Con el vecinito de al lado.
Este es el relato que un lector me pidió que escribiera, de cómo desvirgó e hizo suyo a un jovencito vecino, preñándolo por primera vez mientras lo hacía suyo en su debut en el sexo.
Comenzaré diciéndoles que me llamo Adrián, que tengo 30 años y que desde hace 7 años vivo solo, es un edificio de apartamentos. Tengo los ojos café claro, pelo negro y una buena verga, algo larga y no muy gruesa. Por supuesto soy gay, me gustan los hombres, y aunque no tengo pareja, no me quejo, pues suelo tener con quien follar.
Hace unos años, vino a vivir al lado de mi apartamento una familia. El hombre de unos 40 años, bien parecido y muy agradable, la mujer, más o menos de su misma edad, y luego están sus 2 hijos. El mayor muy simpático, alegre y muy abierto y comunicativo.
Con él hermano mayor, era con el que más trato tenía y tengo, era con el que más solía coincidir, él estaba estudiando el último curso de la secundaria y ese mismo año entraría a la universidad.
Se llama Alex, suele hacer deporte, tiene el pelo negro y de piel muy clarita al igual que sus ojos, delgadito y con un culito paradito, como me gustan a mí.
Siempre que nos topábamos en el ascensor, sobre todo cuando venían del colegio, ambos hermanos, siempre me fijaba en Alex, era mucho más guapo y simpático, su hermano algo más moreno, aunque muy guapo, no tanto como Alex, era menos comunicativo, no solía hablar nada, solo el mayor solía saludar y hablar algo.
Por supuesto que yo me fijaba mucho más en Alex, los ojos siempre se me iban a aquel culito paradito que tenía. Algunas veces iba de pantalón corto, otras de jeans, y mis ojos se iban a aquel culito que me encantaba. Con él poco a poco fue con el que más amistad entablé, también era al que más veces veía, además que era muy hablador, me contaba que estaba estudiando el último curso de la secundaria, que ese año entraría en la universidad, pero que todavía no sabía que era lo que iba a estudiar, aún no se daba decidido.
Un día cuando llegaba del trabajo, lo encontré sentado fuera de su casa, en el piso, le pregunté que hacía allí solo, y me dijo que se le había olvidado las llaves en casa, que no había nadie, que su hermano y madre habían ido de compras, y que tardarían una hora en llegar.
Sin dudarlo lo invité a pasar a mi apartamento para que esperara ahí a que llegase su madre, por supuesto él aceptó mi invitación.
Entramos y luego de sentarnos en la sala, le invité a tomar algo, y mientras él bebía, le dije que me iba a poner cómodo que ahora estaba con él.
Me quité la ropa que traía, me di una ducha rápida, pues venía todo sudado, y luego de darme una ducha refrescante, me puse una camiseta y unos pantalones cortos, yendo a donde estaba Alex, sentándome a su lado.
Mientras mirábamos la televisión, hablábamos de banalidades, del trabajo, de sus estudios, de cómo le iba, en fin, que estuvimos conversando de todo un poco.
A mí se me iban los ojos a su entrepierna, me encantaba ver aquel cuerpecito y aquel culito paradito que tenía, me daban ganas de lanzarme a él y comerlo todo. Cada vez estaba más excitado, deseaba hacerlo mío, pero no me atrevía, sabía que era menor y no quería tener problemas, ni que viese lo mucho que deseaba hacerlo mío.
Le pregunté si tenía novia, contestándome él que no, que no tenía, que ya bastante estaba liado con los estudios y con la universidad, que todavía no sabía que era lo que iba a estudiar, que dentro de unas semanas era su cumpleaños, que cumplía 18 y que lo iría a celebrar con sus amigos.
Después de un buen rato, oímos llegar a su madre, por lo que después de despedirnos, se fue. Le dije que me había encantado hablar con él, que era muy simpático, que cuando quisiera volver para charlar, que podía venir cuando quisiera. Él dijo que también le había gustado que en otra ocasión ya volvería.
Ese día con la calentura que tenía, tuve que llamar a un folla amigo, era tal la calentura, que tenía que descargar si no quería tener un dolor de huevos. Sí o sí, necesitaba descargar y aliviar aquella calentura que me había producido el estar charlando con mi jovencito vecino, Alex.
Pasados unos días, volví a encontrarme con Alex, venía sudando de hacer ejercicio, había salido a correr. Le pregunté que tal le había ido con el ejercicio, comentándome él que bien, que había salido a correr para despejar la mente, que estaba hecho un lío y de paso hacer algo de ejercicio.
Le pregunté si tenía problemas, que sí quería podía contarme.
Me contestó que no sabía, no sé, me dijo dudando.
Si quieres contarme, trataré de ayudarte, le dije.
Él dudaba, se le veía que quería contarme, pero dudaba.
Cuando llegamos a la planta, le insistí invitándole a entrar y que mientras bebíamos algo, si quería podía contarme lo que le pasaba. Yo deseaba saber, además que Alex, me gustaba y me agradaba su compañía.
Aceptó mi invitación, y luego de pasar a mi casa, nos sentamos como el otro día, le pregunté que quería beber, diciéndome que solo quería agua.
Fui a por el agua, me senté a su lado preguntándole:
A ver, que es lo que te pasa, cuéntame.
Él agachando la cabeza sin saber que decirme, de pronto se puso a contarme.
Es que conozco a una persona que me gusta, pero no me atrevo a decírselo. Es mayor que yo, y tengo miedo que si se lo digo, me mande a volar.
Ufff, pensé que era otra cosa peor, pero mira, Alex, que es lo que pierdes, el no ya lo tienes y si no se lo dices, nunca sabrás si tú también le gustas, tienes que lanzarte.
Ya, pero es que no sé, decía Alex, envuelto en un mar de dudas.
Venga, Alex, tienes que animarte y decírselo, el no ya lo tienes, y si no se lo dices, jamás te dirá que sí. Te estás haciendo un lío y a lo mejor es por nada, así que anímate y díselo.
Ya, pero es que tengo miedo a que se ría de mí, que me diga que soy un crio que aún tengo que madurar.
Pues espera a tu cumpleaños, y luego dile que ya eres un hombre y que te gusta.
Estuvimos un rato más hablando. Yo cada vez me excitaba más, ver cómo Alex hablaba, aquel cuerpo brillante y sudado, aquel olor juvenil que desprendía su cuerpo, ver aquellos labios gruesos rojos como fresones, me tenían cada vez más excitado. Tenía que ocultar la tienda de campaña que en mi entrepierna se estaba formando, no quería que descubriera lo mucho que lo deseaba.
Estuvimos charlando durante una media hora, hasta que Alex dijo que tenía que marcharse.
Cuando se marchaba me dijo:
Tienes razón, Adrián, seguiré tu consejo, se lo diré, total no pierdo nada.
Así me gusta, Alex, ánimo, le dije dando unas palmadas en la espalda.
Ufff, cuando cerré la puerta luego de irse Alex, tuve que ir al cuarto, me había puesto muy caliente, tenía que hacerme una paja recordando aquel cuerpo brillante y sudado, aquel juvenil olor, aquellos labios rojos como fresones y aquella boca, tenía que pajearme y descargar, así al menos me aliviaría un poco hasta que pudiera quedar con alguien.
Fue pasando la semana, iba al trabajo y luego a hacer ejercicio. El sábado fui a comprar y mirar de quedar con algún amigo para follar, pero nada, no tuve suerte, unos no podían por un motivo, otros por otro.
Así que ese sábado, luego de hacer las compras al no tener ningún amigo con quien quedar para follar, luego de hacer la cena, me dispuse a ver la tele, como al día siguiente no tenía que madrugar, pues era domingo, vería una serie de Netflix.
Ya era tarde cuando cansado de ver Netflix, estaba a punto de irme a la cama a dormir, cuando oigo como tocan a mi puerta, curioso y desconcertado por quien pudiera ser a esas horas, voy a abrir la puerta, encontrándome con mi jovencito vecino, Alex. Se le veía algo bebido, pero muy guapo, traía puesta una camisa y unos jeans ajustaditos que le marcaban un culito muy rico. Estaba algo enrojecido y sudando un poco.
Después de la sorpresa de ver allí a mi jovencito vecino, mirándole a la cara le pregunto:
¿Qué sucede, Alex?
Él entrando me dice que lo haría.
¿Qué es lo que harías, Alex? Le pregunté, sin saber que era lo que estaba pasando.
Viendo como entraba y se me iba acercando, me dijo:
Sabes, Adrián, esa persona que me gusta, eres tú. Siempre me di cuenta como me mirabas cuando coincidíamos en el ascensor. Tú creías que yo no me daba cuenta, pero yo siempre supe como me mirabas. Tú, Adrián, tú eres esa persona que me gusta.
Quedé mirándolo con la boca abierta desconcertado por lo que me estaba diciendo.
No, Alex no. Estás algo bebido y no sabes lo que estás diciendo, le dije tratando de apartarlo.
Pero él se acercó más, podía oler la colonia que llevaba y aquel olor a jovencito, Dios, me estaba empezando a poner como un burro.
Tú me gustas, Adrián, y yo sé que a ti yo también te gusto. Cuando te veía entrar en el edificio, yo apuraba el paso para subir contigo en el ascensor, me gustaba como me mirabas, veía como me ibas desnudando con tus ojos y a mí, eso me gustaba.
Además, hoy es mi cumpleaños, y tú aún no me has dado mi regalo, me dijo a la vez que echaba su mano a mi entrepierna, acariciándome la verga.
Dios, en esos momentos ya no pude aguantarme, en esos momentos nada me importaba, me pegué a él, empezando a besarlo, deseaba aquellos labios rojos como fresones, deseaba saborearlos, morderlos, pasarles mi lengua por ellos, quería saber como sabían quería hacerlos míos.
Tiré de él para que terminara de entrar mientras seguía pegado a sus enrojecidos labios, a la vez que empujaba la puerta con mi mano, cerrándola.
Seguí comiéndole la boca mientras con mis manos iba acariciando y tocando todo su cuerpo, estaba loco de alegría, aquel jovencito vecino que tanto me gustaba, estaba allí delante mía, diciéndome que le gustaba, dejándome que lo besara y tocara todo aquel cuerpo que me volvía loco.
Alex También no dejaba de acariciar y tocar todo mi cuerpo mientras nos comíamos la boca uno al otro.
Poco a poco fui bajando por su cuello, a la vez que le iba desabrochando la camisa, acariciaba aquel pecho sin apenas vello alguno, toqué y acaricié aquellas pequeñitas tetillas, llevando luego mi boca a ellas, chupándoselas y mordiendo, mientras él gemía abrazando mi cabeza.
Terminé de sacarle la camisa y a la vez que le besaba la boca, me quité la camiseta que llevaba puesta, dejando mi torso al aire al igual que estaba él.
Mientras lo acariciaba y sobaba todo el cuerpo, Alex poniéndose de rodillas delante mía, me dijo:
Quiero mi regalito, lo deseo hace mucho tiempo, decía tirando de mi pantalón corto que llevaba puesto para andar cómodo por casa, sin ropa interior por debajo.
Dios, que sensación y escalofrío me dio cuando noté su mano agarrar mi polla y llevarla a la boca, ¡ohhh! Gemí a la vez que mi cuerpo se estremecía, ¡ooohhh ohhh! Volví a gemir a la vez que sujetaba su cabeza con mis manos, viendo como se tragaba mi polla.
Dios, no podía creerlo, tenía a aquel adolescente de rodillas delante mía, comiéndome la polla con lujuria y deseos. Joder que boquita tenía el cabrón, sí yo deseaba a aquel lindo jovencito que tantas veces me había hecho excitar con solo mirarlo, Alex no se quedaba atrás, con que ansias y deseos me estaba chupando la polla.
Yo sujetaba su cabeza y movía mi pelvis haciendo que se tragara toda mi polla, a la vez que le acariciaba la cabeza, sujetándosela.
¡Ohhh! Alex, ¡ooohhh que boquita! Gritaba metiéndole todo lo que podía mi verga en su boca, mientras él tragaba y chupaba todo lo que podía. De vez en cuando, se atragantaba y tenía que sacar mi polla de la boca poniéndose a toser.
Así estuvo un buen rato chupándome la polla a la vez que acariciaba mis huevos. Sacaba la polla de la boca, pasaba su lengua a todo lo largo, lamía y chupaba mis huevos, haciéndome soltar gemidos, mientras yo acariciaba su cabeza y cara impulsando mi verga para que la tragara toda.
Luego de estar así un buen rato, lo hice levantar del piso, lo apoyé al respaldo del Sofá, y mientras le lamía y mordisqueaba el cuello, le empecé a aflojar el cinturón, luego seguí con sus jeans, tiré de ellos para abajo mientras seguía lamiendo todo su pecho y abdomen, luego le saqué sus zapatos, y mientras admiraba viendo aquel joven y hermoso cuerpo, llevé mis manos al elástico de aquellos bóxer blancos que llevaba puestos, empezando a bajárselos mientras admiraba y acariciaba aquel lampiño y joven culito respingón, con el que tantas veces había soñado y pajeado.
El aroma que se respiraba era un olor a joven y a limpio, mientras iba bajándole aquellos bóxer blancos que llevaba puestos, iba disfrutando de aquella hermosa visión, Dios cuantas pajas me había hecho soñando con aquel culito. no tenía ni un pelo, solo un poco en su pubis y huevos, pero el resto se veía un culito respingón, durito y lampiño. Fui oliendo a la vez que lo acariciaba, mientras se lo iba bajando poco a poco, hasta que se lo quité al igual que el resto de la ropa, dejándolo completamente desnudo delante mía.
Allí mismo apoyado al respaldo del sofá, le di la vuelta, empezando a pasar mi lengua por todo el canal de aquel duro y joven culito a la vez que con mis manos acariciaba su polla y huevos, haciéndolo gemir. Él se retorcía y gemía de gusto notando como mi lengua recorría lamiendo todo su duro y apretado culito, mientras con mis manos lo iba acariciando y dilatándole aquel hermoso y tan deseado culito.
Ya pude notar como su polla empezaba a estar pringada de líquido preseminal, y que sus gemidos y jadeos eran cada vez más angustiosos, deseando que terminara pronto de dilatarlo y lo hiciese mío.
Cuando supe que ya lo tenía suficientemente dilatado, lo sujeté por la mano, y mientras lo pegaba a mí, lo llevé al dormitorio a la vez que le palmeaba los cachetes de aquel joven y respingón culito, a la vez que lo iba besando.
Lo tumbé sobre la cama, y nada más tumbarlo, se apoderó de nuevo de mi polla, empezando a chuparme la verga de nuevo.
Jodido Alex, que boquita tenía, que manera de comerme la polla, era como un corderito mamando de la teta. Nos pusimos los 2 encima de la cama, empezando a hacer un 69, quería tenerlo bien excitado y dilatado, esa noche aquel lindo adolescente iba a ser mío lo iba a preñar y hacer mío para siempre.
Cuando ya nos cansamos de hacer el 69 chupándonos la verga mutuamente, a la vez que con mis dedos le iba dilatando el culito, le di la vuelta poniéndolo boca abajo para terminar de lubricarlo y hacerlo mío.
Cuando ya lo tuve bien preparado, Alex, dándose la vuelta, me abraza por el cuello, me da un beso y me dice mirándome a los ojos:
Adrián, quiero que me des mi regalo de cumpleaños y me hagas tuyo, pero solo te pido 2 cosas.
Dime que son esas 2 cosas, Alex, le dije.
Una, que quiero que lo hagas a pelo, quiero sentir como me dejas tu semen dentro de mi culo y otra que quiero es que lo hagas despacio, soy virgen, nunca lo ice con nadie, esta va a ser mi primera vez.
Abrí los ojos como platos, no podía creerlo, aquel jovencito iba a ser su primera vez e iba a ser mío, aquel adolescente con el que tantas veces había soñado y deseado, lo iba a desvirgar y hacer mío.
Tenía mi verga tan dura que estaba que me estallaba, llevé mis manos a su cara, lo acerqué a mi boca y mientras lo besaba, le dije:
No tengas miedo bebé, lo haremos como tu quieres, quiero que tu primera vez no la olvides nunca. Lo haremos despacito y sin condón, te dejaré mi semilla y serás mío para siempre.
Lo iba a coger a 4 patas como me gusta, son las cogidas mucho más profundas, pero como era su primera vez, quería ver su expresión, quería ver su cara cuando lo estuviera desvirgando. Cogí de la mesilla un lubricante que tenía, le lubriqué todo el culito con mis dedos, luego unté un poco de lubricante por mi polla, quería que no sufriera dolor alguno. Luego de tenerlo bien lubricado, lo puse boca arriba, y poniendo sus piernas sobre mis hombros, lo sujeté por las caderas, le puse la almohada doblada debajo de su culo haciéndolo levantar un poco, coloqué la punta de mi verga sobre la entrada de su culito, fui empujando para que se fuese abriendo su esfínter, y así poquito a poquito, fui introduciéndole toda mi polla en su virgen culito.
Veía las expresiones de su cara mientras se la iba metiendo, comprobando que más que dolor, las expresiones de su cara eran de sorpresa.
Una vez tuve metida toda mi verga en su virgen culito, mientras esperaba a que su ano se fuese adaptando a aquella polla que lo acababa de profanar, le dije:
Ya bebé, ya la tienes toda dentro, ya no eres virgen, ahora vamos a esperar unos segundos a que tu culo se vaya expandiendo y adaptando a mi verga.
Sin poder creerlo, Alex, echo su mano a su culo intentando tocarlo y comprobar si le había metido toda la polla, comprobando que sí la tenía toda dentro, podía tocar mis huevos, notando como mis huevos estaban pegados a la entrada de su ano.
Mientras yo empezaba poco a poco a mover mi polla, sacando un poco y volviendo a meterla, viendo como Alex, se aferraba a mis brazos, abría su boca haciendo gestos y empezaba a gemir y soltar algunos leves lamentos.
Poco a poco me fui echando sobre él haciendo que sus piernas se pegasen cada vez más a su pecho y así su culo se fuese abriendo más, hasta que ya podía sacar y meter mi polla a mayor ritmo.
Alex, cada vez gemía y chillaba más, viendo como la follada y desvirgué de su culito cada vez era a mayor ritmo, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemía gritando:
Siií, siií, ¡ooohhh! Asiií asiií, Adrián, asiií, gritaba aferrándose fuertemente a mis brazos.
Ya prácticamente lo cabalgaba a buen ritmo, notando como mis pelotas pegaban una y otra vez contra la entrada de su ano, viendo como se retorcía y gemía de gusto. Echando todo mi cuerpo sobre él, llevé mis manos a su cabeza, y levantándosela por la nuca, lo acerqué a mí, dándole un beso mientras lo desvirgaba. Le mordía los labios y chupaba sus labios y metía mi lengua en su boca, mientras lo follaba por primera vez en su vida.
Luego de estar un rato follándolo así, paré para follarlo en otra postura, quería que ese día de su desvirgue, no lo olvidase en su vida, lo iba a follar en todas las posturas que pudiera.
Saqué la verga de su culo, le bajé las piernas, y viendo la cara de sorpresa con la que me miraba, me puse tumbado boca arriba, diciéndole que ahora se pusiera a horcajadas sobre mí y fuese metiendo él la polla en el culo y una vez la hubiera introducido, así sentado sobre mí, empezase a cabalgar, clavándose el, la polla.
Así lo hizo después de haberse sorprendido cuando dejé de follarlo.
Nada más ponerse a horcajadas sobre mí, cogió mi verga con su mano y apuntándola a su recién desvirgado ano, se fue introduciendo mi polla por el recién desvirgado culito.
¡Ohhh! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba subiendo y bajando su culo a la vez que se introducía mi polla una y otra vez por el culo.
El pobre Alex, sudaba y gemía sin parar, estaba que no podía más, entre la fiesta de cumpleaños que tuvo con sus amigos, y todo lo que había bebido, y ahora aquella follada que estaba recibiendo, lo tenía al borde del agotamiento.
Le pedí que parara que mejor íbamos a terminar en otra postura, que le iba a gustar más y cansar menos.
Sin saber como lo iba a poner, jadeando y sudando con la polla totalmente clavada en hasta ese día virgen culito, Lo hice bajar y poner a 4 patas sobre el borde de la cama. Así en esa postura, yo me colocaría de pie fuera de la cama, y le daría por el culo ahora sí sin compasión y bien profundo, quería dejarlo bien desvirgado y satisfecho. Ahora ya estaba bien dilatado y no sentía dolor alguno, ahora era la hora de follarlo bien follado y dejarlo bien preñado.
Nada más colocarlo a 4 patas sobre el borde de la cama, puse una mano en su cintura, con la otra coloqué la punta de mi verga sobre la entrada de su ano, di un movimiento de pelvis, clavándole toda la verga de una estocada. Ya tenía el culo bien abierto y dilatado, ahora podía follarlo a mi gusto, ahora su culo tragaba sin sentir dolor alguno. Era hora de follarlo bien follado y darle unas estocadas bien fuertes y profundas.
Nada más enterrarle la polla por completo, sujetándolo por las caderas, empecé a darle por el culo a todo lo que podía.
Los huevos golpeaban una y otra vez en la entrada de su ano, pudiendo escucharse como mi pelvis golpeaba una y otra vez los cachetes de su culo, pudiendo escucharse el plof, plof plof plof, plof, plof plof plof, y los gemidos y gritos que Alex soltaba mientras yo lo follaba.
¿Te gusta?
¿te está gustando? Mi bebé.
Siií, siií papi, sí me gusta, gritaba sin dejar de gemir.
En un momento, Alex se dejo tumbar un poco el pecho, y mientras apoyaba la cabeza sobre la cama, llevó su mano por su entrepierna, pudiendo tocar la entrada de su ano, notando como mi polla entraba una y otra vez por su culo, y mis huevos chocaban una y otra vez aplastándose una y otra vez contra la entrada de su abierto agujero.
De pronto Alex, empezó a gemir más fuerte y gritar que se corría.
¡ohhh! ¡ooohhh! Me corro, me corro, ¡ooohhh ohhh! Gritaba empezando a soltar varios trallazos de semen mojando con su esperma toda la cama, el cabrón se había corrido sin siquiera tocarse, mientras yo le daba por el culo a toda la velocidad que podía.
Así mi bebé, así, mira que orgasmo has tenido, te he hecho correr sin que tuvieras que tocarte. Pero ahora tranquilo que ahora te voy a dejar preñado con mi lechita.
Apuré las embestidas que le estaba dando, y al poco rato, empecé a gritar yo que me corría.
Ya, ya mi bebé, ya te voy a preñar, ¡ooohhh! Me corro, me corro, gritaba empezando a soltar mi corrida dentro de hasta ese día virgen culito, dejándolo bien preñado y repleto de semen.
Le había dejado mi semilla en lo más profundo de sus entrañas, ahora ya era mío, ya lo había hecho mío.
Una vez terminé de eyacular en lo más profundo de su culo, mientras mi polla iba desinflándose yo le acariciaba con mis manos su vientre y abdomen, a la vez que con mi boca le iba besando su espalda, hasta que salió por completo mi polla de su culo, comprobando que salía un poco manchada de sangre, pudiendo comprobar que sí era virgen, a la vez que le mordía aquellos duros y lampiños cachetes que tanto me gustaban, le pregunté:
¿Qué mi bebé, te ha gustado?
Sí papi, me ha gustado mucho, me ha encantado mi regalito de cumpleaños, me decía tumbándose sobre la cama.
Me tumbé junto a él a la vez que lo abrazaba y besaba, mientras él me decía:
Adrián, ¿puedo quedarme a dormir contigo esta noche?
¿Y qué dirán tus papás, bebé?
Nada, les he dicho que esta noche me quedaba a dormir en casa de un amigo.
Pues sí es así, puedes quedarte. Y abrazándonos uno al otro, nos tapamos y dormimos juntos esa noche del día de su desvirgue, despertándonos por la mañana, donde repetimos, mi bebé era insaciable, quería que su macho lo volviese a hacer suyo y lo volviese a preñar, dejando mi semilla en lo más profundo de su lindo culito.
Este es un relato de un lector, que me pidió que se lo escribiera y publicara. Espero que os haya gustado y hayáis disfrutado con su lectura.
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