Con la pandilla a casa de los profesores (4º día)

Una calle cualquiera, un edificio cualquiera, un piso cualquiera, una habitación cualquiera, dos chavalas no tan cualquiera...

Una calle cualquiera.

Un edificio cualquiera.

Un piso cualquiera.

Una habitación cualquiera.

Dos juguetonas adolescentes no tan cualquiera porque a lo que están jugando es a juegos de adultos. La que se llama Máxima es la que está encima del amoroso abrazo que comparten entre las dos, encima de la cama de la que se llama Lúcida. También se abrazan cálidamente sus dos lenguas pues el contacto que siéntense entre ellas más cercano es el de sus húmedas extremidades bucales que juegan entre ellas de la misma manera que aprendieron curiósamente de las manos de un hombre. Fue un hombre el que desvirgó priméramente a la llamada Lúcida hace casi dos meses; un profesor de su escuela, cosa legálmente prohibida, y que siguen llevando los dos amantes; Lúcida y el profesor Silvano, en secreto y en frecuentes encuentros que comparten en un particular piso propiedad de un concreto conjunto de profesores, que úsanlo para sus privados encuentros con más de una alumna. Alguna otra alumna que ha mantenido contactos sexuales en dicho piso, es por ejemplo la que sigue en este mismo momento insertando lo más hondo que puede su lengua en la boca de su amiga; estamos hablando de Máxima, la sujeto con el cual empecé esta narración.

Máxima tuvo, a recomendación de Lúcida, su primer encuentro sexual en dicho piso junto a 4 personas más. El profesor Luncho; fue quien se llevó el honor de romper el himen virginal de la pucha de la chavala. Su amiga Lúcida, que fue quien la recomendó a su profesor amante Silvano, y esté estableció el mutuo contacto sexual con Luncho, y el que finálmente no acabó asistiendo profesor Leopoldo. Su amiga Lúcida hizo el amor con su amante Silvano en la misma habitación y en el mismo momento que se lo hacían a Máxima. Y el último sujeto que también asistió a la cita del pasado día en el piso secreto fue la amiga de ambas chicas; Donátila. Que venía preparada para coger con el profesor Leopoldo pero como no asistió este, acabó uniéndose a Lúcida y su amante formando un sabroso trío sexual.

Estas dos chavalas que se siguen enrollando jugósamente en la cama de Lúcida han tenido diversas relaciones sexuales más con sus queridos. El profesor Leopoldo acabó cumpliendo con lo que había prometido el primer y absente día, y cogió a la niña Máxima en su propio despacho unos días después de cruzar esta la línea que separaba su condición de niña con su condición de mujer. Para Máxima fue toda una sorpresa ser cogida en el despacho personal del profesor Leopoldo, pues se esperaba un castigo, reprimenda o similar. Pero cuando el profesor empezó a mamar de su barriga vio que las cosas iban por otro camino y quedó encantada con el vigoroso polvo que le fue propinado por el cincuentón.

Quedó enamoradísima de su profesor Leopoldo y al siguiente día que asistieron las dos niñas, que se sienten ahora mismo una lengua contra la otra en la cama de Lúcida, al piso de los profesores, escogió Máxima a su amante a la primera; el señor Leopoldo que le propinó con su gorda verga otra sabrosa cogida a su hambrienta panocha. Fue en esta última cogida que mantuvieron las chavalas con sus profesores, en que se dio la especial particularidad que ha llevádolas a hacer ahora mismo lo que hacen. Mientras los dos profesores cogían a sus chavalas se lo montarón para que estas, como por casualidad, se tocaran encima de la mesa en que eran cogidas ambas. Este contacto fue inspirado por el profesor Silvano a que avanzara por caminos tabú y se acabaron las niñas besándose encima de la mesa del salón, aún cuando sus amantes se seguían metiendo dentro de ellas.

El primer contacto lesbiano que conocieron las chicas les encantó. Para Lúcida no fue una gran sorpresa pues conocía ya la chavala alguna que otra leyenda urbana que corría por el colegio. Pero para Máxima le vino roja como un hierro candente, la experiencia, y esta mañana mismo a la hora del recreo le ha propuesto a su amiga de volverse a enrollar en su casa. Y ha conseguídolo, cualquier ángel de la guarda diría, al observar las dos niñas encima de la cama abrazadas cual escarabajo y escarabaja.

Máxima le tiene metida la mano dentro del pantalón de chandal a su amiga y le acaricia esa parte de la que se siente tan orgullosa en ella misma; el pandero. Lúcida ha respondido a la tibia iniciativa de su amiga y le tiene metidas las manos dentro de la camisa mimando esos que no usan sostenes pechos.

-Lúcida: muac . . . . ¿no llevas sostenes? . . . muac.

-Máxima: no me gustan . . . muac.

-Lúcida: pero si los tienes grandes . . . muac . . ¿no te duelen al correr? . . . muac.

-Máxima: no acostumbro a correr . . muac . . . ¿te inmaginas el espectáculo? . . . muac.

-Lúcida: ji ji ji . . . muac . . tienes razón.

Las chavalas detienen la puntual conversación que suscitó en Lúcida la falta de sostenens de su amiga y concentran sus recursos en avivar esta de momento bastante casta relación sexual. Lúcida le saca la camiseta a su amiga y mama esos de los que se siente tan envidiosa gordos pechos.

-Lúcida: mmm, mmm, mmchrrup, mm.

-Máxima: así.... muy bien niñita... chupa chupa que la leche te hará crecer.

La broma de Máxima provoca a su amiga y sin esperárselo la fértil matrona, Lúcida le desabrocha los vaqueros para acariciarle esa que aún no ha acariciado nunca panocha de una compañera.

-Máxima: mmmm, Lúcida....

-Lúcida: chrrrup, házmelo tú también, chrrrup.

Máxima alcanza a su compañera e iguala su libidinósa entrega metiéndole la mano dentro las bragas.

-Lúcida: mmmm, mmm.

Los dedos de Máxima dentro de la panocha de su amiga cumplen bien el ideado para la verga de un hombre cometido. E incluso mejor pues la niña conoce bien tal órgano a resultas de los incontables "dedos" que se ha hecho pensando en este u otro ídolo.

-Lúcida: mmm, mmm, Máxima... mmm, lo haces super bien, oooh.

-Máxima: faltaría más, que yo no supiera hacer un dedo.

-Lúcida: ja ja ja, que bribona estás hecha.

-Máxima: ay cállate.

Dice la muchacha volviendo a tirarse a los labios de su amiga. Las chicas se besan un rato más hasta que una de ellas sueña con algo que no conoce lo suficiente para pensar en ello.

-Máxima: muac . . . molaría tener . . . muac . . . algo con que . . .

-Lúcida: creo que sé a lo que te refieres . . . muac.

-Máxima: ¿a qué me refiero? . . muac.

-Lúcida: a algo . . muac . . gordo y redondo . . . como una verga.

-Máxima: ja ja ja, me lo has adivinado . . . muac.

-Lúcida: pues lo tengo.

-Máxima: ¡qué dices!

Dice la muchacha separándose súbitamente de los labios de su amiga con una caliente ilusión entre ceja y ceja.

-Máxima: ¿tienes un . . . vibrador?

-Lúcida: no, no he entrado nunca en un sexshop. Pero tengo algo que cumplirá su cometido.

-Máxima: ¿qué dices? qué es?

-Lúcida: ven.

Lúcida toma a su amiga de la mano y salen de la habitación con los trapos aún colgando; no hay nadie en casa. Con máxima ignorando qué es lo que tiene Lúcida, ambas chavalas se trasladan a la cocina y Lúcida abre la nevera. La cara de Máxima muestra el exácto ícono de duda humana. Y cuando Lúcida abre el cajón inferior y toma una cosa, se transforma en el total ícono de sorpresa humana.

-Máxima: ¡Uuuuuuuuuuuhhhh!

-Lúcida: ¡ay calla..

-Máxima: ¡¿pero qué?! ¿¡qué te propones?!

-Lúcida: ja ja, tranquila, nada malo.

Dice la muchacha enseñándole un gordo y redondo pepino.

-Máxima: ostia pues...

Dice Máxima tocando con una mano el pepino y valorándolo respecto al cometido que piensan darle.

-Máxima: pues no es tan mala idea.

-Lúcida: claro que no es mala, ¿qué te crees que soy tonta?

Dice la chica acariciándole ese que aún está a la luz gordo pecho izquierdo.

-Máxima: no, claro que no, mmm.

-Lúcida: ¡no pienses tanto! vamos a probarlo!

-Máxima: ¡sí, vamos!

Las dos chicas vuelven a correr hacia la habitación y vuélvenla a cerrar con pestillo una vez dentro. Se sacan los pocos trapos que aún llevan colgando y a indicación de Lúcida, Máxima se tumba en la cama. Lúcida se estira también pero con la cabeza espectante entre sus piernas cual comadrona de parto. Le acaricia un poco la panocha con Máxima entre curiosa y temerosa de que se le meta tal falo entrepiernas. Por fin Lúcida se decide y mete la puntota en la raja de su amiga.

-Máxima: umm. . . con cuidado, por favor.

-Lúcida: chica . . por quien me tomas...

-Máxima: claro, claro, pero es que me aseguro.

Lúcida sigue metiendo el vegetariano falo en la pucha de su amiga logrando diversos y crecientes suspiros en las neuronas sexuales de esta.

-Máxima: uhmm, uuhhmmm, uuuhmmmm.

Cuando lo tiene metido todo, Lúcida se estira encima de su amiga mientras con una mano sigue explorándole la vagina con el pepino.

-Máxima: aaah, aaaah, aaaah.

-Lúcida: muac . . . muac . . muac.

Lúcida sigue besando en la boca a su amiga mientras con el pepino le va dando un más intenso tratamiento en la panocha.

-Máxima: aaaaah, aaaah, aahyyy, cuidado.

-Lúcida: ay, perdona.

-Máxima: vale, sigue, aaaah, aaaaah.

Máxima se va acostumbrando por etapas al gigantesco falo y acaba agradeciendo con la compresión de sus paredes vaginales que su amiga le meta el pepino entero.

-Máxima: aaaaaaaaah, aaaaaaaaah, aaaaaah, aaaaaah.

Durante la masturbación pepinal Máxima tiene un par de orgasmos, y al final del segundo, cuando esta reposa su respiración entre los brazos de su amiga, Lúcida le pide.

-Lúcida: ahora yo.

-Máxima: vale, ponte tú.

Máxima se iergue y su amiga se estira en la cama para con las piernas abiertas que su amiga se vuelve a posicionar entre ellas. Máxima le mete el que acaba de salir de dentro de ella pepino, también cuidadósamente.

-Lúcida: mmm, mmmm, mmm.

El pepino vuelve a entrar de nuevo por turnos, y cuando queda este la mitad dentro y la mitad fuera, Lúcida dice algo que su amiga no se esperaba.

-Lúcida: mm, no, no más por favor.

Máxima comprende y a la vez descubre que su amiga es vaginálmente más extrecha que ella, pero eso no detiene la masturbación de medio pepino que esle otorgada.

-Lúcida: mmm, así, mmmm, mmm, mmmm.

Máxima tiene precisa medida con su puño y mete justo hasta el límite que hásele indicado como máxima penetración. Consiguiendo con ello el placer que gusta a todos y todas de todos los colores; el máximo fijado de reír, comer, escuchar música, besar, soñar....

-Lúcida: mmmm, lo haces, mmmmm, pero, mmmm, mucho más bien, mmmm, que nadie, mmmmm, ooooooh, Máxima, ooooooh.

Máxima se sonríe a si misma escuchando las alabanzas que sonle vitoreadas. Comprende y descubre a la vez que en cosas de panocha curiósamene sabe más que la que se le adelantó en ceremonia de iniciación como mujer amiga. Y ello hácele saborear la masturbación de su amiga como si fuese su misma panocha la que tiene ante sus ojos. Lúcida tiene dos, tres e incluso más orgasmos puesta entre las manos de su amiga y el pepino de su nevera. Llega a un límite en que la relación pepinal ha extenuado las fuerzas de la chica y pide piedad.

-Lúcida: mmm, basta, ya basta, porf...

Máxima saca cuidadósamente el pepino de la panocha de su amiga y dando por terminada la relación, arregla un poco la recámara mientras su amiga sigue gozando y soñando en silencio con ese pepino que va a tener siempre dentro de sus recuerdos. Máxima toma el pepino y lo mira con una misericordia que se enfrenta peró, con su realismo. Falta de miramientos cual mujer fatal va a la cocina y destruye el cuerpo del delito cortándolo a rodajas en el cubo de la basura.