Con Isabel en punta

Les cuento mi encuentro en una playa muy especial, con una mina espectacular llamada Isabel.

CON ISABEL EN PUNTA

Siempre he sido "mujeriego", es decir que me encantan las mujeres, en general de todos los tipos y colores, aunque siempre me han tirado más, las de carnes generosas, y cuando digo carnes, me refiero a las que poseen buenas carnes donde aferrarse, buen culo, muslos bien dotados y muy bella. Pues bien, he aquí que mi amiga Isabel cae de lleno en este tipo.

La conocí chateando y ella es de Saavedra, sin pareja, pero muy gustosa de tener algunas sesiones amorosas cuando sale de su Saavedra natal. En ocasión de tener que viajar a una playa muy paqueta de Buenos Aires (Pinamar) aprovechamos para tener un par de días de sexo. El segundo día en Pinamar fue de una jornada de playa. Ella, que le gusta más el agua que a los patos, me propuso darnos un baño. Ya en el agua y algo alejados de la orilla, donde batían menos las olas, comenzamos a hablar y me pareció oportuno preguntarle desde cuando no tenía una sesión de sexo como Dios manda, a lo que ella suspiró y confesó que hacía más de un mes.

Que su pareja sólo le preocupa el cuidado de un comercio que tienen, y las reuniones en la sociedad en la que forma parte, por no decir los días que va a visitar a sus hijos o los partidos de fútbol que televisan toda la semana. Yo sin dejar el tema, le dije que no me parecía justo, que una mujer que está en la flor de la vida, dejara de gozar los años que le quedan para hacerlo, a lo que ella se sonrió, diciendo que eso era muy fácil decirlo, pero que dónde iba ella a encontrar alguien con quien desfogarse como quería sin que su pareja se diera cuenta. Yo no sabía si me quería tomar el pelo, o sólo quería tantearme, así que como el que no quiere la cosa le solté que yo estaría encantado de ir a coger con ella ya.

Entonces ella se me acercó, poniendo sus pechos muy cerca de mi cara, a los que instintivamente miré, notándolo ella de inmediato. Me preguntó por mis amigas, qué iban a pensar si se enteraran, y yo le dije que no tenía por qué. Ahora era ella y no dejaría pasar la oportunidad para coger como nunca antes lo había hecho.

Al tiempo que le decía eso, le comencé a acariciar sus tetazas, por debajo del nivel del agua, para que no notaran nada desde la orilla, a lo que ella respondió rodeándome las caderas con sus piernas y masajeándome la pija sobre el short de baño, que me la dejó más parada que un mástil. Le dije que no comenzara nada que no estuviera dispuesta a acabar. Ella me dijo que esa tarde, tendríamos oportunidad puesto que sus actividades le ocuparían solo un par de horas y tendríamos 3 ó 4 horas para nosotros. Quedamos entonces que ella iría a un almuerzo de trabajo y a media tarde nos veríamos.

A eso de las 6 de la tarde, fui al departamento que habitualmente usa Isabel cuando va a Pinamar. Al entrar ya me estaba esperando con su camisa larga y sin nada debajo, esta vez ni siquiera su tanga. Sin rodeos me fui hacia Isabel, abrazándola y besándola, mientras mi mano recorría su espalda, su espléndido culo y sus preciosas tetas. No sabía por dónde empezar, estábamos los dos muy calientes y parecía que acabaríamos con el simple roce de mi pija con su conchita.

Así que nos fuimos al dormitorio del departamento, sacándome la poca ropa que llevaba. Mi pija estaba como nunca, y ella comenzó a besarla, mientras parecía que me pesaba con sus manos mis huevos llenos de leche que serían sólo para ella. Les aseguro que Isabel era una diosa mamando y manoseando pijas. Su lengua hacía maravillas. Yo quería participar más, así que la levanté y nos tumbamos en la cama, comenzando con un 69 de película. Isabel seguía haciendo que mi pija sintiera la mejor de las mamadas, haciendo que estuviera muy parada y caliente. Ella tiene una concha bien rodeada de pendejos, así que era como estar chupando un peluche, pero con un calor y acidez suprema. Me encantaba besar y chupar esa conchita preciosa.

Mi lengua no paraba de rodearle el clítoris, mientras ella movía sus caderas en señal de aprobación, chupando mi pija hasta la base. Los movimientos de Isabel eran cada vez mas fuertes y por momentos parecía que quería que mi boca se metiera por completo dentro de su conchita hirviente. Esto me calentaba aun más y los gemidos de Isabel demostraban que ella también la estaba pasando muy bien. Cuando tuvo la concha muy bien mojada, yo diría que chorreante, la puse en cuatro y me arrodillé detrás de ella, mientras le metía la cabeza de mi pija muy despacio, aunque ella me pedía que se la metiera de una vez.

Luego de un rato de gozar con el roce de mi pija sobre la entrada de su concha, se la empecé a meter cada vez más. Cuando la tuve bien dentro, tomándola por sus caderas comencé a bombear y créanme que nunca he gozado tanto como en esos momentos en que veía su conchita recaliente recibiendo a mi pija. La soltaba, amasaba sus tetas que estaban durísimas, gemía y gritaba de placer, llegando ella al segundo de sus orgasmos, que se sucedían casi seguidos, hasta que no aguanté más y acabé un chorro muy fuerte dentro de ella, pero sin que se me bajara la erección, así que le di vuelta y acostado sobre ella, con sus piernas sobre mis hombros, seguí cogiéndola por la concha, más suave, pero continuado, chupándole sus tetas, besándola toda. Isabel gozaba mucho al igual que yo.

Estuvimos varios minutos juntando y separando nuestros muslos, provocando un ruido extraño por el choque de los cuerpos ya transpirados y con mi pija y su concha muy húmedos. Le pregunté si me dejaba cogerla por el culo y me contestó que le encantaría tener mi dura pija en su culo. Así que la volví a poner en cuatro, untándole su culito con sus propios juguitos y algo de gel para el sol, metiéndole un dedo, girándolo, y luego dos, hasta que lo intenté con mi pija, cuya cabeza entró fácil, no así el resto.

Ella aguantaba, suspiraba, gemía al principio de dolor y poco a poco de placer, cuando la tuve toda dentro de su espectacular culito, sentí cómo sus músculos se relajaban y al mismo tiempo se tensaban en torno a mi pija, y comencé a cogérmela por su culo, durante al menos 15 minutos. Fue espectacular ver ese culo cómo se movía con mi pija dentro y trataba de succionarlo como queriendo comerse un pedazo de mi pija para quedarse siempre dentro de ella. Cada vez movía con mas violencia el culo y hacía fuerza hacia atrás como queriendo que le metiera algo mas de pija.

Ella tuvo como tres orgasmos más, hasta que le acabé adentro, inundando el interior de su culo con mi leche. Nos quedamos quietos por unos minutos, acostados ella debajo mio, hasta que se contrajo mi pija, dejando al descubierto un culito bien abierto, y chorreante. Luego de descansar un rato, nos levantamos y vestirnos, ella sólo con su camisa y yo con mi short y nos dirigimos a la cocina a tomarnos un café.

Una vez allí, mientras ella preparaba la cafetera, tenía una visión de Isabel espectacular. No pude contenerme, y me paré detrás de ella y comencé a acariciarle las tetas mientras le besaba el cuello y las orejas. Como sentía que ella también estaba muy caliente, sin más me bajé short, le subí la camisola y se la clavé en su espléndida concha, y así de pié, ella apoyada a la pared comenzamos a coger otra vez, besándole el cuello, acariciando sus magníficas tetas por unos cinco minutos de jadeos, gemidos y gritos de placer, hasta que los dos acabamos juntos, aunque creo que antes Isabel tuvo mas de un orgasmo. Límpiámela, le dije y Isabel me la empezó a chupar hasta dejarla bien limpia mientras yo le metía 3 dedos en su concha chorreante y muy caliente aun, los cuales limpió con sus propios dedos después, saboreando los dos sus jugos y mi leche. Un placer ese elixir.

Debo reconocer que esas 3 horas en la que cogimos con Isabel fueron inolvidables, suficientes como para desearnos nuevas y tan buenas cogidas. Nos hemos propuesto seguir con esto, pero no muy seguido, para no levantar sospechas.

Además como ella vivía lejos de Buenos Aires, disfrutamos más de nuestros furtivos encuentros. Tengo que decir que es muy gratificante el poseer a una mujer así, bella, madura, sensual, ardiente y que pertenece a otro. Como pueden comprobar, el morbo me atrae. Espero que esta relación continúe, pues me enriquece mucho y Isabel es realmente un minón que coge como las diosas.