Con el primo de mi novio IV

Final de la saga, que no de la serie.

A la mañana siguiente, ya es domingo por la mañana, me despierto y me acuerdo que me dormí junto a Eva, pero ella ya no estaba en el cuarto; sin embargo yo sigo desnuda tal y como me dormí. Me levanté de la cama para ponerme mi ropa, pero no encontraba mis braguitas de la noche pasada (sí, las que dieron tanto juego) así que me puse otras braguitas limpias y la ropa de andar por casa y salí dirección: la cocina.

Ahí cuando llegué le estaba echando la bronca Mónica (su madre) a Eva, no llegué a entrar dentro, me quedé en la puerta escondida, sin que me vieran a ver de que discutían, también pude ver donde estaban mis braguitas, las llevaba puestas Eva.

-

Ya sabes que no me gusta que andes en bragas por casa. – Dijo Mónica

-

Ya mamá, pero ahora no hay nadie. – Replico Eva.

-

Pues luego cuando se levanten tus primos, ponte algo más. – Insistió Mónica.

-

Vale, pesada. – Terminó de sentenciar Eva.

Cuando terminaron de hablar, vi que salían y me volví rápida otra vez al cuarto y me quité todo, al minuto entró Eva. Pues solo eran las 9:15.

Para mi sorpresa volvió a tumbarse a mi lado, yo me hacía la dormida. Yo estaba desnuda bocaarriba, ella se tumbó a mi lado; aunque en seguida noté como se movía y se alejaba. Lo siguiente que noté fue como su cabeza se perdía entre mis piernas. Abriendo yo los ojos de golpe. Ella me estaba mirando a los ojos y cuando los abrí empezó a reírse.

Recorría mi rajita con su lengua, y cada segundo que pasaba entre mis piernas más las abría yo y más apretaba su cabeza contra mí, me corrí en su boca para luego ella subir hasta mi cara y besarme e intercambiar mis flujos. Se tumbó otra vez a mi lado, y cogiéndome del pelo dirigió mi cabeza hacia sus piernas dónde empecé a comerle yo su precioso coñito. Cuando se corrió, en mi boca, subí a su altura para compartirla con ella; sin embargo podríamos decir que me obligó a tragármelo a mí todo yo solita, pues cuando fui a besarla me puso su dedo índice en la boca haciendo señal de que no la abriera y me lo tragara todo.

A lo mejor salimos de la habitación a las 11:00 y fuimos a desayunar. Ninguna llevaba bragas; solo camiseta y pantalón.

-Como te gusta la leche Ángela. – Me dijo Eva al ver el tazón de leche que me estaba poniendo.

  • No lo sabes tú bien Evita. – Dijo Tommy que desayunaba con nosotras.

Realmente lo sabían los dos. Tras desayunar nos pusimos el bikini y nos fuimos a la piscina.

Estuvimos desde pronto en la piscina tomando el sol y luego bañándonos un poco, todos los jóvenes juntos; yo en esta ocasión volvía a llevar el bikini blanco de Eva que tan pequeño me quedaba y que tanto resaltaba mis tetas y marcaba todo mi cuerpo, ya por gracia más que por otra cosa, me gustaba tenerles a todos excitados y detrás de mí, sí.

Jugamos a muchas cosas, que si hacer aguadillas, que si a la pelota o a guerra de caballitos. Y puedo decir que todo el mundo aprovechaba para sobarme o meterme mano, con total descaro e impunidad.

Eva y yo, éramos más débiles así que todos los chicos venían a por nosotras y ya de paso aprovechaban para tocar más de la cuenta o arrimarse más de lo debido.

Al cabo de un rato, cuando nos cansamos del agua nos salimos a fuera a tomar el sol y a secarnos. Nos tumbamos todos más o menos juntitos; Tommy, Eva y yo juntos y enfrente los dos gemelos y un poco más alejado Lucas, que al poco se iría.

Luego vino mi novio sobre mí y se puso de rodillas sobre mis piernas y empezó a masajear mi culo en presencia de todos, un muy buen masaje por cierto. Y mientras me daba el masaje, yo que tenía en frente a los gemelos y que no perdían detalle de como mi novio jugaba con mi culo, me dedicaba a ponerles caritas o a guiñarles un ojo.

Entre tanto masaje al final la braguita del bikini acabó siendo tanga pues Tommy había metido parte entre mis dos nalgas.

Al rato, nos llamaron a Eva y a mí para que ayudásemos en la cocina.

-

Vamos chicas echadnos una mano. Hoy cocinamos nosotras, ya que la barbacoa la hicieron los chicos. – Dijo una de las madres.

Tommy se quitó de encima de mí y yo me fui junto con Eva a la cocina. Según me levante Eva me dio un nalgazo que resonó bien – Uy – Exclamé. Ante las sonoras risas de mis espectadores. Y como respuesta a sus risas, me fui contoneando más mi culito.

Cuando llegamos a la cocina, Eva se fue con su tía y yo me quedé con su madre. Nos organizamos, y ellas harían en segundo y nosotras el primero.

La cocina tiene dos filas de encimeras, unas pegadas a la pared y otras más alejadas que digamos están en medio de la cocina. Bien, pues Mónica y yo, nos pusimos en las de en medio, de forma que nosotras podíamos verlas a ellas, pero ellas a nosotras si no se giraban no.

No pasaría mucho tiempo, cuando a mitad de nuestro cocinado, sentí sus manos apoyarse sobre mi cadera y desde la parte posterior de mi bikini (que todavía seguía en formato tanga) estirase hacia arriba, provocando que me alzase para que no me tirase tanto.

Claro, las otras dos no vieron nada ni oyeron nada, pues estaban de espaldas a nosotras. Pero sí que oyeron cuando Mónica hizo como que se le caía algo al suelo (realmente lo tiró aposta, era muy mala actriz) y se agachaba a cogerlo.

-

¿Se ha roto algo? – Preguntó Rosa a la par que se giraba a mirarnos.

-

No, no. Está todo bien, solo era una cuchara.

Puesto que no se agachaba, me agache yo. Y una vez allí, me cogió del pelo y al igual que su hija horas antes, me dirigió la cabeza hasta su sexo. Bajó sus pantalones, aparto su tanga (de leopardo por si a alguien le interesa) y me puse a comérselo. Primero solo metía mi lengua, luego metía hasta dos dedos.

-

¿Y Ángela? – Preguntó una de nuestras compañeras.

-

La he mandado a buscar una cosa, ahora vuelve. – Dijo Mónica. Todo esto mientras yo seguía agachada detrás de la encimera, comiéndole el coño.

-

Mirad ya ha vuelto. – Dijo Mónica según terminé de hacerla su trabajito y me levanté otra vez. Ninguna se giró.

Y otra vez volvió a estirar del tanga hacia arriba, esta vez más fuerte y más me alcé, teniendo que apoyarme sobre la encimera. Una vez me tuvo así, me obligó a recostarme más incluso sobre la encimera y me bajó las braguitas.

Prácticamente tumbada sobre la encimera, me puso ella a mí a cocinar mientras me metía mano o me comía el coño.

-

Me gusta darle al pollo unas palmadas antes de cortarlo. – Dijo como si ella estuviera haciendo eso, pero realmente eran palmadas sobre mi culo.

Y ya luego sí, ella me decía echa sal, o haz esto o lo otro y yo lo hacía mientras ella me metía mano, me lamía mi sexo o incluso introducía un dedo en mi culo. Yo ya estaba despatarrada, y despatarrada sobre la mesa me corrí, apenas había tenido espacio para hacer lo que ella me iba indicando y aun así terminamos antes que ellas.

Como terminamos pronto, me recuperé de la intensa y placentera sesión de cocina con Mónica y me fui a preparar mi maleta, pues esa misma noche nos íbamos. Pero para mi sorpresa había una prenda que me faltaba… Mis braguitas de la noche anterior.

No las encontré, terminé la maleta sin ellas, supongo que ya las encontraría o me las daría quien las encontrase.

Mientras terminaba apareció Eva en la habitación, y se acercó a mí.

-

Qué pena que nos vayamos hoy. – Dijo Eva acercándose por detrás y pegándose a mí, besándome el cuello.

-

Justo ahora que nos estábamos conociendo mejor. – Dije, acariciando su sexo por encima de la braguita de su bikini.

-

Que viciosa.

Me llamo viciosa, pero bien la gustaba que la acariciase su precioso coñito. Pronto ella también empezó a tocarme a mí.

-

¡Estás mojadísima tía! – Exclamó ella al introducir un dedo en mi coño. Lo que no sabía era que estaba así porque minutos antes su madre me acababa de hacer un dedo en la cocina.

-

No pares. – La ordené.

Y esa fue la última vez que nos metimos manos Eva y yo, con un dedo al terminar las maletas y antes de ir a comer.

Tras comer, nos echamos una siesta y luego nos iríamos de vuelta a la ciudad y a nuestras vidas, pero…

-

Me han dicho mis padres si quieres quedarte aquí unos días más. – Me dijo Tommy.

-

¡Por mi encantada! Pero no me voy a quedar yo sola… - Dije ciertamente entusiasmada.

-

No, claro que no. Te quedarías con Eva, Alex y Víctor y yo me voy y mañana vuelvo por la noche. – Dijo.

-

Sin ti es un poco raro ¿no? – Le dije, a ver su opinión.

-

Piensa que yo vuelvo mañana, me puedes acompañar si quieres pero es una tontería que vayas y vuelvas solo por mí.

-

Vale, pues me quedo aquí esperándote. – Le dije.

-

Y también me han dicho mis padres si quieres que se vengan tus hermanas.

-

Por mi guay, si no es molestia para nadie de la casa.

Eva dijo que no tenía ningún problema en que vinieran y los gemelos tampoco si eran como yo (así que tampoco lo tenían). También tengo un hermano, pero él no podía venir, estaba de campamento.

Las llamé, las pregunté y me dijeron que no tenían problema en venir unos días. También las dije que me trajeran algo de ropa, pues aquí no había lavadora.


Este es más corto, que los anteriores, creo. Espero que os guste. Entran nuevos personajes y otros salen. Pero seguirán las aventuras bajo otro nombre de historias.

Cualquier mensaje con ideas, siempre es bien recibido! :D