Con el pantalón rajado
Me cogió por las manos y me las ató con un sedal de plástico, me dijo...
CON EL PANTALÓN RAJADO
Una tarde de domingo, me aburría en casa y decidí dar una vuelta, al salir de casa empecé a andar calle abajo hacia los bulevares. Mientras caminaba miré hacia el cielo, estaba oscuro. El viento soplaba más fresco que cuando salía de casa. Yo me dirigía al Parque Estocolmo, en dónde me pondría en un banco a leer mi libro preferido "Entables con una dama".
Me gustaba ir a dicho parque porque mientras leía podía hacer un paréntesis de mi vida rutinaria y tomar el aire fresco de la sierra y escuchar a los pajarillos cantar sus cancioncillas.
Llegué al inmenso parque y busqué un buen banco donde ponerme a leer. Junto a los olivos, encontré uno, así que me dispuse a sacar el libro y sentarme sobre aquel banco de piedra granítica, reposé mi espalda sobre el respaldo, coloqué mis piernas sobre el resto del banco y me puse a leer.
De vez en cuando, levantaba la vista para contemplar un gran lago que había al final del parque con una cascada que dejaba caer sus aguas sobre el mismo. Esa imagen me relajaba bastante. De vez en cuando, aparecía algún paseante con sus mascotas.
Había una imagen que me excitaba muchísimo, eran grupos de gente joven de unos 25 años, con zapatillas de deporte, camisetas y pantalones de atletismo, los cuales les marcaba todo el paquete que tenían, la gran mayoría iban medio empalmados por estar haciendo ejercicio así que cada vez que oía que un grupo se acercaba disimulaba divisando el lago y viendo sus instrumentos moviéndose de una lado al otro de sus entrepiernas.
El día se había oscurecido tanto que empezaron a caer las primeras gotas de lluvia, yo pensé que era una nube y seguí leyendo, pero aquella nube, no iba sola, sino acompañada de otras tantas, así que no tardando mucho, se puso a llover como nunca lo había hecho, así que corriendo, cerré el libro y me puse a correr en dirección de un cobijo. Bajo unos árboles, vi unas ventas sin cristales y una puerta que antes jamás me había fijado en ellos. Me dirigí hacia allí.
Entré rápidamente en aquella casa abandonada. Me quedé en la entrada esperando a ver si escampaba pero no sólo no escampó, sino que se puso a llover más fuerte con lo que tuve que meterme dentro de la casa pues ya me salpicaba del agua que caía.
Intenté secar mi libro con mi camiseta, después de restregarlo un poco, me lo metí en el bolsillo de atrás, en mi pantalón vaquero. Como seguía lloviendo sin parar, decidí inspeccionar aquella lúgubre casa. Entre en varios cuartos, de los cuales pude deducir, que ésa casa había pertenecido en tiempos remotos, cuando el parque era privado al jardinero del mismo pues quedaban algunos aperos de labranza, planos del terreno en que se hallaba el jardín y algunas cosas más. Seguí cotilleando, entraba por una puerta y salía por la otra, era una casa enorme.
Lógicamente, nunca me fijé en ella pues estaba construida bajo una roca y sólo se la medio veía la fachada la cual, estaba tapada por unos arbustos. Con tanta agua, me entraron ganas de hacer pis, así que busqué el baño pero no lo encontré, así que fui hacia la calle para hacerlo en la entrada. Una vez fuera de la casa, me dispuse a quitarme los botones del vaquero, pero vi que un chico se acercaba rápidamente a la casa.
Él me dijo, "como llueve, ¿eh?",a lo que le contesté, "ya ves tío". Se metió en el hall de la casa esperando a que escampara. Yo me tuve que cerrar los botones de mi bragueta y entrar junto a él pues ya no era plan de hacer pis delante de un desconocido. Entré y le pregunté sobre la casa y sobre si sabía si había algún cuarto de baño pues me estaba meando, el chico le dijo que si, que si que había, que le siguiera. El chico se adentró en la oscuridad, yo le seguí. Después de un pasillo largo y después otro corto a la derecha y bajando cuatro escalones, me condujo al cuarto de baño, el cual, era luminoso pues tenía unas claraboyas que le daban luz al habitáculo.
Me metió en el cuarto y cuando me disponía a quitarme los botones de la bragueta, me cogió por las manos y me las ató con un sedal de plástico, me dijo "déjate llevar, y lo pasaremos mejor tanto tú como yo", yo temblaba de miedo, pero por otra parte, me daba mucho morbo. El chico me abrió la bragueta ferozmente y me bajó los vaqueros. Al ver que no llevaba ropa interior, pude ver que se excitó muchísimo y sin esperar más, se bajo su cremallera de sus pantalones rajados, bajo un poco sus calzoncillos y se sacó sus 22cm de cimborio con un grosor aproximadamente de unos 4´5cm. Me hizo que me arrodillara ante tal monumento y que con las mismas me lo tragara entero hasta llegarme a la campanilla, cuando me empezaron a dar arcadas empezó a follarme la boca con más fuerza diciéndome "toma, toma, te voy a joder la garganta hasta que te deje mudo". Yo no sabía que hacer más para quitarme ese cacho de carne de mi boca pues me estaba ahogando.
El chico me dijo, "chúpala bien, pues cuando te folle, tu saliva va a ser tu único lubricante", así que empecé a comérsela con gusto hasta que entre su líquidos y mi saliva quedó su rabo bien lubricado. El chico me sacó su palo de mi boca y me dijo, "abre la boca", yo me negué y el chico me dio un patadón en los huevos y me gritó "me cagüen en la sangre de Cristo, o abres la boca o te dejo estéril ahora mismo", yo no podía del dolor que me había propiciado y me retorcía en el sucio suelo pero el chico me cogió de los pelos y me puso de rodillas bajo la amenaza de quedarme calvo, así que le obedecí, me arrodillé y abrí la boca, el chico empezó a mearme mi camiseta hasta que llegó a mi cara y mi pelo, la verdad es que no me hizo tragarme mucho, pues sólo cuando estaba terminando de mear, me la metió de nuevo en la boca para que tragara su orina.
El chico me hizo ponerme de pie y apoyarme en unas piedras que sobresalían de la pared, el chico se agachó y me empezó a comer todo mi ojete, al principio yo no decía nada pero consiguió arrancarme de mi boca unos gemidos que se oían en toda la casa. Mientras me lo comía, él se pelaba su polla con gran fuerza. Cuando dejó de comerme el culo, me puso su glande cerca y con sola una embestida me metió sus 22x4´5cm, yo me retorcía del dolor, pero al cabo de los minutos de follada sin compasión, empecé a disfrutar hasta el punto de gritarle "¡clávamela niñato de mierda!", lo que hizo que me la sacara y me la metiera con gran dureza y fuerza, al cabo del rato, note como mis entrañas se iban calentando más y más y como un reguero de semen recorría mi culo. El chico la sacó y me comió lo que sobraba de su lefa. Me dio la vuelta y me dijo "límpiamela y te dejaré tranquilo", yo le lamí su falo, a gran pesar mío, pero no me quedaba otra, así que le obedecí, me la metí en la boca y le empecé a lamer toda su carne, el chico, se vino de nuevo en mi boca haciéndome que me la tragara entera, sin derrochar una sola gota de su exquisito y salado semen.
El chico se apartó de mí, y me dijo "has sido un buen chaval, por eso, te perdono la vida", y con las mismas, me dio un puñetazo con el cual perdí en conocimiento. El chico se subió los calzoncillos, se metió la camiseta por dentro de su pantalón rajado y se abrochó, cogió su cazadora y se largó de allí.
Yo no sé cuanto tiempo estuve inconsciente pero cuando recuperé el conocimiento noté que el chico me había cortado el sedal con el que me había atado. Me vestí como pude y salí de aquella lúgubre casa, ya había escampado, la noche se veía preciosa con todas sus estrellas. Me dirigía a casa con un gran dolor de culo pero con una gran satisfacción de a ver follado aquella tarde.
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