Con las Bolas Chinas por la Calle
Llevar a cabo una prueba de mi amigo dominante me obligó a tener una experiencia con un viejo verde en el bus en la que fui usada por el viejo y hacer todo lo que quiso conmigo
Ir con las bolas chinas metidas es la vagina es todo un ejercicio de entrenamiento, porque hay que hacer mucha fuerza para mantenerlas dentro y que no se salgan, y como dentro llevan otra bola chocan al moverse y producen una sensación de excitación que hace que me moje toda.
Era un día cualquiera entre semana, y tenía que soportar una prueba que consistía en salir a la calle y hacer las cosas cotidianas que normalmente hago cualquier mañana de cualquier día laborable de la semana. Era jueves y tenía que ir al banco para cobrar un cheque y ver el estado de la cuenta. El banco está en el centro y tenía que ir en autobús hasta el centro, después estaba relativamente cerca desde donde estaba la parada en la que me tendría que bajar. A duras penas llegué a la parada del autobús sin que se me salieran las bolas y solo quería sentarme porque ya no aguantaba más la calentura, el autobús no traía mucha gente y me pude sentar.
Todo iba bien y con el traqueteo del autobús las bolas se estaban moviendo dentro de mi produciéndome una enorme excitación y dando un gusto increíble y dejándome llevar solo tenía que cerrar los ojos para correrme enterita. En esas estaba cuando se acerca un señor mayor de unos 60 años o más y me pregunta si está ocupado el asiento que estaba vacío a mi lado. Le digo que no y me dice que si le dejo pasar, ya que yo estaba sentada en el lado del pasillo. Y ahí empezaron a torcerse las cosas, porque al moverme y con lo mojada que estaba se me salió una de las bolas. ay Dios mío, y ahora qué hago, pensé y encima con el señor ahí a mi lado, quería cambiarme de asiento pero estaban todos ocupados. Intentaba meterme la bola que se había salido y eso alertó al señor mayor que empezó a mirarme en detalle, y no sé qué vio este hombre que se puso a acariciarse el pene con una mano mientras ponía la otra mano en el asiento de tal manera que con el dorso de su mano rozaba mi muslo descaradamente. El señor me tocó a gusto, eso sí con disimulo, yo le hubiera dicho algo, pero con una bola dentro de mi vagina y la otra fuera y empapada como estaba no me atreví, además se dio cuenta de todo cuando ya cansada me subí un poco el vestido y empujé con los dedos la bola que se me había salido hacia dentro de mi vagina.
El señor, después de ver lo que llevaba entre las piernas me echó una mirada de puro vicio que hizo que me sonrojara y todo y menos mal que estábamos rodeados de gente, sino no sé qué hubiera hecho el buen señor. No obstante, se acomodó en su asiento más cómodamente y con la mano que me estaba rozando el muslo la puso justo detrás de mí, entre el asiento y la raja de mi culo. Y bueno, en esas estábamos cuando el autobús por fin llegó a mi parada. Me puse de pie y con cuidado para que las bolas chinas que llevaba dentro no cayeran al suelo y todo el mundo se diera cuenta. El señor, lejos de sentirse satisfecho y sin decir ni palabra, se levantó y se bajó en la misma parada que yo. La cosa no terminó ahí y si quieres puedo seguir contando lo que pasó luego.