Con la cuñada el dia de su boda (i)
Un hombre se ve comprometido a actuar de conductor del vehículo que tenía que llevar a la novia a la Iglesia y posteriormente al hotel. La novia no es otra que la joven hermana de su esposa. Debido a la embriaguez del novio durante la boda, se ve obligado a tener acompañar a los novios hasta la habitación o suite nupcial. El destino le lleva a tener que sustituir al novio, siendo el primero desvirga a la novia en su noche de bodas, inseminando a la misma.
Mi cuñada Felisa, tenía por aquel entonces contaba con treinta y cinco años había decidió casarse con su novio, tras haber estado más de cuatro años de noviazgo. A través de mi esposa sabia que ella continuaba siendo virgen, y que era de las que querían llegar intactas al matrimonio, siguiendo la tradición familiar y la costumbre de su pueblo. Circunstancia que en aquel tiempo era visto como muy normal, especialmente conociendo las tradiciones tan pulcras de mis suegros, por lo que no era extraño que ella hubiera mantenido su virginidad intacta hasta el momento.
Me llamo Elías, y en aquellas fechas contaba con cincuenta y seis años, y pese a mi edad, aún continuaba manteniendo mi buena corpulencia física, machacado con constante ejercicio físico que justificaba mi fornido cuerpo. Con una altura de uno ochenta, perlo castaño, ojos marrones y con esa barriga aún plana, seguía manteniendo mi atractivo físico de mis años más jóvenes. En el plano sexual igualmente continuaba conservando una buena efervescencia sexual, quizás demasiado para lo que realmente necesita mi esposa. Sé que ello no es muy normal en los varones de mi edad, pero en mi caso, ello ocurría como les estoy contando.
Mi esposa Ana, es doce años más joven que yo, y tenemos tres hijos. Ella tiene una hermana, mi cuñada Felisa, que es la benjamina de su familia, la cual está compuesta por seis miembros, tres hembras y tres varones. Mi esposa es la primogénita y, Felisa, como he indicado, la benjamina.
Tras unos años de noviazgo Felisa decidió casarse con Héctor, un hombre mucho mayor que ella, constructor, y con una buena posición económica. Creo que esto último fue lo que motivo a que mis suegros presionaran a su hija para que se casara con el mismo. La realidad es que Felisa, era y sigue siendo una mujer, con aire todavía juvenil, eso sí, con un cuerpo no muy delgado, un silueta preciosa, y sobre todo un trasero de esos que causan infarto cuando pasa contoneándose a tu lado. Aunque, lo que más me atraía de ella era sin lugar a dudas sus grandes pechos, no exagerados, pero si destacaban voluminosos sobre su cuerpo, y se veían bastante firmes. Reconozco, que aunque nunca pensé tener nada con ella, sin embargo, en muchas ocasiones fue objeto de mis fantasías sexuales.
Llegado el día de la boda, mis suegros estuvieron decidiendo quien sería la persona que acompañaría a la novia conduciendo el coche, siguiendo la tradición en aquel entonces. Tras varias opiniones, todos decidieron que fuera yo, ya que era el único de la familia que acostumbraba a no tomar alcohol, y por otro lado tenía fama de bastante serio. Cuando me lo propusieron no me hizo ninguna gracia, ya que significaba estar a disposición de los novios, y no poder disfrutar de la fiesta con mi familia. Sin embargo, ante la presión de mi esposa, y la insistencia de mi suegra no me quedo más remedio que aceptar la proposición.
La hoja de ruta trazada era llevarla a la Iglesia, así como acompañarla a la fiesta y posteriormente trasladarlas a un hotel bastante alejado del lugar, donde tenían pensado pasar la primera noche antes de salir de luna de miel, siguiendo un poco la tradición. Tenía por aquel entonces un BMV negro que iba de maravilla para dicho menester.
Mi mujer y mis hijos irían en otro vehículo, ya que yo estaría claramente ocupado y en dedicación esa noche: solo para chofer de los novios.
Llegado el día señalado, con el vehículo debidamente engalanado, acudí con mi vehículo a recoger a la novia a casa de mis suegros. Cuando observe a la novia, me quede pasmado, “estaba bellísima”. Mi cuñada era bonita, pero esa noche parecía una estrella de cine. El traje que llevaba destacaba su buen pecho, el pelo en forma de cola a un lado, una boca más bien pequeña, con un carmesí que realzaba su belleza. ¡Realmente me quede anonadado contemplandola!
Nunca solía decirle piropos, pero ese día me acerque y le dije al oído: “cuñada eres la novia más guapa que he visto. Estas para comerte. Envidio a tu novio. Se va a llevar una mujer preciosa”. Ella me miro sonriendo agradeció mis palabras, indicando: “eres un adulador, pero viniendo de ti, te lo agradezco de verdad”.
Entramos en el vehículo acompañado de mi suegro que hacía de padrino, y llegamos a la iglesia. Felisa era un manojo de nervios, por lo que antes de salir del vehículo, le indique que estuviera tranquila, que lo iba hacer muy bien, que con los preciosa que estaba iba a dejar a todos obnubilados, y volvió a dirigirme una sonrisa de agradecimiento.
La ceremonia salió perfecta, y salimos con el vehículo y los novios a tomarse las fotos de rigor en una zona muy acogedora y propicia para ello. Para a continuación dirigirnos al lugar donde se celebraría el banquete nupcial.
Tras casi cuatro horas de banquete, se acercó mi suegra a donde me encontraba y me dijo: “creo que Felisa está bastante cansada, y el marido, ya lo ves, se ha propasado y esta borracho como una cuba”, y, “precisamente en este día”. Respiro como resignada y me termino diciendo: “Creo que va siendo hora de que se marchen ya”. La cara de enfado de mi suegra era más que manifiesta ante el comportamiento de Héctor, que llevado por algunos amigos, y especialmente dado su fama de bebedor, se pasaron con la bebida y se encontraba totalmente ebrio.
Tras hablarlo con Felisa, les dije que no se preocupara que pronto los llevara al hotel, y que ya se le pasaría la borrachera a su marido y que tenía otras noches para disfrutar con él.
Ella me miró a los ojos y creo que entendió a que me refería. Yo sabía que era virgen, y que ella había estado esperando ese día para entregarse a su novio. Evidentemente Felisa, estaba de muy mal humor, y se le notaba en su cara la preocupación que la invadía por la situación de su ahora, ya marido.
El novio Héctor, no quiso marcharse, pero ante la insistencia de Felisa, con buenos modales, logramos que subiera al vehículo y, a instancias de Felisa lo lleve directamente a la casa donde iban a vivir, con la finalidad de que ella pudiera quitarse el traje de novia, para luego llevarlos al hotel donde iba a pasar la noche.
Ayude al novio a entrar en la casa, teniendo que sujetarlo casi entre los dos, hasta dejarlo sobre cama. Felisa marchó a quitarse el traje de novia. Me di cuenta de que ello la iba a ser difícil sin ayuda, pero no dije nada. Como me suponía, “el can can” era muy complicado, y la cantidad de entrelazado posterior del traje hacia que precisara de la labor de otra persona, por lo que como suponía, no le quedó más remedio que llamarme, al ver el estado de su marido.
Con gran vergüenza, e intentando taparse un poco me indicó: -hay Elías. Me da mucha vergüenza pedirte esto, pero ¿podrías pasar a la habitación y me ayudas a desabrochar las trabas del traje. Lo he intentado pero sola no puedo y, “ya ves como esta mi esposo”. Me quede algo nervioso, no obstante entre en la habitación y colocándome detrás de ella procedí a destrabar uno a uno los lazos posteriores del traje, verificando que en cuanto se lo terminara de quitar, quedaría casi en ropa interior, exclusivamente. Era evidente que ella lo estaba pensando, pero para calmarla le dije: Estate tranquila. Te veo bastante nerviosa.
Contesto ella: “No sabes lo furiosa que estoy con la situación de mi novio. Es el día más bonito de mi vida, y lo ha estropeado”.
Añadió con melancolía: “Ay Elías, lo normal es que el novio le ayude a la novia a quitarse el traje. Siento mucha vergüenza que me vayas a ver en ropa interior. Nunca me he desnudado ante ningún hombre”.
-venga Felisa. Estate tranquila nadie sabrá nada de esto. Te lo prometo. Será un secreto entre ambos.
Mientras procedía a desabrochar aquella prenda, verifique que su espalada quedaba completamente desnuda, lo que significaba que “no llevaba sostén”. Ante esa circunstancia mi pene, sin poder evitarlo, emergió de una forma escandalosa revolviéndose en mi pantalón. Joder, comprobé que en cuanto le retirara el traje, mi joven cuñada iba a quedar con los pechos al aire. Aquellos pechos que siempre me habían obnubilado.
A medida que procedí a retirar la citada prenda, comprobé que llevaba una tanga, que dejaba ver todo su trasero, ya que solo era pequeño hilo tapaba su culo, y que además se metía entre sus nalgas. Solo la protegían las medias que llevaban puestas.
Para poder retirar el traje, comprobé que era necesario sacarlo por la parte superior, por lo que ante mi requerimiento ella tuvo que levantar las manos. Ella se quedo algo preocupada, viendo que sus pechos quedarían al descubierto, pero no lo quedó otro remedio que levantarlos.
Durante el tiempo que duró mientras retiraba dicha prenda, tuve una visión perfecta a través del espejo de la habitación que había enfrente de los hermosos pechos de mi cuñada. Eran preciosos, firmes, con unas aureolas y además unos pezones bien negros. Ella se percató de cómo la miraba al sentirse reflejada en el espejo.
Pese a todo, ella aunque se ruborizó, no dijo nada. En el fondo creo que le gusto que incluso viera sus pechos. Quizás fue por el morbo que la situación conllevaba.
Felisa quedó ante mi solo con la tanga puesta y las medias. No pude remediarlo y me quedé anonadado mirando su cuerpo. “Era la mujer más hermosa que recordaba haber visto desnuda”. A Felisa le subieron los colores a sus mejillas, y me dijo:
-Elías por favor no me mires así.- mientras se intentaba tapar sus pechos con sus manos.
-eh. Lo siento… lo siento. – le dije nervioso y sin saber cómo reaccionar.
Me pidió si podía esperar fuera y así lo hice. Pero al marcharme, observe que Felisa dirigió su mirada hacia el pantalón de mi traje, donde se mostraba un bulto enorme, justamente a la altura de mi bragueta. Mi pene se había endurecido, y mi erección era más que manifiesta. La mire a la cara, y note su enrojecimiento al ver que su mirada había sido captada por mi.
Tremendamente excitado, salí de la habitación. Estaba que no me podía controlar. Aquella mujer me había cegando y había conseguido una erección tremenda. Por sus miradas había comprobado que se había fijado en el bulto que formó mi pantalón cuando salía de la habitación. Debo reconocer que, la naturaleza me ha provisto de un pene superior a la media, bastante largo y con un buen grosor. Para colmo llevaba algunos días sin follar, ya que con motivo de la preparación de la boda mi mujer siempre estaba ocupada y nerviosa, y esquivó cualquier intento sexual.
Felisa al rato, salió de la habitación portando un traje rojo muy ceñido que permitía verificar la anatomía de su cuerpo. El traje era un poco escotado, y no muy bajo, el cual lo había adquirido para llevarlo durante la luna de miel, ya que no se atrevía a ponérselo en nuestra ciudad.
Como la estaba esperando, en cuanto me vio, se puso totalmente roja, y me dijo: Ay Elías siento lo ocurrido anteriormente. Me apena que me hayas visto en esa lid.
Yo le dije:- No ocurrió nada. Siento de veras el estado de tu marido. Pero de todas formas Felisa, en modo alguno me voy arrepentir, de haber visto una belleza como la tuya. Daría cualquier cosa por volver a repetir la situación.
Ella totalmente azorada ante mis palabras me dijo: Elías. Por favor no me digas esas cosas. ¡“Que me acabo de casar…”!
Le conteste: “El que te hayas casado en modo alguno puede evitar que los hombres te deseen. Y tu marido, tendrá que tener bastante cuidado, ya que un bombón como tú, es una verdadera tentación muy difícil de superar para cualquier hombre”.
Ella me miro, sorprendida de mis palabras, bastante nerviosa, pero creo que en el fondo alagada. No obstante me replico:- “Elías me estas sorprendiendo. Tu siempre has sido muy serio”.
-Felisa. Siempre te he visto con una vestimenta muy tradicional y bastante conservadora. ¡No había visto la tremenda mujer que eres!. Ello justifica el que con anterioridad no te hubiera echado más de un piropo.
-pero Elías. Coño ….”que soy tu cuñada.”- me dijo medio sonriendo.
- ja ja. Eso no va a evitar que me gustes. ¡De verdad cuñada. Eres un verdadero bombón!. Debes sentirte orgullosa del cuerpo que tienes.
Para desviar la conservación me indicó que si podía ayudarle a cambiar la ropa a su marido, ya que ella sola seguro que no iba a poder.
Entre los dos le quitamos el traje de boda, y le pusimos la que ropa que tenía previsto llevar al hotel. Estaba semidormido, por lo que tuvimos que meterlo en el coche y dirigirnos al Sur de la Isla.
Durante el trayecto tuvimos una conversación amena, mientras su marido dormía la nana. Ella intentaba no cruzar su mirada conmigo, ya que sabía que la estaba deseando. Creo que en el fondo notaba que me encontraba muy excitado por lo ocurrido en la habitación de su casa.
Llegamos al hotel, y nos percatamos que habían llegado un autobús con turistas, y la recepción estaba al completo. Ella sintió una vergüenza enorme, y me pregunto “¿cómo haremos para poderlo subir al hotel?. Toda esa gente… que vergüenza, ¿cómo podemos pedir la habitación?”. Estaba sumamente nerviosa pero a la vez muy enfadada y comenzó a llorar.
Le dije: Tranquila Felisa. Déjame hacer a mí. Esperen un momento aquí en el coche que voy a la recepción.
Fui a la recepción, explique lo sucedido, y me entregaron la llave de la habitación, y además me permitieron subirlo por el ascensor de servicio, evitando así una vergüenza a Felisa ante la multitud de gente que se encontraba allí presente en el holl del hotel. Percibí su cara de tranquilidad y no sabía cómo darme las gracias.
Cuando entramos en la habitación, dejamos a su marido sobre la cama, y ella se abrazó a mí llorando en un estado de nervios completa. La tuve que calmar, abrazándola, y acariciando su pelo, diciéndolo vamos cuñada, anímate, que todo pasara, mañana sería otro día.
Ella no soportaba que el día más bonito de su vida hubiera acabado así. A pesar de lo nerviosa que estaba, se encontraba sumamente enfadada con la actitud de su esposo. Notaba la presión de sus pechos contra mí, y eso me volvió a excitar.
Le dije voy a bajar a la recepción para subir las maletas y terminar de arreglar el papeleo.
A los veinte minutos regrese a la habitación, y me encontré nuevamente llorando a Felisa. Le pregunte intrigado: preciosa ¿pero que te ocurre?.
Me dijo que su marido se había levantado al baño, había cogido una botella de champan que el hotel había dejado para celebrarlo, y que se había tomado casi media botella. Que ahora se encontraba echado en la cama con la botella y todo.
Fui a la habitación, y me quede perplejo, encontrándome al marido tumbado en el piso de la habitación, con la botella de champan en la mano, la cual había vertido una gran parte en el suelo.
Era manifiesto que “estaba totalmente ebrio”. Recapacite ya que además, constaté que era peligroso, ya que podía entrar en un coma etílico.
Su ropa estaba totalmente empapada de champan, e incluso, para más inri, se había orinado encima. Era posible que entrara en un coma etílico, y pensé que era mejor llamar a un medico. Al comentárselo a ella se puso histérica, pensando que cuando se enteraran todo se sabría y ería el hazmerreir de la familia. Estaba como loca.
Tome una decisión y le indique: Vale. No llamaremos al médico, pero debemos hacer algo. Ayúdame a desnudarlo, y lo meteremos en el baño.
Ella lo comprendió, y entre los dos lo desnudamos por completo, ya que los calzoncillos estaban igualmente orinados. Ella observó por primera vez a su marido desnudo, aunque comprobé que su pene no era muy grande. Al verle la cara, de asombro al verlo desnudo, le pregunte: - ja ja. Vamos Felisa ¿no me digas que nunca has visto desnudo a tu marido?
-claro que no. Me contesto ella, enrojecida.
Lo metí en la ducha, y le dimos un baño de agua semi-fría. Tuve que entrar en la ducha para poder sujetarlo mientras ella echaba el agua sobre el.
En el momento de secarlo, ella se puso nerviosa cuando tuvo que tocar sus partes. Le dije, vamos Felisa, límpialo bien, es el pene de tu marido, no debes asustarte por ello.
En cuanto lo tomo en su mano, y empezó a limpiarlo, a pesar de estar borracho se empezó a erectar, por lo que ella su puso nerviosa al encontrarme yo presente.
Le dije, ves como responde a tus caricias- ella tenía la cara enrojecida como un tomate. Luego le dije: tienes que descapullar el pene para limpiarlo bien. Ella nerviosa me dijo ¿cómo es eso?. Le enseñe hacerlo, notando lo avergonzada que estaba con la situación.
Lo llevamos a la cama totalmente desnudo, y lo dejamos dentro de la misma. Al terminar, ella mira mi ropa y verifica que estaba todo mi pantalón mojado y parte de la camisa, ya que al meter a su marido en la bañera, el agua se había esparcido dejándome en tal lid.
-tienes la ropa mojada. Así no podrás salir- me dijo ella algo preocupada.
-ya lo sé. Pero no me queda más remedio. Aunque si no te importa me voy a duchar. Creo que voy dando mal olor. Ella comprendió que era por el orín de su esposo, que se había quedado pegado a mi ropa cuando lo trasladamos de la cama al baño.
Me desprendí del pantalón y de toda la ropa en el baño, desprendiéndome de mis slip y me metí en la ducha. Al terminar, verifique que mi pantalón seguía dando mal olor. Por ello me puse un albornoz que estaba en el baño, y solo con el slip debajo, y salí fuera.
Ella se sorprendió al verme. Por ell dije:
-Felisa voy a intentar lavar un poco el pantalón, para verificar si se quita el mal olor. Si lo llevo así, tu hermana va a creer que me orine encima. Tampoco quiero decirle lo que te ha ocurrido con tu marido.
-déjeme. Yo lo lavaré. – me dijo ella. Y tomando la prenda entro al baño y lavó mi pantalón. Cuando terminó lo puso a secar en la terraza de la habitación con la finalidad de que con el aire se pudiera secar más rápido.
Era obvio que me tenía que quedar un tiempo en la habitación de ellos. Yo a pesar de todo, viendo a Felisa, no me bajaba el bulto de mi slip. A veces se notaba incluso por el bulto como destacaba en el propio albornoz.
Ella se dio cuenta, y me miro a los ojos, como en señal de interrogación. Le conteste sin poder contenerme: lo siento Felisa, pero soy muy ardiente en el tema sexual. Esta situación, al tener una mujer tan preciosa a mi lado, no puedo evitarlo.
Sabía que ella se había reservado para esa noche, y que estaba “deseando ser follada”. Eras lo normal en las chicas de su época, en esa primera noche nupcial.
Ella no me contesto. Fui un poco osado y pase mi mano por su cara, en plan de caricia de forma romántica y sensual, y ella se dejó hacer. La atraje hacia mí, y ante su pasividad la bese suavemente en sus labios, notando que la temperatura de su cuerpo era muy alta. Joder me sorprendió :¡aquella mujer estaba muy caliente!.
Ella, sorprendida, intento separarse, pero ante mi insistencia se dejo hacer y casi respondió a mi beso, y logre introducir mi lengua en su boca, haciéndola suspirar.
No pude contenerme y lleve mis manos a su pechos por encima del traje, y note que su respiración se hizo más profunda. Ella se puso nerviosa al ver que tocaba sus pechos, pero más osado, tome su mano y la lleve al bulto de slip por la abertura del albornoz. Al tocar mi polla sobre el pantalón, note que se sorprendió, y al momento la retiró. Pero yo volvía a coger su mano y volver a colocarle nuevamente encima del bulto hasta que pudo comprobar cómo me encontraba y lo grande y gruesa que era.
-que haces… no puede ser. ¡estás loco!
Ella mientras miraba con cara algo aterradora. No obstante yo retiré momentáneamente su mano de mi pantalón, y procedí a bajarme el slip, y saque mi polla, que apareció “totalmente empalmada ante su vista”. Entonces ante su atónita mirada, con una empalmadura de caballo, tome su mano de nuevo y la volví a colocar sobre mi tranca. Ella la miro extasiada al comprobar las dimensiones de la misma y lo enorme que era.
-oh por favor… que haces. Sabes quue estoy casada… No puedes ooo- lo decía mirando hacia el dormitorio donde dormía su marido.
-anda Felisa. Tócala. ¿Has visto como me has puesto?.
Felisa había pasado una noche muy mala con la borrachera de su marido. Había deseado hacer el amor, por primera vez en la noche de su boda, y de ahí también su calentura. Me di cuenta de que aquella mujer necesitaba una polla urgente.
-por favor déjame. No debemos, mi marido puede oírnos. – me dijo casi al oído ante la cercanía de la habitación de su esposo. Ella aunque forcejeaba, intentando retirarse de mí, no quería gritar por miedo a que su esposo escuchara.
Le desabroche su vestido, y comprobé que no llevaba tampoco sujetador. Sus pechos, me parecieron más grandes y sus pezones estaban duros en forma de puntas, con aquellas preciosas aureolas que me volvían loco. Sin poder evitarlo, y con gran morbosidad, se los acaricie. Ella se intentó apartar, pero con su forzamiento, lo que consiguió fue que su vestido cayera al piso, quedando desnuda ante mí en plena sala, cerca del sofá, y solo con la tanga puesta.
Al momento puse uno de sus pechos en mi boca, y empecé a succionar notando que ella comenzó a gemir como si estuviera teniendo un orgasmo. Su marido permanecía en el dormitorio de al lado, y notaba que constantemente miraba hacia la puerta de la habitación
Metí mi mano más abajo, acariciando sus muslos, y ella se reboto recostándose en el sofá. Yo tome sus piernas y fui subiendo por sus pantorrillas en dirección al deseado tesoro.
-No por favor. Déjame ooo que haces ..nooo
Ella se estremecía a medida que me acercaba a sus bragas. Me iba continuar replicando, pero le indique que era mejor que guardara silencio ya que estaba su marido allí.
Por fin, tras un breve forcejeo, logré abrir un poco sus piernas y “alcance por fin su tesoro”. ¡Felisa estaba empapada!: Sus bragas, mejor su tanga, ya que tenía la misma que llevaba con el traje de novia, era tan corta, que rápidamente pude echarla a un lado y ante mi apareció una preciosa raja con unos labios rosados, muy brillantes, y con bastante vello alrededor. Uhh mis dedos empezaron a tocar por primera vez “aquel conejito”.
Ella cerró sus piernas, quedando mis mano atrapada entre ellas.
-.estás loco… pero que haces…. Joder noooo déjame no puedes por favor noooo
Sin embargo, con extrema delicadeza le fue abriendo sus piernas, comprobando que no podía con mi fuerza, en cierta medida se dejó hacer. Logre pasar mis dedos por su raja, comprobando su avanzado estado de lubricación, lo que me dio pie a ser más osado, y lograr introducir algunos dedos dentro del mismo, lo que hizo que entrara casi en trance.
Tome otra decisión, y baje mi boca, y alcance su vagina. Lamí completamente los labios de su coño, y bajando hasta el propio agujero de su ano.
Ella se sorprendió, pero al notar que había puesto mi boca en su coño, se estremeció y empezó a tener su primer orgasmo. Comprobé que mi cuñadita, pese a su virginidad era bastante caliente, por lo que pronto sus convulsiones dieron como resultado un orgasmo que me lleno la boca con sus jugos. ¡Mi cuñadita había tenido por primera vez un orgasmo al ser tocada por un hombre!.
No quise dejar pasar la ocasión, y verificando que estaba abierta de piernas, recostada sobre el sofá, me intente meter entre sus piernas. Ella lo evitó y se levantó con intención de marcharse, pero la volví a tomar y la puse a cuatro patas mirando hacia el sofá. Me coloque detrás de ella, mire mi nabo comprobado que estaba con un verdadero misil.
Tome mi polla y la dirigí hacia su raja. Lo puse en la entrada de su coño, y comencé a presionar, notando que el glande entro con facilidad ya que estaba muy lubricada a pesar de ser la primera vez que la penetraban, llegando rápido a su himen.
Ella giro su cara hacia mí, asustada, haciéndome señas de que su marido estaba al lado, y me dijo al oído: “No por favor. Soy virgen. Tú no eres mi marido. Y además…. Creo que estoy en mis días fértiles.
Le dije: tranquila cuñada cuando me vaya a correr te la sacaré pero voy a follarte. Se lo decíao sin dejar de pistonear su himen, al cual le iba dando pequeños golpes entrando y saliendo con mi nabo. Ella gemía, y a pesar de que me indicaba que no lo hiciera, notaba que se abría más como pidiéndome que entrara de una vez.
-por favor. No tienes condón. Me vas desgraciar.
Intentaba zafarse, pero yo la tenía bien presionada, ya que estaba metido entre sus piernas las cuales le obligaba a mantenerlas bien abiertas. Ella en posición de echada sobre el sofá, y con las piernas abiertas, me miraba entre asustada y deseosa.
-por favor no lo hagas. No tienes condón.
Viendo su cara mi excitación aumentó.
Le conteste: Vamos Felisa, sabes que no tengo condón. Además es tu primera vez. No puedes hacerlo con condón. “Te voy a follar a pelo”. Querrás recodar este primer polvo.
-eres un cabron. No puedes hacerlo. Estás loco…. Me repetía mirándome casi retadoramente. Su marido estaba en la habitación de al lado, pero roncaba con una borrachera de campeonato. La situación no podía ser más morbosa. El marido al lado, y yo a punto de clavar a mí cuñada aún virgen.
-eres un cabrón. Ya verás cuando se entere mi hermana. Mis padres te echarán de la familia. Me decía, aunque creo que sin mucha convicción.
-seré un cabron. Pero, Felisa, estas necesitando que este cabron te haga mujer ahora mismo. Sabes que lo necesitas. Te has reservado para esta noche, y tu esposo no puede.
Para calentarla más, le indique: -sabes que me necesitas. Estas muy caliente. Llevas deseando que llegara este momento mucho tiempo. Estas desenado que te la clave. Y, ¡¡Joder y te la voy a clavar!!. Hasta los mismos huevos te la voy a meter. Has visto como tengo la polla nena. ¡La has visto!. Le repetía.
Eso la encendió más y notaba que hacia como pegarse más, como queriendo que le entrara de una vez.
Cada vez los golpes de mi nabo contra su himen eran más fuertes. Ella se comenzaba a quejar. Pensé, joder ya es hora de desvirgar a mi cuñada. Esta putita en el fondo lo está deseando.
Fue entonces, cuando le dije: ¡la quieres dentro, verdad. Necesitas que te clave de una vez verdad!. Pídemelo, pídemelo. Quiero que me lo pidas. Pídeme que te desvirgue.
Ella me miro, se giro y vio reflejado nuestros cuerpos en el espejo grande que existía al frente en la pared de la sala, con una cara de puta enorme, y me dijo: -pero… estás loco… no puedes hacerlo. Por favor no lo hagas…. –
No obstante miraba extasiada las dimensiones de mi tranca, con un grosor espectacular y donde se marcaban de manera especial las venas de la misma.
Sin esperar su consentimiento, la mire a la cara, tome impulso, y de un golpe de riñones, presioné mi tranca contra su himen, y al momento verifique como se resquebrajaba su membrana y mi polla entraba sin obstáculo en su vagina.
-ohhh nooooo sacalaaa me duele..- me dijo al sentirse penetrada por primera vez.
Era bastante estrecha, aunque mi penetración fue menos dolorosa ante el grado de lubricación en que se encontraba, especialmente, por su calentura, y creo que ante el hecho de poderse encontrar en estado de ovulación.
Mi polla había roto su himen. Ya estaba dentro de ella. Oh por favor… no sigas… oo
Pese a sus quejidos iniciales, continúe mi penetración poco a poco. Ella apretaba las paredes de su vagina para evitar que pudiera entrar más. Ante ello le dije al oído:- anda preciosa. Relájate déjame entrar totalmente en ti. Sabes que lo necesitas. Necesitas que te la clave todita.
Me mira casi con lagrimas en los ojos y me dice: - por favor no sigas..
Le conteste: vamos preciosa. Ya no hay marcha atrás. Ya estas desvirgada, ahora vas a disfrutar. Te voy a meter un polvo como Dios manda. Esta noche la vas a recodar siempre.
Me di cuenta que su vagina se fue acostumbrando al grosor de mi pene, lo que permitió que se relajara un poco más. Tome uno de sus pechos en mis manos, y los apreté. Creo que era uno de sus puntos débiles, ya que al momento su cuerpo cedió y sentía como abría totalmente sus piernas. Lo que permitió que mi tranca ingresara sin impedimento hasta el fondo.
Oh… -exclamó al sentir que mis huevos hacían tope.
Me quede parado con mi cipote dentro de su vagina. Mis pelotas estaban tocando sus nalgas. ¡Le había entrado todo mi nabo!.
-ya esta Felisa. Ya la tiendes dentro.
-¿me la has metido toda?.
-hasta los huevos preciosa.
- Joder me has abierto demasiado.
La deje dentro un rato para que se adaptara su sexo a las dimensiones de mi pene, y luego comencé a entrar y salir en ella, llevando a cabo un bombeo, suave pero cada vez más constante.
¡El coño de Felisa era una caldera!.
Aquella virgencita había estado deseando toda la noche que la follaran, y había encontrado el macho perfecto, aunque no fuera su esposo. Al momento Felisa entro en un nuevo orgasmo, pero yo continuaba bombeándola llevándola al éxtasis.
Acerque mi boca a la suya, mientras no cesaba en mis penetraciones y por primera ella me acepto, constatando que estaba entregada. Nuestras lenguas volvieron a encontrarse mientras ella terminaba su orgasmo. Luego permanecíamos quietos al tiempo que nuestros sexos generaban un volcán de calor y placer. Notaba como mi pene tenía atravesado todo el coñito de mi cuñada. -uf cuñada. Que buen coño tienes. Te voy a dar mucha polla.
Oh … me has abierto completamente
Poco a poco, comencé un nuevo vaivén dentro de ella. Primero despacio, para ir aumentado mis penetraciones y después le empecé a dar embestidas más largas. Sacaba mi pene hasta casi fuera y luego volvía a meterla profundamente. Acción que repetía una y otra. Cada centímetro que mi polla recorría dentro de ella, un millar de maravillosas sensaciones, que estremecían mi cuerpo de placer, y de esta manera aumenté el ritmo y la profundidad de mis embestidas a la vez que sentía como ella gritaba más y más:
-oh Dios me matas.. ohhhh siiiii cabron… ooo como me abres ooooo
Casi olvidándose de que su marido se encontraba al lado durmiendo, ella me di cuenta de que ella empezaba a disfrutar de aquel hermoso polvo.
-oh cuñada. Te voy a dejar ese coño bien follado…. Uf que putita mas buena estas echa. Te gusta de mi polla verdad- le decía para ponerla más excitada.
-o si cabron…no pensé que tuvieras una polla así… ooooo
En un momento dado, sentí que la fricción de nuestros cuerpos se volvió insoportablemente placentera y sentí que mi cuerpo iba a estallar. Ella se percató de que estaba a punto de correrme. Era manifiesto que mi pene fue adquiriendo una dureza mayor y se inflo dentro de ella. ¡Mi eyaculación era inminente!. Lejos de asustarla, aquello la excitado sobremanera, verificando como entró de nuevo en trance y se comenzó a convulsionar.
Me miraba a los ojos, y me decía: - no puedes hacerlo… o Dios… te vas a correr dentro… no lo hagas .. lo veo en tus ojos oooo
-vamos putita. Sé que la quieres dentro. Quiere sentir mi leche ¿verdad?... Sabes que te voy a llenar. ¡quiero que sientas la leche de un macho dentro de ti por primera vez!
Mis palabras la terminaron de excitar, viendo que ella entraba de nuevo en un orgasmo. Mi polla se terminó de encabritar y sin más dilaciones, sin esperar su consentimiento “comencé a eyacular mi preciada carga dentro de mi cuñadita”. En ese momento no medí las consecuencias. El saberla ovulando, me enceló aún más, y mis deseos por poseerla y llenarla con mi semen sobrepasaron mis precauciones.
-oh si. ya me viene siiii ooo te voy a llenar oooo
Comprobé como mi polla bombeaba grandes cantidades de semen a la vez que la vagina de mi cuñada se contraía una y otra vez. Todo ello aumentaba hasta límites indescriptibles la sensación de placer de mi eyaculación. Al propio tiempo mientras no paraba de deslecharme dentro, ella terminaba de alcanzar su tercer orgasmo entre los más sonoros gemidos de la noche.
-ogggg lo lo has hecho. Oh siento como me llenas… te has corrido dentro…oh Dios mio ooooo
Permanecí dentro de ella tumbado sobre la misma, mientras nuestra respiración iba tomando un compás más lento. Finalmente me dejé caer hacia un lado separando nuestros sexos y quedando tumbado a su derecha sobre el sofá. Ella me miró, y viendo su precioso rostro le acaricié el pelo. Ella se miró su sexo de donde resumía una hilera de semen mezclado con partículas de sangre, producto de su desvirgamiento.
-oh Elías. Te has corrido dentro. Me has llenado con tu semen. Sabes que estoy ovulando. Me dijo ella.
-no he podido evitarlo Felisa. ¡Es tu primer polvo!. Tenía que hacer que sintieras mi lechita. Necesitaba que sintieras la leche de un hombre dentro de ti.
-pero ¿y si me has embarazado?. Me contesta notando preocupación en su palabras. Me encuentro muy caliente, y se que estoy en mis días fértiles. Oh Elías. Que voy hacer ahora.
Le conteste:-en su supuesto de que lo estuvieras. Mañana le echas un polvo a tu marido y nunca sabrá que no fue de él.
Ella me mira a la cara y me dice: - pero elva a notar que me has desvirgado.
Estuvimos unos momentos recuperándonos en el sofá. Me di cuenta de que mi pene volvía a responder. Entonces la acaricie, le puse el dedo índice sobre sus labios, me incline hacia ella y la bese. Primero fue un beso tierno. Luego otro... otro más... nuevamente comenzamos a explorar nuestras lenguas... y así en medio del beso, fue ahora ella la que se tumba encima de mí y comienza a frotar su cuerpo contra el mío. Frete a frente, yo sentado sobre el sofá. Mis manos se deslizan por su espalda, le toco sus nalgas fuertemente y la aprieto contra mí.
Ella tomo mi pene por primera vez en sus manos, y viendo que me encontraba nuevamente empalmado, me mira y me dice: - ya estas así otra vez. Y sin más acercó su concha y mi polla y poco a poco se sentó sobre mi tranca tomando la iniciativa.
Comenzó nuevamente a restregar su sexo contra el mío, echando su espalada hacia atrás y quedando sentada sobre mí. Fue la primera vez que pude observar de frente sus grandes y redondos senos. Ahí fue cuando fui consciente, del pedazo de mujer que era mi cuñada, y la tremenda suerte que tenía en ese momento de poseer a una mujer de tal belleza. Notaba su cara de mujer en celo.
Sin pensarlo me incorpore y comencé a chupar sus pechos, y le pasaba mi lengua alrededor de los pezones. En un momento dado, me detuve y los mordisquee con suavidad. Ella volvió a gemir y apretaba mi rostro contra sus tetas mientras sus pezones crecían en mi boca.
-ohh si así.. oggg cometelos carbón siii siiii
Su tacto, su sabor, mis manos recorrían su espalda mientras la apretaba contra mi tomando sus nalgas. Ella cada vez sentía más como mi tranca entraba y salía dentro de su coño ardiente.
Interrumpiendo sus gemidos me empujó hacia atrás, quedando nuevamente tumbada sobre mí y ahora fue ella la que comenzó a besar mi pecho, trazó mi ombligo con su lengua y siguió bajando. Me descabalgo, y casi de rodillas me mordió la zona interior del muslo derecho, luego el izquierdo, prosiguió su camino con la lengua ahora por debajo de mis huevos y, subiendo nuevamente se metió con delicadeza en la boca uno de ellos, luego el otro y ya apuntando hacia su último objetivo, deslizó la lengua lentamente desde la base hasta la punta de mi polla que, en esos momentos, estaba una vez más a punto de explotar.. Joder con mi cuñada pensé. Jugueteó con el frenillo, recorrió despacio todo el capullo con la punta de su lengua una vez... dos... otra más... y entonces introdujo una parte de la misma en su boca tan caliente que parecía quemarme.
-asi putita ooo sii que gustazo
Comenzó a chupar arriba y abajo, con una succión firme, apretando mi polla de manera que a cada leve desplazamiento de su lengua y labios por ella era una indescriptible sensación como nunca antes había tenido. Mi mente estaba en una nube, estaba cumpliendo una de mis mayores fantasías y lejos de defraudarme estaba siendo la relación sexual más plena que mi cuerpo había conocido. Ella seguía succionando... el placer era indescriptible. Abrazaba con sus labios y su lengua todo mi capullo y bajando hacía desaparecer en su boca el resto de mi polla una y otra vez.
No me lo podía creer. Creía que mi cuñada, aún virgen, iba a conocer poco de sexo. Pero me estaba dando una mamada que ninguna otra mujer lo había hecho nunca. Esa noche mi cuñada estaba muy salida.
Ella aparta mi pene de su boca y volvió a chuparme el ombligo, y luego subió a por mí beso y me dio un prolongado beso en la boca mientras, apoyada en sus brazos, elevaba sus caderas buscando nuevamente, con la entrada de su cueva la punta de mi polla. Poniendo los ojos en blanco se la introdujo lentamente hasta quedar sentada nuevamente, completamente atravesada por tranca.
-oh Dios Elías. Que grande la tienes. Me has abierto completamente.
-¿te gusta Felisa?
Ella me mira con deseo y me dice: -me encanta. Me tienes toda atravesada. Que cabronazo. ¿Todo esto le metes a mi hermana?... joder que contenta la tendrás.
Me miró con deseo y comenzó a besarme mientras lentamente deslizaba arriba y abajo sus caderas proporcionando a mi sexo la más húmeda y cálida sensación. Primero lentamente, se alejó de mí, comenzó a aumentar el ritmo de sus embestidas, subiendo y bajando sobre mi tranca, como si esta fuera un raíl por la que desplazarse, mientras yo me incorporaba para morder con pasión sus tetas, aprisionando entre mis labios sus afiladísimos pezones y sintiendo cómo la fricción de nuestros sexos, cada vez más rápida me llevaba a los límites de mis sentidos.
Me empujó hacia atrás y como si quisiera verme terminar nuevamente con ella, se puso en cuclillas sobre mí y aceleró el ritmo y la extensión de sus embestidas. Cada recorrido que mi capullo daba desde prácticamente fuera, hasta lo más profundo de su coño, comenzó a convertirse en un calambre de placer sin límite que se fue extendiendo por mis piernas al tiempo que ella gritaba más y más.
Ahhhh oooooo ? sus ojos estaban en blanco, mientras notaba como comenzaba su tercer o cuarto orgasmo. Ahhhhhhhhhh ? No pude más y volví a inundar todas sus entrañas mientras ella se estremecía a cada bombeo de mis fluidos.
Ahhh, ahhh, ahhhhh…te estás corriendo de nuevo… ohh como me llenas oooooo ? no paraba de gozar.
Lejos de terminar con la locura de placer apoyó sus manos sobre mi pecho y comenzó a cabalgar mi polla, mientras esta seguí soltando sus fluidos una y otra vez. Mi cuñada no ceso hasta verificar que terminó su orgasmo, viendo que empezaba a flojear.
Nos quedamos echados sobre el sofá.
Qué placer, el tiempo detenido mientras descansábamos. Ella fue hasta el dormitorio de su marido, y luego regreso, y me dijo:
-sigue durmiendo a pierna suerte. La ha cogido de las buenas.
Me incorporé y la invite con mis manos a girarse sobre el sofá, y la deje boca arriba. Y, sujetando sus piernas metí mi cabeza entre ellas y empecé a darle un nuevo y prolongado beso a su húmedo sexo. Mi actividad oral en su entrepierna dio sus frutos, verificando como se retorcía de placer. Con mi lengua a la vez que mis dedos, comencé a jugar sobre su clítoris. Gemía una y otra vez. Invertí la actividad desplazando ahora mi lengua hacia su clítoris mientras mi dedo índice invadía el espacio que acababa de abandonar mi boca. Sus gemidos se tornaron en gritos mientras apretaba su clítoris entre mis labios y, poniendo mi dedo en su ano, comencé a introducirlo. Eso la excitó aún más. Mi dedo follaba una y otra vez con fuerza en agujero de su culo. Las sensaciones que mi boca y dedo le proporcionaban tal placer a mi cuñada que le estaban llevando al éxtasis. Su cuerpo se estremeció y quieta, con la espalda arqueada de forma violenta, volvió a gritar mientras se venía sobre en mi boca.
Ella volvió a quedar despatarrada sobre el sofá.
Pero yo estaba otra vez en forma. Y observando el maravilloso ano que tenía mi cuñada, me fui hacia el mismo, y sentí como ella se estremeció.
-que vas hacer.. ¿no pretenderás…..?
No le dije nada, sino que continúe mi tarea, y tras lamer su ano una y otra vez, y haber introducido algunos dedos dentro del mismo, acerque mi tranca a aquel agujero, y me quede extasiado al contemplar como su agujero se abrió lo suficiente para que mi pene entrara en el mismo. ¡no me lo podía creer!. Me iba a follar a mi cuñada por los dos agujeros.
Comencé a entrar en su ano, y ella me decía que lo dejara. Pero yo continué.
El abrazo de su culo sobre mi polla era indescriptible y poco a poco, como si de un lento y sensual baile se tratase, comencé a sincronizar lentos movimientos con los de ella, de manera que mi polla empezó a atravesarla cada vez con mayor facilidad al tiempo que sus gemidos de placer seguían confundiéndose con gritos.
Me apoye sobre mis brazos y comencé a llevar el ritmo. Desde esta posición podía ver la gloriosa imagen de la espalda de mi cuñada retorciéndose ante cada embestida de mi polla que martilleaba su culo. Esta celestial visión unida a la sensación de calor y placer que las contracciones de su ano proporcionaban a mi sexo, aceleraron el ritmo más aún. Ambos lo supimos... el martilleo se hacía constante a la vez que nuestras respiraciones alcanzaban el clímax... su espalda y sus gritos delataron un tremendo orgasmo. En ese momento comencé a expulsar chorros de leche dentro de su ano.
Terminamos extenuados, y nos quedamos sobre el sofá uno al lado del otro. La bese en los labios, y me respondió con una cara de felicidad enorme.
Me dijo que nunca había sentido algo igual.
Luego me comentó que lo único que sentía era que me había corrido dentro, y que podía quedar preñada. Sabía que estaba en sus días fértiles, y por la forma en que me había corrido era muy probable que hubiera quedado embarazada.
Breve momento posterior, fue a ver nuevamente a su esposo contemplando que seguía roncando.
Teníamos necesidad de ducharnos. La lleve al baño, nos metimos en el yacusi y nos enjabonamos juntos, luego me puse detrás de ella, la comencé acariciar nuevamente, hasta tenerla bien excitada, y me senté dentro del jacusi y ella al verme de nuevo con mi pene como un misil, me dice:
-joder Elías no paras. Estas otra vez empalmado…
Ella con cara de autentico morbo, se puso sobre mi y tras enterrarse mi pene comenzó a cabalgarme. Ella subía y bajaba sobre mi falo como una amazona, mientras le chupase sus enormes tetas, teniendo otros dos orgasmos. Pronto, mi tranca me anunció la próxima descarga, la cual lance dentro de su cuquita sin ninguna reprobación por su parte. No me lo podía creer, estábamos extenuados.
Nos secamos, y nos quedamos en el sofá. Y nos fuimos a comer algo, ya que habían traído varios alimentos al respecto. Ya siendo casi las dos de la mañana, comprobé que el pantalón estaba mucho más seco, y decidí ponérmelo y regresar a casa.
Cuando vio que me lo iba a poner me dijo: ¿te vas a marchar ahora? Tengo miedo de quedarme sola ¿y si le pasa algo a mi esposo?.
También lo pensé. Por ello le dije que me quedaría con ella si así lo deseaba.
Se dejó dormir en la cama con su esposo, mientras yo lo hacía en un sofá cama. Sobre las cinco de la mañana, note que se había levantado para acudir al baño, y luego vino donde estaba. Le pregunté por su marido y me dijo: -ese todavía duerme la nana. Ni siquiera se ha movido en toda la noche.
Estaba solo con un camisón y sus braguitas. Se acostó a mi lado, y comenzó a besarme. Me quede anonadado. ¡Felisa quería guerra, estaba todavía muy caliente!. Al comprobar cómo tenía su coñito, mi polla reaccionó inmediatamente, mucho más cuando ella llevó su boca a mi capullo y lo engulló. Tras darme una mamaba con su pequeña boca, le dije:
-uhhh sigues caliente. Creo que necesitas mi polla otra vez.
Ella sonriendo se subió sobre mí y se clavó mi polla, que nuevamente estaba como un misil. Luego la recosté sobre el sofá y le empecé a dar polla por su coño con una fuera inusitada, hasta que comprobé que se corría, lo que aproveche para volverme a vaciar nuevamente dentro de ella. No comprendía como tenía tanta leche. Felisa me iba a dejar seco.
Se quedó un rato desnuda junto conmigo, y me confirmó que se había tomado nuevamente la temperatura y que estaba claramente en sus días fértiles, que con las veces que me había venido dentro de ella seguro que ya estaba preñada. Que no sabía cómo iba hacer ahora.
Le dije: puedes tomar la píldora del día después, pero a veces tiene contradicciones. En todo caso, cuando se despierte tu marido debes estar desnudo junto al, y le confiesas que te hizo el amor aunque él no se enterara.Además a partir de mañana tendrá ocasión de tener relaciones sexuales con él, por lo que nunca sospechará nada.
Me dijo: ay Elías. He visto su polla y es la mitad de la tuya. Voy a encontrar mucha diferencia.
Yo le dije: -no te preocupes. Cuando regreses de la luna de miel, podras volver a tenerme.
Ella me dijo:- estás loco. Eso es casi imposible. Y además muy peligroso.
Como no lo dijo categóricamente, conservé la esperanza de poder seguir disfrutando de aquella hermosa hembra.
Por la mañana llamé a mi esposa, y le dije que había surgido un pequeño problema ya solucionado como consecuencia de la borrachera del marido de Felisa.
Sobre las ocho de la mañana verifique que su esposo, apenas podía abrir los ojos, y le indicaba que tenía un gran dolor de cabeza, consecuencia seguro de la botella de champan que se tragó.
Decidí marcharme, pero cuando iba abrir la puerta, ella me besó nuevamente en los labios, por lo que correspondí a su petición, y al notar que me puso nuevamente caliente, la puse contra la pared, le baje las bragas y le enterré nuevamente mi falo hasta las bolas, ella empezó a suspirar, y yo no paraba de meter una y otra vez mi polla en su coñito, y volviéndose hacia mí me dijo: - quiero sentir tu leche de nuevo.Anda córrete dentro otra vez. Inúndame con tu leche. Vamos quiero tu leche. ¡Déjame bien preñada!.
Y ante aquella petición mi polla empezó a brotar borbotones de leche que volvieron a inundar el coñito de Felisa.
Tras recuperarme, me despedí de ella. No daba crédito a lo que me había pasado. Había conseguido correrme cinco o seis veces en una misma noche en el coñito de mi virgen cuñada, y además recién casada. Las probabilidades de que hubiera quedado preñada eran más que evidentes.
Luego cuando volvió de su luna de miel, tras unas semanas posteriores, me llamó por teléfono y me indicó que se había hecho la prueba y que estaba embarazada. Me reconoció que sabía con certeza que había sido por lo ocurrido esa noche.
Pretendí acercarme a ella, pero hacia todo lo imposible para que no tuviera ocasión de estar a solas con ella. Así paso su embarazo, y tuvo una hija preciosa. Fue al bautismo, y ella evitaba estar cerca de mí, pero yo insistía, aunque no conseguí nada de ella.
Pero sabía que el destino me deparaba nuevas con la misma, pero eso será objeto de otro relato.