Con la pandilla a casa de los profesores (10º día)

5+4=9, y para que la cosa salga par podemos invitar alguien más.

5 bellas chavalas transitan, una al lado de la otra, ocupando la práctica totalidad de la anchura del pasillo, por uno de los pasadizos centrales de la escuela. Si ellas van en una dirección, por el otro lado se acerca en dirección contraria el señor Nicómedes, el director de la escuela, cargado con un grueso libro de los que sólo usan los más aburridos profesores. Ellas lo ven venir desde lejos, y Verona, que está en uno de los lados de la llamada Eulalia, le da un discreto codazo por si no había reparado en quien se acerca. Las 5 chicas se van acercando inexoráblemente al que también se les acerca director y cuando se cruzan, Eulalia le suelta un flojizo y tímido:

-Eulalia: . . hola . .

A la vez que le sonríe inocéntemente.

El director la mira sonriente y concede ese para la llamada Eulalia tan apreciado saludo:

-Nicómedes: hola.

Dice Nicómedes mostrándole una agradable y amigable sonrisa. Verona en ese momento decide hacerle una cruel broma a su amiga y por sorpresa le pellizca el costado con los dedos.

-Eulalia: ¡aaaay!

Salta la chica, brutálmente sonsacada del sueño que vivía con la mirada del director.

-Eulalia: ¡ay, imbécil!

-ja-ja-ja-ja-ja-

Las 5 chicas ríen a la vez burlándose de la traicionada ingenuidad de su amiga.

-Eulalia: esta me la pagas...

-Verona: te lo merecías, ja ja, deberías haberte visto en un espejo la cara de boba que se te ha puesto.

-Eulalia: mírala ella, cómo si tú no tuvieras un.. enamorado..

Ante tan venenoso comentario Verona abandona su burla consciente de que tanto ella, como Lúcida, como Máxima, e incluso posíblemente Donátila, tienen un amante secreto por el que se funden cual queso en el microondas. Hace aproximádamente 3 semanas que las 5 chicas formaron entre todas un privado club de jóvenes mujeres que mantienen relaciones amorosas con sus profesores. La primera fue Lúcida; quien inició su relación con el profesor Silvano a raiz de un castigo que le fue impuesto a cumplir con él a solas en su clase. La segunda fue, a raiz de los chismes que le contó Lúcida, su amiga Máxima. Que no pudo resistir la tentación de tener algo tan sabroso a su alcance y que le fue preparado su ritual primer encuentro con el profesor Luncho, que mantuvo en el piso secreto de los profesores junto a las que también se relacionaban Lúcida y Donátila con el profesor Silvano. La tercera y cuarta en convertirse en mujeres fueron, en un mismo día, Eulalia y Verona. Eulalia fue hecha mujer por el señor Nicómedes, el director del colegio con el cual se acaban de cruzar las 5 chicas. La última de todas en poder llamarse própiamente mujer, fue Verona, que le fue insertada la verga del profesor Apólito, mientras Eulalia ya gozaba de su nuevo rango desde hacía unas cuantas "entradas". Donátila es la única que no fue desvirgada por ningún profesor. Según cuenta lo hizo por primera vez este verano con un amigo al que solía ver en la villa donde va de vacaciones. No ha contado nada más sobre ello y su inusual discrección hace creer a sus amigas que debe tener especiales motivos para no contar la experiencia a boca abierta.

Entonces hace unas tres semanas que tanto Lúcida con su fiel amante Silvano, como Máxima con su potente profesor Leopoldo, como Eulalia con el director y Verona con el profesor Apólito, han mantenido diversos encuentros privados con sus amantes. Principálmente en el piso secreto de los profesores, donde muchas otras relaciones profesor/alumna han tenido lugar. Este piso fue adquirido hace mucho tiempo. Se pierde su aparición en la noche de los tiempos. Fue comprado por un grupo de profesores que habían contraido relación con diversas de sus alumnas. Y como no eran sus casas o las casas de las alumnas el mejor sitio donde hacer el amor, compraron este piso que haciendo números de los polvos a que ha dado lugar, les ha salido rentable. Este piso ha ido pasando de mano en mano del grupo de los profesores que pagan su manutención y una importante cantidad de dinero para asociarse en él y poder acudir en el momento que quieran con quien quieran. Cuando un profesor se traslada de ciudad, se retira y/o decide prescindir del uso del piso, se le devuelve el dinero que entregó para asociarse dando lugar a un nuevo puesto de socio para cualquier profesor al que atraiga poseer el piso, para haber en él alguna que otra relación secreta con una juguetona alumna adolescente.

Durante estas tres recientes semanas Lúcida ha ido manteniendo sus regulares relaciones con el profesor Silvano, en picantes lugares que le hacen producir ingentes cantidades de fluidos vaginales mientras este le mete la verga. Máxima también ha seguido manteniendo relaciones con su amante titular; el profesor Leopoldo, e incluso con la mujer de este a la que conoció por sorpresa un día que estuvo cogiendo con Leopoldo en su casa. Pánfila aparició de improviso mientras Leopoldo le estaba metiendo la verga. Ella se asustó mucho al principio y estuvo a punto de huir, pero gracias al apoyo de su amante y al don de palabras de su mujer, Pánfila, se acabaron haciendo amigas y haciendo el amor con una sintético verga doble que han usado diversas veces, entrando a la vez en la vagina de Máxima y en la de Pánfila. El primer día acabó Máxima un poco dolorida por la brutal experiencia con la mujer de su amante, pero con las siguientes visitas se ha ido acostumbrando y ahora lo han hecho incluso los tres a la vez; Pánfila jodiéndose/jodiéndola con la verga doble y Leopoldo por el segundo agujero, sea este el delantero, trasero, la boca o cualquiera otra cosa que se les ocurra. Durmió una noche de sábado, Máxima, junto a Leopoldo y su mujer en su cama de matrimonio. Evidéntemente después de una salvaje cogida, hubiendo mentido a sus padres que dormiría en casa de su amiga Lúcida.

Respecto a las nuevas mujeres, Eulalia y Verona, también han ido manteniendo sus personales encuentros con los que se han convertido en sus amantes titulares. Eulalia lo ha hecho con el director Nicómedes diversas veces en el piso secreto. Y una vez se les ocurrió hacerlo en su propia casa, la de Nicomedes. Mientras la mujer de este, ignorante de toda la húmeda historia, tricotaba una camisa para su marido en la máquina de coser. Eulalia se puso loca de placer mientras oía a lo lejos la máquina de coser mientras la verga de Nicómedes le entraba en la vagina. La puso loca la absurdidad, la verguenza ajena, el surrealismo de estar sientiendo la verga de un aparéntemente honrado director de colegio mientras la mujer de este, ignorando la vil traición de la que era víctima, trabajaba honrádamente para su marido ante una máquina de coser.

Verona ha gozado también de su nuevo carnet de socia del club de mujeres, casi a diario. Lo ha hecho en el piso secreto, en casa del reciéntemente asolterado profesor Apólito e incluso ha salido alguna noche a cenar con él. Pues al no estar este casado no tiene nada que ocultar y no parece avergonzarse Verona en lo más mínimo de que alguna amistad o conocid@ la vea cenar en un elegante restaurante con un profesor. Máxima y Lúcida le han dicho a Verona que se vaya con cuidado, que Apólito no está casado y no existe esposa de la que ocultarse, pero sí existe la policía y el que un profesor se relacione con una alumna es delito y podría irse todo al garete por su imprevisión.

-Verona: fua, también están prohibidas las putas, y existen prostíbulos por todos lados.

-Lúcida: sí, pero, no sé. Me parece haber visto en alguna película que esto está prohibido y pueden meter al profesor en la prisión.

-Verona: alguna película americana habrás visto tú. Ahí en américa muchas leyes tontas tienen, pero España es otro mundo, aquí no nos andamos con tonterías. ¿Sabes que en el colegio no les enseñan la teoría de la evolución de Darwin?

-Lúcida: ¿qué dices? pero si es uno de los científicos más importantes de la historia.

-Verona: pues lo que oyes, están locos..

La primera que se convirtió en una mujer, Donátila este verano, técnicamente no mantiene relaciones con un profesor. Pero tanto Máxima como Lúcida, las segundas más expertas mujeres de la pandilla, saben que alguna cosa se lleva a escondidas pues no ven en ella la ansiedad que acompañaríalas a ellas o a cualquier otra joven mujer en tales circunstancias. Cosa que les parece evidenciar que con alguien se encuentra, sin saberlo nadie, para algo más que jugar a parchís.

Cuando las 5 chicas se cruzaron con el señor Nicómedes, se dirigían a sus escalones particulares en el patio del colegio, para acompañarse ahí durante la media hora que dispondrán de recreo. Una vez ahí una cómoda conversación se inicia entre ellas.

-Eulalia: ¿qué vais a hacer estar tarde?

-Verona: yo he quedado con Apólito, para ir a su casa y ver una película.

-Máxima: yo voy a ir a casa de Leopoldo, que he quedado con su mujer. Él no estará pero lo pasaremos igual de bien.

-Lúcida: yo he quedado con Silvano aquí en el colegio, para hacerlo en su despacho.

-Eulalia: pues yo podría ir, si más no, al piso, con el señor Nicómedes, a coger, pero...

-Máxima: ¿pero qué?

-Eulalia: es que pienso en eso que me contasteis, que tú y Lúcida lo hicisteis un par de veces con el señor Leopoldo y el señor Silvano a la vez.

-Lúcida: sí, el primer día de Máxima estuvimos yo, max y Donátila con el señor Luncho y Silvano a la vez. Y otro día lo hicimos max y yo con nuestros amantes y... a medio tiempo los intercambiamos.

-Eulalia: pues que.. se trata de eso.. a mi me da el antojo, me gustaría probar a hacerlo un día juntas.

-Lúcida: ¿conmigo y Silvano? cuando quieras.

-Eulalia: ya, pero, no me refiero a juntas tú y yo, sino juntas todas.

-Verona: ¿todas?

-Máxima: ¿las 5 juntas con los profesores? ostia, nunca había pensado en ello, pero.. ¿y por qué no podríamos hacerlo?

-Lúcida: ¡pero las 5 juntas! donde vas, lo hicimos tú y yo con Silvano y Leopoldo pero éramos sólo 4. Si lo hiciéramos las 5 juntas seríamos 5+4=9.

-Máxima: ¿y por qué no? donde comen dos comen tres, y donde comen 4 por qué no comer 9?

-Lúcida: ostia pero que..

-Eulalia: a eso me refiero, hacerlo todas juntas con los profesores, organizar una orgía que se llama.

-Verona: pues yo tampoco lo veo imposible. Hemos hecho muchas cosas juntas y nos han salido muy bien, ¿por qué no podríamos hacer el amor las 5 a la vez, con 4 hombres? O para que la cosa salga par con Donátila podemos invitar alguien más, para que no quede la cosa desequilibrada.

-Máxima: sí, perféctamente. Podríamos invitar al señor Luncho, quien me lo hizo el primer día, y que coja con Donátila y tal..

-Eulalia: ¿cómo! que coja el señor Luncho con Donátila? yo me refiero a hacerlo todas a las vez con todas, juntas.

-Lúcida: ja ja ja ja, pero que vamos a parecer un rebaño de cabras, desnudas y haciéndolo con nuestros hombres.

-Donátila: podríamos... ¿puedo sugerir?

-Máxima: sí claro.

-Donátila: emparejarnos primero y luego, según vayan sucediendo las cosas que cada cual se junte con quien quiera.

-Verona: claro, emparejarnos con nuestro amante y aluego..

-Máxima: uhmm, se me ocurre otra cosa. ¿Y si en vez de emparejarnos cada cual con su amante, empezábamos el aparejamiento así a suertes?

-Eulalia: ¿a suertes? a cara o cruz?

-Máxima: no, no necesáriamente, podríamos escogerlo ahora para así empezar la relación de una manera más abierta.

-Verona: ¿y a quien escogerías tú?

-Máxima: yo pues... pues al señor Luncho, quien me desvirgó. Me apetecería volverlo a hacer con él.

-Eulalia: pues a mi me gusta bastante tu Leopoldo. ¿Podría coger con él?

-Máxima: sí, claro. Y tu Nicómedes podría ser para quien quisiera.

-Donátila: me lo cojo yo, nunca mejor dicho.

-Lúcida: pues yo te tomo prestado al señor Apólito, Verona.

-Verona: ja ja ja, pues hacemos un changing y yo te tomo al guaperas del Silvano.

-Lúcida: es todo tuyo, pero sólo un dia ¿eh!

-Verona: tranquila que le dejaré unas pocas gotas de leche para ti al día siguiente.

-Máxima: pues ya está, ahora sólo falta decírselo y espero que estén de acuerdo.

-Lúcida: claro que lo estarán, con la de disparates que hemos hecho.

-Eulalia: pues trato hecho. A ver, repasemos; tú Lúcida con el señor Apólito, yo con tu Leopoldo, Máxima.

-Máxima: yo el señor Luncho, que supongo que estará encantado de volverme a coger.

-Lúcida: claro que lo estará, y si no.. mira.. que la lista de socios del piso es larga.

-Donátila: yo con el ídolo de mi juventud, el director Nicómedes.

-Eulalia: trátamelo bien eh, que estas cosas se gastan como las pastillas de jabón.

-Verona: y sólo falto yo, que cogeré con el señor Silvano.

-Máxima: ¿quien se los dice? tú Lúcida?

-Lúcida: sí, yo hablaré con Silvano y no creo que tenga problema.

-Eulalia: ja ja, decirme ansiosa pero, ¿tú crees que podrá ser esta tarde?

-Lúcida: chica... esta tarde.. lo veo muy difícil porque tienen que ser los 5 a la vez. Es posible pero, si incluso a nosotras nos cuesta encontrarnos las 5 a la vez.

-Eulalia: ja ja, pero es que hay ganas, y yo con este plan hago lo que sea.

-Máxima: lanza una moneda al río a ver si te da suerte.

-Eulalia: ay calla, que tú también tienes ganas.

-Máxima: uhmm, sí, estaría bien, por eso te digo que lances la moneda al río.

-ja-ja-ja-ja-

Las 5 chicas ríen a la vez a la vista de todo el colegio, sentadas en las escaleras del colegio. A la vista, pero no al oído de todo el mundo, las chicas siguien discutiendo algo que ni se sospechan los tiernos chavalines que juegan a pelota por allí. De pronto un azul balón impacta contra la cara de Máxima.

-Máxima: ¡aaaay!

Máxima toma el balón y le da un duro puntapié, un inocente chavalín corre tras ella desconocedor de todas las cosas de que hablan las chicas grandes.

-Máxima: ¡la madre que lo parió!

-Lúcida: joder, que ya está a punto de dar el timbre. Quedamos así, yo lo hablaré con Silvano y tú, Eulalia, tiras la moneda al río.

-Eulalia: una moneda de 2€ lanzaré, a ver si esta tarde mismo hay..

-meeeeeec-

-Máxima: nos vemos a la salida.

-Las.5.chicas: ¡adiós!

Las clases transcurren para las chicas como lo han hecho los anteriores 4 meses de curso y como lo harán los 4 siguientes. A la hora que le marca el cibercronómetro, el timbre de la escuela suena informando que la hora da la salida a todos sus ocupantes. Junto a más de un centenar de estudiantes las 5 amigas se encuentran en la puerta de la salida.

-Lúcida: eh chicas, lo he hablado con Silvano, pero claro, él aún no lo ha hablado con el resto.

-Eulalia: y... ¿cuando lo hará?

-Lúcida: tengo que llamarle a las 4, y me dirá si lo ha conseguido.

-Eulalia: fenomenal, tengo una visión de que sí que podrá.

-Máxima: que tus sueños sean ciertos, querida. Nuestra tarde depende de ellos.

Entonces las 5 amigas se separan de acuerdo en que Lúcida llamará al resto después de hablar con Silvano, a ver si ha habido suerte.

-Las.5: adiós, hasta luego, xao, bye, venga...

A las 4:30 el teléfono de Eulalia suena.

-riiiiiiiing-

Eulalia acude a él con la velocidad que lo haría un bombero a un conato de incendio. Y lo descuelga.

-clack-

-Eulalia: ¿sí?

-Lúcida: soy yo, Lúcida.

-Eulalia: ah, hola, ¿qué?

-Lúcida: sí, esta tarde a las 5 en el piso.

-Eulalia: ¡Dios me ama!

-Lúcida: me sé de otro que te amará, y otro a mi y otro a Verona y... a todas en conjunto, a la vez y espero que revueltas.

-Eulalia: ja ja ja, nos lo vamos a pasar que flipas!

-Lúcida: tanto tú como yo. ¿Qué haces? llamas tú?

-Eulalia: sí, yo llamo a Verona y a Donátila, y tú llama a Máxima.

-Lúcida: vale, a las 4:30 en casa de Máxima.

-Eulalia: de acuerdo, hasta luego.

-Lúcida: hasta luego.

-clack-

Eulalia apenas puede contener su tartamudeo cuando llama a sus otras dos amigas. Cuando a las 4:30 se encuentran todas en casa de Máxima, se las ve a las 5 guarnecidas de deslumbrante vitalidad con la que sólo pueden contar unas jóvenes chicas como ellas que están vivendo la vida al máximo. Le dan diversos amorosos besos a Lúcida por haberles conseguido un reto tan difícil, e incluso Eulalia, presa de la emoción, estalla a llorar en los brazos de Máxima.

-Eulalia: buuh, te lo trataré bien, te lo juro, buuuh, buuuuh.

-Máxima: tranquila (dice la muchacha, acariciándole la cabeza) es todo tuyo. Somos amigas ¿verdad?

-Eulalia: sí, snif, pero es que, snif.

-Máxima: no te apenes por esta necedad, si supieras las cosas que he compartido con Lúcida y con el mismo Leopoldo.

-Eulalia: sí, ya lo sé, snif, pero es que yo nunca lo he hecho con nadie más que con el señor Nicómedes.

-Máxima: pues ya iba siendo hora, yo lo he hecho ya con... a ver, déjame pensar; con el señor Luncho, con Silvano, con Eustaquio, con el profesor Jerónimo y con, claro está, Leopoldo.

-Eulalia: ya, pero, es que me siento como si te robara una cosa y no te diera nada.

-Máxima: cómo que nada, ni falta que me hace, yo voy a hacerlo con el profesor Luncho. Y todas nosotras vamos a compartir nuestros amantes entre todas, como buenas amigas.

-Eulalia: mmm (se arropa Eulalia entre los pechos de su amiga) . . . . ¿Te puedo decir una cosa?

-Máxima: claro que puedes, adelante.

-Eulalia: yo me sentiría mejor si lo, hicieras con Nicómedes. Sería como yo darte a Nicómedes a cambio de tú a Leopoldo . .

Máxima se queda muda ante la no tan falta de sentido idea de Eulalia. Sin pensar en que está valorando la posibilidad, Máxima mira un instante a Donátila, a quien supuéstamente está adjudicado el señor Nicómedes. Donátila no duda un segundo ante la duda de su amiga y asiente la cabeza comunicando su conformidad. Máxima le sonríe agradeciéndole el favor que le acaba de hacer a Eulalia y mientras le sigue acariciando la cabeza le dice.

-Máxima: de acuerdo Eulalia, yo lo haré con Nicómedes a cambio de Leopoldo.

-Eulalia: ¿pero?

Dice la muchacha levantando la cabeza y mirando primero a quien la arropa y después a Donátila. Donátila mueve de nuevo la cabeza de arriba a abajo para revelar a Eulalia que está de acuerdo con el nuevo arreglo.

-Eulalia: ¿de verdad, quieres?

-Donátila: sí, claro, totálmente. Yo lo haré, empezaré la relación con el señor Luncho y vete a saber, quizá me convierto en su amante.

-Eulalia: oh, es fabuloso, yo lo dije, lo pensé como si fuera una tontería, pero ahora pienso que no es tan bobo y que será super bonito que yo y Máxima intercambiemos profesores, igual que Verona y Lúcida.

-Máxima: no será tanto intercambio, porque la relación tan sólo empezará así. Después las cosas pueden dar mil vuelcos y podemos acabar de cualquier manera.

-Eulalia: ja ja ja, es igual, gracias, gracias por concederme.

-Lúcida: ¡menos gracias y más prisas! faltan 10 minutos para las 5, y si llegamos tarde igual se los han llevado otras.

-Verona: será mejor que no porque les corto el cuello.

-Lúcida: ¡pues venga, vamos!

Eulalia se limpia la llorosa cara en el retrete y en 10 minutos están las 5 chicas, como lo estuvieron el día del desvirgamiento de Eulalia y Verona, ante la puerta del piso.

-meeeeec-

-Intérfono: ~~¿sí?~~

-Eulalia: somos nosotras; Eulalia, Máxima, Verona, Lúcida y Donátila.

-Intérfono: ~~ ah sí, subid ~~

-clack-

Las 5 amigas suben las escaleras formando una graciosa fila india; tomadas de la mano una con la otra formando una larga cola que sube. Así mismo tomadas de la mano, Lúcida toca el timbre.

-ning-nang-

-Voz: ¡entrad, está abierto!

Lúcida empuja la puerta y una vez abierta entran todas. Las 5 chicas se encuentran, curiósamente, a 5 profesores en el salón central del piso. Este salón ha sido despejado de sillones, mesas y cualquier otra cosa y unas 3 o 4 alfómbras cubren totálmente el duro suelo.

-Silvano: hola, preciosas.

-Las.5: ¡hola!

-Máxima: esto, ¿os ha contado más o menos Lúcida quien irá con quien?

-Silvano: sí, yo voy con Verona, Leopoldo cogerá a Eulalia, y más o menos ya sabemos cómo empezar.

-Lúcida: pues es que, hemos hecho un pequeño cambio. Máxima va con usted, señor Nicómedes, y Donátila con Luncho.

-Nicómedes: oh vale, estoy encantado.

-Lúcida: ha sido el cambio a raiz de... (Lúcida mira a la que se siente a punto de ser descubierta en una chiquillería Eulalia y) de nada, nada, lo hemos decidido así.

-Leopoldo: bueno pues, lo hemos dejado ya todo preparado. Hemos sacado todos los trastos y extendido estas alfombras para estar más cómodos.

-Máxima: excelente iniciativa, cielo.

-Leopoldo: pensaba en el amor que nos une, corashón.

Dice el profesor sonriendo con verdadera pasión a la alumna con que tantas mañanas, tardes y noches lo unen.

-Máxima: bueno pues, si no hay nada que objetar, ¿vamos a ello?

-Leopoldo: claro.

El profesor Leopoldo comprende sábiamente que para las chicas representa la experiencia muy novedosa, y por ello decide tomar la iniciativa. Toma a su adjudicada Eulalia y sin dudar un segundo le planta un lenguado beso en la boca. El resto de chicas comprenden que la última pasará por ser la más cobarde y por ello se mueven casi al unísono a su concedido profesor, y casi a la vez el resto de las 4 de chica bocas se unen a las de los 4 profesores restantes.

Tras unos jugosos segundos de morreo, Máxima luce su noble grado de valentía y es la primera en abandonar la lengua del señor Nicómedes y tras bajarle los pantalones comerle la verga.

-Máxima: gooorbl, goooorbl.

-Nicómedes: mmm, muy bien pequeña, tu chupada es magistral.

Máxima se traga la práctica totalidad de la verga del director y orgullosa de ello se congratula.

-Máxima: goooorbl, mmm, mira mira, toda, goooorbl, gooooorbl, gooooorbl.

-Nicómedes: eres maravillosa...

Mientras Máxima se ufana de su solemne mamada, el resto de sus amigas han tomado también los segundos pasos en las relaciones con los amantes de sus amigas; Lúcida se ha sentado junto a Apólito en el suelo y ella le masturba la polla mientras se sigue besando con él. Silvano está a 4 patas entre las piernas de la estirada Verona y le proporciona uno que, al grado de los gemidos de la chica, parece ser un hondo placer de sexo oral.

-Verona: mmm, mmmm, mmmm.

Eulalia está también mamándole la polla al profesor Leopoldo y ahora está este sentado en la alfombra mientras ella lo chupa en la humillante posición en que oraría un musulmán. Le tiene Leopoldo también, como es costumbre en el conjunto de profesores con sus alunnas, la mano en la frente y le va diciendo cariños para que se esfuerce y muestre entrega con la mamada.

-Leopoldo: así me gusta, mmm, la chupas muy bien para ser una primeriza.

-Eulalia: goooorbl, goooorbl, es que, el señor Nicómedes también la tiene, gooorbl, grandecita, como usted, goooorbl.

Donátila, la que primera entró en el club de mujeres realizadas de la pandilla, parece tomárselo con calma y se besa con el profesor Luncho estirados en el suelo. Máxima va progresando y ahora ha entablado un 69 con su director. Lúcida es la primera que ha decidido unirse a alguien y acordándolo con Apólito, han montado una extraña posición con Verona y Silvano en que forman un pequeño círculo de sexo oral alumna/profesor/alumna/profesor. Leopoldo se ha animado bastante con la jugosa mamada de la amante del director, Eulalia, y la ha puesto a 4 patas para, mientras ella mira como el señor Nicómedes y Máxima hacen un 69, metérsela.

-Eulalia: aaaaaaah . . . . . . aaah, aah, aaah, aaah.

Nicómedes reconoce los gemidos de su amada y retirando la boca de la panocha de Máxima, mira un momento a la que lo mira con cara de vicio y gimiendo con aún más vicio Eulalia mientras un inferior a él, el profesor Leopoldo, se la coje. Nicómedes hace una propuesta a Máxima y siguiéndola ella se besa con su posesor amante Leopoldo, mientras este se sigue metiendo en Eulalia, que a su vez se besa con su verdadero amante director Nicómedes.

-Eulalia: aaaah, aaaah, aaaah, aaaah, síí, Nico, mmm, muac, arf.

Donátila parece ser, de momento, la única que no ha establecido relación sexual en grupo y sigue, por milagroso que pueda parecer, besándose límpiamente con el profesor Luncho, ahora sentados en el suelo, abrazados con brazos y piernas.

Verona, Silvano y Lúcida y Apólito han pensado en continuar ese tan original juego que tenían de la rueda de sexo oral, con la penetración. Lúcida se ha puesto en el primer puesto y posicionándose a 4 patas, Apólito se le ha metido dentro situado tras ella y, Verona se ha abrazado a la espalda de su primer amante y su segundo amante, el profesor Silvano, se le ha metido dentro también formando una graciosa fila de penetración.

-Verona: aaah, aah, aah, aah.

-Lúcida: aah, aah, aah, tómame las manos, Verona.

-Verona: aah, sí, aah, aah.

Verona alarga las manos hacia delante y refuerzan la maziza posición constriñéndose con los brazos junto al que se siente cada vez más estrecho Apólito.

-Verona: uhmm, sííí, lo sientes Lúcida, mmm, yo lo siento, a tu Silvano, mmm.

-Lúcida: yo también, mmm, mmm, cógeme las manos más fuerte. Mmmm, sííí, así..

Mientras Máxima se besaba con su amante Leopoldo, que a la vez se metía dentro Eulalia que también se besaba con su amante Nicómedes, ha observado, Máxima, la excéntrica posición de Lúcida con Apólito, Verona y Silvano, y se ha inspirado en ellos para montar otra aún más curiosa posición. Máxima se ha estirado en el suelo, mirando hacia el techo, y ha permitido al director Nicómedes que se metiera entre sus piernas. Le ha costado un poco a Máxima convencer a Eulalia, pero al final esta ha accedido a tumbarse encima del director y dejar que el profesor Leopoldo se tumbara también encima de ella, para metérsela.

Tanto Nicómedes como Leopoldo son dos hombres de peso, y la suma de sus quilos junto a los escasos quilos de Eulalia, se concentran entéramente encima de Máxima que siente como la polla más pesada que ha sentido en la vida, la de Nicómedes, se le mete dentro.

-Máxima: aaaaaah, aaaaah, aaaaah, aaaaah.

Eulalia también gime con la gorda verga de Leopoldo en su vagina, pero eso no le retira la leve sensación de inseguridad que siente encima de dos personas en baloncestista movimiento.

-Eulalia: mm, mmooh, mm, mm, oohmm, mm.

Donátila se ha decidido por fin a pecar de la roja carne y masturba, aún un poco cástamente, la verga al señor Luncho aún sentados en el suelo en la misma posición.

8 personas; Silvano, Verona, Lúcida, Apólito, Eulalia, Leopoldo, Nicómedes y Máxima, a órdenes del director Nicómedes, entablan diferentes relaciones cruzadas en que el director se coje a Verona;

-Verona: oooh, ooooh, oooh, ooooh, señor director, oooh, ooooh.

Leopoldo a Lúcida;

-Lúcida: uhmf, ummf, ummf, ummf, ummf, más, más, más, máás.

Apólito a Máxima;

-Máxima: aaaah, aaah, aaah, aaah, sigue, sigue, más fuerte, sííí, asíí, síí.

Silvano a Eulalia;

-Eulalia: mm, mm, mm, mm, aah, aah, mm, mm, mm, mm.

Y una docena más de combinaciones en que toda verga ha acabado entrando en todo otro orificio vaginal. Los primeros orgasmos lácticos no acaban llegando de los hombres hasta que la luz solar procedente de las ventanas empieza a decaer, señal de que el tiempo asequible se acaba. Leopoldo se corre en la cara de Verona, el director Nicómedes en la barriguita de Lúcida, el profesor Silvano en el pandero de Eulalia y Apólito en la boca de Máxima, que se lo traga todo.

Mientras las 8 personas caen rendidas a la alfombra, tienen el lujo de observar que Donátila y Luncho ni tan sólo han iniciado la penetración. Se siguen besando silenciósamente sentados encima la alfombra, aunque sí con la mano de ella en la aparecida verga y con él metida la mano dentro sus pantalones.

-Eulalia: ¿y estos? tú te crees?

Dice Eulalia exclamándose a sus amigas que van limpiándose y vistiendo.

-Máxima: déjalos, cada cual a lo suyo.

-Eulalia: bueno bueno.

Las 4 amigas se visten junto a sus profesores y cuando están listas se preguntan qué pasa con Donátila. Ella oye los comentarios que de ella hablan y retirando los labios de Luncho, les dice.

-Donátila: yo prefiero quedarme, y hacerlo con más sosiego.

-Lúcida: bueno, tú sabrás lo que te haces. Hasta mañana.

-Máxima-Eulalia-Verona: hasta mañana.

-Máxima: Donátila, ya nos lo contarás, je je.

Donátila retira nuévamente los labios de su nuevo querido y dice.

-Donátila: claro, ¿qué hay que no os haya contado...

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