Con la mujer de mi amigo
Un viaje a Guadalajara, un festival musical, un hombre soltero, una mujer insatisfecha, alcohol de por medio, mi amigo de viaje y su mujer espectacular, ¿qué más podría pasar?
Muy a pesar de mis tantos viajes por el mundo y la república mexicana, aún tenía muchos lugares por visitar, ya fuera por querer conocerlos, por tener intención de vivir alguna experiencia nueva, por prospección de clientes para mi negocio o simplemente por invitación de amigos que habían mudado de residencia.
Uno de esos sitios era la ciudad de Guadalajara, ciudad que se me había resistido desde hace tanto tiempo por diversas circunstancias, y para la que había agendado una visita ya que se celebraría un festival musical en el Parque Trasloma y así aprovecharía para conocer algunos de sus atractivos turísticos y visitar a un buen amigo del colegio que por cuestiones laborales se había mudado con su esposa a ese lugar.
Pensé en llevarme a una de las becarias de mi empresa que me llamó la atención desde que se incorporó al equipo de trabajo, una estudiante de diseño gráfico que apenas andaría llegando a sus veinte años. Había ya tenido algunas charlas con ella en las cuales me hizo saber sus gustos musicales mientras yo la desnudaba en mis pensamientos, era buena la oportunidad, una chica joven, con ganas de crecer profesionalmente, en una ciudad alejada, con gastos pagados y todo a su disposición para pasarla bien, pero al ser aún “chica de casa” sus padres no le permitieron asistir.
Adelantándome a lo que pudiera suceder compré dos boletos en la zona VIP del evento, quería deslumbrar a mi becaria y aprovechar esos días en la ciudad para, además de visitar lugares con atractivo turístico, pegarle unas buenas folladas al llegar a nuestro hotel, ya que la niña estaba que se caía de buena, con la frescura de las muchachas de su edad, y con unos jeans ajustados que parecieran a punto de reventar por rotundo par de nalgas que cubrían.
Decepcionado por ir sólo me dediqué a tratar de recuperar algo del dinero invertido al poner a la venta el boleto sobrante en foros de internet aunque sin mucho éxito, puras ofertas ridículas de jóvenes que no tenían dinero y sólo se hacían pajas mentales pensando que podrían ir. Decidí llevarme el boleto y ver si lo podía colocar a la entrada del evento, algo saldría, ya ni siquiera hice el intento de invitar a alguna amiga o conocida, pensé en comprobar los dichos populares de que las mujeres de Guadalajara son hermosas, más en un lugar donde pulularían jóvenes deseosas de bailar y disfrutar un buen momento.
Tomé mi vuelo por la mañana un día antes del festival, llegué antes de mediodía a mi hotel, por lo que después de una ducha y un cambio de ropa me dispuse a recorrer los municipios cercanos, visité varios lugares de interés y termine comiendo en un famoso lugar de Tlaquepaque, unos tragos, mariachi y de vuelta al hotel, había quedado con mi amigo de épocas de colegiales para ir a cenar a su casa y conocer a su esposa, toda una pinta de noche de plática de cosas de familia, iba a ser la ostia de aburrido, ya no era como antes de irnos de bar en bar a ver que pescábamos, las cosas con el tiempo cambian, que va, habría que apechugar.
Llegué a una hermosa casa, decorada con muy buen gusto. Después de la primera cerveza y esperando que bajara nuestra anfitriona mi amigo me puso al tanto de sus andares y yo hice lo propio, la verdad que no le había ido mal, gerente de una gran empresa y aún con posibilidad de crecer más.
Pasada aproximadamente una hora una fina fragancia comenzó a inundar el ambiente; bajando por las escaleras venía un portento de mujer, una larga figura soportada por unas potentes piernas, enfundada en un vestido negro con motivos florales, con un vuelo que dejaba ver unos apetecibles muslos y un corte que ceñido a su cadera dejada ver las formas perfectas de la cintura que se perdía en unas tetas que dejarían babeando a cualquiera, un atuendo sencillo pero cautivador, era una verdadera hembra esa mujer.
Sinceramente un poco nervioso me puse, no sabría explicarlo pero esa bella dama había causado tal impresión en mi persona que me dejo anonadado. La noche transcurrió sin nada relevante, más allá de mi turbación. Estaba por marcharme ya entrada la madrugada cuando mi amigo dijo que no aceptaría que me fuera a las tantas, por lo que me fue ofrecido el cuarto de huéspedes, yo algo cansado del viaje y de la jornada caí como un nene recién nacido, no fue hasta la mañana del día siguiente que los acontecimientos cambiarían drásticamente.
Con las normales ganas de ir al baño que suelen ocurrir cada mañana me desperté, me dirigí al baño con la intención de acicalarme un poco y partir al hotel para arreglar mi atuendo y lo necesario para el evento al que principalmente había venido. Al abrir la puerta cual va siendo mi sorpresa al ver a la esposa de mi amigo sentada en la taza, con sus pequeñas bragas en el piso y con el olor característico y fuerte del orín matutino y el sonar del chorro al golpear la porcelana, no sabía en dónde meterme, me entró un acojonamiento que me quedé de piedra, a la ve que, tampoco sé el motivo, me excite y mi miembro comenzó a crecer.
Ella al verme así, de la manera más natural soltó la carcajada y le quitó tensión al asunto, a lo que también reí, me dijo que no pasaba nada y que mientras esperaba mi turno podía bajarme esa erección. Al verme así, pillado, volví a mi habitación y sólo salí hasta que oí que ella regresaba a su habitación.
Ya repuesto de todo el show, bajé para despedirme de ambos y partir, pero me encontré con la noticia que Julián había partido de viaje muy temprano debido a problemas que se presentaron en su trabajo, me dejo recuerdos y la invitación de permanecer en su casa el resto del viaje, incluso la propuesta de que su mujer fuera mi guía en la ciudad. Una mujer espectacular, sola para mi unos días, un boleto extra para el festival y ganas de pasarla bien, los astros se alineaban para que algo sucediera.
La invité y accedió, después del desayuno partí con la promesa de verla en el lugar del evento. Ya en mi hotel pensé en las posibilidades y descarté cualquier acto desleal, dejé de lado pensamientos lascivos y me concentré en disfrutar el evento con buena compañía, sólo eso. Pedí mi taxi y al llegar al lugar lo que vi hizo que cambiara totalmente de planes, hacía mucho que una mujer no me ponía tanto. Un fino vestido de gasa, con un cinturón que resaltaba su cintura, con un escote que hacía no querer levantar la mirada, con los hombros sensuales al aire y una frescura en su rostro que parecía adolescente de las que ahí se congregaban, el vestido por su material dejaba ver su ropa interior, un sostén floreado y el encaje de su bóxer cachetero, todo rematado con unos converse blancos que me hicieron querer comérmela ahí mismo.
Una cerveza y plática de trivialidades, otra cerveza y plática de asuntos de familia, una cerveza más y charla de sus problemas con su marido y de que no era feliz, más y más cervezas y asuntos íntimos salieron a flote. Al parecer era una mujer y mi amigo no la atendía como debía, buscando ella incluso satisfacer sus necesidades sexuales visitando páginas de relatos y videos porno para estimularse. No sé si debido a las cervezas ya no me encontraba tan cortado, al contrario estaba excitado a más no poder, tenía que follar a esa hembra a como diera lugar.
Conforme fue pasando el tiempo el recinto se fue llenando más y más para ver a los actos estelares, por los que también yo me encontraba ahí, por lo que cada vez fuimos avanzando hasta quedar a escasos metros del escenario principal. Debido a la cantidad de gente los empujones eran continuos, por lo que puse a la esposa de mi amigo justo delante de mi persona para protegerla de los empujones, lo que resulto que en cada movimiento se fuera tallando ese delicioso culo en mi verga que ya estaba a reventar.
Fue avanzando la noche y también los arrimones que ella se daba, ya no eran debido al movimiento de la gente a nuestro alrededor, me di cuenta que eran intencionales, incluso en un momento que el audio lo permitió llegué a escuchar un suspiro de su parte, cada vez se abandonaba más al placer. Yo en algún momento, de una manera disimulada aprovechaba para tomarla de la cintura y acercarme a su cuello para rozarlo con mis labios y aspirar su aroma, ella sólo ladeaba la cabeza y se recargaba en mi hombro, ya estaba más que lista para la acción.
El grupo que cerraba el festival fue la locura, brincos, gritos, empujones, caos total. En uno de esos movimientos bruscos de la masa ella casi cae por lo que tuve que sujetarla fuerte de las caderas, fue un movimiento raro pero mis manos quedaron dentro de su vestido, y así, ambos notando lo que pasaba pero haciéndonos los tontos seguimos disfrutando el concierto, claro y yo de sus carnes, ya que con el pretexto de agarrarla para que no volviera a suceder algo así ya no sólo sujetaba sino que amasaba sus muslos y glúteos, incluso llegando a meter mis manos bajo sus bragas.
Todo en su conjunto, el alcohol, el ambiente del lugar, la noche, las luces y el baile que anticipada el apareamiento hacían del momento algo mágico, ya no había vuelta atrás, terminó el evento y ella giró, yo aún con mis manos en tan privilegiado lugar pero ahora llegando a sentir el nacimiento de su ingle y unos cuantos vellos púbicos, así afianzado casi a su sexo, sintiendo sus pezones enhiestos a través de la fina tela, me besó, un beso apasionado, lleno de lujuria, de deseo contenido, de hembra en busca de saciar su instinto bestial.
Nos perdimos en la noche de Guadalajara, dos bares y morreos y sobadas sobre y bajo la tela, una mamada furtiva en un baño, una metida de dedos en el taxi rumbo a su casa, una comida de tetas en un callejón. Al entrar a su casa ya todo era darle rienda suelta a la pasión, con mis dedos oliendo a su intimidad y su boca con un vaho a mi verga. Sinceramente me la quería follar con ese atuendo, así que caminando tras de ella, al llegar al sillón, la sometí.
Besé su cuello, mordí cada lóbulo de sus orejas, aspiré su aroma a hembra en celo, lamí sus hombros, mordisqueé su espalda mientras con ambas manos entrando por el costado de su vestido masajeaba ese par de melones, con tallones de mi falo contra su culo macizo, poderoso.
Así la quería follar, de espaldas, la dominación del macho montando a su mujer; la empiné y me perdí bajo el vestido, haciendo su calzón a un costado pase mi lengua por sus agujeros, me llené de su fragancia a mujer, a sudor, a orín, a deseo, chupé, lamí y lengüeteé su intimidad, besé sus ingles, succioné sus labios, metí mis dedos en su coño ahora lento ahora con furia, ya sus fluidos escurrían por sus muslos y dejaban ver una vulva brillosa, gritando por un pedazo de carne que la llenara y la dejara satisfecha. Y así con el encaje de sus bragas marcándose en sus nalgas, con su ano apretado y moreno invitando a ser penetrado, sin ningún miramiento más que el instinto animal de la cópula, le dejé ir mi miembro hasta el fondo, sólo se escuchaba el chapoteo mientras yo agarraba sus tobillos para tomar vuelo y embestir cada vez con más fuerza.
Ella era un mar, su sexo sacaba y sacaba jugos, con un olor que me embriagaba y me hacía darle más y más duro, que delicia al ver su sillón con una mancha que iba creciendo mientras yo le daba y le metía un dedo en su culo estrecho, ella se retorcía y babeaba, perdida, abandonada al placer.
Aún con la ropa puesta la cambié de postura, ella boca abajo con las piernas bien abiertas, desparramada en su sillón, con las tetas al aire y mi pene nuevamente entrando, chocando hasta los huevos y deleitándome con sus gestos y gemidos, dignos del mejor hentai japonés, un chillido agudo cada que una descarga de su interior venía nuevamente, me pegaba en los muslos, se reía como loca, me empujaba para que me saliera, ya no podía más.
La agarré de las caderas y me comí sus tetas, las estrujé y me perdí en sus pezones cuando ya sentía que mi perineo se contraía, que cada poro de mi piel comenzaba a erizarse, cuando la lecha ya subía por los conductos seminales con dirección a su útero; la besé con desenfreno, le mordí los labios, el cuello, le hice chupetones, la dejé babeada, le metí la lengua hasta el paladar, le comí la boca mientras uno, dos, tres, cuatro potente chorros salían disparados de mi verga, sentí contracciones como jamás las había sentido, su coño se sentía ardiendo al igual que mi semen, un calor intenso que abrasaba nuestros sexos, ella se abrazó a mi torso con sus piernas y así, cansados y sudados nos quedamos dormidos en el sillón.
Por la mañana me levanté al baño, verla así, acabada, destruida pero con un gesto de satisfacción y felicidad mientras dormía y con su coño con los restos secos de la follada me la puso dura otra vez. Saqué el móvil e hice unas capturas de ese momento, era un cuadro digno de enmarcar. Ya en el aseo me entró una zozobra terrible, me sentía un campeón por follarme a tan majestuosa hembra pero a la vez me sentía una basura como amigo.
Me vi al espejo pensando en huir de ese lugar y después ver que pasaba, había dejado pasar algunas buenas oportunidades a lo largo de mi vida y aunque en ese momento me sintiera mal, esa hembra era una oportunidad imperdible, al carajo con las buenas conciencias, tal vez en otro viaje la pudiera volver a follar…