Con la pandilla a casa de los profesores (6º día)

- nadie los ha visto juntos, pero para mi que es cierto.

-Tecla: pues mucha gente lo dice, y para mi que es verdad.

-Cándida: no sé, yo lo veo muy grande que una alumna esté enrollada con un profesor. Y a Máxima no la he visto nunca hablando personálmente con el señor Leopoldo. ¿Alguien los ha visto?

-Océana: visto visto no, nadie los ha visto en plena acción. Pero corre mucho el rumor y si un mismo rumor viene de diferentes lados es muy posible que sea cierto.

-Cándida: mírala.

Las tres amigas responden a la alerta de Cándida y miran a la vez hacia donde señala esta; Máxima procede en este momento de los servicios y se dirije hacia donde están sentadas el resto de sus amigas. Se sienta junto a su mejor amiga Lúcida, Donátila, Verona y Eulalia.

-Océana: yo lo veo posible.. esa carita que tiene desde hace unos días.. dile intuición femenina, pero lo veo posible.

-Cándida: pues yo no me lo acabo de creer, es que sería muy muy grande, y...

-Tecla: no tan grande, no sería la primera vez que una alumna o un alumno tiene un asunto con el profesorado.

-Cándida: ¿de qué más historias sabéis?

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Las tres amigas siguen parlamentando mientras la llamada Cándida no se acaba de creer un suceso que acontece más a menudo de lo que se inmagina. Máxima llega de los servicios a los que ha acudido a cambiar el agua de las aceitunas recién empezada la media hora de recreo. Sus amigas han sido más rápidas y han ocupado sus privados escalones de la escuela a los que siempre acuden a charlar de sus cosas.

-Eulalia: hola Máxima, esto... ¿cómo te sientes?

-Máxima: bien, muy bien, ¿ocurre algo?

-Eulalia: no, bueno, supongo que no, pero es que hace unos días que te veo... no sé cómo decirlo. Rara, pero no me malinterpretes, no te veo mal, sino... diferente, no sé, como si te ocurriese algo. Aunque sácale importancia.. je je.

Máxima y su amiga Lúcida intercambian un milisegundo de mirada, alarmadas porque alguien parece haber visto en el rostro de la chavala lo divertidas que han sido para ella los últimos encuentros sexuales que ha tenido con diversos profesores.

-Máxima: nooo.. bueno, no sé, no sé qué te puede parecer, no tengo tos ni fiebre ni nada malo. Serán inmaginaciones tuyas!

-Eulalia: sí, no tendrá importancia, serán paranoias mías.

-Lúcida: dejaos de sermones, os habéis fijado en la clase de lengua cómo . . .

Lúcida acude puntual para ayudar a su amiga a descargar el incómodo ambiente que surge de una pregunta sin respuesta. Las 5 amigas entoman entonces su habitual conversación de chismes colegiales siendo únicamente Máxima, Lúcida, y la que también sabe más de la cuenta Donátila, las que son conscientes de que Eulalia no tiene tan insignificantes paranoias y sí una desarrollada intuición femenina.

La media hora usual de recreo termina y tanto las 5 amigas como las tres que de Máxima hablaban al principio del recreo, se dirigen a sus respectivas clases. En ocasiones con una de sus amigas, personales, ajenas y cruzadas. A Máxima le toca ahora una clase de Matemáticas y la estudia sentada junto a una casi desconocida Gregoria, que tiene su misma edad pero ni ella sabe nada de ella ni ella de ella. Por lo que se limitan a prestar atención y a aprender esas complejas leyes matemáticas que a poc@s de l@s alumn@s presentes les llegarán a servir nunca. La siguiente hora sí es más esperada por Máxima, pero no por el interés que suscita en ella la historia, sino porque va a transitarla junto a su mejor amiga Lúcida con la que ha compartido más de un batido y más de 100 secretos. Cuando por fin llega la hora de historia ambas chavalas saben de qué van a hablar personálmente durante ella. Mientras el profesor Macario da su clase acerca de la milenaria historia del imperio romano, las dos chavalas sostienen ese tipo de conversación que tantas veces han usado en plena clase; escribiendo sobre el papel.


-Máxima: qué observadora que es Eulalia.

-Lúcida: sí, sin duda observadora porque su plática ha desvelado que eran simples sensaciones lo que la extrañaba. Pero Máxima, hay una cosa que no te he dicho que no sabes.

-Máxima: ¿?¿?¿?¿?

-Lúcida: quise decírtelo antes, pero nunca encontraba el momento. Corren rumores... de que tú y Leopoldo...

-Máxima: ¡qué dices! ¿cómo se habrán enterado?

-Lúcida: los rumores no se sabe nunca de donde han salido, pero te juro que yo no he dicho nada a nadie.

-Máxima: ntchs, pueden ser... Leopoldo no.... Silvano... no sé.

-Lúcida: no, Silvano no diría nada a nadie.

-Máxima: también podrían ser el profesor Luncho... Donátila... ¡joder! hay tanta gente..

-Lúcida: no creo que haya sido Donátila, ella es tan discreta con los secretos de sus amigas como con los suyos, que también tiene.

-Máxima: pues también podrían el profesor Almaquio o Jerónimo. Y creo que no me dejo a nadie..

-Lúcida: podría ser cualquiera, que se haya chivado alguien o nos haya visto entrar en el piso.

-Máxima: ¿y de ti? has oído rumores?

-Lúcida: no, de mi misma no me han llegado rumores. Sólo de ti.

-Máxima: no sé, qué extraño. Y además de esto, Eulalia me veía rara en los escalones.

Las muchachas se disponen a prestar atención a la clase dando por acabada la conversación, pero en esto que Lúcida le escribe un mensaje en el papel de charla sobre algo que se había olvidado o se le acaba de ocurrir.

-Lúcida: mmm, Máxima, de vuelta a casa quiero hablar una cosa contigo, ahora paremos atención a las conquistas de Julio Cesar.


Las dos chicas retoman la atención perdida casi a la mitad del empiezo de la clase y en el fondo consiguen aprender alguna que otra cosa sobre la visita que hizo Julio Cesar a Egipto y la personal alianza que hizo con la faraona Cleopatra. Cuando la clase termina, es esta la última y todo el colegio sale por la puerta grande del colegio para dirigirse a su casa o al coche paternal que les espera aparcado en doble fila. Lúcida y Máxima se separan de sus amigas y a estas no les parece tan rara esta reciente costumbre y se olvidan de ellas. Eulalia en concreto no es de las amigas que acompáñanse a la salida del colegio sino que suele ser recogida por su coche materno a la salida. Pero es este el primer nombre que surge de la boca de Lúcida cuando se encuentra sola, camino a casa, con Máxima.

-Lúcida: te quería hablar de Eulalia.

-Máxima: ya, eso de que le parezco rara.

-Lúcida: exacto, de eso y de los rumores que corren por el colegio que no tardarán en llegar a sus oídos. A menos que la ensordezcamos.

-Máxima: buff, claro que no... cómo vamos a volver sorda a Eulalia..

-Lúcida: no chica, lo decía en broma. Me refiero a que... si no se lo decimos nosotras se lo dirá otra.

-Máxima: también es verdad, si no se entera por tú o por mi se enterará por otra.. y quizá le sabe mal.

-Lúcida: exacto. Y en lo que he pensado es en, decírselo, de similar manera que te dije a ti lo de Silvano. Para no arriesgarnos a que se entere por otras lenguas.

-Máxima: claro, vaya unas amigas que seríamos si se entera por bocas ajenas de un secreto que le han ocultado sus amigas.

Las muchachas callan un instante en que otorgan admiración a un rojo deportivo que pasa ante ellas.

-Máxima: y.. ¿cómo se lo tomará? bien supongo ¿no?

-Lúcida: claro, entre mujeres no hay secretos. Si incluso le hará gracia que te hayas ido con un profesor.

-Máxima: ja ja, aún me acuerdo de cuando me lo confesaste tú, lo del profesor Silvano.

-Lúcida: sí, tú estabas super ansiosa y acabamos arreglando un encuentro con los profesores.

Las dos muchachas se miran a la cara ipso facto a la vez, dando prueba de que acaban de pensar en lo mismo.

-Máxima: ¡un momento!

-Lúcida: ¡es verdad!

-Máxima: ¿y si?

-Lúcida: ¿querrá lo mismo que tú?

-Máxima: ¡ostia! Quizá quiere hacer lo mismo y coger con un profesor.

-Lúcida: nos ha salido de suerte, pero quizá quiere lo mismo que quisiste tú...

-Máxima: entonces, ¿cómo se lo decimos? y cua..

-Lúcida: la llamaré desde mi casa y quedaré con ella en su casa a las... 5. Tú también vendrás. Quedamos así, si no te llamo también quedamos a las 5 en su casa.

-Máxima: ok, ahí estaré.

Lúcida hace ciértamente una llamada cuando llega a su casa. Después de hacer esta única llamada a su amiga Eulalia, no hace ninguna más, lo que comunica a Máxima con su ausencia la continuidad de lo acordado. El mediodía y la tarde continúan con su habitual comida familiar y siesta. Y a las 5, tres chicas se encuentran en casa de Eulalia. La primera en llegar es Máxima.

-Eulalia: hola Máxi, qué tal, también he quedado con Lúcida. Me ha dicho que me tenéis que contar una cosa. ¿Qué es?

-Máxima: ya lo verás, esperemos a que llegue Lúcida porque te lo queremos contar entre las dos.

-Eulalia: ¿uh? vale, je je, no me asustéis eh.

-Máxima: uhmmm, trataremos de hacer lo posible.

Las dos chavalas se acomodan en la habitación de Eulalia y allí esperan con chiquillerías a que llegue su otra amiga. Cuando suena el timbre únicamente Eulalia se levanta para ir a abrir la puerta. Máxima espera acomodada en la cama y en 20 segundos ve entrar a sus dos amigas igual de sonrientes que ella, por la puerta de la recámara.

-Lúcida: hola Max.

-muac-muac-

Las tres chicas se sientan cómodamente; Maxima y Lúcida en la cama y Eulalia en el asiento de la anfitriona; la silla ante el escritorio.

-Eulalia: bueno... sorprendedme.

Lúcida se gira a la amiga que tiene al lado, Máxima, y le dice.

-Lúcida: ¿cómo se lo decimos? de golpe?

-Máxima: chica pues, ¿ves tú otra manera?

-Lúcida: mmm, no, ahora no se me ocurre ninguna.

-Máxima: pues adelante, sin piedad.

Lúcida se vuelve a girar a la espectante Eulalia y su voz es seca e inhumana cuando dice.

-Lúcida: Máxima está enrollada con el profesor Leopoldo.

-Eulalia: ¡QUÉÉÉÉÉÉ!

-Máxima: lo que oyes.

-Eulalia: ¡pero cómo!

-Lúcida: la historia es larga, te lo contaremos. Todo empezó cuando yo me enrollé con el profesor Silvano.

-Eulalia: ¡¿Tú También!?

-Máxima: espérate, espérate, que la historia es muy muy larga. Pero Lúcida lo cuenta mejor que yo, escúchala.

Lúcida de verdad es hábil relatando y narra a la mutua amiga Eulalia practicamente todos los sabores del asunto que llevan entre ambas con sus profesores. Narra evidéntemente el primer episodio suyo con el profesor Silvano y el primer episodio de Máxima en que también intervino Donátila. Narra la miniorgía que mantuvieron ella y Máxima con los profesores Silvano y Leopoldo. Narra lo sabroso que les sabió el rollo que mantuvieron ella y su amiga en su casa a la lesbiana, pero ello no parece agradar mucho a Eulalia por lo que Lúcida termina narrándole, después de pedir permiso a Máxima, el trío que mantuvo Máxima con dos profesores más que querían cogerse a la chavala; Jerónimo y Eustaquio. Eulalia hace muchas preguntas sobre las cosas que le son explicadas y se la ve emocionadísima con los nuevos chismes. Lúcida se muestra concesiva con la amiga y también le narra algunas experiencias personales que ha tenido con el profesor Silvano en este u otro sitio. A raiz de esto Máxima le cuenta que es amante titular del profesor Leopoldo y lo han hecho muchas veces.

-Eulalia: y ¿lo quieres?

-Máxima: ya ves si lo quiero... cuando me mete esa vergota entrepiernas... me casaría con él ahí mismo, mientras me follaba le decía "sí quiero" al sacerdote.

-Eulalia: ja ja ja, que debota que eres. Y yo que te creía una santita.

-Máxima: no, si santita era, hace un mes era una virgen inpoluta.

-Las tres: ja ja ja ja.

-Eulalia: estoy.. estoy.. estoy flipando sandías. Pero todo esto... ¿lo habéis llevado en secreto y no lo sabe nadie?

-Máxima: uhmm, tanto como nadie.. hemos oído algunas voces anónimas que lo cuentan.

-Eulalia: ua, pero si esto sale a la luz, y se enteran los padres y..

-Lúcida: sí, sabemos lo peligroso que es y que peligra la profesión de los profesores encausados. Por eso hemos de tratar de llevarlo con discrección, porque si se entera alguien que no conviene...

-Máxima: nos echan a nosotras, echan a los profesores y echan a quien.. no lo dijo.

-Lúcida: no, tanto no. Porque por ejemplo no echarían a una chica que lo supiese y no lo dijo. Sí que echarían a un profesor que lo sabía y no lo dijo, eso sí.

-Eulalia: podéis confiar en mi, no se lo diré a nadie. Bueno, como mucho a Verona, que es la única de nosotras que no lo sabe.

-Máxima: ¡pero a nadie más eh! je je, que después se entera todo el mundo.

-Lúcida: ya, a Verona también se lo pensábamos decir nosotras. Que quede entre nosotras y no lo saberá quien no debe.

-Eulalia: y que el rumor no se haga más grande.. porque si se deshiela como un cubito y corre y corre, je je.

-Lúcida: esperemos que no suceda eso.

-Eulalia: bueno pero, me lo habéis contado como contaría el profe de biología la reproducción humana. Pero no me habéis contado, qué, se siente.

-Máxima: ¡uy! se siente muy bien, ji ji. El señor Leopoldo tiene la verga más grande que el señor Silvano, y uhmmm, cuando me la mete noto como si mi cosita fuera muy pequeña y él muy grande ... fuuu, se mueve hacia adelante muy fuerte y grito a cada una de las entradas que hace porque lo siento como si él fuera yo misma. Y se pasa mucho rato haciéndomelo y yo sueño todo el rato cosas diferentes y super de paranoia... ua, me estoy poniendo mojada.. Ayer lo hicimos en los servicios a la hora del recreo. Lo estuvimos haciendo desde que salimos al recreo hasta que casi sonó el timbre de la reentrada. Mientras me jodía oímos que se abría la puerta.

-Eulalia: ¿pero, cómo? en medio del lavabo?

-Máxima: no, nos encerramos en un reservado y pestillo on.

-Eulalia: sigue, sigue.

-Máxima: y oímos que entró alguien y hacía algo. Yo le pedí que no me jodiera tan fuerte porque no podía cerrar la boca... del aah, aah, aah.

-Eulalia: ja ja ja. ¿Cómo lo dices? aah, aah, aah?

-Lúcida: ja ja ja, calla boba. Que de eso aún tienes que aprender.

-Eulalia: y que aprenderé! no te digo.

-Lúcida: sí sí, no sé cuando..

Dice Lúcida entonando un provocador tono de voz.

-Eulalia: pues cuando quiera, será que me faltan ganas...

-Máxima: ¿tienes ganas?

El fiero reto soltada a las claras por Máxima corta sécamente la algarabia de Eulalia. Ella se queda estática sabiendo que ha alardeado ostensíblemente de algo y eso no se hace en broma. Le cuesta unos 5 segundos reponder con el honor merecido e irguiendo orgullosa la cabeza dice;

-Eulalia: pues sí, soy capaz.

-Lúcida: pues a ver, qué profesor nos queda. Uhmm, serías capaz de hacerlo con... ¿Rómulo?

-Eulalia: ¿Romulo? el profesor de latín. ¿Pero tan gordo que está..

-Lúcida: sí, por contra de lo que te pueda parecer le gusta mucho el sexo. Yo no lo he hecho con él pero me sé que estaría encantado de cogerme. Pero entre yo y Silvano decidimos que no a la petición secreta que mandome mediante el sistema del piso. Me han contado que sus apariencias engañan y que es muy viril cogiendo. Verga gruesa y recia cogida ¿te gustaría?

-Eulalia: coñe pues, me lo pintas de color rosa el oso ese. Sí, por qué no, estaría encantada.

-Máxima: pues es tuyo, no tardará ni dos días, Lúcida, en organizarte un encuentro con él.

-Eulalia: je je, seré la tercera alumna que se lo hace con un profesor.

Dice Eulalia orgullosa de su valiente decisión. Máxima y Lúcida se miran a los ojos obviando la ingenua afirmación de su amiga acerca de ser la 3ª, pero obvian también la respuesta y no comunican a su amiga que no va a ser ni la tercera, ni la cuarta, ni la décima tan sólo, sino un número de casi tres cifras.

-Eulalia: esto, y ¿Verona? cuando se lo contamos todo esto?

-Lúcida: es verdad, ella tiene que saberlo como nosotras cuanto antes, uhmm ¿tienes ganas de hablar con ella por teléfono esta noche?

-Eulalia: ya ves. Me va a tomar un par de horas apróximadamente, ja ja.

-Lúcida: pues esta noche se lo cuentas todo. Y mañana a la hora del recreo ya lo sabremos las 5.