Con la hija primero y con la madre después

Segunda y penúltima parte. Tras la hija, es el turno de follarse a su mamá

Se aconseja leer antes la primera partehttps://www.todorelatos.com/relato/149425/

Tras ducharme yo fue el turno de Vanessa, y entretanto me fui a la habitación que me hace las veces de despacho y me puse a trabajar, que el papeleo se me amontonaba. Al cabo de media hora llamó a mi puerta y me dijo que ya había terminado de recoger todo y que debía irse pues su madre la estaría esperando. Hice un gesto con la cabeza y le dije que la esperaba el próximo viernes a la misma hora, pero con ropa interior sexy y la píldora recetada para poder correrme en su coño. Ella musitó “sí amo” y acto seguido se fue.

Acabado el trabajo, y mientras esperaba a que llegara mi mujer para comer me fui a tomar el aperitivo analizando la situación y calibrando los próximos pasos a dar: no me interesaba volver a liarme con Vanessa - no era exactamente mi tipo, y el morbo radicaba básicamente en que nunca había estado con una sudamericana, y sobre todo en la posibilidad de follarme a la madre y a la hija, algo que siempre me ha puesto “palote”-. Buscaría la forma de poner punto y final a nuestro desliz, y como su madre pronto cogería el dejaríamos de vernos. No, Vanessa ya era historia, la que me interesaba follarme ahora era  su progenitora. Y bueno, por lo que me había contado la hija ella estaba carente no solo de afecto sino también de sexo, así que si jugaba bien mis cartas también caería en mis manos…

Así pues a la mañana siguiente y como le había dicho fui en torno a las diez a casa de Rosa – conocía su dirección de habérsela visto en la documentación a su hija la víspera- y cuando hube aparcado la llamé. Me dijo que estaba en casa, pero queriendo que estuviese nerviosa e inquieta con el motivo de mi visita aduje un compromiso con un cliente y le dije que llegaría en una media hora. Pasado ese tiempo llamé al timbre y subí a su casa – una vivienda de alquiler en un barrio y un edificio modestos-. Ella me esperaba con la puerta entreabierta según salí del ascensor y nada más verme me invitó a pasar y cerró la puerta, como temerosa de que alguien nos viera. Me invitó a seguirla al comedor, y de camino le eché un buen vistazo aprovechando que por su leve cojera caminaba lentamente:  parecía como si se hubiese arreglado para mi visita. Llevaba el pelo peinado y recogido en una pequeña coleta, un vestido azul marino con flores rojas y blancas, de esos que se abotonan por delante, desde el cuello hasta la cintura, sin mangas, largo  hasta medio muslo. El movimiento de sus caderas al caminar delataban el uso de braga, no tanga, y calzaba unas sandalias de verano rojas y  casi planas – seguramente por comodidad, debido al vendaje de su tobillo lesionado-. Me ofreció asiento en el sofá, un café que acepté gustoso, y cuando desapareció a la cocina a prepararlo la seguí al poco rato pretendiendo ser cortés y ayudarla.

-          No te canses Rosa, siéntate para descansar el pie que ya preparo yo todo. Dime donde están las cosas y déjame hacer

Ante mi insistencia, y tras una breve resistencia, acabó por obedecer, lo que me hizo pensar en el acto que igual era tan sumisa como la hija. Hablamos de banalidades mientras subía el café – el tiempo, lo difícil de encontrar un buen trabajo, etcétera- pero yo la notaba un poco tensa, ansiosa porque yo entrase en materia y le indicase qué era eso tan importante por lo que yo la había llamado la víspera. Cuando estuvimos sentados en el sofá – de tres plazas, de las cuales ocupé la del medio para obligarla a sentarse a mi lado- con el café en la mesa auxiliar le dije

-           Bueno, supongo que estarás un tanto inquieta por el motivo de mi llamada de ayer. Antes de nada quiero que sepas que mi esposa y yo estamos muy contentos con tus servicios estos dos años, pero lo que voy a contarte no debe saberlo nunca mi esposa porque de ser así no dudes que te despediría y cambiaría a continuación la cerradura de casa, además de...

Ella puso cara de susto y sorpresa a partes iguales y con voz trémula me interrogó

-          Pero don Daniel, ¿qué ha pasado pues con la niña? ¿no ha trabajado bien, ha roto algo, o qué?

Yo negué con la cabeza mientras le sonreía amistosamente y le dije

-          No ha roto nada. Cierto que no es tan eficaz como tú a la hora de limpiar o planchar, pero con eso ya contábamos. Es algo más delicado que todo eso…

Rosa, con la preocupación pintada en el rostro, me preguntó

-          Pero don Daniel, ¿entonces qué ha pasado?

Yo adopté un aire grave, me incliné un poco hacia ella y le contesté

-          Verás. Como sin duda te diste cuenta cuando viniste a casa con tu hija a pedirnos que tu hija te sustituyera durante tu baja, mi mujer era bastante reticente a la idea de meter a una jovencita y darle la llave de nuestra casa. Cuando salimos a hablarlo fuera de la cocina logré convencerla que tu trabajo estos dos años merecía la confianza que nos pedías, pero al iros me pidió por favor que volviera a conectar las cámaras que teníamos cuando los niños eran bebés – y que controlo y visualizo desde el teléfono móvil- para vigilar que todo iba bien… Yo no creía que ello fuese necesario, pero por tranquilizarla acepté, y mira lo que grabaron – y que hasta ahora he ocultado a mi mujer-

Y dándole al play le reproduje ante sus sorprendidos y aterrados ojos el vídeo que había grabado la víspera de su hija masturbándose toda desnuda en nuestra cama mientras esperaba a que fuera a romperle el culo. A la vista de las imágenes Rosa no lograba articular palabra y al cabo de unos momentos, alzando sus ojos medio llorosos hacia mí , logró balbucear

-          Don Daniel… no se cómo… por favor… lo siento… yo…

Yo me recreé en su congoja durante unos segundos antes de contestarle

-          Como comprenderás si mi mujer se entera de esto no solo te quedarás sin trabajo. Conociéndola seguro que contactará con tus otros clientes – de quienes Rosa nos había dado sus teléfonos de contacto cuando la entrevistamos para el puesto, a modo de referencia- y les comentará lo que ha hecho tu niña, para que estén al tanto. Y me imagino que eso te supondrá quedarte de la noche a la mañana no sólo sin nuestra casa para limpiar, sino sin la mayoría de las demás también, sino todas… debería enseñarle la grabación a mi esposa, pero antes he querido hablar contigo, a ver si conseguimos arreglarlo nosotros solos

Rosa, aterrada ante la posibilidad de quedarse sin trabajo y agarrándose a la posibilidad que le dejaba caer como a un clavo ardiendo me preguntó

-          ¿Y qué había pensado usted, don Daniel? Puedo asegurarle que aplicaré un correctivo tal a la niña que no volverá a repetirlo, y además le ofrezco trabajar gratis para usted durante un mes entero. Pero por favor, deme otra oportunidad, se lo suplico…

Yo, sabiéndola ya en mis manos y disfrutando con ello, le sonreí amistosamente, y poniendo mi mano sobre su rodilla de forma que pareciera accidental le dije

-          Agradezco tu oferta, pero no creo que a esas alturas tu hija vaya a cambiar porque le eches una bronca o le des uno o dos guantazos. Y lo de trabajar gratis durante un tiempo para nosotros tampoco es una solución, ya que no es una cuestión de dinero sino de confianza: no solo la habéis traicionado, sino que me pides que yo le mienta a mi esposa ocultándole algo tan grave….

Ella, llorosa y cabizbaja, observando mi mano sobre su rodilla, empezó a atar cabos. Pero viendo que no tenía otra opción que someterse si quería mantener su trabajo y en consecuencia su piso, su familia y su vida musitó sin levantar la vista

-          ¿Qué quiere pues que haga?

Yo me eché hacia atrás recostándome sobre el sofá y colocándome la polla que tenía ya erecta bajo mis pantalones a su vista le dije

-          Eres responsable de lo que ha ocurrido por haber metido a tu hija en mi casa. Y ya que tu hija me ha puesto cachondo, que menos que su madre arregle mi calentura… enséñame las tetas

Rosa, llorando a moco tendido, me suplicó

-          Por favor don Daniel… yo… ¿no podemos arreglarlo de otra manera?

Yo le repliqué con dureza

-          No. Y venga, que no tengo todo el día, o me iré, enseñaré el vídeo a mi mujer y ya sabes lo que ocurrirá

Ella intentó resistirse una última vez y me dijo

-          Si lo hace yo le diré que usted intentó chantajearme y…

-          ¿Y a quien crees que creerá mi esposa? ¿a su amado esposo, que tiene una grabación de la cámara que ella misma me pidió que pusiera, o a ti? Le diré que hablé contigo ayer por la mañana cuando te llamé por teléfono para despedirte, y tu acusación quedará como un intento desesperado de sembrar cizaña para conservar tu empleo. Y pese a lo poco que conoces a mi mujer sabes que me quiere, que se fía de mí  y que es dura e inflexible. Y yo te añadiré que es vengativa también, o sea que igual no se contenta con hablar con tus otros clientes sino que cuelga el vídeo en internet y hace a tu hija famosa… las tetas fuera, YA

Abatida, cabizbaja, sabiéndose derrotada y tragándose los mocos y el orgullo Rosa comenzó a desabotonarse lentamente los botones con manos trémulas hasta la cintura, dejando a la vista un sujetador blanco de algodón que ocultaban unas tetas de tamaño mediano.  Cuando hubo terminado levantó su mirada hacia mí e hizo un último intento

-          Don Daniel, ya he hecho lo que quería, por favor…

Yo me reí secamente y le dije

-          No, no has hecho lo que yo quería, pero lo vas a hacer, no te preocupes. Y llámame don Daniel, ¿entendido?

Mi asistenta asintió con la cabeza como si no pudiese articular palabra y yo le ordené….

-          Sácate el vestido y el sujetador, quiero verlas bien

Definitivamente entregada, aguantándose el orgullo y las lágrimas y sin tratar de discutir siquiera Rosa se levantó, dejó caer el vestido a sus pies – tuvo que ayudarlo en sus caderas, pues se quedó frenado en ellas- y a continuación se desabrochó el sostén con la  mirada perdida. Yo me relamí de gusto a la vista de sus pezones renegridos y enhiestos – que dado a la ausencia de calefacción sólo se podía atribuir a la excitación, involuntaria o no- y a la mancha de humedad que se notaba en sus bragas. Así que, tras tenerla un rato de pie recreándome le dije

-           Fuera las bragas también puta, quiero verte completamente desnuda

Ella, que se sobresaltó al oírse interpelar así, no dudó pese a ello en obedecerme en el acto, inclinándose un poco hacia adelante al hacerlo, con lo que sus pechos quedaron ante mis ojos colgantes y al alcance de mis manos. Agarré uno de ellos incorporándome un poco, lo amasé convenientemente mientras con la yema de mi pulgar rozaba insistentemente el pezón – ahí ya gimió de gusto, sin poder evitarlo- y al cabo de un momento me recliné de nuevo en el sofá y le ordené

-          Ahora arrodíllate, sácame la polla y chúpamela, mamacita…

Ella obedeció lentamente pero sin dudar: me sacó los zapatos y a continuación tiró de mis jeans y de mis bóxer a la vez:  a la vista de mi polla depilada y ciertamente enhiesta se quedó un momento sorprendida y boquiabierta – supongo que era la primera depilada que veía, y quizás también de piel clara, con el glande rosado y brillante de precum-. Pero sin duda no le desagradó nada lo que vio pues tras sentarse sobre sus talones y sin que tuviese que repetírselo la agarró con ambas manos  y acercó su boca para empezar la mamada. Lo cierto es que lo hacía con bastante torpeza, con los dientes más que con los labios, así que al cabo de unos instantes retiré mi polla de su boca y le dije

-          Es la primera polla que chupas, ¿verdad? Porque mira que eres torpe, me haces daño…

Ella bajó el rostro avergonzada y musitó

-          Sí, lo es. Y lo siento, don Daniel

Yo, cogiéndome el rabo con una mano y el móvil con la otra empecé a grabar y le ordené

-          Levanta la cabeza y escúchame. Ahora voy a grabarte para que quede constancia de que el sexo es voluntario y en el futuro no se te ocurra ninguna tontería… Mírame a los ojos, mastúrbate el coño y las tetas y vete respondiendo a mis preguntas, a todas ellas,  ¿entendido?

Ella alzó la mirada, comenzó a sobarse lentamente el clítoris y las tetas y dijo

-          Lo que usted diga…

Yo, viéndola ya entregada no ya a mi voluntad sino también al placer de la sumisión, comencé a interrogarla

-          ¿A que edad te desvirgaron putita?

-          A los quince, señor, contestó Rosa entre gemidos cada vez más continuos, y que ya no trataba de ocultar

-          ¿Y quien fue él? pregunté sin dejar de enfocarla todo el rato. ¿Un novio de la adolescencia? ¿un vecino? ¿tu ex marido?

-          No señor, contestó entre bufidos de gusto, nada de eso….

Yo, que me empezaba a oler la tostada, ahondé en mis preguntas, deseosa de que fuese ella quien lo confesase ante la cámara

-          O sea que fue un familiar, ¿eh cerdita?. Y el afortunado ¿fue un primo, un tío, tu padre….?

Rosa cada vez estaba más caliente – además del clítoris se sobaba sin parar los labios mayores y se pellizcaba alternativamente los pezones – pero aún tuvo un último conato de resistencia y bajando la vista al suelo dijo

-          Por favor don Daniel, no me pregunte usted eso, me da mucha vergüenza…

Yo solté la polla, y poniéndole bajo la barbilla la mano libre le alcé de nuevo el rostro hacia mí y le dije

-           Las sumisas no tienen secretos para con sus amos, y tu eres ahora mi perrita… dímelo

Ella gimió al sentirse interpelada así y acelerando su masturbación contestó

-          Fue mi padre. Pero por favor, no vaya a pensar mal de mí. Yo no quería, pero en la aldea donde me crié el cabeza de familia es dueño y señor de todo, y se hace lo que él manda. Hasta mi madre lo sabía y miraba para otro lado…

Yo pasé la mano de la barbilla a la nuca, acerqué su cabeza hasta mi polla y le dije

-          No te preocupes, yo no te juzgo. Ahora te voy a enseñar a comer pollas: agárrala  con la izquierda, sigue tocándote el coño con la derecha, saca la lengua y pásala por todo mi rabo desde los huevos hasta la punta…

Rosa obedeció en el acto, pero viéndola frotarse cada vez más rápidamente – y no deseando que se corriera aún- le ordené

-          Despacio putita, tócate con calma. Tenemos tiempo…. Disfrútalo y hazme disfrutar a mí

Ella se refrenó obediente pese a su más que evidente calentura, y mientras la veía ensalivarme bien la polla le inquirí

-          Ahora mírame, sóbamela tan lentamente como tu coño y cuéntame cuanto hace que no echas un polvo…

-          Hace ya dos años, señor, me dijo, sonrojada de excitación y vergüenza.  Desde que se fue un novio que me había echado aquí y que se fue sin decirme nada….. buffff

Yo, sonriendo para mis adentros – sí tu supieras que no te dijo nada pero te desvirgó a la hija antes, pensé- seguí con mi interrogatorio

-          Y aparte de tu padre, tu marido y ese novio, ¿con cuántos hombres has estado, putita?

Ella no hizo ademán alguno de molestarse ya por el tratamiento que le daba, y sin dudar me contestó

-          Con ninguno más, señor, se lo juro. Mi marido me ennovió con quince años, tras nacer los gemelos me abandonó y poco después nos vinimos a España. Y desde entonces sólo estuve con ese novio que le dije, ecuatoriano, que también se fue de repente

Y por lo que veo ninguno de los hombres de tu vida era un verdadero macho, le repliqué. Sino no se entiende que no sepas hacer ni tan siquiera una mamada. Seguro que hasta eres virgen por el culo, ¿eh?

-          Si don Daniel, tiene usted razón, me dijo entre chupada y chupada. Todos ellos eran de follarme mal, de un polvo rápido, generalmente cuando venían a casa medio borrachos, y luego a roncar

-          Y claro, tú te quedabas sin correrte la práctica totalidad de las veces, concluí. ¿Te masturbabas después, perra?

-          A veces… para poder quitarme la calentura y dormir, trató de excusarse…

Yo cogí mi polla con la zurda, golpeé sus mejillas con ella y le repliqué

-          No trates de engañarme ni engañarte a ti misma. Te gusta el sexo, sueñas con que te follen bien, te den lo tuyo y sentirte completamente satisfecha, ¿me equivoco, cerda?

Rosa  miró al suelo y así, completamente desnuda, cabizbaja y tocándose el coño contestó

-          Sí, me gusta el sexo, pero nunca he tenido suerte con mis relaciones, y no soy mujer de ligotear por ahí, sino de un solo hombre

Al oírla me puse en pie – ella se incorporó a la vez, pero manteniéndose de rodillas y con mi polla y su coño entre sus manos- y le dije

-          Me alegra saberlo, porque en adelante serás mi esclava sexual. Yo te daré lo que llevas años esperando, te enseñaré cosas y sensaciones que nunca habías imaginado, y te haré tener más y mejores orgasmos de los que te imaginas… y ahora dime,¿ quieres que te folle?, le pregunté sin dejar de grabarla con el teléfono

Rosa que apenas podía hablar de los continuos gemidos que sin control escapaban de su boca, alcanzó a balbucear

-          Si Daniel, fólleme

Al oírla tiré el móvil sobre el sofá, le agarré la cabeza con ambas manos, le metí la polla hasta la garganta – aunque pronto tuve que sacársela porque debido a mi tamaño y su inexperiencia casi se ahoga- y  le costesté

-          Así será pues putita. Te voy a desvirgar la boca y el culo, me voy a correr en todos tus agujeros y quizás te preñe

Rosa ya no aguantó más y empezó a correrse mientras gritaba

-          Sííííííí…. Diosssssssssssssss ….

Lo cierto es que su orgasmo fue bestial. No creo haber visto un squirt así en mi vida. Su coño salpicaba flujos tal cual se hubiera meado encima, y ella parecía fuera de sí… cayó lentamente hacia atrás, la espalda sobre la alfombra, las piernas abiertas, el oscuro coño – por cierto, de pelo abundante y clítoris sobresaliente- encharcado….  Pero no era momento de dejarla descansar, sino de rematar la faena como buen torero, así es que aprovechando su escaso tamaño y peso pasé los brazos por sus axilas, deposité su rostro u su torso sobre el asiento del sofá y dispuse su culo de rodillas hacia atrás, bien ofrecida. Sin más dilación me situé tras ella y tras enfilar mi rabo entre sus labios vaginales se lo introduje lenta pero firmemente en su coño, hasta el mismo fondo. Su coño estaba estrecho por su tamaño y la falta de uso, pero con la ventaja y el morbo de sentir como apretaba mi polla según ésta lo oradaba y se deslizaba en su interior. Además, dada la lubricación del mismo entró con relativa facilidad hasta el cérvix  Rosa ahogó un gemido de en el cojín del sofá – buuuuffffff, sonó- y yo, nalgeándola le pregunté

-          ¿Te gusta puta? ¿lo estás disfrutando?

Ella al principio no me contestaba, medio groggy como estaba por su reciente y brutal orgasmo, los ojos entrecerrados y la boca semiabierta manchando de babas y saliva la tapicería. Tras aumentar el ritmo y la fuerza de mis pollazos volví a palmearle alternativamente ambos glúteos y le volví a preguntar

-          Zorra, ¿te gusta cómo te follo? ¿quieres que pare?

Ahora sí mi asistenta giró la cabeza para mirar hacia atrás, los ojos turbios, el maquillaje corrido, y me contestó

-          Nooooo

Yo, que por fin la tenía donde quería, la volví a azotar – con más ruido que fuerza, todo sea dicho- y le insistí, haciéndome el loco

-          ¿no que, zorra? ¿no te gusta cómo te follo o no quieres que pare de hacerlo?

-          No pare don Daniel, no deje de follarme, aaaagggghhhhh….

Y moviendo arriba y abajo sus caderas como si entrase en trance volvió a correrse de nuevo, hasta quedar medio groggy y medio inconsciente. Yo, que aún quería romperle el culito como a su hija la víspera, aproveché el momento para recuperar mi móvil y correrme sobre su cara  - su pelo, párpados y labios rezumaban semen- y finalmente meterle el glande entre sus labios semicerrados  y fotografiarla a placer toda desnuda, abierta de piernas, rezumando flujos y chupando polla. Luego de haber completado mi particular álbum, la cogí en brazos y la llevé al dormitorio, tras mirar el reloj de la pared… aún me daba tiempo a desvirgarle el culo, preñarle el coño y mostrarle más videos de su hija antes de irme…

CONTINUARÁ

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