Con las bragas en el bolsilllo

Aquí termina la trilogía de las bragas de Alba, una tarde de lujuria con una mujer casada que descubre los placeres del adulterio.

Alba observo con deseo como saboreaba el dedo, que momentos antes recorrió la humedad de sus bragas, y con su mirada parecía pedirme que le dejase probar sus propios jugos. Pero el ascensor estaba a punto de llegar a la planta baja. Así que se colocó la falda, se arregló el pelo y poniéndose sus gafas de sol, me dijo

  • Vamos, que tenemos muchas cosas que hacer.

Había dejado mi coche en un parking cercano, durante el trayecto al nuestra conversación se limitó a mis indicaciones hacía donde dirigirse. Me gustaba su forma de caminar, dicen que forma de caminar revela nuestra personalidad. Los pasos de Alba eran enérgicos, se clavaban con fuerza en el pavimento. El compás de los tacones de sus zapatos negros, fue marcando el ritmo de nuestros pasos; Me fije en sus medias transparentes que dejaban ver la tersura de la piel de sus piernas y en su falda oprimiendo sus nalgas redondeadas. Ambas habían cumplido su misión, mi rendición incondicional.

Cuando llegamos al coche, le abrí la puerta, me respondió con una sonrisa diciéndome que era todo un caballero”, al mismo tiempo que su mano recorrió lentamente mi entrepierna. Con su mirada me decía que ya no había marcha atrás.

  • Vamos a mi casa.

Dijo cuando abandonamos el parking. Me quede mirando para ella con cara dubitativa.

  • Quiero que follemos en mi casa.

  • ¿Y tus hijos?

  • Mis hijos están en Londres y Gustavo no volverá hasta la noche.

La expresión de mi cara, debió dejar entrever que yo no estaba del todo convencido. Follar a la mujer de Gustavo ya era un riesgo, que follemos en su propia casa era elevar el riesgo todavía más ese riesgo. Cogió mi mano y la colocó entre sus muslos justo donde acababan sus medias, mirándome me pregunto:

  • ¿Te preocupa algo?

  • No que va, nada

Le conteste, mientras mi mano subía por su muslo hasta volver a notar la humedad de sus bragas. El roce de mis dedos sobre la tela, hizo que un leve gemido de placer rompiese el silencio del coche, y que instintivamente abriese sus piernas para facilitar mi labor. Busqué su sexo, reclinó levemente el asiento, de tal forma que mi mano pudo recorrer su raja de abajo a arriba con facilidad, note que mis dedos estaban empapados. Saque mi mano con intención de lamerlos, pero ella me detuvo llevando mi mano hacia su boca. Uno a uno mis dedos fueron desapareciendo entre sus labios rojos. Cuando termino volvió a dejarla en su coño.

  • Ya queda poco. Aparca el coche en el garaje, nuestro adosado es el único que tiene la entrada lateral por lo que es imposible que lo vean entrar o salir.

  • De acuerdo

  • Nunca has estado en nuestra casa, ¿no?

  • No

  • Este año te invitaremos a la fiesta final de verano. A Gustavo le gusta hacer una fiesta todos los veranos, suele hacer una cena informal en el jardín. Invita amigos, clientes y gente con la que trabaja, como tú. Precisamente hace unos días me pregunto que me parecía que te invitase.

  • ¿Qué le dijiste?

Dije, mientras mis dedos seguían jugando con lo había al fondo sus muslos.

  • Que me parecía bien. Le dije que era una buena idea que uno de los responsables del lanzamiento estuviese. Y de paso te podía presentar a alguna de nuestras amigas. Si te follas a alguna quiero que después me lo cuentes. ¿Entendido?.

Me dijo deslizando su mano por mi muslo hasta llegar a mi entrepierna.

  • Ya llegamos, apárcalo en el garaje

Desde el garaje accedimos directamente a la planta superior de la vivienda, donde empezó un beso apasionado me fue guiando hasta el dormitorio, casi sin darme cuenta estábamos al pie de su cama.

Mis manos bajaron por sus costados, deteniéndose alrededor de su cintura durante un momento, la sujete con fuerza pegándola a mí, y con mis manos desabroche la cremallera de su falda, un ligero movimiento de caderas de Alba hizo que se deslizara hasta caer sobre sus pies. Separándose ligeramente de mí y con dos ligeros movimientos de sus pies, la falda acabo a dos metros de donde estábamos. Se quitó la camisa quedando únicamente en ropa interior y medias. Por fin pude ver como le quedaba el conjunto entero. Creo que mi sonrisa me delato, e imaginó lo que estaba pensando. Se giró sobre sí misma, tras la fina lencería se intuía un culo suavemente bronceado.

  • ¿Cómo las prefieres ver así o en la mano?

Respondí a su pregunta recorriendo su cuerpo con mis manos. Le dije que se sentase en la cama, me situé entre sus muslos besando sus piernas a medida que le quitaba las medias. Al terminar, recorrí con mi lengua la parte interior de su muslo izquierdo. Alba se tumbó totalmente sobre su cama, yo separe sus piernas. Contemple su sexo casi depilado a través de la tela trasparente coronada con el lacito azul. Me acerque, lo bese su coño delicadamente, notaba como su sabor iba adueñándose de mí, y su olor penetraba en mi nariz, ambos hicieron que mi cerebro reaccionará, como si una droga le hubiese provocado un subidón de morbo y excitación.

Separe ligeramente la braga, y por primera vez mi lengua recorría aquella zona, su suavidad mi llevo a pensar que estaba recién depilada que esa mañana se había depilado pensando en esta posibilidad. El contacto de mi lengua hizo que Alba se tensase y lanzase sus primeros suspiros. Fui bajando sus bragas, al llegar a sus tobillos levante sus pies y se deslizaron hasta caer en el suelo. Me deleite unos momentos en contemplar su vagina lisa, ligeramente abierta y brillante por la humedad de sus flujos.

Con la punta de mi lengua recorrí lentamente los labios de su vagina, una leve presión hacía que se fuesen abriendo a su paso de mi lengua, su interior estaba húmedo y cálido con un sabor extremadamente dulce. Hice el recorrido varías veces, Alba movía su cabeza a la vez que  su cuerpo se tensaba, le estaba gustado. Cuando encontré la entrada de su vagina, introduje mi lengua en ella, presionando para que penetrase en aquel estrecho paso que daba paso a lo más profundo de su sexo. Sin prisas fui acercando mi lengua hasta llegar a su clítoris. Lo lamí circularmente, al principio muy lentamente, humedeciéndolo con sus propios flujos que mí lengua recogía de su vagina. En ese momento, los gemidos de Alba eran más continuados, acompañados de palabras que me era imposible de comprender.

Cuando note su clítoris duro, lo chupe primero a intervalos suaves y cortos hasta ir prolongando su duración. Sin separar mi boca de su clítoris, mis dedos acariciaron la entrada de su vagina. Al oír sus gemidos, levante mi vista hacia ella. Estaba con los ojos cerrados y su melena sobre la cama. Mientras se mordía uno de sus dedos, con la otra mano se aferraba la colcha. Fue entonces cuando mi dedo se deslizo dentro de ella, entrando y saliendo marcando un ritmo constante. Eche una última mirada a su cara de placer, y volví a lamer su clítoris mientras un segundo dedo penetraba en su coño. Un grito salió de su boca al sentir mi par de dedos entrar en ella moviéndose ahora con intensidad

Mi cara se clavó en su sexo empapado, las yemas de mis dedos jugaban con la zona superior del interior de su vagina, mientras mi lengua recorría su clítoris. La combinación de las tres cosas hizo que su cuerpo se tensará, una serie de espasmos fue el inicio de un orgasmo brutal que acabo con mi cara empapada de sus flujos.

Al cabo de unos minutos recupero la respiración, se levantó y mirándome a los ojos manipulo mi cinturón y pantalones de tal forma que cayeron solos, de un empujón me echo sobre la cama se sentó a mi lado y con su mano empezó a recorrer mi polla sobre el calzoncillo.

  • Me has dado el mejor sexo oral de mi vida. Dijo, con cara de vicio. Gustavo no lo hace mal, pero tú, hoy lo has bordado.

Mientras decía eso, apretó ligeramente el tronco de mi polla con su mano. En ese momento sonó su teléfono, haciéndome un gesto pidiéndome silencio, se levantó a cogerlo. La vi caminar hacia su bolso que estaba sobre una butaca, recordé sus pasos firmes de esta mañana, ahora contemplaba su culo desnudo, el movimiento de sus nalgas  mientras se inclinaba sobre su bolso. Cogió su móvil, miró a la pantalla y sonrió.

  • Vaya, hablando del Rey de Roma, mira quien es

Giró la pantalla donde se veía una foto de Gustavo sonriente. Enseñándome sus dedos me dijo.

  • Estoy tocándole la cara a Gustavo con los dedos que hace un momento estaban tocando tu polla. Me estoy mojando otra vez. Ahora cállate que voy a poner el manos libres.

  • Dime Gustavo

  • Hola, ¿Dónde estabas? tardaste en coger el móvil.

  • Si estaba probándome la ropa interior que compre el otro día.

Dijo Alba, mientras se quitaba el sujetador y se volvía a sentar a mi lado.

  • ¿La que te inspiró la caja?, me gusta ese conjunto, por cierto aun no te lo he visto puesto.

  • No sé, viéndomelo puesto no me convence tanto.

Dijo mientras jugaba con el sujetador sobre mi pecho.

  • Bueno, tú verás. Hablando de eso, ¿no crees que a Luis no le convenció demasiado la caja?, tardó en reaccionar, como dudando.

  • No que va, cuando me trajo a casa estuvimos hablando y se le veía muy convencido. No paraba de decirme que el toque del lacito azul era perfecto.

  • Bueno, si lo dices tan convencida es que será verdad. En el coche puedes ver mejor sus reacciones y gestos que en una sala de reuniones.

  • Te aseguro que sí, cariño. Tranquilo que le encanto.

Dijo mientras me sacaba la polla del calzoncillo, y empezó acariciarla

  • Bueno, no te llamaba solo por eso solo. Verás ha surgido un problema en C……,

Mientras Gustavo explicaba un problema que había surgido en una de las plantas, Alba introdujo mi polla en su boca, dándole una larga, lenta y suave mamada, que duro justo lo que duro la explicación de Gustavo.

  • Tengo que irme cagando leches. Posiblemente me quede a dormir allí. Lo siento, otro día veré como te queda el conjunto.

  • No pasa, tengo pensado ir a mojarme a la playa por la tarde, pero ya veré. Quizás me refresque en la piscina.

Al acabar paso su lengua por mi capullo

  • Una cosa más, a ver si localizas a Luís le he llamado varias veces, pero tiene el teléfono apagado. Quiero hablar con él sobre el tema, me fio de ti, pero me gustaría hablar con él. Un beso, venga, si puedo después te llamo.

Alba corto la llamada. Y volvió a coger mi polla para metérsela en la boca, subiendo y bajando la piel con su mano, y recorriendo cada centímetro de mi polla con sus labios hasta llegar a mi capullo, entonces pasaba su dedos por el suavemente, haciéndome sufrir de placer.

Se acostó a mi lado, sin soltarme la polla.

  • Creo que deberías llamar a Gustavo, me dijo que te estaba buscando

Continuará…

Con la bragas en el bolsillo

La mirada de Alba diciéndome que llamase a su marido era de puro vicio. Sus pezones seguían duros como piedras y en su coño aun brillaban los restos de su corrida. No me lo pensé dos veces, aquello formaba parte del juego sexual que habíamos empezado, así que cogí el móvil del pantalón y lo encendí, no paso ni un minuto cuando saltaron las llamadas de Gustavo. Alba con un gesto me pidió que me tumbase a su lado, me acomode junto a ella y mientras con una mano recorría su cuerpo con la otra llame a Gustavo.

Alba se levantó, con su Iphone en la mano se dirigió a la cómoda y lo acoplo en el reproductor de sobremesa. Observe su figura desnuda reclinada mientras manipulaba el dispositivo, su postura me ofrecía una vista privilegiada de su culo y su bulba ligeramente abierta entre sus muslos. Ante tal panorama mi polla reacciono saliendo de la bragueta de mis calzoncillos, mientras la señal de llamada sonaba en el teléfono y se podía leer el nombre de su marido en mi pantalla. Me falto poco para colgar, acércame a ella penetrarla en esa posición, pero en ese momento la voz de Gustavo se oyó por el manos libres. Alba se dio la vuelta, sus ojos clavaron primero en mi polla para después mirarme con ojos lascivos mientras recorría con uno de sus dedos la raja depilada de su coño.

La voz de Gustavo se volvió a oír por el manoslibres

  • ¿Luis?, ¿Me oyes?

-Sí, sí te oigo. ¿Me oyes tú a mí?

  • Sí, ahora sí. Estoy en el coche a veces se va la cobertura.

  • Acabo de ver tus llamadas, pero estaba en una degustación con una clienta y lo tenía apagado, lo siento.

Mientras Gustavo y yo hablábamos, empezó a sonar el Sign Your Name de Terence Trent D'Arby, y Alba con pasos lentos al ritmo de la canción se fue acercando hacia mí.

  • ¿De qué era la degustación?

  • Un conserva gourmet a base de algas y almejas.

  • Suena bien

  • Sí, es un producto exquisito, lo llamaran “Delicias de mar”

  • Que bueno, ya me contarás. Mira, te llamaba por la reunión de la mañana. No sé, no te vi muy convencido…

Mientras Gustavo volvía a repetir lo mismo que ya había escuchado anteriormente. Alba me estaba sacando los calzoncillos, mi polla se bamboleo a ambos lados al liberarse de ellos. Duarte unos segundos Alba la contemplo; después la cogió y comprobó su dureza oprimiéndola ligeramente con la palma de su mano.

El morbo crecía por momentos. La voz de Gustavo, la música de fondo y Alba presionándome le polla mientras me miraba con sus ojos azules tras los mechones de su pelo negro cubriéndole la cara.

  • No de verdad Gustavo, créeme, me encanta. Dije mirando fijamente para Alba. En caso contrario te lo diría. Es lo que queríamos, algo que estimulase el sabor, la vista y el tacto, y estoy convencido de que lo hemos conseguido.

Aprovechando que estaba contestando a Gustavo. Alba se puso encima de mí, cogió mi polla con una mano y la fue guiándola hacia la entrada de su coño, donde primero mí capullo y después el resto fue despareciendo lentamente mientras se sentaba encima. Aquella situación me estaba llevando al límite. Por un lado, deseaba terminar mi conversación telefónica con Gustavo, para disfrutar del coño de su mujer sin interrupciones, pero por otro lado, hablar con Gustavo viendo como Alba se movía en círculos con mi polla clavada mientras se presionaba sus pechos con una mano, provoco en mí un estado de excitación y morbo como pocas veces había sentido.

  • Vale, te creo, pero me había quedado preocupado. Antes hable con Alba, y también me dijo que estaba equivocado, pero preferí hablar contigo para quedarme más tranquilo. Por cierto, ¿eso que suena es Terence Trent D'Arby?

  • Si

  • Que curioso, hoy cuando Alba estaba en la ducha sonaba esa canción en su Iphone. Ese tema tiene un ritmo muy sensual, cuando la escucho me evoca la típica escena de cama donde ella está sentada sobre el moviendo sus caderas. ¿Sabes qué?, ¿y si la usamos como fondo para las cuñas de radio?.

Me quede mirando para Alba, vi como una sonrisa lasciva se dibujaba en su cara a la vez aque firmaba con su cabeza. Mientras sus caderas seguían moviéndose en círculos con mi polla dentro de ella.

  • Es cierto, le pediré a los de producción que nos hagan algunas pruebas. Al final, los aportaciones de Alba están mejorando mucho el concepto final. Le voy a proponer que deje la abogacía y que se venga a la agencia.

  • Jajaja, no estaría mal. Bueno, te dejo que aún me quedan muchos km de coche. Llama a Alba para comentarle lo del tema musical, a ver qué le parece. A mí me queda poca batería.

  • Ok, lo haré. Hablamos cuando vuelvas. Hasta luego Gustavo

Fue la propia Alba la que colgó, reclinándose sobre mí. Ninguno de los dos pronuncio una palabra e instintivamente nuestros labios se juntaron, nuestras leguas jugaban entre ellas, note sus pezones duros sobre mi pecho, sentía mi polla dentro de su coño húmedo y cálido. La separe de mí, me levante y como leyéndome el pensamiento se puso a cuatro patas sobre la cama, le acaricie el coño, la penetre con uno de mis dedos, gimió al sentir su frialdad, lo retire. Me situé entre sus piernas, coloque mi polla en la entrada de su coño y la fui penetrando lentamente, cuando note que mis huevos tocaban sus muslos empecé a bombearla primero marcando un ritmo lento, en cada movimiento casi sacaba mi polla por completo para volver a metérsela lentamente. La estrechez de su coño hacía que me volviese loco del placer por el roce de mi polla al entrar y salir, el sonido nuestras respiraciones se confundía con un tema que sonaba de fondo. Cuando mi polla llegaba al tope, movía sus caderas y se clavaba contra mi para aprovechar mejor cada una de mis embestidas, que iban aumentando en ritmo e intensidad. Su espalda se curvaba delante de mí, primero la recorrí con la punta de mis dedos y después inclinándome sobre ella le daba pequeños mordiscos en sus hombros acompañados con algunos besos en su espalda. Seguí penetrándola durante en esa postura en unos minutos, pero quería ver su cara mientras follábamos, le pedí que se diese la vuelta, puse una de las almohadas bajo su cintura, coloque sus piernas en mis hombros y la a penetre, esta vez, de golpe y hasta el fondo. Un gemido de placer salió de su boca, me quede con la polla dentro moviéndola, ella abrió los ojos y nos quedamos mirando fijamente, yo sin retirar la vista empecé a bombearla. Alba mientras me miraba entre provocadora y entregada al placer, cada vez que la penetraba su boca se abría ligeramente y un gemido salía de su garganta, a medida que mi ritmo iba en aumento los gemidos eran más prolongados y su boca se abría más. Vi su clítoris brillante, moje mis dedos y lo acaricie mientras la seguía penetrado, esto hizo que sus gemidos se volviesen constates. Nos miramos fijamente, Alba me penetraba con su mirada mientras mi polla entraba y salía.

  • Me voy a correr cabrón, ummmmm. Quiero que te corras conmigo.

Yo no aguantaba más, mis huevos ya me dolían. Era demasiado tiempo aguantando, desde el primer contacto en el ascensor, el trayecto en el coche y todo lo que paso que sentía una necesidad imperiosa de correrme. Cuatro o cinco embestidas después empezó a correrse, yo la acompañe a los pocos segundos, acabando ambos con un orgasmo bestial y tumbados en la cama. El puto Sign Your Name de Terence Trent D'Arby seguía sonando en modo bucle en el Iphone de Alba. Quien acercándose al oído me dijo.

  • Cuando escuchemos la cuña con Gustavo, procura traer vaqueros, no se te vaya a notar el empalme, al oír este tema de fondo.

  • Intentaré resistirme

  • Yo no podré, ese día llevaré unas bragas de recambio en el bolso, ya que cuando lo escuche las empapare seguro.

Dijo mientras cogía mi polla mojada por su corrida y la mía entre sus manos

Después de aquella sesión de sexo comimos algo, para volver a la carga así hasta las 7 de la tarde. Estuvimos follando toda la tarde hasta que mi polla y su coño dijeron basta. No vale la pena relatar el resto de los polvos de aquel día. Si alguno de los siguientes en los que el vicio, la lujuria y el morbo siguieron siendo los ingredientes principales de nuestros encuentros.

Me acompaño hasta al garaje, solo llevaba con un ligero vestido de verano. Mientras nos besamos apoyamos en el coche, metí mi mano bajo el vestido con intención de despedirme por hoy de aquel coño, pero me encontré con la tela de sus bragas. - Ya te has puesto bragas

  • Sí, lo hice pensando en ti

  • ¿En mí?

Si, dijo mientras se las quitaba apoyada en el coche. Después la enrollo y me las metió en el bolsillo

  • Es tu regalo, guárdalas que alguna cosa más haremos con ellas.

Me dijo, con cara de vicio y dándome el último beso antes de subirme al coche. La trilogía de las bragas de Alba acaba aquí, pero no nuestra historia que os contaré en otra ocasión.

Espero que estos tres relatos cumpliesen su cometido si es así, me encantaría leer vuestras opiniones en os comentarios o por mail.