Con el repetidor de mi curso (2)

Continuación de la historia con el repetidor de mi clase, pero ahora fuera del instituto.

Antes que nada me gustaría pedir perdón a los que esperaron la segunda parte de mi relato por problemas personales fui incapaz de publicarla, el protagonista de mi anterior relato, Javi, falleció por sobredosis. No consideré correcto, pese a que hace años que no nos veíamos, contar algo tan privado de una persona que acababa de irse. Además de que el hecho me afectó. Pido disculpas. Después de la noticia pasé tiempo sin entrar tanto en el correo como en la página y finalmente los de Hotmail borraron mis mails. Debido a esto, a penas he leído algún correo de los que me mandaron, lo siento mucho y si alguien me quiere volver a escribir se lo agradeceré. Un saludo.

Antes que nada, muchas gracias a los que habéis valorado el anterior relato y lo comentasteis. Recomiendo leerlo para saber de que va este. Un saludo

El verano cada vez estaba más cercano, las playas se llenaban ya de extranjeros tostándose al sol, adquiriendo ese tono rojo-cangrejo tan característico suyo. El olor a protector solar inundaba cada rincón de la costa. Yo andaba 1’5 kilómetros cada día para ir al instituto y como vivo en primera línea de playa percibía el cambio en el ambiente. Por suerte el principio del verano también es cuando se abren ciertas flores (la lavanda, algún que otro jazmín, el galán de noche…) y contrarrestaba un poco la agobiante atmosfera.

Pasó una semana desde el encuentro en el baño y Javi y yo seguíamos igual, con comentarios con doble sentido y con escasa gracia, tales como "¿Quieres un kebab solo carne?" o "Ahora me comería una napolitana de crema" (Éramos críos y estábamos salidos, ¿Qué esperabais?). Se forjó una complicidad extraña, parecía amistad, no sé si lo era, tal vez empezaba a tenerme confianza y yo dejaba de sentirme intimidado por él. A veces en clase se la volvía a tocar pero un poco antes de los descansos parábamos porqué si no, no podíamos salir de clase. Alguna vez cuando ya estábamos bastante calientes los dos, yo metía la mano por el elástico de su chándal (todo muy lentamente, para que no se dieran cuenta) y volvía a tocar tu potente miembro haciéndole una pausada paja, acariciando sus peludos huevos un poco sudados y muy calientes de estar todo el día sentado con el bóxer bien ajustadito y metiendo el dedo índice entre el prepucio y el glande cosa que le encantaba. Así yo en cuanto llegaba a casa me hacía monumentales pajas con su olor en la mano. Él se limitaba a dejarse hacer y vigilar.

  • Ufff… tío te tendrías que meter a puta, aaaahhhh…-

Solo una vez pudimos acabar esa paja sin que se dieran cuenta. Cuando estaba a punto de correrse la sacó del pantalón. Por suerte puse la otra mano en el glande y todo cayó allí, si no, la mancha sí que se hubiera notado. Obviamente después me chupé los dedos disimuladamente y me supo a gloria. Él me miraba y se reía.

  • Qué puta eres… Así estás de gordo comiendo siempre leche condensada- En ese momento me cabreé un poco, sabía que era una broma pero una cosa es que se la chupara y otra que me insultara. Hay que aclarar que yo no era gordo, me sobraba algún kilo sí, pero no era una bola.

Seguíamos buscando sitio, a mi no me hacia mucha gracia traerlo a casa (vivimos en un pueblo grande o una pequeña ciudad, llevarse a la peor influencia de clase a casa sin ninguna excusa no era una buena idea) además mi madre volvía siempre pronto de la tienda para pasar tiempo con nosotros así que no era plan. Y en su casa, como creo que ya he dicho, había muchos problemas que creo que no son el tema de este relato. Pero un día nuestra tutora, viendo que no nos llevábamos mal nos hizo hacer un trabajo juntos sobre los volcanes y las placas tectónicas (esta mujer parecía que lo hiciera a propósito, primero nos sienta juntos y después nos hace quedar después de clases para hacer un trabajo que sabia de antemano que acabaría haciéndolo yo solo).

  • ¿Hacemos el trabajo en mi casa, que tengo Internet y la Encarta?- Bueno ahora ya tenía la escusa para traerle y tampoco me lo pensé mucho porqué me moría por volver a probar su rabo. Obviamente dibujo una sonrisa soberbia y se pasó la mano por la bragueta.

-De acuerdo a las 5 en tu casa ¿vives allí en el puerto, donde el bar de los montaditos no?- dijo sin parar de masajearse el paquete. En otra situación Javi no se hubiera acercado a mi casa ni aun pagándole y menos a hacer un trabajo, pero ambos nos decíamos con la mirada que aquella tarde lo de menos eran los volcanes y las chorradas aquellas- y no comas mucho que llevo el postre.

Como se suele decir, la suerte ya estaba echada, ya veríamos como acabábamos la tarde Javi y yo. Me pasé el resto del día excitado y pensando en que pasaría aquella tarde. Comiendo se lo comenté a mis padres (lo de que íbamos a hacer un trabajo) los cuales inocentemente me contestaron que, perfecto y que dejaban natillas caseras en la nevera para que merendáramos. Ese comentario me desconcertó un poco, porque mi madre era la que nos lo traía a la habitación, así que pregunté y resultó que mi madre tenia que quedarse más tiempo en la tienda y pasaríamos la tarde solos. Mi polla dio un salto al oír eso.

Ya eran las 5, el final de la primavera en el levante español se puede considerar verano y un sol de justicia caía implacable en la calle, dudé durante un rato en si Javi vendría por el calor que hacía pero creo que la calentura pudo a la pereza y un cuarto de hora más tarde de lo previsto sonó el timbre. Cuando le abrí la puerta la visión me puso a cien. Javi, con su pelo húmedo, por el sudor y con una gran mancha en el cuello y en las axilas por lo mismo, haciendo que la camiseta blanca que llevaba ese día se pegara a su bastante desarrollado pecho. Además creo que, como yo, había estado pensando en nuestro encuentro por que en un pantaloncito corto que llevaba se le apreciaba un bulto más que considerable. Si a eso se le añade el olor de una mezcla de sudor y desodorante la situación se vuelve irresistible. Lo hice pasar hacia la cocina.

-Hace frío eh? Jejeje- Dije para burlarme un poco de él y para disimular que lo que quería realmente era lanzarme encima de él y arrancarle la ropa- ¿quieres algo de beber?

-Va- asintió- ¿estás solo?- me miró extrañado y se bebió en seguida el vaso de agua de la nevera que le acababa de dar.

  • Sí mis padres se han marchado a trabajar y no volverán hasta la noche- prometo que esa frase la dije sin segundas intenciones, aunque instantes después me di cuenta de que esa frase era como darle permiso para que hiciera lo que le diera la gana

  • ¿Ah, pues no te importa si me quito la camiseta no? Es que está empapada- Y pude ver ese pecho en el que hasta el momento que entró en mi casa no había reparado, estaba bastante formado y era muy ancho con una fina capa de vello rubio. Su abdomen lejos de ser de gimnasio tenía un par de kilitos de más pero muy bien repartidos. A mí, esa barriguita con un poco de vello más oscuro que parecía que surgiera de sus pantalones me volvía loco. Notó que estaba tan caliente con él.

Después de hidratarse con un buen trago de agua fría, fuimos hacia mi habitación. En cuanto llegamos su actitud cambió, me empujo hacía la cama mientras él se quitaba los pantalones y cerraba la puerta. Sus piernas estaban bien trabajadas, le encantaba jugar al futbol y eso había repercutido tanto en ellas como en su culo, unos glúteos de macho deportista grandes y musculados. Desde el tobillo hasta el final de la espalda todo era carne dura cubierta por una capa de vello castaño muy claro casi rubio (por esta razón parecía que tenía poco) que tan solo se hacía más denso y oscuro en el valle donde se unía su trasero.

  • Quita de la cama imbécil, tú al suelo y si queda sitio ya subirás- me quedé de rodillas en el suelo mientras él acomodaba los cojines a su gusto (él estaba muy excitado pero se veía que quería disfrutarlo). Ver como todo su cuerpo desnudo se movía era un placer, hasta que se acostó con una mano detrás de la cabeza y una pierna flexionada. Su pene ya bastante morcillón descansaba sobre sus dos enormes testículos y quedaba delante de mis ojos.

-¿A qué esperas? Va joder que vengo caliente ¿no es lo que querías?- y me cogió del pelo y empezó a restregarme la cara por sus sudados genitales, haciendo fuerza con sus manos y levantando un poco su pelvis, era como si quisiera marcar su territorio, dejar su olor en mi para que nadie más me tocara.

-¿Has visto? Huele a macho eeh? A ver si así te pones a trabajar de una vez-

Yo intentaba respirar y notaba como sus huevos pasaban desde mis ojos y frente hasta mi barbilla y cuello, notando toda su textura pilosa y su fuerte aroma; como su polla me empezaba a mojar toda mi cara con su húmedo capullo. De repente se aparta un poco (yo ya sabía lo que venía así que abrí los ojos, viendo como el glande ya estaba medio asomado por el prepucio y como todo el tronco, ya erecto y ayudado por una de las manos de Javi, apuntaba hacia mi sabiendo el inminente encuentro con mi lengua, después los cerré de nuevo y abrí la boca). Con un golpe seco de cadera me la metió todo lo que mi garganta y mandíbula daban de si, que esta vez fue un poco más que la anterior. Y con un ritmo frenético en sus brazos empezó a hacerse una paja con mi boca. Poco a poco fue dejando su trasero sobre la sabana, que, al igual que los cojines, ya se encontraba húmeda con el sudor que el repetidor traía de la calle.

Me era muy difícil hacer algo más que apretar un poco los labios y esforzarme por no rozarle con los dientes pero pronto empecé a acostumbrarme al ritmo y cuando tan solo dejaba el glande en mi boca me apresuraba a limpiarle todo el líquido seminal y a envolverlo con la lengua como a él le gustaba, además de intentar respirar bien. Esta vez no hubo frases subidas de tono, tan solo monosílabos, gemidos, bufidos y gruñidos que denotaban el placer que estaba recibiendo mientras se retorcía y hacía muecas de deleite con los ojos fijos en mi.

Empezó a mover de nuevo un poco las caderas dando golpes secos y dejando su aparato metido durante 1 segundo en mi garganta. Después aumentó el ritmo de estas embestidas hasta que al final era una taladradora sin pausa. Finalmente, tal y como ya anunciaba, se corrió en lo profundo de mi boca sosteniendo mi boca como si quisiera escaparme (Ni loco iba a hacerlo). Empecé a tragarme lo que podía de su abundante corrida mientras él seguía haciendo fuerza para que me entrara más su verga o al menos para sentir más placer mientras durara su orgasmo.

-¡Hijo de puta…! ¡Qué boca tienes tío…! Ha sido genial… Llevaba toda la semana caliente… después de lo del baño… ufff….- Tenia que hacer pausas para hablar y recobrar el aliento. Mientras decía esto y ponía las manos detrás de la nuca me dejaba a mi limpiársela tranquilamente, esto lo disfruté más por que pude apreciar mejor la textura y el sabor de todo y como se iba haciendo más pequeña y estrecha me cabía mejor en la boca. Una vez se ya estaba limpia baje por la ingle sorbiendo el sudor y ese aroma tan masculino hasta llegar debajo de sus huevos por donde empecé a lamerlos y metérmelos en la boca.

-Ahora suavecito, chúpalos que después tendrán que darte más leche- y cerraba los ojos disfrutando del suave masaje lingual. Yo tranquilamente disfrutaba de su anatomía y todo lo que esta podía brindarme.

  • Uff… huelo que apesto tío- dijo acercando su nariz a su mojada axila – ven, sube- me acerqué, me moría por oler esa mata de pelo bien delimitada. Y justo cuando estaba lo suficientemente cerca, me cogió la cabeza y me la hundió en su sobaco- ¿te gusta el olor a macho, puta?- El creía que me estaba puteando, y en realidad me encantaba, tanto que saqué la lengua y empecé a lamer. Su olor había cambiado después de haberse corrido como si ahora estuviera lleno de feromonas- qué puta eres… te mueres por un macho eh?- y me restregó más la cabeza.

-Sí, y me encanta como huelen los machos como tú- y comencé a recorrer la otra axila con mi labios y lengua.

Una vez concluido el juego me pidió si podía darse una ducha a lo que accedí, pensando que la toalla que utilizara se volvería mi mayor fetiche si no lo eran los cojines de mi cama que tenían su olor. Dejó la puerta abierta y empezó a ducharse (se notó que quería que mirara), yo que, como ya he comentado soy débil, en vez de ponerme a hacer el trabajo me hice una paja viendo como se mojaba el cuerpo. Después de lo que había pasado me corrí en seguida (en contra de lo que pensaba no se molestó, le encantaba sentirse superior a otra persona y suficientemente atractivo para volver loco a un chico). Iba a ponerme un vaso de agua del lavamanos, en mi pueblo el agua de grifo es tan buena como la embotellada, cuando me dice:

-Espera no bebas, entra- y se puso el teléfono de la ducha muy cerca del pecho. Pronto me di cuenta de lo que pretendía, el agua recorría todo su tórax y abdomen hasta llegar a su pubis donde una gran cantidad seguía por su polla haciendo un gran chorro como si estuviera meando pero mayor. No me lo pensé dos veces, me quité el pantalón y me metí en la ducha. Empecé a beber del gran chorro, sin tocar para nada su pene. Era agua normal pero a mi me pareció una de las mejores bebidas del mundo.

-Ahora lávame tú que para algo soy tu macho- cogí mi gel, me puse en la mano y comencé a pasarlo por su pecho con un buen masaje. Fui bajando por sus abdomen y pasé a las fuertes piernas sin tocar su polla. Lentamente masajeé las dos piernas que estaban cubiertas de fino vello rubio notando su dureza. Su culo grande y más peludo fue mi siguiente objetivo notando como se movían esas dos masas carnosas con mis movimientos, me dieron ganas de soltarle algún mordisco pero sabía que no le iba a sentar bien. Finalmente su polla, que con el masaje se había vuelto a poner a tono, no la enjaboné sino que comencé a darle besitos por toda su majestuosa extensión pero poco duré antes que Javi me dijera:

  • Vamos a la cama, puta, que estaré más cómodo- Salió, me hizo secarlo, lo cual hice con máximo respeto, cuidado y suavidad. Se volvió a acostar en la cama pero esta vez dejó que fuera yo quien disfrutara. Empecé en su ombligo dándole besos y mordiendo un poco la barriguita, que ya dije que tenia. Continué besando cada milímetro cuadrado por el pequeño camino de vello hasta llegar a la espesa selva que tenia sobre su miembro. Mi lengua la logró atravesar dejando un húmedo rastro. Aspiré hondo ese olor que hoy conozco tan bien, el de sexo limpio, y me excitó aún más, mi polla estaba a punto de reventar y me dolía pero ella no era la protagonista aquí sino la de Javi. Fui escalando hasta llegar a coronación donde me esperaba una bienvenida de líquido preseminal encima de su rojo glande, aún medio cubierto por el prepucio, que lamí lentamente hasta que mi repetidor me pidió, más bien me exigió, que se la chupara ya. Como chico obediente que soy, engullí por casi por completo su aparato (iba acostumbrándome a metérmelo en la garganta). Y comencé a recorrer su miembro con mis labios que apretaban su tronco y atrapaban su capullo, disfrutaba de su sabor y olor. Él gemía y se retorcía de placer. A ratos me la sacaba para recuperar un poco el aire y chuparle la base o los enormes y peludos testículos que emanaban un aroma que incluso hoy me excita cuando lo recuerdo. Me fui maravillando con su cuerpo en movimiento, con una respiración entrecortada, mientras su pecho subía y bajaba, sus músculos se tensaban y me cogía la cabeza cuando prefería hacer una pausa para retrasar su orgasmo. Seguí saboreando su magnifico aparato hasta que en una sinfonía de gemidos, bufidos y gruñidos explotó:

  • Cabrón! Me corroooo…. Ahhh… ahhh… ahhh- decía mientras, como ya era costumbre, me sujetó la cabeza con sus fuertes manos. Yo seguí lamiendo y tragando mientras se corría, con los ojos cerrados y disfrutando del sabor de su semen, como si de un ternero que se alimenta de su madre se tratara. Cuando ya pareció haber acabado me entretuve limpiando los rincones de su pene con mi lengua y buscando hasta el último resto de su sabrosa esencia, sin que él me dijera nada.

-Hijo de puta!... Lo haces bien!...- decía de forma entrecortada- vas aprendiendo a chupármela,… solo te falta aprender a tragártela entera para que te pueda follar esa boca de gordo tragón que tienes- dijo mientras me empujaba su, ya no tan duro, pene. Le di una hostia en un muslo, porqué no me gustaba que me insultaran.

-Si me vuelves a dar te reviento a hostias- dijo un poco mosqueado, pero yo pasé y seguí limpiando su pene y testículos. Finalmente se fue tranquilizando hasta que se quedó dormido con sus huevos en mi boca. La verdad es que estando así, tranquilo y relajado, con su pecho y abdomen perlados de humedad, tanto de sudor como de la ducha; con sus potentes piernas relajadas y sus genitales descansando hacia un lado, me resulto increíblemente guapo. Pude apreciar toda su anatomía, desde sus pies, hasta su cara formaban parte de una bonito ejemplar de macho que en ese estado me pareció excepcional y tuve un pequeño sentimiento de ternura hacia ese chico que tanto me había marcado.

Me pasé ese lapso de tiempo arreglando un poco el baño (todo lleno de ropa mía y las toallas). Recogí su ropa y la dejé en la terraza para que se secara un poco el sudor. Posteriormente lo tapé con una sabana y me puse a realizar el trabajo que nos habían mandado. Más o menos a las 19 - 19:30 se despertó.

  • Tráeme algo para merendar… tengo hambre- ni siquiera se levantó y tampoco dudó en que yo lo haría. Su tono era entre el de un amo y el de un niño mimado. Así que saqué dos de los boles que nos había dejado mi madre con natillas (es como un pudding pero no se como se llamará en otros países, está hecho de huevos, leche y azúcar y es una crema ligera que se sirve con un par de galletas y canela por encima) de la nevera, acerqué uno a Javi y el otro lo dejé por ahí para cuando yo quisiera merendar, me estaba cundiendo el trabajo y no quería parar ahora.

  • No está mal esto- Me sorprendió que no dijera que era una porquería. Vi que cogía mi bol después de haberse comido el suyo, supuse que también lo iba a ingerir pero en vez de eso, se lo volcó por su pubis, polla y testículos, removiendo un poco para que atravesara sus vellos y me llamó.

-Angelito, ¿no quieres merendar?- Me giré más que nada por curiosidad ante la forma en la que me había llamado y me encontré algo que me dejó impresionado. Javi se había puesto las natillas como dije y además me esperaba con una sonrisa de niño travieso en la cama con sus piernas estiradas y abiertas y sus manos detrás de su cabeza.

-Merienda- Cambió un poco el tono por el de una orden que yo iba a obedecer aunque intentaran detenerme. Me metí entre sus piernas y empecé a chupar sus testículos para que mi merienda no manchara la sabana. Poco a poco fui recogiendo el delicioso postre con su nuevo sabor. Pasando mi lengua por todo el escroto y cada uno de sus pliegues, repasando cada uno de los vellos. Después pasé a su polla que fue creciendo mientras la saboreaba y limpiaba y finalmente su vello púbico que fue lo mas difícil de limpiar y el repetidor reía divertido por las cosquillas que le hacia cuando tiraba un poco de algún pelo. Cuando acabé Javi me empezó a dar golpes con la polla por toda la cara divirtiéndose a mi costa. Hay que decir que el chico tenia aguante, dos mamadas en una tarde y después volvió a estar al máximo, también hay que tener en cuenta que con 15 años estamos todos así.

  • Ahora si que te ves maricón, con una polla cruzándote la cara, jajajaja- me daba otro más y mientras se levantaba dijo- ahora acuéstate bocabajo en la cama.

-Me la vas a meter?- fue lo primero que me vino a la cabeza- Voy a probar tu culo pero no te la voy a meter.- Me quede un poco confuso pero dicho esto y una vez acostado, trajo una crema hidratante del aseo de al lado de mi habitación y me untó en mi raja y su nabo.

-Meter la polla en un agujero lleno de mierda es de maricones, yo quiero probar tu culo- yo no entendía nada hasta que se acostó encima mío metiendo su polla entre mis nalga- aprieta tu culo- lo apreté y soltó un bufido en mi nuca- esa es… mantenlo apretado- y empezó a frotarse en mi trasero metiendo y sacando su polla de su encierro improvisado. Modestia aparte y gracias a que me sobraba algún kilo yo no tenía un culo pequeño y parecía que eso era lo que más le excitaba.

Con el movimiento que ejercía, su peso y el frotar mi aplastado pene contra el colchón esa no-penetración estaba siendo deliciosa. Además el notar todo su cuerpo pegado al mío, su olor, su respiración agitada en mi nuca, todos sus gemidos, bufidos y demás sonidos me estaban poniendo a cien. Cuando ya llevaba como un cuarto de hora trabajándome el culo (yo había rato que tenia que aflojar un poco, por que no podía mantenerlo siempre apretado) empezó a moverse de una forma más salvaje, me mordía el cuello, los hombros, las orejas. Me tiraba del pelo mientras decía cosas del tipo "Te encanta que te monte como a una yegua eee puta", "notas mi gorda polla en tu gordo culo", "Vas a ser mi puta y te tendré todos los días así, debajo de mi, tu macho" me ahogaba un poco cuando se apoyaba con una mano en mi cuello. Hasta que con unos golpes más fuertes, un gran gruñido y mientras me mordía el cuello se corrió. Yo entre la situación, el mordisco y todo me corrí a la vez que él. Después se volvió a duchar y mientras yo escribía más en el trabajo de los volcanes se despidió despeinándome un poco con la mano y un hasta luego.

A partir del día siguiente en la escuela, tuvo un cambio de actitud, se mostraba como siempre, pasota, pero con una variación, yo era su amigo y me trataba como lo que era, su colega, delante de todos. Aunque las veces que quedábamos solos era distinto... jeje.

Nuestra relación no era como en algunos relatos de esta página en la que uno se vuelve el esclavo del otro ni su lenguaje era tan duro como en otras historias pero fue lo que pasó. No hubo más violencia ni una dominación intensa pero esta historia me gusta más así.

Es mi segundo relato, repito que nunca había hecho esto antes, y agradeceré cualquier comentario o crítica (esos que me puntúan de terrible, por favor, quiero sus opiniones que son tan validas o más que las de cualquier otro) y no quiero mails de gente que pretenda que le cuente mi vida sexual sin conocerlos de nada, prefiero gente con la que pueda hablar de todo. Muchas gracias a todos por dedicar un tiempo a leer este relato. Un saludo