Con el marido de amiga, entrenador de snowboard

Sucedió cuando tenía 30 años. Las cosas se fueron dando naturalmente, quizas por el tipo de trabjo que me toco hacer. Lo disfruté y lo recuerdo.

Sucedió cuando yo tenía 30 años. Aún estaba soltero y estudiaba medicina en la UBA. En realidad solo estaba intentando ingresar, pero yo me sentía medio médico. Me llamó una amiga de Mendoza y me dijo que su marido había tenido un accidente y si yo quería ganarme unos pesos que fuera a su casa (ahora estaban en Bs. As.) para ver qué podía hacer para ayudarla.

Sucede que su marido de 35 años tuvo un accidente durante las prácticas en la nieve. Una pésima caída yse rompió ambas muñecas. Afortunadamente había sido operado y las posibilidades de quedar bien eran casi totales. Saber eso me alegró, porque yo necesitaba dinero pero tenía temor de encontrarme con una persona deprimida o agresiva.

Cuando llegué el cuadro no era muy bueno, porque la falta de ayuda había dejado su consecuencia en el carácter de ambos, por la falta de experiencia de ella y la desvalidez de él. Yo me preparé mentalmente para ayudarlos y me instalé en su casa (muy confortable).

Mi trabajo consistía en lograr mantener a Tito (así lo llamaré) limpio y confortable. Charlé mucho con él y comencé por lo más desagradable y lo que más le molestaba a él que era ir al baño, hacer sus necesidades y esperar que lo limpien y acondicionen.

Era como un hombre sin manos y había desarrollado un manejo de sus pies para algunas cosas, Acomodar su cama, sus almohadas, su control remoto y no sé qué mas. Yo logré llevarlo a la bañera llena de agua, y espuma. Corté con prolijidad su cabello, lo afeitaba. Entalcaba todo su súper-atlético cuerpo. Le hice manicura y pedicura. Dejaba que lo masajeara. En una semana de trabajo, ya éramos muy amigos, y él comenzó a confiar en mí. Nuestras charlas ya eran mucho más relajadas. Un día me dijo que quería salir a dar una vuelta en auto. Yo manejé su auto.

Fuimos por la ciudad y estacionamos luego por la costanera. En nuestra charla él me preguntó si me gustaba hacer todo esto o solo lo hacía por dinero. Le dije, "el dinero es importante para mí. Pero me siento muy cómodo haciéndote todo a vos porque te portas muy bien y veo que he logrado sacarte como de un poso".

Al día siguiente cuando lo estaba bañando noté que estaba algo excitado. Muchas veces había visto su hermosa pija algo erecta pero me hacía el distraído. Pero ese día luego de salir del agua él seguía así y yo cuando lo sequé y le colocaba talco él acercó su pelvis un poco a mi cara  y me miró a lo ojos y me sonrió. Yo le seguí el juego y rocé su pija con mi cara  y él suspiró y dijo que lindo que se siente todo lo que vos haces. Su pija tomó un tamaño impresionante y yo no pude resistirme y me la llevé a la boca. Solo podía tener su glande en la boca pero le pasé la lengua por toda la pija y por los huevos. Él ya en la cama de espaldas, disfrutaba y me decía, por favor, seguí.

Lo hice acabar de una manera impresionante. El lloraba de alegría y agradecimiento. Me dijo hace tres meses que nadie pensó que yo podía necesitar algo así. Mi mujer me mira con lástima. Y mis amigas no vienen ni a visitarme.

Le dije, que yo disfruté tanto como él. Y que si quería lo podía atender así todos los días.

Así quedamos. Fue nuestro secreto. Y hubo muchos momentos muy placenteros entre nosotros. Nadie lo supo. Y mantuve su "amistad" durante dos años, y a partir del momento en que fue recuperando sus manos, nuestros encuentros fueron mucho más cálidos y él participó retribuyendo caricias y toda clase de juegos. Disfrutaba de la franela los besos en todo el cuerpo. Me ponía en la cama boca abajo y se hacía dueño de mi culo. Pasaba su lengua y jugaba con mi agujerito. Después me dilataba con suavidad, con un dedo, después con dos. En posición de perrito, mientras metía su lengua en mi culo me masturbaba. Después me dejaba hacerle lo mismo a él. Yo me ponía acostado boca arriba y él se sentaba sobre mi cara y me dejaba su precioso culo a mi disposición. Luego se movía un poco y me ofrecía sus huevos para que los chupara uno a uno. Y finalmente me fornicaba la boca Cuando sentía que estaba por acabar se ponía mi pija en la boca y acabábamos juntos. Me tragué su leche muchas veces. Pero todo lo bueno se acaba, cuando se recuperó comenzó a entrenar para volver a su actividad y ya no tenía tanto tiempo para estar cerca de él.

Volvió a trabajar en las temporadas de nieve y un día me contó que gracias a mí aprendió a disfrutar del sexo con una mirada más amplia y con menos prejuicios.

Espero que les haya gustado esta experiencia.

Pueden escribirme a mi mail: oscartobul@yahoo.com.ar