Con la pandilla a casa de los profesores (8º día)

- ya hablaré con él, aunque... ¿no estaría mejor hablarlo los 4 juntos, en algún sitio?

-Teléfono: . . -tuuuut- . . . . -tuuuut- . . . . -tuuuut-

-clack- ¿Diga?

-Lúcida: hola, ¿está Máxima?

-Máxima: sí, soy yo, hola Luci.

-Lúcida: hola Max, esto, ¿por qué no has venido a colegio?

-Máxima: estaba muy cansada.

-Lúcida: ¿ah? pero, ¿te encuentras bien?

-Máxima: sí, tranquila, me encuentro bien pero es que.. ya te lo contaré, no puedo desde aquí.

-Lúcida: ¡ay va la ostia! la intriga me va a comer las tetas, je je. Bueno pues.. esta mañana hemos estada hablando las 4; yo, Verona, Eulalia y Donátila.

-Máxima: ¿ah sí? y de qué habéis hablado?

-Lúcida: de organizar otro encuentro con, je je, los profesores. Para que uno u otro "desvirguen" a Verona y Eulalia.

-Máxima: ja ja ja, ¿ya queréis organizar otra orgía? como la que me hizo a mi, mujer..

-Lúcida: sí, Eulalia es la que tiene más ilusión. Hemos hablado durante el recreo y yo le he dicho que lo hablaría con Silvano, y quizá tú con Leopoldo. Para ver quien se lleva el pato al agua.

-Máxima: ah pues, esta tarde no pensaba ir a verlo, pero puedo llamarle.

-Lúcida: yo sí pienso ir a ver a Silvano.. y bueno, a algo más. Pero cuando estemos satisfechos hablaremos del tema.

-Máxima: pues yo llamaré a Leopoldo aunque... ahora que lo pienso, estaría mejor hablarlo los 4 juntos, en algún sitio.

-Lúcida: ya, yo también he pensado en ello y por eso te he llamado, para encontrarnos.

-Máxima: pues no tengo ningún problema en salir esta tarde.

-Lúcida: vale, entonces haremos una cosa; llamaré a Silvano y le digo que vengan los dos al piso a las 5. Y a las 5 vamos también nosotras.

-Máxima: de acuerdo, que Silvano le diga ya a Leopoldo que venga con él al piso, así no le tengo que llamar.

-Lúcida: así se hará. Me pasaré por tu casa a las 4:30.

-Máxima: pásate un poco antes, que tendré tiempo de contarte.. eso.

-Lúcida: uy sí, es verdad, la razón por la que estás tan cansada hoy. Bueno pues así será, me pasaré por tu casa a las 4 exactas.

-Máxima: hasta luego, vente preparada.

-Lúcida: ¿preparada? qué quieres decir? con ropa sexy?

-Máxima: no, preparada por lo que te voy a explicar.

-Lúcida: ja ja ja, me vas a matar de la sorpresa. Aunque día tras día hay menos cosas que me sorprendan.

-Máxima: bueno va, nos vemos.

-Lúcida: hasta luego.

-chas-

Después de colgar el teléfono, Máxima vuelve a su habitación y aún con el cansancio de la guerra de ayer con la mujer de Leopoldo, cae rendida en su cama. Le duele un poco la pucha y es que el miembro de plástico con que jugó con la mujer de Leo, era más grande que la verga de su marido(la mayor que ha conocido Máxima) e incluso mayor que el monstruoso pepino con que se enrolló  a la lesbiana con Lúcida. Cuando Máxima cierra los ojos nota un tenue ardor entre sus piernas, no le duele como le dolería en el mismo momento en que la sintético-verga se le metía dentro. Pero es sin duda una señal de que no es recomendable jugar con el plástico a diario de la manera con que sí juega cada día con la verga de su amante, el profesor Leopoldo. Hoy no tenía pensado Máxima acudir al lado de su amante porque prefiere descansar un poco de la locura de ayer. A pesar de su brutalidad fue lo más placentero que ha vivido en su vida, quedó fascinada Máxima del genuíno tacto que poseía la señora Pánfila cuando le metía el dedo, cuando le comió la panocha y cuando se acabó metiendo dentro de ella con esa verga doble capaz de follar las dos mujeres a la vez. Fue una mezcla de placer y dolor tan sólo lejánamente similar a las más fuertes cogidas que ha tenido con Leopoldo. Le duele incluso la garganta de lo desgañitados que fueron sus gritos cuando Pánfila la jodía. Recuerda lo falta de voluntad que quedó después del polvo y sus primeras memorias claras fechan de cuando se encontraba con Leopoldo en el parque, que la paseaba antes de volverla a casa. Se sentía una niña de 5 años tomada de la mano de su padre mientras Leopoldo la paseaba ayudando a que se recuperara lo suficiente para volver con sus padres. Cuando llegó a casa dijo "hola" y se encerró en la habitación. Se excusó que ya había cenado en casa una amiga y no fue hasta las 3 de la madrugada que se levantó y en secreto se hizo en la cocina un par de huevos fritos con tres tarrinas de arroz precocinado. Volvió a su habitación a dormirse con reálmente un combustible que la reparara y a las 9 de la mañana no tuvo fuerzas para levantarse. Su madre no la ha reñido usando la femenina excusa acerca de que se ha encontrado mal esta noche. Y la pasada noche junto a, la mañana durmiendo, parecen haberla recuperado lo suficiente para asistir con su amiga al piso. Pero no cree Máxima que lo suficiente para mantener una relación sexual ni con Leopoldo ni con nadie, por lo que no acaba de ver claro qué sucederá en casa de los profesores.

Con reposada televisión espera en su casa Máxima a que a las 4 llegue su amiga. El timbre le interrumpe el culebrón latinoamericano a su puntual hora.

|16:03|

-ning-nang-

Después de apagar la tele Máxima se dirige a la puerta y en un momento están encerradas las dos amigas en la habitación de la propietaria.

-Lúcida: ¿aún estás cansada?

-Máxima: un poco.

-Lúcida: va, cuéntame.

-Máxima: ayer Leopoldo me invitó a su casa, para hacerlo.

-Lúcida: joder, y ¿tan fuerte te cogió que no has podido venir a cole?

-Máxima: él no.

-Lúcida: uhm, ¿te lo hizo un amigo suyo?

-Máxima: no, je je, me lo hizo su mujer.

La cara de Lúcida adopta momentáneamente el duro y recio aspecto de una estatua. Diversos millares de impulsos neuronales tienen que ir de una zona a otra de su cerebro para acabar conjeturando su comprensión y respuesta.

-Lúcida: no es cierto.

-Máxima: ya ves si lo es.

-Lúcida: cuéntamelo paso a paso, espero que nos dé tiempo.

-Máxima: vale, pues resulta que....

Máxima cuenta a su amiga la aventura de ayer con la mujer de su amante. La cara de Lúcida va adoptando sucesívamente diversos de los reconocidos rostros humanos de sorpresa, incredulidad, admiración y comprensión.

-Lúcida: joder... eso lo tengo que probar yo.

-Máxima: no creo que Pánfila esté de acuerdo. La relación que mantuvimos me reveló la certeza de lo que me dijo antes de que quería hacerlo conmigo por una razón no compartible con todo el mundo. No querrá ahora hacérselo a todas las amigas de la amante de su marido..

-Lúcida: ja ja ja, bueno, tú pregúntaselo. Por preguntar no se pierde nada.

-Máxima: vale, se lo diré a Leo que se lo diga porque no quedamos de acuerdo por volvernos a ver. Si acudo de nuevo a ella será dentro de un tiempo que me haya recuperado en cuerpo y alma.

-Lúcida: joder, cómo lo pones. ¿Tan fuerte es?

-Máxima: esto.. te lo explicaría por segunda vez, pero, creo que no hay tiempo, faltan apenas 15 minutos para las 5.

Lúcida se mira también el reloj de pulsera y salta de la sorpresa.

-Lúcida: ¡ostia! se me había ido la cabeza con tu cuento. Anda vamos, que tenemos el tiempo justo.

Máxima fue consciente en todo momento del imparable avance de la aguja minutera de su reloj y su acercamiento a la hora clave. Pero su falta de celo y preferencia por descanso le han permitido no tiritar de nervios, como tirita su amiga Lúcida, ante la brevedad con que espera esta tener sexo con su profesor particular. Las dos chicas salen en dos minutos de la puerta inferior de la vivienda comunitaria de Máxima y en el camino Lúcida tiene que pararse diversas veces para esperar a la que no lleva tanta prisa amiga suya. Finalmente llegan al piso secreto de la comunidad profesoril y Lúcida, en latente estado de celo, pulsa el timbre del intérfono.

-meec-

-Intérfono: ¿sí?

-Lúcida: somos nosotras.

-Intérfono: ¿quien?

-Lúcida: si hombre, Lúcida y Máxima.

-Intérfono: ah, sí.

-meeec-

Un mecánico -clash- suena del aluminio de la puerta cuando el poderoso brazo de Lúcida la empuja. Entrada / ascensor / y puerta del piso son los fugaces espisodios que pasan holgádamente para Máxima y a la velocidad del rayo para Lúcida.

-ning-nang-

Es Silvano que abre amigable la puerta a la que ha notado que viene apetitosa Lúcida.

-Lúcida: hola amor.

-Silvano: hola cielo.

-muac-

-Lúcida: ¿está Leopoldo dentro?

-Silvano: sí, está leyendo el periódico, como siempre.

-Lúcida: ah, va, vamos.

Dice Lúcida tomando a su amiga de la mano e introduciéndose en la morada. Seguidas por Silvano entran las dos en el salón que tantos encuentros sexuales ha contemplado, de Lúcida, Máxima, Donátila y un montón más de chicas desconocidas por estas tres.

-Lúcida: hola señor Leopoldo.

Dice Lúcida dándole un par de besitos en los mofletes. Y comunicándole con su inocente sonrisa que sabe más de la cuenta, creyéndose que no se le nota.

-Leopoldo: hola guapa.

No encontrando ningún saludo más inventivo, Leopoldo le da una palmada en el lado-trasero que tiene ante él, a la altura de su cara.

-plas-

-Lúcida: je je, esto, hemos venido porque qurríamos hablar una cosa con vosotros.

-Silvano: vale, sentémonos y contadnos de qué trata.

Las 4 personas se sientan entre el sofá y el sillón y es Lúcida la que toma la vara de orador principal.

-Lúcida: se trata de Verona y Eulalia. Como ya debéis saber son sabedoras de nuestras relaciones con vosotros.

-Leopoldo: sí, ya lo sabíamos.

-Lúcida: pues se trata de que, cómo ya os debéis inmaginar, quieren tener un encuentro con un profesor, un hombre que las haga mujeres.

-Silvano: no hay problema. Hay profesores disponibles de sobras en el equipo del piso.

-Máxima: entonces, ¿quien?

Responde a su querida el profesor Leopoldo, que por cierto tiénela abrazada por el hombro teniéndola sentada encima de él, en el sillón.

-Leopoldo: uhmm, Eulalia y Verona son dos chicas muy guapas, es evidente, son amigas vuestras. Yo propongo para su nacimiento a . . . para Eulalia al señor Nicómedes..

-Lúcida: ¡el señor director? ¿Él también está con vosotros?

-Leopoldo: sí, no ha tenido tantos encuentros como yo por ejemplo. Pero en contadas ocasiones se ha relacionado con alumnas.

-Máxima: qué te cres Luci, aquí no se salva nadie.

-Lúcida: no, si ya. Pero es que creía que el mismo director del colegio no iba a cometer un delito como el que... cometemos nosotras.

-Silvano: no hay ángel que alguna vez no haya tirado una piedra.

-Máxima: si bueno, y ¿para Verona?

-Silvano: para esta chiquilla... uhmm ¿qué te parece Leo, a Apólito?

-Leopoldo: hm sí, precísamente se acaba de separar de su esposa y le apetecerá cogerse a una niña.

-Máxima: pues ya lo tenemos, Apólito para Verona y Nicómedes para Eulalia. Esto si no se quiere apuntar nadie más y desvirgar a Verona y Eulalia de forma colectiva, je je.

-Leopoldo: no, no conviene una orgía en la primera vez. Una vez lo hicimos y a las chicas no les gustó.

-Máxima: bueno pues ya tenemos los titulares. Y esto, Lúcida, huelo tu celo y ya sabes que hoy a mi no me apetece moverme o que me muevan. Si quieres comerte estos dos hombres.

Dice Máxima mirando primero a Leopoldo y después al profesor Silvano.

-Leopoldo: sí.. estará bien.

-Silvano: yo también estoy de acuerdo.

-Máxima: pues va.

Máxima se levanta de encima de su amante y se sienta lejos, en una silla ante la mesa. Lúcida se besa primero con su amante y cuando lleva ya un par de cucharadas de saliva de Silvano, se levanta y se arrodilla ante Leopoldo. Es Leo mismo que se saca los pantalones y ofrece su gorda verga a ser comida por la amiga de su amante.

-Lúcida: goorbl.

Leopoldo no olvida, peró, a su verdadera amante y le sonríe mientras toma la cabeza de Lúcida y le da valor a tragar más.

-Lúcida: goooorbl, gooooorbl.

-Leopoldo: chupa muy bien tu amiga, y eso no se lo has enseñado tú ¿verdad?

-Máxima: no, ella aprendió a chuparla antes que yo.

-Leopoldo: mmm, así pequeña, trágatela toda, mm.

-Lúcida: goooorbl, gooooorbl.

-Máxima: se me hace la boca agua.

Dice Máxima mirando con agrado como su mejor amiga le chupa la polla a su amante. Fue Lúcida quien le marcó a Máxima el camino para iniciarse como mujer y con este pequeño regalo se siente Max, honrada por devolverle el favor. Ni que sea poco, pero peor es nada. Mientras Lúcida se deleita con la gorda verga de Leopoldo en la boca, su detentor amante Silvano se ha desnudado ya. Silvano se sitúa a 4 patas detrás de ella y después de bajarle las bragas bajo la levantada falda, se la mete.

-Lúcida: aaaah, aaah, aah, goorbl, goorbl.

Ambos hombres se sonríen a si mismos y a Máxima mientras gozan a la vez de la amiga de esta. Máxima no se ha retirado complétamente de la relación y contempla con una sonrisa un polvo que sólo le apetece mirar. Mientras los dos hombres se cogen a su amiga, Máxima se va un momento hasta la nevera de la cocina y regresa en un instante con una lata.

-chssss-

Suena la lata al abrirse. Piensa Máxima que sería muy insípido mirar uno que le parece a Lúcida tan rico polvo sin tener nada en la boca. Mientras bebe de la cola oye las voces de los hombres que trazan planes.

-Silvano: ande, métesela tú.

-Leopoldo: vale, ¿cómo?

-Silvano: Lúcida, móntate en él.

-Lúcida: mm ¿doble?

-Silvano: trataremos de hacerte doble penetración.

Lúcida se desnuda a la vez que también lo hace Leopoldo. Cuando le tiene la polla lista, Leo se estira en el sofá y Lúcida se le monta.

-Lúcida: aaaaah, je je, ya lo sabes.

Dice Lúcida mirando a los ojos al profesor Leopoldo.

-Leopoldo: aún no habías nacido tú que yo ya sabía que tenía una verga única.

-Lúcida: vale, aaah, aaah, aaaah, aaaaah.

Lúcida adopta un veloz ritmo de cabalgamiento sosteniéndose con sus manos en los hombros de Leopoldo y las manos de este en sus caderas. Silvano tiene alguna que otra dificultad en situarse tras de su querida, al lado del sofá, pero consíguelo y le inserta la punta de la verga en el ano.

-Lúcida: venga va, aaah, aaah, aaah.

Silvano no debe desvirgar el ano de su novia, por lo que enlustrado este con un poco de saliva, entra raudo en el este.

-Lúcida: aaaaah, oooooh, ooooh, ooooh, ooooh.

Los dos hombres se muestran generosos con la alumna follándola a la vez por delante y por detrás. No es la primera vez que Lúcida tiene un par de pollas dentro, pero es este un vicio, como el mismo follar, que nunca decaerá en la muchacha.

-Máxima: aaaaah, aaaah, aaaah, aaah, aaaaah.

En esto que, y mientras los dos hombres siguen metiéndose dentro de ella, Lúcida levanta una mano y entre gemidos consigue articular una palabra.

-Lúcida: aaah, aah, mm, Máx, aah, aaah.

Máxima no perdía detalle de la relación y responde de inmediato.

-Máxima: ¿eh? pasa algo?

-Lúcida: aah, aah, sí, aah, aah, ven, aah, aah, acér, aah, aah, acércate, aah, aah.

Máxima se levanta y se sitúa al lado de su amiga.

-Lúcida: aah, aah, aah, ven, ven.

Dos cortas palabras no serían suficiente para cualquier persona para entender lo que quiere Lúcida. Pero Máxima no es nada más que su mejor amiga y comprende lo que quiere. Máxima acerca con cuidado su cara a la cara de su amiga que está siendo cogida, y con la ayuda de su cautela besa la boca de la que también se esfuerza por no fallar, Lúcida.

-Lúcida: mm, mmm, mm, mmm, mm.

-Máxima: muac, muac, muac.

Las dos amigas se dan un amoroso beso de una calidad casi imposible de alcanzar entre un hombre y una mujer, sólo alcanzable por dos amigas que lo único que se quieren entregar es amor. Máxima acompaña la boca de su amiga/hermana hasta que los salientes gemidos de esta piden inconsciéntemente (no podría pedirlo de otro modo) que la deje seguir cogiendo. Máxima se aleja de la cara de su amiga léntamente, como en una película de serie B. Esta la sigue mirando y entre gemidos la despide.

-Lúcida: aaah, aah, aah, gracias, aah, Máx, aah, te quiero, aah, aah.

-Máxima: yo también Luci, amigas para siempre.

-Lúcida: aah, aah, para, siempre, aah, aah, hasta, aah, la, muerte, aah, aah.

Máxima se vuelve a sentar en la mesa y tomando el periódico de Leopoldo que estaba encima de esta, parece olvidarse de la relación de su amiga. Se pone a leer diversas noticias y pásale el rato volando. En esto que está leyendo una de tema político cuando oye unos conocidos gemidos que le hacen sospechar que el final está cerca.

-Lúcida: sííí, síííí, síííí, sííííííí.

Máxima retira el periódico de entre sus ojos y su amiga y ve que está esta siendo cogida a perra encima del sillón por su amante homologado, el profesor Leopoldo. Máxima conoce bien esas profundas penetraciones de su amado indicadoras de que se está corriendo. La muchacha se levanta de la mesa y de un salto se para al lado de su amante y su amiga. Acerca sus labios a los de Leopoldo y le parece dar un jugoso punto final cuando se besa con su amor a la vez que este se corre en la vagina de su mejor amiga.