechaba que siempre te habían cogido mal, pero vas a ver cuando te la ponga en el culo cómo gozás.
Ya te dije que por ahí no.
La dejé sin respuesta, esperé que mi verga recuperara su dureza, y volví a acariciarla por todas partes, se volvió a calentar. Entonces empecé con su culo, primero las nalgas de oro, luego se las separé y le toqué apenas el hoyito. No dijo nada; con el aceite de los masajes le unté primero las nalgas, luego el ano. Cuando metí un dedo pegó un respingo, la tranquilicé dicíéndole que no le iba a pasar nada que ella no quisiera. Estaba tan caliente que me dejó hacer. Un dedo mío se deslizaba de afuera hacia adentro y viceversa. Mi otra mano estaba en su clítoris dándole placer. Cuando puse dos dedos volvió a respingar, pero no dijo nada. Abrí los dedos en tijera y revolví como si fuera una comida al fuego. El culo estaba igual de caliente. Con el tercer dedo ni respingo, empezó a retorcerse y a gemir.
Dale Sergio, mi culo es tuyo, llenamelo de verga. Me encanta tu verga por cualquier parte.
Un hermoso culo se ofrecía a los embates de mi poronga dura, aunque Lucre ya gemía de placer la calenté un poco más sobando sus tetas y su concha. Totalmente desinhibida pedía verga a los gritos; después de dos años a pura paja tener una pija de verdad a su disposición la deliraba.
Cuando le metí la cabeza volvió el respingo, mi poronga es más gruesa que tres de mis dedos, pero la aceptó bien. El culo era muy estrecho, mi verga entraba poco a poco, dilatando lo que faltaba. Sentía como si ese culo me succionara, era como una mano suave que apretaba mi pija.
Maldito, me estás haciendo gozar por el culo.-
Te dije que te iba a gustar.- le dije mientras me ocupaba bien de su clítoris duro y caliente.
A poco empezó a menearse, estaba boca abajo, como a mí me gusta, y miraba ese culo danzante, sentí su primer orgasmo anal, luego el segundo, como su hermana y su sobrina era multiorgásmica, acababa a cada rato, gemía, gritaba y se meneaba. Yo no soy de madera y ante tal calentura me derramé dentro de ese culo digno de un record.
Se la dejé adentro un rato, porque sus espasmos posteriores a los orgasmos sucesivos me hicieron vaciarme otra vez.
Nos quedamos acariciándonos y besándonos un buen rato. Yo quería que me la chupara hasta hacerme acabar, pero mi pobre verga ya no daba para más; así que ni se lo propuse. Lo hicimos un mes después en mi casa en Mendoza; donde pasamos un fin de semana sin parar de coger, por todos lados y en todas las posiciones. Lucre cambió su humor, ya no peleó con Marta, le suprimí los ansiolíticos, y casi toda la medicación. Se convirtió en otra mujer, alegre, desprejuiciada; rejuveneció.
Y al poco tiempo encaró una nueva pareja, pero no dejó de coger conmigo cada vez que podía.
Si alguna dama de cualquier edad quiere probar mis tratamientos, no tiene más que dirigirse a mi e-mail y vemos la ocasión.
Si algún colega entiende que mi terapia falta a la ética profesional, que recuerde que nuestro primer deber es aliviar al paciente de sus males. Escríbanme y lo discutiremos con altura.
Sergio.