Con Joan en el cine
Con Joan en el cine Sólo llevaba en casa unos pocos minutos cuando Joan apareció. Llegaba temprano, yo no estaba todavía arreglada.
Con Joan en el cine
Sólo llevaba en casa unos pocos minutos cuando Joan apareció. Llegaba temprano, yo no estaba todavía arreglada. Se lo dije y respondió que no tenía importancia.
-No pasa nada, porque quiero elegir la ropa que vas a ponerte esta noche.
Yo dije: - ¿qué?
Joan es una persona extremadamente dominante y a veces sádica. Reconozco que soy de gustos poco convencionales a veces, pero no tanto como a Joan le gustaría. Tengo mis límites y a Joan le divierte jugar fuerte y obligarme a traspasarlos. Podrá parecer estúpido por mi parte, pero siempre acabo por ceder a sus pretensiones.
Joan dijo que subiéramos arriba y le enseñara mis vestidos. Le seguí lentamente. Sacó mi falda más corta y una de mis blusas más bonitas. Las echó sobre la cama. Limpió y sacó un par de zapatos de tacón y los echó también sobre la cama. Dijo, bien, es todo, nada más. Ni más ni menos.
Entonces dije: - ¿Y de ropa interior?
- Nada, no la necesitas. Me respondió.
- Joan, no puedo y no llevaré esta falda sin ropa interior. Le respondí.
- cariño, harás lo que te he dicho y sabes que no puedes negarte, pequeña.
- Joan, en serio, esta falda difícilmente me tapará las nalgas. Puedo salir sin sostén pero no sin bragas.
- Saldrás sin nada. Harás lo que te he dicho, y ahora muévete. Nos reuniremos abajo en 30 minutos, si no bajas subiré y el resultado será el mismo. Pero no te gustará sentarte en el cine pareciendo una puta.
Con eso bajó al salón y me dejó con mis pensamientos.
Estuve unos 15 minutos sentada allí. La mayor parte del tiempo preguntándome por qué le daba tanta importancia a mi aspecto. Para ser completamente sincera, la sola idea de ir sin ropa interior ya me ponía cachonda como una perra en celo. Me imaginaba que obtendría una buena ración de sexo y diversión en el cine. De modo que decidí seguir adelante con el juego de Joan. Me quité la ropa y empecé a vestirme con la ropa que había elegido mi amante. Me puse los zapatos de tacón y me miré al espejo. !!! Dios ¡¡¡ ... parecía una puta de carretera, y creo que era lo que él pretendía. No me veía mal, pero parecía una zorra barata. Era como llevar escrito en la cara Fóllame Viólame o algo por el estilo. Quizás se me pasó por la cabeza porque sabía que no llevaba ropa interior debajo.
Así con estos pensamientos bajé las escaleras y me encontré a Joan sentado en el sofá, bebiendo la que parecía ser su tercera cerveza. En la mesa había dos vacías. Empezó a silbarme cuando bajé, lo que me hizo sentir aún más barata.
- Muy bien cariño, ahora date la vuelta para mí y déjame verte bien.
Entonces dijo:
- Estás de infarto, eres una perra irresistible.
Y se reía y reía mientras me observaba. Acabó de beberse la cerveza. Y al cabo de un momento dijo:
- Vamos querida, estás perfecta. Cogimos el coche y nos fuimos.
Nos dirigimos a unos multicines a las afueras de la ciudad, una zona muy concurrida por estar llena de centros comerciales, y locales de ocio, pero a la vez muy desierta y poco transitada cuando todos los negocios cierran, esta rodeado por un enorme polígono industrial, lleno de zonas poco iluminadas y con rincones abandonados por completo.
Joan me dijo, desabróchate los tres primeros botones, querida. Yo le dije:
- Joan, se me saldrán las tetas. - No exageres, no se saldrán y lo sabes.
Así llegamos al cine y entramos. Una vez dentro Joan buscó una fila vacía. El cine no estaba vacío pero tampoco lleno. Cuando empezó la película Joan me dijo:
- bien cielo, quítate los zapatos y dámelos.
- Vale. Dije, pensando que eso no podía ser malo.
- Buena chica, ahora levanta un poco el culo y súbete la falda hasta la cintura.
Miré a derecha e izquierda y no ví a nadie en nuestra zona.
- ¿Realmente tengo que hacerlo?
- Hazlo puta, me dijo.
- De acuerdo. Le dije, pensando que había planeado masturbarme. No tenía ni idea de que las cosas que había planeado y eso me ponía loca y caliente. -Muy bien perrita, así me gusta, que seas obediente. Dijo.
- Ahora pon tus piececitos sobre el asiento de delante y ábrete bien de piernas, apoya los tobillos sobre las aberturas de cada lado del asiento.
- Estás loco -le dije- la gente me verá.
- No me importa, solo verán tus pies y en el mejor de los casos y si alguien ve una pierna pensará que llevas pantalones cortos o algo así.
- No, Joan, de ninguna manera le espeté yo-
- Vale, vale, de acuerdo. Entonces quítate la falda y dámela, maldita puta. Quiero que te sientes allí, en la quinta butaca del lado del pasillo, con las piernas y el coño bien abierto. Yo estaré observandote.
Se la di y la puso con mis zapatos. Me dirigí a la butaca que Joan me indicó, estaba muerta de miedo pero al tiempo muy excitada. Me sentía completamente vulnerable a cualquiera que pudiera pasar por el pasillo y verme de esa guisa. Estaba bastante excitada. Allí sentada con poco más que una blusa que estaba más abierta de lo que hubiera querido llevarla nunca.
Joan dijo: - mmm, estás preciosa ahí sentada de esta forma. Ahora pon tus jodidos pies como te pedí antes y hazlo ya. - No, Joan, lo prometiste. Dije yo. - Te mentí. Hazlo ahora.
No sabía que hacer. Tenía miedo y me sentía estúpida.
- Hazlo, o me voy y te quedas aquí sin la falda y sin zapatos. Estoy seguro que podrás recuperar tu falda de la papelera de la salida. Delante de todo el mundo.
Se levantó y dije:
- De acuerdo, de acuerdo, siéntate, por favor.
- Perfecto, pero no me vuelvas a llevar la contraria.
Así que hice lo que decía y puse los pies en el asiento. No sabía sinceramente si alguien podía verme pero os aseguro que me sentía como si pudieran. Entonces Joan me dijo: - bien, ahora vamos a hacer un pequeño trato, putita. Toma este plátano y métetelo en el coño, después te lo comes, ¿entendido?
No podía creer lo cabronazo que podía ser Joan. Bueno si lo sabía, y lo cierto es que el muy cabrón sabia como excitarme. También sabía que al final me complacería. Me daba la impresión de que me complacería si hacía lo que él me ordenaba. Me estaba poniendo nerviosa y excitada al mismo tiempo. Cogí el plátano por un extremo y empecé a quitarle la piel, como hacen las monas, sin terminar de quitar la cáscara para no mancharme y que fuera más fácil cogerlo sin que me resbalara. Abierta de piernas a escasos metros del pasillo, agarré el plátano con la mano derecha y me estiré la piel de mi vulva recién depilada hacia arriba. Mi clítoris excitado sobresalió como un pezón helado.
Estaba bastante claro que a Joan no le importaba lo más mínimo que su perra estuviera a escasos metros de él completamente abierta de piernas y masturbándose en un lugar público con un generoso y verde plátano. Lo cierto es, que yo empezaba a disfrutar del roce de la fruta en mi sexo y empecé a gemir silenciosamente, me estaba olvidando de toda vergüenza y empezaba a disfrutar de la situación. Joan como siempre tenía razón, soy una puta perra viciosa, todas mis limitaciones en este punto ya habían desaparecido.
- Anna, me dijo Joan en voz baja. Tienes un minuto para hacer desaparecer ese puto plátano en el coño como te he dicho. Después quiero que lo lamas y lo chupes antes de comértelo por completo. ¿Me oyes, coño de perra?
Le miré a los ojos. No me gustaba cuando se ponía así, me encabronaba de verdad. Le quiero y por ello intento agradarle, pero cuando se pone así me jode mucho y él lo sabe.
Entonces me dijo:
- Anna, ¿quieres que te cuente algo que te sobresaltará más?, . no sabes lo afortunada que eres. Te he traído a un cine para adultos del que voy a levantarme e irme y dejarte aquí desnuda, descalza y con un plátano metido en tú mojado coño.
- Cabrón ,pensé. Joan, espera. Joan, no me asustes.
- Mira, puta. Ahora voy a irme al servicio, luego volveré y te estaré observando. Te voy a dejar aquí, va a empezar la película y cuando se apaguen las luces, esos dos chicos de ahí delante se van a sentar a tú lado.
- No, no, no, haré lo que quieras, pero no me dejes aquí sola.
Oh, ¿ de verdad ? Por supuesto que lo harás. Vas ha hacer todo lo que te pidan. Si no te portas como una perrita obediente luego me lo van a contar.
Le mire a los ojos fijamente y sin darme cuanta, cedí a su voluntad y le dije: si cariño, lo que tú quieras.
Me incorporé para observar a los dos chicos que había tres filas delante de mí en el otro lado del pasillo. Entonces ellos se giraron he intercambiaron unas palabras con Joan, los tres se giraron hacia mí mientras Joan me señalaba con el dedo. Ellos se rieron y no paraban de girarse para observarme.
Joan desapareció pasillo abajo hasta salir por la puerta de entrada. Las luces se apagaron y empezaron a proyectar los anuncios en la pantalla. Nos quedamos entre la oscuridad y la penumbra del proyector. Hasta que nuestros ojos se adaptaron a la tenue iluminación del cine.
Ví como los muchachos se levantaron y acercaron a mí, uno de ellos se sentó a mi izquierda y el otro a mi derecha. Eran de complexión normal, altos y jóvenes, no tendían más de veiticinco años.
El de mi izquierda poso su mano en mi muslo y lo acarició, el otro me agarró por el cuello y me besó. Entonces acercándose a mi oído me susurro:
- Pon tus piernas como las tenías antes guarra.- Yo asustada, obedecí. Pero estaba muy excitada también. No los conocía de nada pero me dije para mí misma, que puede pasarme, Joan les ha dado consentimiento para hacer conmigo lo que quieran. Me tratarán bien, y en el cine hay más gente. No estamos solos. Y Joan me ha dicho que estará observándonos.
Así que hice lo que me pedían, aún tenia el plátano metido en mi coño cuando el otro chico pasando su mano por mi entrepierna se dio cuenta de ello.
- Mira la muy guarra, ¿has visto lo que se ha metido en el coño ?. Y cogiéndolo con sus dedos lo saco con suavidad y luego lo volvió a meter y repitió esto varias veces. Yo estaba muy caliente y entre el jugo del plátano y los míos propios se formo una especie de leche blanquecina que brotaba de mis labios vaginales.
Entonces el que jugaba con el plátano lo saco completamente y acercándolo a mis labios me dijo:
- Abre la boca perra, y comete este plátano de aperitivo, que luego vendrán los de verdad. Y mientras él lo sujetaba yo iba comiendo y tragando como una loca. El otro chico, no paraba de sobarme los pechos y besarme en el cuello, chupaba mis pezones erectos y de vez en cuando se acercaba a mis oídos y me susurraba guarradas mientras mordía y lamía mi oreja.
Estaba excitadísima, y fuera de mí, cualquier cosa era posible, pues ya ni me acordaba de donde estaba, solo disfrutaba del momento.
En esto que empecé a notar unos lenguetazos entre las piernas, era el chico del plátano que una vez me lo terminé de comer. Se agachó entre mis muslos abiertos y empezó a comerme el coño y sorber el néctar de plátano y sexo que brotaba de mí coño. El muy cabrón sabía como hacerlo y me estaba llevando a la gloria bendita.
El otro chico se desabrochó el pantalón y sacó su polla erecta fuera. Era bastante gruesa y larga y cogió mi mano y la llevo hacia ella para que lo masturbase. Así estuvimos un rato hasta que el chico que estaba en el suelo acabo de lamer mi coño después de haberme llevado a un orgasmo tremendo en el que acabé vaciándome en su boca. Este chico se quito el pantalón y se estiró en el suelo entre las butacas, luego el otro me dijo:
- !! ponte de cuclillas y fóllatelo puta ¡¡
No puse ninguna objeción y lo hice sin rechistar, la polla de este chico era mucho más gruesa que la de su compañero, pero estaba tan caliente y mojada que entró entera en el primer empujón, y empezó a follarme a un ritmo endiablado.
El otro chico se acomodo bien en la butaca con los pantalones y calzoncillos bajados hasta los tobillos y cogiéndome de la nuca me puso su polla en la boca diciéndome:
- !! Empieza a chupar, zorra ¡¡
Le hice una mamada que creo que nunca podrá olvidar, le comía la polla hasta los huevos, tragándomela entera. Era tan larga que cuando me la tragaba hasta la base me golpeaba las amígdalas con su glande. Me venían unas arcadas que intentaba contener para no devolver sobre su vientre y de mi boca salía una cantidad salvaje de espesa saliva que formaba unos hilos como las babas de un caracol.
Mientras, el otro muchacho no paraba de follarme el coño con maestría. Y estaba a punto de venirme otro orgasmo cuando en ese punto apareció alguien por detrás, que cogiéndome por los hombros me empujo hacia abajo. Me puse de rodillas y mi rostro se apoyó sobre las piernas del chico que me jodía el coño. Note como alguien intentaba meter un dedo por mi ano. Lo estuvo acariciando un rato sentí recorrer un escupitajo por la raja de mi culo y lo uso para lubricarme bien e introducir sus dedos en mi interior.
Al cabo de unos segundos note como me abrían más y más el ano hasta conseguir poner un par de dedos en su interior y hurgar con ellos para dilatarme antes de follarme en una doble penetración.
Cual fue mi sorpresa cuando este tercer personaje, apoyando su torso sobre mi espalda me beso el cuello y murmuro:
- ¿te esta gustando Anna?, era Joan mi amado que me iba a sodomizar por detrás mientras el chico joven empezaba a correrse en el interior de mi coño con una brutal oleada de semen caliente que inundaba mi vagina.
Joan puso su polla en la entrada de mi ano y empujo hasta metérmela entera, aaahhhmmm, un gemido salio de mi boca y para silenciar mi grito el otro chico tiro de mi pelo hacia atrás y puso su mano sobre mi boca, acerco su rostro al mío y me beso apasionadamente, nuestras lenguas se buscaron y juguetearon como dos serpientes en celo.
Estaba de rodillas delante de mí, aparto su boca de la mía y así cogida por los cabellos me metió su pene medio flácido en la boca y me puse a mamar. Aún no se había corrido pero no creo que tardase demasiado pues se la había estado chupando un buen rato anteriormente.
Así fue como con Joan follándome el culo y el chico follándome la boca, nos corrimos los tres casi a la vez.
Primero lo hizo Joan quien no pudo aguantar por más tiempo los movimientos de mis caderas al tiempo que oprimía mi esfínter con fuerza sobre su polla. Eso hizo que perdiese el control y eyaculara copiosamente sacando su polla de mi culo. Me llenó la espalda y las nalgas de semen. Sentía el contacto de la blusa manchada de leche sobre mi espalda y como el semen se enfriaba rápidamente. No hubo mucho tiempo para más, cuando el chico se corrió como un loco en mi garganta. Me agarraba del cabello y me estiraba con fuerza para que no pudiera sacármela de la boca ni un centímetro, así estuve hasta que él acabó de eyacular. Me soltó justo cuando estaba a punto de ahogarme, no podía respirar y empecé a toser y escupir leche.
Acabé exhausta, pero tremendamente satisfecha, me sentía llena por todos mis agujeros.
Nos limpiamos como pudimos, bueno lo cierto es que yo les limpie las pollas a los tres una vez se sentaron en las butacas. De rodillas fui uno por uno hasta acabar con Joan. Se subieron los calzoncillos y los pantalones, se abrocharon y se quedaron viendo la película hasta que acabó. Mientras, estuve lamiéndole los huevos y la polla a mi Joan, hasta que lo dejé limpio completamente se semen. Se vistió y me dio mí falda y los zapatos, me limpie como pude con la blusa y me vestí.
Acabada la película los chicos se despidieron de nosotros, nos dimos unos afectuosos besos y Joan les pidió sus teléfonos por si lo repetíamos alguna otra vez.
Subimos al coche. Joan se encendió un cigarro y le dio una profunda calada luego me miró pasándome el cigarro para que fumara yo y me dijo:
- ¿Te ha gustado la experiencia?
- Ha sido bestial, cariño.
- Bien, porque la noche no acaba aquí
Arranco el coche y nos fuimos dejando atrás los cines y locales de ocio, adentrándonos en las oscuras calles del polígono industrial.