Con el deseo no se juega

Como respuesta, casi más parecido a un gesto espasmódico que a uno voluntario, el cuerpo de Alex giró unos centímetros sobre si mismo provocando que una de mis manos chocara con su entrepierna. Aquel movimiento y la dureza que sentí entre mis dedos me pilló tan desprevenida que me turbó un poco...

Miraba con aire ensombrecido a través de los cristales cubiertos por pequeñas gotas de lluvia, las mismas en las que se reflejaban las luces de los coches que circulaban por la calle principal. El enorme ventanal había sido uno de los motivos principales por los que insistí en que nos quedáramos con aquella habitación del hotel. Durante semanas el anhelo de poder despertar en una estancia bañada por la luz de los primero rayos de sol había sido lo único que ocupaba mi mente. Poco me esperaba que un repentino mal temporal pusiera fin a mis ensoñaciones, trayendo consigo una gigantesca nube grisácea que parecía extenderse por todo el cielo y había engullido casi por completo cualquier resquicio de luz.

Debido a la lluvia las actividades planeadas para el viaje habían quedado totalmente descartadas. No podía creer que tanto trabajo y meses de espera estuvieran esfumándose por un torrencial inesperado que no tenía pinta de amainar.

–No conseguirás que deje de llover por mucho que te quedes ahí resoplando  –Alex estaba recostado, con sus largas piernas cruzadas sobre la cama. Toqueteaba su móvil mientras hablaba, aunque se dignó a lanzarme una mirada rápida al acabar la frase, para que supiera que se dirigía a mí.

–No es que haya mucho más por hacer –Me quejé.

Colocó su móvil sobre la cama y se incorporo para sentarse en una de las esquinas, dejando escapar un suspiro mientras se pellizcaba con suavidad el puente de la nariz. Sabía que ese era uno de sus muchos gestos de desesperación, llevábamos siendo amigos desde hacía demasiado tiempo como para ignorar aquellos pequeños detalles.

–Venga, no os desaniméis. Seguro que con tantas goteras en el pasillo a este paso acabamos teniendo piscina interior –La voz de Emilio se escuchaba algo distorsionada desde el baño pese a tener la puerta entreabierta. Por mi posición podía ver su reflejo en el espejo, empañado por el vapor de la ducha. De espaldas a nosotros se secaba el pelo descuidadamente con una de las tollas del hotel, mientras pequeñas gotas de agua le resbalaban por el cuello hasta llegar a sus anchos hombros desnudos. Un par de pantalones usados eran toda la vestimenta que llevaba.

–Muy gracioso –Comentó Alex con sarcasmo, aunque en sus labios se había dibujado una sutil sonrisa de medio lado.

–¿Qué has dicho? Desde aquí no te oigo bien.

Alex sacudió la cabeza zarandeando sus cortos rizos morenos y se levanto de la cama casi de un salto, provocando un seco chirrido de los muelles del colchón. Desperezándose mientras caminaba hacía el pasillo pude observar también su figura, bañada por una cálida y bonita luz anaranjada de las lámparas de la habitación. Su cuerpo estaba lo suficientemente trabajado como para decir que tenía buen tipo pero no tanto como para que te fijaras demasiado en él. Y así me encontró, recreándome en él, cuando dio media vuelta para guiñarme un ojo y giró hacía la parte de la pequeña cocina, agachándose frente al minibar.

–Digo que ya que nos van a tener que devolver el dinero de las actividades que se han cancelado bien podemos invertirlo en algo de alcohol, ¿qué me decís a un par de cervezas? –Esta vez había alzado un poco más la voz para que pudiéramos oírle sin problemas.

Un Emilio sonriente se asomó por la puerta del baño, mirando hacia su dirección.

–Digo que por esas grandes ideas tuyas somos amigos.

Me eché a reír ante su contestación, asintiendo yo también frente a la interrogante mirada de Alex. Nunca es mal momento para una cerveza. Me incorporé para tomar la que me ofrecía, dejando la de Emilio sobre la mesa. No tardó mucho en aparecer, aún con el pelo mojado, para rebuscar entre su maleta alguna camiseta limpia que poder usar.

Así nos pasamos un buen rato, sentados los tres en una misma cama, sintiendo el calor de la proximidad de nuestros cuerpos mientras hablábamos y divagábamos sobre nuestras vidas y proyectos, justo como lo habíamos hecho años atrás. Uno de los motivos del viaje había sido poder estar reunidos de nuevo, por temas de trabajo y estudios eran contadas las ocasiones en las que eso sucedía. Al final, una cerveza llevó a otra y antes de que nos diéramos cuenta los efectos del alcohol empezaron a dar sus frutos.

–Oye, hay algo de lo que todavía no hemos hablado –Habíamos acabado estirados sobre la cama, sentía la respiración de Emilio acariciarme la piel del cuello mientras hablaba.

–Ilumínanos con tu sabiduría –Respondí, un poco más alto de lo que pretendía.

Emilio se incorporo como respuesta e intentó acercar su maleta con el pie. Antes de poder preguntarle qué estaba haciendo se agachó para sacar una pequeña bolsa de tela de entre la ropa.

–Me lo había traído para poder entretenernos en el avión pero a mitad de camino me di cuenta de que me había equivocado de juego –nos miró con un brillo extraño en los ojos, una mezcla de vergüenza y diversión–. A Mónica, mi anterior pareja, y a mí se nos ocurrió escribir preguntas picantes en las piezas, para hacerlo más interesante.

Tras sus palabras el silencio reinó en el pequeño salón durante unos segundos. Emilio nos miraba expectante, saltando su mirada de la mía a la de Alex.

–Bueno, siempre podemos jugar de la manera tradicional –añadió, apartó la mirada mientras se alisaba el pelo de la nuca en un gesto nervioso–, pero con el suficiente nivel de alcohol en sangre por probar que no falte ¿no? Además, son bastante inofensivas.

Eché una rápida mirada a Alex, quien observaba las piezas con curiosidad, y empecé a reírme sin saber muy bien por qué.

–Visto que no hay nada mejor por hacer –Dije, incorporándome yo también y encogiéndome de hombros. A ser verdad tenía algo de curiosidad por saber qué habrían escrito. Y por lo que contestaran mis amigos.

–Estáis hechos unos pervertidos –Añadió Alex, sentándose y cruzando las piernas al igual que nosotros.

–Como si tú te quedaras atrás –Emilio había empezado a colocar las piezas en el espacio que quedaba entre nosotros–. Es bastante fácil. Se trata de ir sacando piezas con cuidado de no derrumbar la estructura y responder a las preguntas que se encuentran en el reverso. Propongo que Alex haga los honores ya que se ha añadido el último.

Este le dedicó un gesto de falso agradecimiento y sacó con cuidado una de las piezas superiores.

¿Te has sentido sexualmente atraído por alguno de los presentes ? –Leyó, en voz alta.

–Uh, empezamos fuerte –Soltó Emilio en medio de una sonora carcajada.

–¿Inofensivas eh? –Masculló Alex, levantando una ceja hacía Emilio. Se lamio el labio inferior antes de buscar mis ojos con los suyos durante unos segundos y apartarlos casi de inmediato–. Sí –Respondió, en tono seco, para después dedicarme una sonrisa de medio lado–. Creo que eso nunca fue ningún secreto –Levantó su cerveza con gesto jovial antes de tomar un trago de ella, sin darle mayor importancia.

Algo dentro de mí se revolvió, aunque aquella respuesta no me había pillado desprevenida. Habiéndonos conocido en plena efervescencia hormonal el deseo y la tensión sexual estaba a la orden del día por aquel entonces. Pero ya había pasado algún tiempo de eso.

–Voy a fingir que no sé que esa respuesta iba por Emilio –llevándome la mano al pecho fingí un gesto de sorpresa, mirándolo con incredulidad–.

Nuestras risas inundaron la habitación y Emilio nos sonrió, con su cerveza también en la mano, guiñándome un ojo.

–¡Ep!, nada de preguntas o suposiciones, para eso están las piezas. Normas del juego –Emilio se frotó las manos antes de indicarme que debía coger una pieza–. Tu turno guapa.

Solté un bufido de falsa indignación antes de imitar a Alex y sacar una de las superiores.

–Esta es fácil, ¿última vez que te masturbaste? –dejé la pieza en uno de los lado y miré a mis compañeros, divertida–. Ayer por la noche, cuando los dos estabais dormiditos y sosegados en las habitaciones. No me miréis con esa cara, sabéis que no hay mucho por hacer así que decidí darme un regalo, durante la ducha, para liberar tensiones. Ni os imagináis lo mucho que lo disfruté.

Emilio alzó sus pobladas cejas al escuchar mis últimas palabras y en los ojos de Alex apareció un brillo familiar, provocando que esta vez fuera yo quien apartara la vista. Sentí su mirada en mis labios, bajando por mi mentón hasta llegar al cuello, eléctrica, casi como si me tocara. Sacudí un poco la cabeza y le di un buen trago a mi bebida.

¿Qué es lo que más te excita ? –Emilio había sacado una de las piezas y no vaciló en la respuesta– Que se esperen con la boquita abierta a que me corra mientras no pierden detalle.

Su voz se había vuelto más ronca y sus ojos habían estado fijos en mí, con picardía, mientras lo decía. Provocando que un intenso calor comenzara a recorrerme todo el cuerpo. Antes de acabar sonrió, chasqueando la lengua y revolviéndose descuidadamente el pelo con una mano mientras dejaba la ficha a un lado. Alex inspiró hondo, segunda ronda.

–¿No habías dicho que eran solo preguntas? –Frunció el seño con la vista clavada en el pequeño bloque de la estructura que sujetaba entre las manos, antes de mostrársela a Emilio.

–A ser verdad también hay unos cuantos retos igual de inofensivos –Aclaró este, con una sonrisa de disculpa pero con una mirada que decía algo muy distinto.

El jugador a tu izquierda debe quitarte una prenda de ropa –Concluyó Alex, encogiéndose de hombros antes de volver a dirigir la mirada hacía mí mientras permanecía sentada a su izquierda. Sonreí al escuchar sus palabras y, con un gesto de cabeza, le indique que nos incorporáramos.

Emilio aplaudió y permaneció expectante mientras yo hacía que nuestro amigo se colocara frente a él, unos pasos por delante de mí.

–¡Quítaselo todo! –Exclamó, completamente divertido y entregada al espectáculo que estábamos a punto de brindarle.

Le devolví la sonrisa.

–Vamos a tener que defraudarle, querido amigo. Las normas son las normas y solo se permite quitar una prenda de ropa –Empecé a deslizar descuidadamente mis manos por los hombros de Alex, quien intentaba permanecer con semblante sereno pese a que una sonrisa empezaba  asomarse por su comisura derecha, visiblemente divertido–. Pero eso no quiere decir que no podamos jugar un poco.

Rodeé a Alex con mis brazos, pegando mi cuerpo a su espalda para llevar mis manos hasta su pecho. Me quedé unos segundos así, completamente inmóvil y abrazada a él, sintiendo como mis manos acompañaban el lento subir y bajar de su pecho y el tenue claro de su piel sobre la camiseta. Poco a poco dejé que mis dedos fueran descendiendo por él, recorriendo sus brazos y torso, hasta la parte baja del abdomen. Volví a pararme unos segundos para recrearme en él, como si mis manos moldearan su cuerpo, mientras notaba como mi amigo empezaba a tensarse a medida que sus respiraciones se tornaban más y más profundas.

Eché una rápida mirada por encima del hombro de mi amigo para poder ver a Emilio, quien aún sentado sobre la cama no perdía detalle de la escena y seguía el movimiento de mis manos con sus ojos, apartando la mirada solo de vez en cuando para contemplar, durante unos segundos, el rostro de Alex. Un detalle que quedaba ajeno a mí debido a la pose en la que nos encontrábamos.

–Entonces ¿qué me dices? ¿Deberíamos quitarle la camiseta? –Con un rápido movimiento dejé que mis dedos se colaran bajo el borde de la camiseta de Alex, provocando que este diera un pequeño salto de sorpresa. Poco a poco dejé que mis manos acariciaran y manosearan su piel desnuda. Elevé mi roce haciendo que la camiseta se recogiera un poco y dejara ver la parte baja de su abdomen. Escuché como Emilio dejaba escapar un pequeño suspiro antes de volver a mi postura inicial, divertida. Decidí no detenerme ahí y seguir bajando un poco más, permitiéndome descansar esta vez mis manos sobre sus muslos–. ¿O deberíamos quitarle los pantalones?

Como respuesta, casi más parecido a un gesto espasmódico que a uno voluntario, el cuerpo de Alex giró unos centímetros sobre si mismo provocando que una de mis manos chocara con su entrepierna. Aquel movimiento y la dureza que sentí entre mis dedos me pilló tan desprevenida que me turbó un poco, haciéndome pensar en que tal vez estábamos llevando la situación un poco lejos.

Sin esperar respuesta recoloque mi postura y, obligando a Alex a alzar sus torneados brazos, le quité la camiseta pasándola por encima de su cabeza. Al apartarme de su lado la lancé sobre un extremo de la cama antes de volver a sentarme en ella, sin apenas mirar a mi amigo.

Durante años me había acostumbrado a verle exactamente así, con apenas una prenda que le cubriera de cintura para abajo. Pero por algún motivo esta vez era distinto, tal vez porque había pasado mucho tiempo desde la última ocasión, tal vez por el alcohol o por el momento, pero había hecho que algo en mí se despertara. Sin darme cuenta empezó a crecer el deseo de acercarme a él, de sentir el calor conocido de su piel contra la mía, su pecho desnudo contra el mío.

Me mordí el labio inferior cuando volvió a sentarse en la cama, a mi lado, y me encontré con sus ojos. Para mi supresa, perderme es su color café me relajó de inmediato, su mirada me devolví la misma tranquilidad y serenidad a la que estaba tan acostumbrada. Me recordaba que aquello era un juego y no tenía motivos para alarmarme tanto, estábamos entre amigos. Le sostuve la mirada unos segundos antes de volver al juego.

–Vaya –mascullé, había decidido aventurarme y sacar una de las piezas más cercanas a la base. Su inscripción me sorprendió–. Lame una parte del cuerpo de otro jugador .

A estas alturas la excitación del reto había empezado a nublarme la razón y a potenciar todos mis sentidos, así que no me hice de rogar. Ya empezaba a notarse una tensión pesada en el habiente, poco a poco los tres habíamos ido  adquiriendo la característica llama del deseo en la mirada. Lo sabía, podía notar cómo se removían inquietos y me miraban el escote disimuladamente, aumentando el calor que azotaba mi cuerpo.

Rozándome los labios con la punta de la lengua me acerque esta vez a Emilio, manteniendo mis ojos fijos en los suyos. Lo hice hasta que nuestros rostros quedaron a apenas unos centímetros de distancia, tuve que apoyarme un poco sobre mis rodillas para poder estar a su altura. Podía notar su respiración rozarme los labios, tan acelerada como la mía. Cuando hizo ademán de acercarse para acabar con el poco espacio que nos separaba sonreí y me deslicé hacía su mejilla, depositando un suave beso antes de comenzar a descender por su mentón. Inspiré el dulce aroma de su piel, a sol y jabón, a medida que me dirigía a su cuello. Dejé que mis labios le rozaran antes de detenerme. Y, sin poder evitarlo, empecé a jugué con mi lengua sobre su piel, besándole justo en el hueco donde comenzaban sus hombros. Pude oír el gemido de sorpresa y placer de mi amigo en el oído a medida que mi lengua se abría paso. Sabía que Alex estaba mirando así que eleve un poco mi trasero, colocándolo en pompa hacía su dirección. Los pantalones cortos que llevaba se ajustaron a mi figura tal y como había planeado, dejando ver con total claridad la forma de mis nalgas. Moví delicadamente la cintura al ritmo de mis besos.

Me separé al cabo de un par de minutos, con una queja por parte de Emilio como respuesta, y fingiendo una compostura que no tenía me senté de nuevo en mi sitio con total normalidad, llevándome la cerveza a los labios. Todo mi cuerpo ardía de excitación por lo que acababa de hacer, por la versión de mí que estaba mostrándoles  a mis amigos.

Ni si quiera tuve tiempo para asimilar lo que acababa de ocurrir cuando Emilio leyó el reverso de su pieza.

Combo: Secreto y reto –su respiración se entrecortaba así que inspiró hondo, con ademan de estar pensando su respuesta mientras se dejaba caer hacia atrás, apoyándose sobre los codos. Desde esa posición pude ver con total claridad un enorme bulto en su entrepierna que amenazaba con salirse en cualquier momento del pantalón y que me dejó boquiabierta–. Mi secreto: viendo como manoseaba a Alex ya me has excitado pero con lo que me acabas de hacer me la has puesto durísima.

Me observaba con el rostro daleado y me di cuenta de que se había colocado así adrede, para que pudiera constatar con mis propios ojos su visible calentón. Por lo que parece, había surgido el efecto deseado, pues no podía apartar la mirada de su entrepierna mientras me relamía por dentro.

–¿Quieres verlo mejor?

Sin esperar una respuesta se incorporó solo lo necesario para desabrocharse el pantalón y quitárselo con movimientos rápidos, lanzándolo sobre el respaldo de una de las sillas de la habitación. Ahora lo único que le cubría de cintura para abajo eran unos finos bóxers. Supe que ese había sido el reto.

Estábamos tan cerca que casi podía observarlo con total lujo de detalle. Al haberse incorporado su erección quedaba a la altura de mis ojos y tuve que reprimir el impulso de acercarme para deshacerme también del único trozo de tela que aún mantenía su miembro oculto.

Reta a otrojugador –la voz de Alex había adquirido un tono más grave y áspero. Levantó la vista para mirarme con unos ojos brillantes de lujuria–. Ya sabemos que lames bien ¿qué tal muerdes? –Concluyó, indicando que me acercara con un movimiento de cabeza.

No me lo pensé dos veces cuando comprendí que tenía vía libre para llevar a cabo mi deseo. Incline mi cuerpo con cuidado, llevando una de mis manos a la altura de su pecho y empujándolo hasta dejarle completamente tendido sobre la cama. Busqué su mirada con la mía y, sin apartar mis ojos de los suyos, me acerque peligrosamente a su entrepierna para empezar a mordisquear la parte baja de su abdomen desnudo. Presionando su erección contra mis pechos sobre la tela para sentir lo dura y caliente que la tenía obteniendo un fuerte gemido de Alex como regalo. Sabía que Emilio estaba mirando, en sus bóxers se había formado una tienda de campaña cada vez más difícil de contener. Eso me dio una idea, en la juego no se decía nada de que solo pudieran disfrutar dos jugadores.

–Ven Emilio, colócate como Alex –Me separé solo lo suficiente para indicarle a Emilio que se acercara. Volviéndome a plantear por un fugaz segundo si tal vez estábamos llevando el juego demasiado lejos. Aunque mis amigos no parecían oponer la más mínima resistencia.

Para mi sorpresa lo hizo sin rechistar, colocándose a mi izquierda. A diferencia de Alex este no llevaba los pantalones y poder ver de cerca cómo le habían puesto mis besos hizo que apagara de nuevo la razón. Decidí que quería también quería comprobar con más lujo de detalles como de cachondo estaba mi otro amigo. Con movimiento hábiles y rápidos me deshice del cinturón que llevaba Alex y dejé caer sus pantalones al suelo, emitiendo un frió sonido metálico de la hebilla al chocar contra el mármol. Eso me dejó con dos miembros aún ocultos por una fina tela a pocos centímetros de mi cara.

Presa del deseo me abalancé sobre el que se encontraba a mi izquierda, mordiéndolo sobre la tela para poder sentir su dureza en mi boca. Un intenso temblor se abrió paso en el cuerpo del dueño, que acercó sus caderas a mí con un fuerte gemido. La punta de la polla había empezado a asomarse por el borde del bóxer, presionando hacía afuera. Con mi mano libre empecé a acariciar el miembro que se encontraba a mi derecha y rápidamente sentí una mano que presionaba la mía con más fuerza contra su erección y me la restregaba entre los dedos. Notaba sus huevos en la palma y lo largo de todo su tronco a medida que mi mano ascendía por él. Hasta que, de pronto, mis dedos desapareció bajo la tela.

No pude soportarlo más y mordiendo el borde del bóxer estire de él hacía abajo, haciendo lo mismo con mi otra mano, provocando que las pollas de mis amigos saliera disparada hacía arriba como un resorte. Libres y completamente expuestas. Me quedé atónita arrodillada en medio de ellas, contemplando extasiada sus puntas rosadas y el leve movimiento, casi espasmódico, que propinó uno de los penes hacía mi dirección, golpeándome suavemente la mejilla.

Aquel leve roce fue suficiente para obligarme a salir de mis ensoñaciones y devolverme a la realidad: mis dos mejores amigos se encontraban desnudos frente a mí, Emilio parcialmente y Alex al completo. Una desnudez que yo había provocado. Estaba claro que aquella situación me excitaba más de lo que habría sido conveniente para un simple juego erótico entre amigos, tal vez por influencia del alcohol. A esas alturas ya no sabía hasta dónde podría llevarme mi falta de control.

–Oye chicos, tal vez estamos llevando esto demasiado lejos.

Pese a mis palabras me era imposible apartar más de medio segundo la mirada de sus erecciones, disfrutando del vaivén de sus cuerpos al intentar controlar sus respiraciones aceleradas. Notaba la humedad que empezaba a lubricar mis labios vaginales sobre la tela de mi ropa interior. Cada parte de mi cuerpo hervía en una mezcla de desenfrenado deseo y una morbosa excitación, caliente y solida, como si mi sangre hubiese sido remplazada por ella.

Quería sentir la dureza de sus pollas en mi boca, jugar con ellas a mi placer. Pasar mi lengua por cada rincón para saborearlas, chuparlas y mamarlas hasta sentirlas en lo más profundo de mi garganta. Pero no hice nada de eso y, haciendo uso del poco control que me quedaba, apreté los dientes mientras me alejaba unos centímetros para incorporarme sin que nuestros cuerpos de tocaran.

–Es solo un juego –Contestó Alex, encogiéndose de hombros e incorporándose también. Pero su pose desenfadada y segura contrastaba con el hilo de voz que había empleado para hablar, parecido más a un recordatorio que a una convicción.

Estaba tan absorta en Alex que no me di cuenta de que Emilio se había desplazado a mi alrededor y ahora se encontraba a mis espaldas. Provocando que diera un pequeño brinco de sorpresa cuando su mano se posó sobre mi vientre, rodeándome la cintura desde detrás. Antes de poder emitir cualquier protesta o apartarla, sentí unos húmedos y calientes labios rozar con delicadeza la parte alta de mi nuca, apartándome el pelo hacía un lado con la mano libre para poder tener más acceso a mi cuello. Cerré los ojos ante la repentina ola de electricidad que ese pequeño punto de contacto generaba por todo mi ser, emitiendo un pequeño suspiro. Al cabo de unos segundos, en los que seguí disfrutando de sus caricias, Emilio movió por primera vez la mano que reposaba sobre mi vientre. Subiendo por él hasta llegar a mis pechos para tomarlos entre sus dedos, emitiendo una ligera presión y pellizcando el pezón que se me marcaba bajo la tela. Gemí con fuerza, haciendo que sus palabras llegaron a mí con dificultad.

–Y dejarse llevar es parte de la gracia de todo juego –Su mano volvió a descender a su posición inicial, colándose por debajo de la camisa y acariciando mi piel con la yema de los dedos–. Además, te has saltado una norma y eso merece su castigo.

Agarrando el borde de mi camisa tiró de ella hacía arriba, pasándola por encima de mi cabeza y deslizándola por mis brazos. Prosiguió mientras la veía caer al suelo:

–Las libertades que se toma un jugador, haciendo cosas que su ficha no ha indicado, se le aplican a él también.

La densa niebla que producía el placer físico volvió a ensombrecer mi razón y una sonrisa de picardía se dibujó en mi rostro cuando comprendí a qué se refería. Yo les había desnudado sin nada que me lo indicara, así que ahora era mi turno. Abrí los ojos de nuevo para mirar a Alex, que no se había movido de su posición sin perder detalle, dejando que las manos de Emilio desabrocharan mi pantalón. Observé como la erección de mi amigo no había disminuido en ningún momento. Rodeaba el tronco de su polla con una mano y, de vez en cuando, la deslizaba en movimientos lentos a lo largo de todo su tronco, masturbándose. Me mordí el labio cuando mis pantalones cayeron al suelo y los aparté con el pie. Emilio se había agachado para poder deslizarlos por mis piernas, acariciándolas mientras volvía a incorporarse y dándole un suave mordico a mi trasero para después propinarle un sonoro azote. Me estremecí de sorpresa y placer.

Incliné ligeramente la cabeza hacia atrás, entreabriendo la boca para soltar un gemido cuando las suaves manos de mi amigo ascendieron, colándose hasta mi entrepierna y presionaron mis labios vaginales sobre la tela de mi ropa interior, palpando lo mojada que estaba antes de subir hasta mi culo y continuar sus caricias por mi espalda. La cara de deleite de Alex ante mi reacción era una maravilla. Pude notar las hábiles manos de Emilio desabrochando con soltura el cierre de mi sujetador para dejarlo caer al suelo sin más dificultad, provocando que mis pechos blancos y duros, con pezones envueltos en rosadas aureolas, quedaran totalmente a la vista. Alex empezó a masturbarse con más ganas mientras me comía con los ojos, emitiendo suaves y entrecortados jadeos.

Verle así me volvió loca y, sin poder soportarlo más, me incliné para deshacerme yo misma de las braguitas, la única prenda que aún cubría mi cuerpo. Lo hice en movimientos cuidadosos y calculados, sin apartar la mirada de Alex y sabiendo que Emilio tendía un muy buen primer plano de mi trasero desnudo. Cuando volví a incorporarme le tendí una mano a Alex para que se acercara y la aceptó sin que hicieran falta las palabras para entendernos. Cuando lo tuve suficientemente cerca me llevé uno de sus dedos a los labios, besándolo con suavidad antes de recorrer con mi lengua toda su longitud para metérmelo en la boca y chuparlo con ganas, tal y como quería hacer con su polla. Seguía manteniendo mi mirada fija en su rostro permitiéndome ver el placer que afloró en él al recorrer con sus ojos cada movimiento de mis labios.

Cuando lo saqué de mi boca deslizó su mano por mi cuello, ejerciendo una suave y deliciosa presión en él que me dejó sin respiración antes de abalanzarse sobre mis pechos desnudos, lamiéndolos y mordiéndolos con fuerza. En esa posición su erección rozaba justo el principio de mi coño, exactamente donde se encontraba oculto mi clítoris. Me acerqué un poco más a él, decidida a corresponder el roce de aquel cuerpo con el mío, haciendo que su punta se abriera paso entre mis labios vaginales y empezara a rozarlos, frotando nuestros sexos.

Al mismo tiempo Emilio, aún a mi espalda, sujetaba mi cintura y presionaba su erección contra mi culo, abriéndolo y hundiendo su polla entre mis nalgas. Con movimientos de su cadera profundizaba las caricias y embestía con fuerza mi trasero, haciendo que gran parte de su polla sobresaliera de entre mis nalgas antes de volver a hundirla en ellas.

Me derretía de placer en fuertes pero acallados gritos, moviéndome con un énfasis desesperado, haciendo que mis pechos revotaran al ritmo de las embestidas de mis dos amigos. Alex presionaba cada vez más su sexo contra el mío, rozando su punta con mi entrada en cada embestida. Peligrosamente cerca de penetrarme.

–Cuida… -Antes de poder acabar mi advertencia, y estando allí de pie, la polla de Alex cargó sobre mí en una fuerte embestida, penetrándome por completo con facilidad. Noté sus huevos chocar contra mi coño y los gemidos de ambos inundaron la habitación, pese a que me había quedado sin aliento. Se quedó unos segundos así, inmóvil, antes de salir de mí.

–Lo siento –Se disculpó, aún con la respiración entrecortada.

–Ala, yo también quiero –Se quejó Emilio colocándose de nuevo al lado de Alex, frente a mí, y haciendo pucheros.

No me hizo falta pensarlo mucho ya que, cómo bien había dicho, las libertades en el juego se aplican a todos los jugadores. Empujé con suavidad a Emilio por los hombros, obligándole a sentarse sobre la cama, con las piernas bien abiertas para colocarme entre ellas. En un gesto sensual me aparté el pelo hacía un lado mientras me inclinaba para quedar a la altura de sus ojos. Su polla señalaba al techo, envuelta por unas hinchadas venas que comenzaban a asomarse por todo su tronco hasta llegar a una punta rosada y brillante. Dedicándole una sonrisa de júbilo me incliné unos centímetros más y envolví con mi lengua el glande, dándole un breve pero placentero lametón. Había deseado tanto hacerlo que durante unos segundos me quedé deleitando su sabor, antes de dejar que mis labios envolvieran su tronco desde un costado y bajaran hasta sus huevos. Mordí uno de ellos muy suavemente, en una mezcla de deseo y picardía, antes de metérmelo en la boca para chuparlo con ganas.

Cuando me incorporé de nuevo, aún con su sabor en la boca, la decepción se dibujó en el rostro de mi amigo así que no esperé más. Dándome media vuelta para quedar de espaldas a él, me senté con cuidado sobre su regazo, provocando que gran parte de su polla presionara contra mi coño. Elevé mis caderas lo suficiente como para notar su punta encontrado la entrada y penetrándome muy sutilmente. Deseaba tanto sentirla por completo dentro de mí que me dejé caer sin miramientos sobre ella, hasta que mis nalgas chocaron con sus caderas.  Emilio gritó con fuerza y me acercó aún más a él, pegando su pecho a mi espalda. Sentirle tan cerca, con su piel ardiendo tanto como la mía y nuestro sudor mezclándose, hizo que mis sentidos estallaran y me olvidara por completo de dónde estaba o con quién.

Empecé a moverme con desesperación, al principio haciendo a mis caderas danzar en círculos para sentir al completo la hinchada y enorme polla que me penetraba, para acabar cabalgando sobre ella a un ritmo frenético. La sacaba de mí hasta casi dejar únicamente la punta en mi interior y cargaba sobre ella de nuevo, hasta el fondo, con ansias. Gritando con la misma fuerza, hasta que sentí el tacto de algo golpeándome la mejilla. El hundimiento del cochón bajo un nuevo peso me hizo abrir los ojos y comprobar que el causante de mi dulce azoté había sido una polla tan hinchada como la que me estaba follando. Si pensármelo abrí mi boca para tragármela, masajeando con mis manos la base y sus huevos. Lo mamé con las mismas ganas que una niña con su piruleta preferida y sus embestidas no tardaron en aparecer, adentrándose en mi boca con el mismo afán. Las manos de uno de mis amigos envolvieron mi pelo en un puño y estiraron de él con fuerza. Nuestros gritos y gemidos se confundían, los míos ahogaos, mezclándose entre ellos en un deleite de placer. Sentía mis pechos mecerse y chocar en cada embestida.

Sin previo aviso unas manos me agarraron de la cintura, obligándome a parar ante mi estupefacción, y el miembro en mi boca desapareció. Me dejé caer hacía delante, emitiendo una queja mientras recuperaba un poco de aire e intentaba aclarar mis ideas. Cuando estuve lo suficientemente serenada noté unas nuevas manos agarrar mis nalgas y una polla conocida abriéndose paso dentro de mí. Giré la cabeza para observar sobre mi hombro y comprobé que Emilio y Alex se habían situado a mi espalda, siendo Alex esta vez quien me penetraba mientras Emilio miraba sin dejar de masturbarse a un ritmo frenético. Ahogue el gemido que afloró de mi garganta ante aquella imagen, recordándome que tan solo era un juego. Era una estupidez pero, de pronto, no quise que mis amigos vieran cuanto estaba disfrutando de ellos.

Me mordí el labio cuando Alex empezó a moverse más rápido. Agarré las sabanas con ambas manos hasta que mis nudillos se volvieron blancos, dejando que me follara sin emitir ningún sonido. Parecía que mi silencio hacía crecer en él el propósito de embestirme cada vez con más fuerza y pronto no pude soportarlo más. Cuando por fin me dejé gritar dio tres embestidas más, satisfecho, y su polla salió de mi interior para que Emilio reemplazara su lugar. Se estaban turnando para follarme.

Grité como una gata en celo hasta que volvió a tocarle a Alex. Sentía los espasmos de mi propio orgasmo acercarse y no pude aguantarme más.

–No sabéis lo bien que se siente esto –Dije, con la voz entrecortada por una inesperada embestida de mi amigo, quien metió su polla de golpe y sin ningún cuidado  dentro de mí. Estaba tan lubricada y abierta que no encontró ninguna resistencia.

Volvió a sacarla por completo para meterla de nuevo con la misma brutalidad un par de veces más antes de contestar sin molestarse en amainar el ritmo.

–Entonces, ¿quieres que pare?

Emití un extraño sonido de negación que se mezcló con los gemidos que salían de mi garganta. Casi no podía hablar. Alex aumentó aún más el ritmo al entenderlo. Y así, sin pretenderlo, estaba siendo oficialmente follada por mis mejores amigos.

Cuando Alex amainó unos segundos las embestidas le hice una señal a Emilio para que se situara frente a mí. Su polla, al igual que yo, estaba a punto de explotar y quería que lo hiciera en mi boca, mientras se la chupaba hasta dejarlo seco.

No tardé mucho en sentir la familiar oleada de electricidad subir por mis muslos, avisando de que el orgasmo se acercaba. Empecé a moverme, gimiendo y gritando sin parar, chupando con fuerza la polla dura e hinchada de Emilio y jugando con sus huevos en mi boca, lamiéndolos. Cuando sentí el inicio de su corrida me separé unos centímetros y, mirándole a los ojos con excitación y picardía, dejé mi boca abierta para que acabara en ella mientras le masturbaba con ganas. Al mismo tiempo un devastador orgasmo empezó a abrirse paso por todo mi cuerpo en fuertes espasmos de profundo placer, oprimiendo mis paredes vaginales y sintiendo aún más la polla que seguía penetrándome de Alex. Cuando no lo pudo soportar más salió de mí y noté como una sustancia caliente y viscosa caía sobre la parte baja de mi espalda y sobre mis nalgas.

Así seguimos gran parte de ese día y durante la noche, haciendo pequeñas paradas para limpiarnos en el baño y recuperar la respiración. Dejé que exploraran partes de mi cuerpo a las que nadie había accedido, haciéndome descubrir puntos de placer desconocidos para mí. Y me entregué a ellos con las mismas ganas, entre sudor, caricias y gritos de satisfacción.

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Buenas, buenas, si has llegado hasta aquí ¡muchísimas gracias! Espero que hayas podido disfrutar del relato tanto como yo. Siendo sincera ya lo subí hace un tiempo pero quería aplicarle un par de cambios y renovarlo un poco. Me encantaría que te animaras a compartir esta pequeña (o gran) experiencia conmigo y escribirme que te ha parecido, que cosas mejorarías o qué te gustaría leer para el próximo, incluso si te gustaría una continuación. Toda idea y crítica constructiva es bienvenida.

Para contactar conmigo puedes emplear tanto el apartado de comentarios (de aquí abajo) como mi correo electrónico (fromserenawithlove@gmail.com).

Y hasta aquí mi breve aparición. De nuevo, ¡infinitas gracias por leerme!