Con ganas de probar cosas nuevas
Después de haber tenido mi primera vez con un hombre, se me desatan las fantasías y las ganas de probar cosas nuevas. Una historia de sexo en grupo en una sauna.
Ha pasado algún tiempo desde la última vez que escribí aquí. En los relatos anteriores narraba mi primera experiencia sexual con un hombre. Julián. Hoy tenemos una relación.
Aquel día sábado que desperté junto él lo pasamos todo el día en su piso, hablando, conociéndonos mejor y claro, teniendo sexo. Aquella noche dormimos juntos otra vez ambos con el culo adolorido después de tantos polvos.
Los días siguientes vivíamos como dos novios que recién comienzan. Yo me sentía enamorado. A ratos me venía a la conciencia la idea de que tal vez era la euforia de la novedad, de estar experimentando cosas que pensé que nunca experimentaría, y que Julián sólo había abierto la puerta de un mundo que me llamaba a vivirlo a tope. Pero miraba a Julián y se me olvidaban esas cavilaciones, sus ojos, su sonrisa, su cara, su cuerpo, todo ello además de su extraordinaria simpatía, su particular inteligencia, en fin… A ratos sentía mariposas en el estómago…
Sin embargo todo el mundo gay que pasaba ahora ante mis ojos me resultaba tentador. Antes no me había llamado la atención, o al menos no me había interesado. Debo reconocer que esa semana me lo pasé enganchado a páginas de porno y de relatos gay masturbándome e imaginándome en variadas fantasías. De hecho por esos días escribí los relatos anteriores.
Esa semana comenzaba en Madrid la fiesta del Orgullo gay, y Julián me dijo que iríamos junto con algunos amigos de él y que vería el ambiente a tope. Él no era mucho de frecuentarlo, pero que al Orgullo a veces va y que en esta ocasión iría por mí y que haría de “guía turístico”.
Después del desfile y de ir a bailar a una discoteca uno de los amigos de Julián, Carlos, propuso la idea de ir a un sauna. Yo dude al comienzo, pero Julián me animó a que fuéramos, que esta era la oportunidad. Yo la verdad es que tenía curiosidad, estaba cachondo y un poco bebido y me atraía la idea de la posibilidad de tener sexo con alguien más, con un desconocido.
El grupo que andábamos éramos cinco, Julián, su amigo Carlos, Pedro y Javi amigos de Carlos de los que Julián sólo conocía al primero. Al rato de entrar nos dispersamos, Julián se quedó conmigo porque evidentemente yo estaba un poco nervioso. Él estaba tranquilo, ya había estado ahí alguna vez, pero hace bastante tiempo según me dijo. Me guió por los pasillos oscuros y al poco rato ya me había relajado y excitado viendo lo que pasaba ahí. Nos detuvimos en una sala donde habían dos tíos follándose a otro que estaba en cuatro patas mientras uno le daba por el culo y otro le follaba la boca.
Julián no se contuvo y comenzó a hacerse una paja. No éramos los únicos que estábamos mirando. A unos metros a la derecha de donde estábamos había un hombre joven, de unos 24 años, delgado y alto que al ver a mi amigo sacarse la toalla para pajearse quitó los ojos del trio que estaba por culminar y comenzó también a pajearse y a insinuársele a Julián.
-Este quiere comerme la polla- me dijo Julián sonriendo-¿ te gusta? ¿Guapo verdad?
- Si, está bastante bien, un poco delgado, pero no está mal. Y pedazo de polla que gasta el cabrón!- le contesté.
El trío ya se había acabado. Los participantes se había despedido y ya se habían ido por los pasillos oscuros. El chaval ya miraba con descaro a Julián y a mí. Yo estaba algo nervioso, Julián evitaba la mirada del chico, no sé si esperando a que yo manifestara mi parecer, pero él podía hacer lo que quisiera, no necesitaba mi autorización ni mucho menos. Pero a mí el morbo me estaba consumiendo y mi rabo tenía la toalla levantada como una tienda de campaña, me la quité y comencé a pajearme. El chaval me miró a mí esta vez, y yo no le quité la mirada, el caminó hacia mí y sin decir nada se arrodilló y comenzó a mamármela. Julián me sonrió. Yo le hice el gesto con la mano para que se pusiera junto a mí, y el chico entendió lo que queríamos y comenzó a pajear a mi amigo mientras me la chupaba con maestría.
Estuvo unos minutos turnándose entre mi polla y la de Julián hasta que quisimos ir un poco más lejos. Mientras le chupaba la polla a Julián, yo me puse a sus espaldas, le levanté el culo y me puse el condón que nos habían dado en la entrada. Me agaché y le abrí las nalgas para ver su culito con la débil luz de esa habitación, le escupí un par de veces y le introduje un par de dedos y noté que el chico ya llevaba una noche ajetreada. No me costó mucho introducir mis 18 cms de polla gruesa en ese ojete tan experimentado. Comencé a darle con energía desde el comienzo y el chaval comenzó a gemir con la polla de Julián metida en la garganta. Yo veía el torso sudoroso de Julián contraerse con cada embestida que le daba a la boca del chico que disfrutaba como animal de las dos pollas que lo perforaban. Al rato cambiamos de posición y en ese movimiento noté que no estábamos solos en la sala, había tres mirones, de los cuales uno era Javi, el amigo de Carlos que se tocaba el paquete por sobre la toalla.
El chaval se estiró en el suelo y levantó las piernas, Julián se puso entre sus piernas, y yo me puse con las rodillas a los lados de su cabeza. Iba a hacer un 69 mientras Julián le daba por el culo e iba a ver en primerísimo primer plano la deliciosa polla de mi amigo entrar en ese culito respingón del desconocido. Yo estaba gozando de manera extraordinaria. El chico chupaba como un experto y con sus manos masajeaba mis huevos y exploraba mi culo. A ratos era tanto el placer que me producía que detenía la mamada que le estaba dando y me levantaba un poco para poner aún más cerca de su boca mi ojete deseoso de ser chupado. En uno de esos movimientos vi a Javi, que ya se pajeaba mirando nuestro espectáculo, me miró a los ojos como pidiendo autorización para unírsenos, y al instante miré su polla, grande, pero no demasiado, y me pareció suculenta y quise tenerla en mi culo que ya estaba ansioso de gozar un trozo de carne. Sin pensarlo le hice un gesto con la cabeza y el captó de inmediato la señal. Caminó hasta ponerse detrás de mí y antes de ponerse el condón le dio de mamar un poco al chaval. Luego se puso el condón, posó su glande en mi ojete y comenzó a empujar suavemente. Era la segunda polla que invadía mis entrañas, pero esta vez ya estaba más entrenado. Sentí dolor, pero soportable, y al poco rato ya estaba disfrutando al máximo de la velocidad de las embestidas de Javi.
Tenía una polla en la boca, otra en el culo y mi nabo estaba siendo mamado por un experto chupapollas. No quería que aquello acabara, y a pesar del gozo, se me hizo breve. Julián fue el primero en correrse, sacó su pene del culo del chaval, se quitó el condón y derramó su leche en mi boca y en mi cara. Unos segundos después lo hizo el chico también. Su corrida fue mucho menos profusa, apenas unas gotas.. El siguiente en eyacular fuí yo y lo hicen en la boca de aquel chico desconcido que se tragó hasta la última gota de mi lefa caliente. Luego me incorporé un poco para dejar salir al chico de debajo de mí, aún teniendo la polla de Javi dentro. Julián me besó y limpió un poco mi cara de semen. Javi me abrazó por atrás y comenzó a empujar con fuerza y energía. El chaval nos miró y sonrió para despedirse y sin decir ninguna palabra se perdió en la oscuridad de los pasillos. Los otros dos mirones seguían ahí pero ya habían comenzado a montarse su propio show.
Javi me estaba dando un duro mete y saca que me estaba matando de dolor y placer. Me tenía cogido de los hombros y empujaba metiendo su polla hasta en fondo de mi culo y yo gemía mientras me abrazaba al abdomen de Julián. A los poco minutos sentí la polla de Javi contraerse y soltar una buena cantidad de leche en el condón . Me sacó la polla del culo y me dio una nalgada suave mientras se ponía de pié.
- Que buen culo tío!!- dijo sonriendo.
- Que buen polvo, joder!- exclamé cansado y cubierto de sudor y semen.
- Si que ha estado bueno, y vaya que lo has disfrutado no?- dijo Julián sonriendo también.
Luego de eso buscamos nuestras toallas que habíamos dejado ahí cerca y nos fuimos a las duchas. Por lo menos para mí, hasta ahí había llegado la aventura. Le dije a Julián que quería irme, que ya había sido suficiente y él opinó igual.
Carlos, Pedro y Javi se quedaron en la sauna. Julián y yo nos fuimos a su casa, pero eso no significa que se acabara el sexo. Ya había salido el sol, pero era domingo, así que teníamos todo el día para hacer cosas. Yo ya había saciado gran parte de mi curiosidad y ahora sólo deseaba estar con él.