Con la hermana de mi tía
Mi nuevo lugar de trabajo trae sorpresas: la hermana de mi tía me seduce.
La empresa para la que trabajaba me movió a otro almacén. Para mi sorpresa, la coordinadora era la hermana de mi tía política, Núria.
Núria era una mujer de unos 40 y pocos años. Rubia, amplia sonrisa y un cuerpo ejercitado. Aún teniendo un bonito cuerpo sin nada de grasa sobrante, tampoco destacaban sus pechos ni su trasero, ambos de tamaño mediano.
Alguna vez me había hecho una paja pensando en ella después de ir a la playa, pero hacía varios años que no la veía.
El primer día me acerqué a saludarla, llevaba una camisa y una falda larga. Ella pareció alegrarse mucho de verme, fue al archivo a traer los papeles que tenía que firmar por el traslado y cuando volvió, llevaba uno botón más de la camisa desabrochado. Yo no le di importancia, pensando que no me habría fijado antes.
Podía ver su sujetador a través de la obertura, estuve mirando mientras hacíamos los trámites y parecía que no me pillaba. Estando todo listo, me indicó mi puesto, me dió dos besos muy cerca de la comisura. Volví a pensar que solo era mi imaginación y fui a trabajar.
Una vez acabada mi jornada, volví a su despacho a despedirme. Al estar sudado y al haber levantado peso, mis músculos de notaban más de lo normal.
-Que fuerte te has puesto en estos años. -Núria empezó a tocarme los brazos. Yo me reí nervioso. Al contrario que con las demás, no me atrevía a nada, la conocía desde que era un niño y no quería malos entendidos con la familia. Mantuve lo justo la conversación para poder irme cuanto antes, me sentía incómodo. Al darle dos besos, volvieron a estar cerca de mi comisura.
Al día siguiente decidí no saludarla por la mañana y pasé directamente a mi trabajo, pero pasada media hora, me avisaron de que Núria me quería en su despacho.
Al entrar, el olor a colonia de mujer me cautivó. Además hoy se había dejado el pelo suelto, pero su camisa seguía igual de abierta que ayer, yo ya no sabía que pensar. Se disculpó y me hizo firmar otros papeles, resistí a mirar bajo su camisa, hasta que sin querer me fijé en que no llevaba sujetador.
Mis ojos ahora no se podían apartar de ella, ver sus pezones me puso a mil. Esta vez sí que me pilló una vez, así que intenté disimular.
Cuando me levanté para despedirme, me atrajo hacia ella, juntando nuestros cuerpos. Seguramente notaba mi erección sobre ella y me dió dos besos muy lentamente. Yo ya estaba seguro de que no era mi imaginación y la agarré de las caderas.
Núria pasó la lengua por mis labios y nos fundimos en un beso. Ella se sentó sobre su escritorio mientras jugábamos con nuestras bocas. Desabrochaba su camisa botón a botón mientras sus manos recorrían mi cuerpo. Cuando paré para quitar mi camiseta, ella se deshizo de su falda, mostrándome que tampoco llevaba braguitas.
Viéndola desnuda me puse más cachondo. Así que mis dedos empezaron a masajear su tesoro. Me chupé dos dedos y empecé a penetrarla. Mis movimientos eran lentos, apasionados. Ella gemía dentro de mi boca. Cuando noté mis dedos empapados, empecé a desnudarme.
Al quitarme los calzoncillos, mi polla salió como un resorte. Ella abrió los ojos y abrió más las piernas.
-Si llego a saber todo este tiempo que tenías eso ahí, no hubiese esperado tanto...
Yo estaba demasiado caliente y con ganas de follarme a esa mujer como para responder. Volví a besarla y sin pensármelo dos veces, se la metí. Ella se agarró a mi espalda y yo me aguanté con el escritorio. Mis embestidas eran lentas, llenas de lujuria. Cuando sus uñas empezaron a clavarse en mi espalda, aumenté mi ritmo.
-Córre...córrete... Fuera...
Al escuchar sus susurros, abrí un poco más su camisa. Ella soltó sus zarpas, me envolvió con sus piernas y se recostó un poco más, abriendo ella su camisa. Empecé a lamer uno de sus pezones, pero no tardé mucho en venirme. Derramé sobre su pecho y su abdomen.
-Estoy a puntito -Su mirada parecía suplicarmelo, así que me puse de rodillas y devoré aquel coño maduro, ella no tardó en correrse, cogí todo su néctar con mi lengua y me incorporé. Ella sacó unas toallitas de su bolso y nos limpiamos un poco.
Cuando me vestí, ella todavía estaba desnuda, sacando la ropa interior de su bolso. Contemplé su cuerpo con ganas de volver a tomarlo.
-Ni se te ocurra a decírselo a mi hermana.
-Por supuesto. Pero si así es como dais la bienvenida a esta sucursal... -Ella rió
-Trato especial cariño, siempre me has comido con la mirada, era momento de que lo hicieses de otra forma... Y no se te da mal.
Cuando me dió la espalda para recoger su falda, aproveché para manosear su trasero, ella se giró y me besó de nuevo.
-Si te portas bien, tendrás estos incentivos cada mes.
-¿Cada mes? -Pensar que podía volver a follarmela, me puso a tono de nuevo y se lo hice notar atrayéndola a mi.
-Si te portas bien. Pero tienes que prometer que si digo no, es no. Y como digas algo a mi hermana por despecho, te destrozo la vida. ¿Vale?
-Es justo.
Le dí un morreo de despedida y volví a mi puesto, sabiendo que cada mes sería recompensado.