Con la hija primero y con la madre después
Cómo el azar puso en mi camino a una adorable joven, y de rebote a su madre....
Hace un par de años, y por motivo de la falta de tiempo que nos generan nuestros respectivos trabajos, los niños y demás, mi esposa y yo decidimos contratar a una asistenta para que viniera un par de veces a la semana para limpiar la casa y planchar. Nos costó dar el paso, pues suponía darle llaves de nuestra vivienda a una desconocida, y tras mucho dudar acabamos por decidirnos con Rosa, que nos fue recomendada por unos amigos nuestros a quienes lleva asistiendo durante varios años y que nos avalaron su seriedad y buen hacer. Rosa es una mujer peruana, india, de treinta y cinco años, en torno a 1’60 de altura, de piel morena, pelo negro, tetas medianas pocas caderas pero culo rotundo, y en todo este tiempo que ha estado con nosotros no nos ha dado ningún motivo para lamentar la decisión tomada. Lo que yo no esperaba es que recientemente tuviese yo motivos sobrados para celebrarla…
El mes pasado, y con motivo de un accidente laboral mientras limpiaba en otra casa, Rosa sufrió una lesión que la imposibilitaba temporalmente para trabajar. Cuando nos llamó para notificárnoslo le dijimos que no se preocupara y que lo importante era que se encontrase bien, pudiendo arreglárnoslas nosotros al tener mi esposa vacaciones en esas fechas, y suponiendo además que sería cosa de un par de semanas a lo sumo. Pero hace diez días ella nos volvió a llamar y nos pidió si podía hablar con nosotros en persona. Intrigados la invitamos a venir a tomar el café en casa un sábado por la tarde que los niños iban al cine con la madrina, y a la hora prevista cual fue nuestra sorpresa cuando llegó cojeando levemente y en compañía de una chica joven, indiana también, que nos presentó como su hija Vanessa, que aun compartiendo un indudable aire familiar resultó – a primera vista, pues no quise mirarla mucho estando presentes su madre y mi mujer- algo más alta que la madre, de media melena también negra que recogía en una coleta, ojos oscuros, labios carnosos, igualmente estrecha de cintura pero de pecho más rotundo que la madre. Mientras ella permanecía silenciosa, cabizbaja incluso, rehuyéndonos la mirada – especialmente a mí- Rosa nos explicó que como consecuencia del percance tenía un esguince de tobillo y que no podría trabajar en aproximadamente quince días, pero que mientras ella no pudiese hacerlo por favor aceptásemos que lo hiciese su hija en su lugar, que era mayor de edad, muy diligente, que seguro que quedaríamos satisfechos y bla bla bla… saltaba a la vista que Rosa temía que en tanto ella estaba sin poder trabajar nosotros contratásemos a otra persona y ella acabase perdiendo el puesto. Ni a mi mujer ni a mi nos agradaba la idea de poner llaves de nuestra casa en una casi adolescente, pero luego de hablarlo brevemente en un aparte vimos que era mejor opción la hija de alguien que ya había demostrado ser digna de confianza que otra desconocida cualquiera, y acabamos por aceptar ponerla a prueba unos días. Rosa nos agradeció efusivamente su decisión, asegurándonos que no nos arrepentiríamos. Luego de explicarle mi esposa y su madre someramente las labores que tendría que realizar y que se hubieran ido, mi mujer me dijo
- Cariño, ¿el miércoles próximo podrías estar tú mientras Vanessa viene a limpiar? Es que estoy inquieta con la idea de meter a alguien nuevo, tan joven, y como tú puedes hacer tu trabajo de oficina en casa pues…
Yo, que había quedado no prendado pero si interesado en la chica, no tanto por su belleza como por su actitud dócil, y que nunca me había acostado con una sudamericana, le aseguré que arreglaría mi agenda para que el miércoles no tuviese que ir a visitar ningún cliente por la mañana y que trabajaría desde casa para controlarla. Decidimos no avisar ni a la hija ni a su madre para comprobar así su puntualidad, y el miércoles a la hora fijada, tras vestirme casual – unos vaqueros gastados y una camisa blanca por fuera, remangada en los brazos y con los tres botones superiores, junto a unos mocasines de piel- y nada más oí la llave en la cerradura, abrí la puerta. Vanessa se sobresaltó – era evidente que esperaba encontrarse sola en la casa- y yo la invité a pasar mientras le decía
- Perdona el susto, pero esta mañana no he tenido que ir a la oficina y he preferido trabajar desde casa para adelantar mejor el trabajo y de paso por si necesitas cualquier indicación o ayuda
Vanessa sin levantar apenas la vista me contestó con voz queda
- Muchas gracias por su amabilidad. Si quiere por favor indíqueme por donde empiezo
Yo, que ya me iba haciendo una idea y un plan en mi calenturienta mente – como hago a menudo, aunque generalmente no lleguen a buen puerto o ni siquiera pasen de elucubraciones mentales- le contesté.
- Lo primero es que dejes de llamarme de usted, y lo segundo es que me enseñe tu documentación para asegurarme que eres mayor de edad, ya que ni mi mujer ni yo queremos emplear a una menor en casa.
Ella abrió su bolso y extrajo de su cartera el carné correspondiente, donde pude comprobar que tenía los dieciocho años cumplidos. Sólo pensar en la posibilidad de follarme a una chica tan joven me la ponía dura como el hierro, pero no queriendo forzar la situación le dije
- Estaba a punto de tomarme un café, y además mi mujer y yo estamos intrigados respecto a ti y querría hacerte algunas preguntas. O sea que acompáñame a la cocina
Cogí su bolso y su chaqueta y tras colgarlos en el perchero de la entrada le señalé la cocina cediéndole el paso cortésmente y aprovechando la ocasión de darle un buen repaso visual, al que me ayudaba su indumentaria: vestía una camiseta ajustada blanca de manga larga y unos leggins negros que realzaban su figura y mostraban bien a las claras que todo estaba donde debía estar: firmes y prietas las nalgas, liso el vientre y para nada caídas las tetas. Completaban el conjunto unas playeras lisas y el pelo recogido en una cola de caballo, sin maquillaje en el rostro. Mientras le ofrecía asiento y ponía la cafetera – de forma intencionada no le pregunté si lo quería o cómo lo quería- le pregunté
- Antes de nada dime: ¿la idea de que sustituyas a tu madre te desagrada? Porque parece obvio que fue suya y no tuya a juzgar por tu actitud
Ella, quizá asustada de que fuese a despedirla, se apresuró a contestarme nerviosamente
- Fue idea de mi madre pero yo estoy de acuerdo con ella. Por favor, no puede perder el trabajo, y lo haré lo mejor posible
- ¿Y eso? Inquirí amablemente ¿no trabaja tu padre?
- Mi padre nos abandonó cuando nacieron mis hermanos pequeños allá en Perú y no hemos vuelto a saber de él, me dijo con voz triste. Por eso mamá no puede quedarse sin trabajo, es lo único que tenemos
- Tranquila, que no es esa la intención, le aseguré. Pero lo cierto es que te lo pregunté porque la gente sin experiencia aprende, pero la gente sin experiencia ni ganas no, y no quiero en casa a nadie que no quiera el trabajo
- Yo lo haré lo mejor posible, señor, se lo aseguro, me aseveró Vanessa, y aprendo rápido. Por favor, deme una oportunidad
- No te preocupes, la oportunidad ya la tienes, en tus manos está aprovecharla. Ahora cuéntame algo más de ti mientras tomamos el café, y no vuelvas a llamarme de usted o me ofenderé, ja ja
Mientras bebíamos el café, Vanessa fue soltándose y me contó que llevaban casi cuatro años en España, que estaba estudiando una FP de auxiliar administrativa, y que le gustaría trabajar en una gestoría o en unas oficinas de una gran empresa. Al cabo de un rato, tras arrancarle un par de tímidas sonrisas – como comercial avezado que soy el trato humano, que no la seducción, es uno de mis fuertes- y no queriendo forzar las cosas, le indiqué que empezase con la plancha y luego pasase los baños, y que las restantes tareas quedarían para el viernes si no daba acabado a tiempo. Volví a mi despacho, pero aproveché con la excusa de ir a ponerme café y a coger algo de picotear en la nevera para pasarme por la cocina un par de veces y mirarla trabajar. En ambas ocasiones le sonreí y me correspondió a mis sonrisas. Cada vez estaba más tranquila y relajada, así es que decidí dar un paso más…
- Vanessa, le dije, cuando vayas a pasar los baños avísame, porque no sé cómo se las arregla tu madre, si trae un delantal o viene vestida con ropa de trabajo, pero tú vienes demasiado guapa para manchar con lejía o sudor esa ropa, así es que te prestaré una camisa mía que no uso nunca para que te cambies
Ella, sonrojándose perceptiblemente, me dio las gracias y me dijo que no era necesario que me molestara, pero yo insistí en ello, salí de la cocina y al cabo de un momento volví con una camisa de Ralph Laurent azul, con remates blancos en los puños y el cuello, regalo de cumpleaños de mi suegra de hacía varios años y que nunca me había puesto por quedarme pequeña. Extendí mi mano hacia ella y le dije
- Remangándote la mangas te hará las veces de bata/vestido, y ya te la guardas luego para usar los próximos días que vengas
Ella trató de objetar que la camisa era demasiado bonita y sin duda costosa para usarla en esos menesteres, pero yo no le dejé continuar y le dije que ni a mí ni a mi mujer nos servía y que por tanto la usara ella. Al cabo de unos quince minutos Vanessa recogió la plancha y la oí venir por el pasillo, con los útiles de fregar dentro de un cubo en una mano y la camisa en la otra. Sofocada, bien fuera por el calor de la plancha o por la vergüenza, me preguntó
- ¿Dónde puedo cambiarme?
- Pasa a mi dormitorio y empiezas por el baño del mismo, le dije. Puedes dejar tu ropa sobre la cama, y si necesitas cualquier cosa me avisas
Ya me hubiese gustado que hubiese dejado la puerta entreabierta para que pudiese espiarla y ver cómo se desnudaba, pero no, lo cierto es que cerró del todo la puerta y sólo puede imaginarme cómo sería su ropa interior. Cuando calculé que ya se habría cambiado conecté la webcam para grabar – no sabía cómo iban a desarrollarse los acontecimientos, pero aun teniendo éxito en la seducción como esperaba siempre es bueno tener pruebas de que el sexo es voluntario y de mutuo acuerdo para evitar hipotéticos problemas futuros, además de para alimentar futuras pajas-. Cuando todo estuvo preparado, y habiéndome dejado intencionadamente el teléfono móvil sobre la mesilla de noche, me mandé un whatsapp al mismo desde mi segunda línea – la secreta, la que tengo para ligotear y que ni mi mujer conoce- y al cabo de unos segundos la oí llamar a la puerta de mi despacho y entrar diciéndome
- Perdona Daniel, pero te has olvidado el teléfono en el dormitorio y te ha llegado un mensaje
Lo cierto es que no tuve que fingir admiración por lo que vi en el umbral de la puerta. Vanessa lucía preciosa con la camisa por encima de las rodillas, tímida y ruborizada, y su rubor fue en aumento cuando me levanté, me acerqué a ella y cogiéndole el móvil de la mano con una mano y levantándole la barbilla con la otra le contesté
- Tenías razón, la camisa no sirve para que limpiar. Estás demasiado guapa con ella puesta, así que quédatela como regalo y ahora te doy una camiseta de algodón para que uses
Y rozándome como por azar con ella al pasar a su lado en el umbral de la puerta – noté sus pechos tersos y enhiestos- salí dejándola allí tan sorprendida como turbada y volví al cabo de un momento con una camiseta de algodón blanca tan gastada que ya transparentaba un poco, y pegándome a ella por detrás –ahora fue ella la que notó mi erección en su culo a través de mis jeans- le dije susurrándole al oído
- Estás tan guapa y sexy que despiertas mis instintos más primitivos… y sin pedirle permiso comencé a desabrocharle la camisa desde atrás. Vanessa no puso impedimento alguno a mis actos, si bien la noté envararse notablemente, tragar saliva y suspirar. Cuando hube abierto su camisa del todo posé mis manos sobre sus hombros y procedí a deslizar la camisa al suelo, aprovechando el movimiento para enganchar con los dedos las tiras de su sostén y deshacerme de él en el mismo movimiento. Luego la giré lentamente hacia mí, levanté su barbilla con suavidad y susurrándole le pregunté
- Definitivamente así estás mucho mejor, no crees?
Vanessa asintió quedamente, como si se hubiese quedado sin habla, y para acabar de tomar el mando de la situación me eché hacia atrás, me recosté en la butaca y bajándome los pantalones y los bóxers me agarré la polla– ante la vista de mi miembro erecto y depilado por completo abrió los ojos excitada-. Viéndola entregada pero sin voluntad propia comencé a meneármela lentamente y le ordené
- Sácate las bragas y enséñame el coño YA
Vanessa no se hizo de rogar, y sin dejar de mirarme agarró su prenda – de mercadillo, nada sexy por desgracia- y la dejó deslizarse hasta los tobillos. Quedó así a mi vista un coño oscuro, de pelo rizado, bastante humedecido y ciertamente excitado, pues no era sudor ciertamente lo que mi olfato captaba. Para acabar con los prolegómenos y empezar con la fiesta le dije
- Si no quieres follar conmigo sal ahora mismo y continúa con tus labores. Yo me pondré a trabajar y te aseguro que no volveré a molestarte mientras haces la sustitución, y que tu madre conservará el empleo sin ningún problema en cuanto esté recuperada. Pero si eres tan cachonda como creo y estás tan interesada en descubrir y disfrutar del sexo acércate y abre las piernas, putita
Manteniendo la vista fija en el vacío, sin atreverse a mirarme pero sin apenas dudar, Vanessa se acercó hasta situarse casi enfrente de mí y separó ligeramente sus piernas. Sabiéndola definitivamente entregada le ordené
- Acércate más, cerdita. Pasa tus piernas a ambos lados de las mías y ábrete el coño para enseñarme lo mojada que estás. Y no dejes de mirarme a los ojos
Vanessa se sobresaltó imperceptiblemente al oírse interpelar así, pero sin dudarlo pasó sus piernas a ambos lados de las mías y mirándome excitada pero aún algo avergonzada procedió a abrirse los labios vaginales para que yo, sin soltarme la polla, le echase un vistazo con calma: su piel era tan oscura que ni tan siquiera lucía marcas del sol, como si hiciese nudismo. Su coñito lucía rosado y brillante de flujos, sus tetas - tersas, de mediano tamaño y con aureolas grandes y oscuras- enhiestas y desafiantes a la gravedad, como corresponde a una chica de su edad, sus pezones parecían querer salírsele, y su culo respingón sin duda iba a hacer mis delicias… mientras empezaba a meneármela lentamente le ordené
- Empieza a masturbarte y no dejes de mirarme la polla puerca
Relamiéndose instintivamente – debía de tener los labios tan secos como la boca y la garganta- Vanessa bajó la vista hacia mi capullo mientras se mantenía abierto el coño con la mano izquierda y comenzaba a frotárselo con la palma de la derecha. Mientras la veía alcanzar el punto de no retorno le pregunté
- ¿Eres virgen? Y llámame señor cuando te dirijas a mí
- No señor, contestó entre gemidos.
Y como queriendo recuperar puntos ante mí añadió rápidamente
- Pero fue sólo una vez. Cuando tenía dieciséis años un novio de mamá me folló mientras ella estaba trabajando
- ¿y por qué terminó tan pronto? inquirí interesado ¿acaso mamá se enteró, o tú se lo contaste?
- No señor, me respondió Vanessa entre gemidos cada vez más altos y continuos. A él le salió un empleo fuera de la ciudad y quiso despedirse de mí además de mamá. Al día siguiente de desvirgarme se largó y no hemos vuelto a verlo nunca más
- ¿Y no has vuelto a tener sexo con nadie más? le pregunté
- No señor, contestó ya entre suspiros continuos provocados por el constante sobeteo a su clítoris. Los compañeros de mi clase son unos críos y no me atraen….
- Claro, a ti te gustan los hombres experimentados, y más todavía te gustó follarte al amigo de tu mamá, ¿verdad puta? le contesté mientras le soltaba una sonora cachetada en las nalgas
- Sííííííííí….. aggggggghhhhhh…… gruñó mientras se corría escandalosa y abundantemente salpicándome de flujos
Sin darle tiempo a recuperarse ni a que le bajase la calentura me levanté apartando el sillón de una patada y apoyándola sobre el escritorio le sujeté las caderas, abrí sus piernas y tras colocarme en posición le introduje mi rabo, duro como un mástil, de golpe y hasta el fondo. Mientras ella bufaba de gusto continué interrogándola
- Así que te gustó ponerle los cuernos a mamá, ¿eh? Te hizo sentir más mayor, más sexy y más puta, ¿me equivoco? Y en adelante me llamarás amo
- No amo, no se equivoca, respondió Vanessa entre gruñidos de placer. Mi madre es muy tiránica conmigo, siempre está exigiéndome y castigándome, y no me arrepiento de haberla engañado…. Ufffffffff…. Cómo siento su verga, me está matando de gusto amo, no pare
- Y también te gusta que te follen, que te dominen, y ser una putita sumisa, eh?… susurré a su oído tras agarrarla por la coleta y tirar de ella hacia mí con mi polla enterrada en su coño hasta las pelotas, ¿verdad?
- Si amo…. Diosssss, me corro otra vez……
Y convulsionando como si se electrocutase comenzó a mover sus caderas arriba y abajo, consiguiendo yo a duras penas contenerme y no vaciarme por completo en su interior. Tras ello sus piernas dejaron de sostenerla y se deslizó hasta el suelo, donde quedó echa un ovillo con el peinado deshecho, la cara brillante de sudor, las tetas erectas y el coño rezumando flujos…. Tras unos instantes contemplándola, y mientras una nueva idea aún más morbosa se abría paso en mi mente, me dejé caer sobre el sillón, tiré de Vanessa hasta dejarla de rodillas ante mí y le dije
- Has venido a limpiar, así que venga, límpiame la polla perra, y déjamela bien reluciente
Todavía medio groggy por el reciente y devastador orgasmo que había sufrido, pero dócil y obediente, Vanessa se acercó a gatas y sin más dilación se metió mi polla en la boca. Agarrándola por la nuca para que no pudiese retirarse cogí mi teléfono y llamé a mi esposa poniéndolo en modo manos libres y haciéndole ademán a Vanessa de que continuase en silencio con su mamada
- Hola cariño, solo te llamaba para decirte que todo ha ido bien. Vanessa está pasando los baños, y aunque es un tanto inexperta y aún tardará un rato le pone mucho entusiasmo, le dije a la vez que le guiñaba un ojo a mi nueva zorrita, que además de acelerar la succión de mi polla añadió un delicioso masaje en mis testículos a la vez que su mano libre se perdía de nuevo en su coñito… No te molestes, que ya hablé con Rosa y le dije que todo había ido bien. Te veo luego para comer. Te quiero…
Nada más colgar a mi mujer, me incliné sobre mi nueva putita, le agarré los pezones y mientras se los apretaba lentamente – abrió los labios para protestar, pero cambió de idea sobre la marcha al notar las yemas de mis dedos retorcérselos, y al poco comenzó gemir de gusto- le dije
- Ahora cerdita vete a mi dormitorio, cierra la puerta y espatárrate en la cama, en el lado de la cornuda de mi mujer, ábrete bien de piernas y mastúrbate sin parar mientras atiendo una llamada de trabajo urgente, para que cuando vaya sigas caliente, mojada y preparada para romperte ese culito de golfa. Que por cierto, ¿lo tienes virgen aún?
- Sí amo, contestó en voz queda, pero me da miedo que me sodomice, dicen que duele mucho y como usted la tiene tan larga y gorda….
- No te preocupes, tendré cuidado, y te aseguro que todo irá bien y que te acabará gustando. Ahora vete y espérame en el dormitorio. Y por cierto toma estos cien euros, que el viernes quiero que sustituyas esa ropa interior de mercadillo por un tanga de hilo dental negro y un sujetador de encaje transparente a juego.
Vanessa sonrió, cogió el dinero, se levantó y me contestó
- Lo que usted ordene, amo….
Cuando estuve seguro de que Vanessa estaba en el dormitorio – al otro extremo del pasillo- cerré la puerta de mi despacho, cogí el teléfono de casa e hice una nueva llamada mientras mi polla palpitaba de excitación extrema de nuevo
- ¿Rosa? Hola soy Daniel. Disculpe que le llame, pero he venido a ver cómo ha dejado el piso su hija y tenemos que hablar… ahora no puedo comentarle más, sólo que es importante y que mejor será que esto quede entre usted y yo... Ahora tengo que dejarla. Como usted está lesionada y yo tengo un recado que hacer en la zona mañana a las diez de la mañana pasaré a verla por su casa, y no le diga nada a su hija… ya entenderá por qué se lo digo. Quedamos así pues…
Y dejándola nerviosa e intranquila me levanté y con una sonrisa aviesa, el móvil en una mano y la polla en la otra me dirigí al dormitorio a terminar de follarme a su hija. Como parte del plan que había urdido en mi cabeza abrí lo imprescindible la puerta para enfocar con la cámara y procedí a grabarla masturbándose sobre el edredón. Vanessa lucía toda desnuda, brillante de sudor las tetas, rosado y abierto el coño, metiéndose un dedo y mordiéndose los labios, mientras gemía en voz alta. Cachonda como estaba, no se dio cuenta de mi presencia hasta que pasados unos segundos di por finalizada la grabación y abrí la puerta de par en par diciéndole
- Muy bien putita, ahora ponte a cuatro patas y prepárate para que tu amo te desvirgue el culo
Y mientras ella hacía lo que le había ordenado fui al baño, me desnudé y cogí del armario un bote de lubricante anal que tengo guardado allí para las grandes ocasiones. Con él en la mano regresé al dormitorio exhibiendo mi desnudez y mi excitación mientras le decía
- Perra, aplasta tu cara en la almohada, tus tetas contra el colchón, levanta el culo y relájate, que te dolerá menos de lo que piensas, y sólo al principio. Además, yo a mis putitas me las follo por todos sus agujeros, y tú quieres ser mi putita ¿o no?
- Sí amo, contestó la joven levantando más sus caderas
Tras abrirle las nalgas con las manos comencé a lamerla toda, desde el clítoris hasta el culo, lenta pero firmemente: mi lengua pasaba por su coño recogiendo sus flujos – estaba otra vez cachonda perdida, la muy guarra- que luego depositaba con la punta en su esfínter. Vanessa, que nunca había sufrido un beso negro, se estremecía de nervios y de gusto, gimiendo sofocada y diciéndome
- Qué rico me lo hace, amo. Cómase a su putita
En el acto le di una nalgada con la mano que la hizo gemir de dolor, y sin darle tiempo a replicarme le dije
- Esclava, aquí quien decide qué y cuándo se hace soy yo. Tú no eres más que mi putita, ¿entendido? Y ábrete bien el culo que voy a empezar a prepárate el ojete
Vanessa me obedeció rauda y sin rechistar, y mientras me echaba el gel en los dedos de mi mano derecha y me recreaba en la visión de su moreno y juvenil cuerpo ofrecido para mí acerqué mi polla erecta a su rostro y le ordené
- Perra, saca la lengua y lubrícame bien el glande para que te duela menos
Tras un par de lametones torpes – la postura, la excitación y la inexperiencia no la ayudaban nada- mientras me embadurnaba los dedos y el rabo de gel me situé detrás de ella y lentamente comencé a introducir el dedo índice en su negro agujero. Ella se envaró un poco, pero apretando los labios aguantó el quejido. Tras enterrar el dedo hasta el fondo, y mientras lo dejaba quieto para que se acostumbrase a él, comencé con la zurda a masajearle el coño y el clítoris y le pregunté
- ¿te gusta que te folle y te someta, puerca? ¿quieres que siga?
Vanessa, que no podía evitar mover sus caderas al roce de mis dedos en su raja – con lo que de forma involuntaria comenzó a follarse ella misma su culo- comenzó a gemir y me contestó
- Sí amo, me gusta ser su perra y que me use a su antojo…. Mmmm!!!!!
Despacito y con cuidado comencé a introducirle un segundo dedo - el corazón- en su culo. Mi nueva zorrita se puso un poco rígida al principio, pero solucioné el problema pellizcándole suavemente el clítoris con la izquierda mientras le lamía el coño y la obligaba a levantar las grupas más y más, hasta que el nuevo intruso también acabó incrustado en su interior hasta el fondo. Tras unos instantes “de acoplamiento” comencé a mover mis dedos suavemente hacia dentro y hacia fuera para ir relajando el anillo rectal y preparándolo para mi polla, que esperaba ansiosa su turno. Inclinándome sobre ella le puse ante su rostro sofocado los dedos de mi mano izquierda, todos pringosos de flujos vaginales, y metiéndoselos hasta el fondo le ordené
- Mírame, chúpalos, y dime a que sabes, perra
Con una lascivia total en el rostro Vanessa succionó mis dedos, metiéndoselos primero hasta el fondo de la garganta y sacándoselos luego lentamente hasta dejarlos limpios y relucientes de saliva. Tras finalizar el trabajo, se relamió los labios la muy golfa y me dijo
- Saben a perra salida con ganas de que su amo la desvirgue el culo….
Así pues, y tras darle una cariñosa cachetada en el rostro, como a una mascota obediente, me coloqué tras ella en cuclillas, y tras retirar los dedos de su esfínter procedí a sustituirlos por mi polla antes de que su culo se cerrase de nuevo. El glande, aprovechando la lubricación y el trabajo previos, entró lenta pero firmemente, sin excesiva oposición, y abriéndole al máximo las nalgas con mis manos – para además poder apoyarme convenientemente y estar más cómodo- comencé a meter mi rabo hasta casi la mitad en su interior mientras le decía
- Ya casi está, putita, ya has hecho lo más difícil. Ahora deja que tu anillo rectal se acomode a mi polla. Muerde la almohada si quieres para evitar gritar, no sea que los vecinos se enteren de que te estoy desvirgando el ojete, y tócate el coño para relajarte
Obediente como una buena perra, Vanessa enterró el rostro en la almohada y comenzó a masturbarse el clítoris. Al cabo de unos instantes, y cuando sentí relajarse la presión en torno a mi polla, volví a empujar hacia dentro - hasta el final esta vez- dejando caer todo el peso de mi cuerpo sobre ella, que ahogó un gemido de dolor en la almohada. Me quedé de nuevo inmóvil para que sus entrañas se acostumbraran a la presencia de mi polla en su culo y tirando del pelo hacia atrás le obligué a levantar el rostro y le pregunté
- Ya estás desvirgada por todos tus agujeros, ya eres toda una putita, ¿te gusta? Pues incorpórate a cuatro patas para descansar la espalda y para que pueda montarte como la perra que eres y ver tus tetas balancearse…
Aunque para ello debió dejar de masturbarse el coño Vanessa obedeció rauda y gustosa – los riñones debían dolerle casi más que el culo a estas alturas de la follada, al igual que a mí las piernas- y yo comencé un lento metesaca mientras con la mano izquierda bajaba a su coño y con la derecha tiraba de su melena cual crines de yegua obligándola a levantar el rostro y le decía
- Mira a tu izquierda y cuéntame qué ves
Ella giró el rostro, viéndonos a ambos reflejados en el espejo que a mi mujer le sirve como vestidor, y con voz ronca contestó
- Veo a una perra montada por su macho…. Sííííííí…. Diosssss…..me corro otra vez…. Aggggggghhhhhh….
Y acto seguido se desplomó sobre el colchón, rendidas sus fuerzas tras el tercer orgasmo de la mañana. Yo me dejé caer con ella sin sacar mi rabo de su culo y ya más cómodo – de rodillas, con mis piernas a ambos lados de sus muslos- empecé a amasar sus nalgas furiosamente mientras le decía
- Serás guarra, te follan por segunda vez y te desvirgan el culo y te corres de gusto como si llevasen años montándote. Pero no te preocupes, que ya le irás cogiendo práctica al folleteo, de ahora en adelante eres mía, y para demostrártelo ahora voy a preñarte el culo, y en adelante tomarás la píldora para que pueda correrme también en tu coño, ¿entendido?
- Sí amo, logró articular Vanessa entre bufidos de placer. Fóllese y córrase en su putita peruana…
Y nada más oírla así, y gruñendo como un animal, me corrí en sus entrañas como hacía años que no lo hacía. Al cabo de un momento, y cuando noté que mi polla volvía a la flacidez, me dejé caer hacia atrás, sobre los talones, recreándome en la vista de su esfínter vencido y enrojecido, del que al cabo de unos instantes comenzó a salir grumos de leche en dirección a su coño, mientras Vanessa permanecía muerta de gusto, con los ojos entrecerrados, como semi-incosciente. Al cabo de un momento volví a la realidad y me incorporé para ir a ducharme, no sin antes ordenarle
- Vale putita, ahora levántate, airea la habitación, no sea que mi mujer sospeche algo, y antes de irte acaba de pasar los baños y fregar el suelo de la cocina. Y pasado mañana ya sabes, te quiero aquí puntual para ver qué ropa interior te compras con mi dinero.
Y aún estaba ella tendida en la cama desnuda y yo enjabonándome en la ducha cuando mi mente ya estaba trazando el plan para al día siguiente follarme a su madre….
Continuará
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