Con la miel en los labios: Parte 2

Me convertí en prostituta por necesidad, pero los gemidos que salen de mi boca no tienen nada que ver con los gajes del oficio. Me gusta el dinero, pero me gusta más cuando chupan mis tetas mientras me hacen chupar un buen coño.

Intento nivelar mi respiración y volver a enfocarme, pero el señor Rogers me coge entre sus brazos y me lleva hasta la cama. Lo miro con el ceño fruncido cuando, a pesar del persistente bulto en sus pantalones, me deja con delicadeza sobre la cama.

Él solo retrocede y luego voltea a mirar hacia su esposa.

-¿Estás segura de esto? –pregunta con voz ronca, puedo ver su lucha.

Siento pasos e intento reincorporarme, pero unas manos sostienen mis hombros y luego aparece la cabeza de la señora Rogers frente a mí.

-Quédate así, dulzura –dice antes de besar mi frente-. Espero que ahora estés dispuesta a aceptar que te vendemos. Eres un fetiche que queremos explorar.

La miro fijamente y sopeso los pros y contras de aceptar algo tan arriesgado con personas que no conozco, pero la parte estúpida de mí hace que mi cabeza asienta.

Los ojos de la señora Rogers brillan con lujuria antes de sacar unas vendas de su bolsillo y atarlas con delicadeza sobre mis ojos.

-Cariño, muévela.

Quiero preguntar a qué se refiere, pero pronto lo averiguo cuando soy alzada en volandas y colocada en el centro de la cama. Suspiro e intento relajar mi cuerpo. Escucho pasos alrededor de mí, sin embargo, todo se mantiene en silencio. Frunzo los labios cuando pasan los segundos y no sucede nada así que llevo una mano a mi rostro para retirar la venda, pero una mano me toma de la muñeca y me detiene.

-No lo hagas, solo espera un momento –la voz del señor Rogers llega de mi lado izquierdo y decido hacer caso.

Un tintineo mecánico suena en el fondo y luego ropa cayendo en el piso.

-Bien, empecemos –se escucha la voz de la señora Rogers.

-¿Empezar? –pregunto confundida-. ¿Planeas participar o algo así? –pregunto a la mujer con risa nerviosa.

Siento a alguien subiendo a la cama y luego unas manos empiezan a recorrer mis piernas con suavidad. Trago saliva cuando las manos empiezan a subir más allá de mis rodillas hasta detenerse a pocos centímetros de mi coño. Abro las piernas para darle acceso y el recorrido empieza de nuevo, pero no hacen lo que quiero, sino que una mano aprieta mi coño con fuerza. Lanzo un jadeo de sorpresa y alzo mis caderas en búsqueda de alivio.

-Por favor –digo con voz necesitada-. Me tienes chorreando.

Espero alguna respuesta, pero, en cambio, alguien se sienta a horcajadas sobre mi cintura, toma mis manos y las lleva sobre mi cabeza. Intento liberarme, pero las manos no me dejan ir, luego se inclina sobre mí y siento sus tetas presionando sobre las mías.

-No voy a dejar que me quites mi diversión, cariño –susurra la señora Rogers a pocos centímetros de mi boca-. Esta es mi maldita noche y no voy a parar hasta que te desmayes. Eso si tienes suerte.

-Pero dijiste antes que… -empiezo.

-¿… la noche de mi marido? –termina por mí-. Te mentí –dice en tono tajante.

Un escalofrío me recorre y siento su aliento sobre mis labios cada vez más cerca. Entreabro los labios para darle la bienvenida, pero solo se ríe de mí antes de moverse a través de mi mandíbula y bajar lentamente hasta mi cuello. Gimo cuando empieza a succionar y luego muerde con fuerza.

-Maldita –digo con voz entrecortada.

Su risa hace que su cuerpo tiemble encima de mí. Espero alguna réplica, pero sigue bajando hasta llegar a mis pezones. Empieza a pasar sus mejillas sobre ellos con fuerza y estoy segura de que hay leche saliendo de ellos. Mi coño palpita con necesidad y ruego en silencio para que chupe mis malditos pezones de una vez por todas.

Su aliento golpea mi sensible pezón antes de que sus labios se cierren finalmente sobre él. Empieza a chupar con tal fuerza que lanzo un grito lleno de dolor. Luego, lo suelta y hace lo mismo con el otro. Cada maldito chupón envía corrientazos directo a mi coño. Empiezo a moverme de un lado a otro, perdida completamente en el momento. El movimiento de su coño a lo largo de mi estómago se intensifica con cada succión. Ambas gemimos con ganas mientras come mis tetas. Empiezo a sentir un nuevo orgasmo construirse dentro de mí, pero de pronto se detiene y se aleja de mí.

Grito llena de impotencia e intento levantarme, pero no puedo. Entonces, es como si un balde de agua fría cayera sobre mí.

Los malditos aprovecharon la distracción y me ataron a la cama.

-¿Qué demonios? –maldigo cuando siento el terciopelo de unas esposas alrededor de mis muñecas-. Nunca hablamos de esto.

La risa de la señora Rogers retumba por toda la habitación y empiezo a removerme entre las sábanas.

-¿No te has dado cuenta todavía de que esto no se trata de ti?

-¡No pagaste por esto! –grito llena de ira mientras las esposas se clavan en mi piel.

-Entonces no deberías cobrar tan barato –la profunda voz del señor Rogers me hacen detenerme y miro donde supongo que proviene su voz.

Respiro profundamente para intentar calmarme, entonces les doy lo que supongo una sonrisa tranquilizadora.

-¿Al menos podrían quitarme la venda? –espero varios segundos sin recibir respuesta-. ¿Por favor? –agrego.

Alguien se acerca y de pronto la venda es retirada de mi rostro. Tengo que parpadear varias veces para enfocarme. Al primero que veo es al señor Rogers mirándome parado frente a la cama. Abro la boca, pero mis protestas mueren cuando noto como mueve su mano de arriba abajo. Me tomo un segundo para detallar su polla y no puedo evitar relamer mis labios cuando veo su tamaño. Sus movimientos son bruscos, pero desde aquí puedo ver como se alza hasta la mitad de su estómago. Suspiro llena de felicidad solo de imaginar poder tenerla dentro de mí.

La risa de la señora Rogers suena a mi lado y giro la cabeza bruscamente cuando la encuentro mirándome fijamente.

Frunzo el ceño e intento pensar en algo que decir para salvar mi orgullo, pero entonces la veo. Maldición, su esposo tiene una polla de ensueño, sin embargo, las tetas de esta mujer son la fantasía de cualquiera. Solo lleva un corsé de encaje negro que realzan sus pechos desde abajo. No tiene copas, así que sus pezones rosados están a plena vista. Bajo la mirada lentamente por su cuerpo y encuentro su monte de venus completamente depilado. Me relamo los labios solo con pensar en probarlo y otra oleada de calor hace humedecer más mi coño.

Miro sus tetas por un largo tiempo hasta que chasquea sus dedos frente a su rostro. La miro rápidamente y la encuentro con una sonrisa lasciva en su rostro.

-Sé que dije que era mi noche, pero necesito tu consentimiento. Lo menos que quiero es que nos denuncies por violación.

Sonrío sin poder evitarlo y luego asiento con vehemencia.

Podré ser estúpida, pero no pienso desperdiciar una buena follada solo porque no haya empezado como creí.

-Pueden hacer lo que quieran –digo mientras abro mis piernas lo más que puedo-. Pero eso sí, tendrán que meterme algo rico en la boca.

El señor Rogers empieza a reírse en voz baja y le guiño un ojo antes de lanzarle un beso.

-Bien, empecemos –dice la señora Rogers.

Veo como la señora Rogers se acerca a su esposo, toma su mano y empieza a caminar hacia mí. Le hace un gesto para que trepe sobre mí hasta colocarse a horcajadas. Entonces, la señora Rogers rodea la cama y se sienta sobre sus rodillas detrás de él, entre mis piernas abiertas.

-Es hora de que tomes tu leche, mi dulce bebé –coloca una mano en la cabeza de su marido y luego presiona hacia abajo hasta que la boca hace contacto con uno de mis pezones.

Espero impaciente a que chupe, pero doy un respingo cuando agarra mis tetas hinchadas con fuerza y aprieta hasta que empieza a salir leche. Entonces, se lanza a lamer con la lengua de un lado a otro hasta que me tiene jadeando debajo de él.

-Así es bebé –escucho en lo lejano la voz de la señora Rogers.

Estoy tan perdida en el momento, que lanzo un grito cuando la lengua de la señora Rogers da una larga lamida a través de mi raja.

-¡Mierda! –grieto cuando vuelve a repetir.

Las manos de la señora Rogers abren mis pliegues y aprovecha la oportunidad para prenderse de mi clítoris. Succiona con fuerza al mismo tiempo que su esposo baja la intensidad de sus movimientos y empieza a amasar mis tetas con delicadeza.

Sollozo sin poder evitarlo y lanzo un grito sordo cuando varios dedos se entierran en mi coño con fuerza. Empiezan a entrar y salir mientras se intensifican las lamidas en mi clítoris.

Intento mover mis manos, pero me encuentro con el terciopelo de las esposas. Me retuerzo sobre la cama hasta que no puedo más. Lanzo un grito que me lacera la garganta. Cierro de nuevo los ojos intentando descansar, pero, en un movimiento rápido, el señor Rogers retrocede sobre mi cuerpo, me coge de las caderas y entierra su polla de una sola acometida. Abro la boca, pero no sale ningún sonido. Mi respiración se detiene por un largo segundo hasta que el agarre en mis caderas se endurece y, sin dar tregua, el señor Rogers empieza a follarme con fuerza.

Intento enfocarme en las sensaciones, pero el anterior orgasmo me dejó lo suficientemente saciada como para no estar completamente excitada. Miro a la señora Rogers que nos mira desde la distancia con una sonrisa en sus labios.

-Ayúdame –digo con voz entrecortada.

Chasquea su lengua con desaprobación antes de dar media vuelta y dirigirse  hasta la pared de juguetes sexuales.

Vuelvo a cerrar los ojos e intento concentrarme en el momento. Mis tetas saltan de arriba abajo con la fuerza de las acometidas y las manos clavadas en mis caderas dejarán moretones, sin embargo, no importa. Nunca me habían follado así en toda mi puta vida.

Decido dejar de sufrir y entrelazo mis piernas en torno a la cintura del señor Rogers con tanta fuerza que me lleva con él cada vez que vuelve a penetrarme. Lucho para levantar un poco mis caderas y entonces toca mi maldito punto G.

-Más fuerte –grito casi sin aliento y él me complace acelerando.

Aprieto los puños mientras intento no dejarme arrastrar por otro orgasmo.

-¡Más fuerte! –grito de nuevo y esta vez la cabecera de la cama empieza a golpearse contra la pared-. ¡Sí, así! Eres un maldito semental.

Cuatro acometidas más y estallo en un fuerte orgasmo que me deja viendo puntos negros. Entonces, lanza un gruñido gutural y se deja ir, derramando su semen dentro de mi coño.