Con el collar de Theo (1)

Quién iba a pensar que yo… la niña bien del liceo y de la facultad de medicina, la hija del Dr. Contreras, la del lunarcito junto a la boca que la hacía ver inocente… estaría así.

Con el collar de Theo (1era parte)

Hola. Me llamo Natalia, tengo 22 años, estudio medicina en la Universidad del Valle. Me gradué de un colegio de niñas bien de Cali, Colombia, llamado Liceo Benalcazar. Al ser una institución de solo niñas se prestaba a que nuestras curiosidades y primeras exploraciones sexuales se dieran entre las amigas mas cercanas. Sin embargo, eso no me marcó para toda la vida porque me fascinan los hombres… tal vez lo que hizo en mí fue que pudiera ser más abierta al sexo.

Por eso, desde que perdí la virginidad con aquel estudiante de odontología acepté los caprichos de los hombres en la cama: hacerles sexo oral por horas, dejarlos venirse en mi boca y en mi cara, sexo anal y uso de varios juguetes. Pero fue con mi tercer novio que descubrí nuevas cosas: el placer a través del dolor. Empezamos con golpes en las nalgas mientras lo haciamos y después cachetadas que, no se porque, pero cada día me excitaban más. Me fascinaba que fuera rudo y que me considerara totalmente suya, tanto que podia abusar de mi como quisiera.

Un día convine con él en irnos a un motel. Quedé de recogerlo y él me llamó antes a decirme que debía llevar unas cosas. La lista contenía licor, velas, cinta y, lo que me pareció extraño, el collar de mi perro Theo. Le pregunté por qué eso y solo me respondió que allá me daría cuenta. Llegamos al motel y empezamos a hacer el amor delicioso, usamos el sauna, el Jacuzzi y la ducha. En un momento de descuido mío sacó las cosas que habíamos llevado, me vendó los ojos y empezó una dominación que incluyó derramar cera de vela en mis senos, latigazos en mis nalgas y cubrimiento de mi boca con la cinta. Me amarró de manos y pies y yo me dejaba hacer de todo en medio de una excitación grandísima, me sentía muy mojada y muy transgredida. Quién iba a pensar que yo… la niña bien del liceo y de la facultad de medicina, la hija del Dr. Contreras, la del lunarcito junto a la boca que la hacía ver inocente… estaría así: amarrada y humillada por mi novio que entre latigazo y latigazo clavaba su pene en mi boca y yo no tenía otra opción que abrirla y tragarmelo al ritmo que él impusiera, porque estando boca abajo con manos y pies amarrados a mi espalda, poco podia hacer.

Así siguió por un rato. Cuando me quitó la cinta de la boca pensé que iba a parar, pero inmediatamente me puso unas pinzas (de esas que se usan para secar la ropa) en los pezones. El dolor disparó en mí cosas desconocidas y mirándolo a la cara le dije: pégame. Respondió con varias bofetadas y me preguntaba: eres mi puta?..y yo gritaba cada vez más fuerte… sí!!!. Todo lo que estaba pasando y el roce de las cuerdas con mi vagina me hicieron explotar en un orgasmo multicolor. Quedé tendida y él me liberó de manos y pies, pero acto seguido me dijo: fuiste mi puta… ahora serás mi perrita.

Entonces me puso el collar de Theo y me hizo andar en 4 por toda la habitación mientras él tiraba de la cadena… yo me sentía cansada pero me estaba mojando más de lo que ya estaba. Finalmente me hizo subir a la cama y allí se ubicó detrás mío, empezó a tocarme las nalgas con suavidad y ternura pues estaban calientes y rojas de toda la correa que habían recibido. Después empece a sentir su lengua recorriendo mi vulva y mi ano. Cuando levanté la cabeza gimiendo de la excitación, me encontré con un espejo en el que me veía en 4 con un collar de perro en el cuello, pinzas en los pezones y un hombre ubicándose detrás mío listo para sodomizarme. El lunar junto a mi boca ya no me hacía lucir tan inocente pues la expresión de mi cara mezclaba incredulidad, miedo, deseo, pero sobre todo, unas ganas inmensas de seguir siendo sometida. Cuando sentí la verga entrando por mi ano con fuerza, intenté correrme hacia adelante, pero mi ex jaló del collar y me retuvo en 4 junto a él.

Soy tu perra, soy tu perra… grité mientras me venía. Nunca antes había logrado un orgasmo anal. Luego terminé arrodillada a un lado de la cama y él manipulando el collar en mi cuello me hizo recibir su descarga de semen en la boca y el rostro. El se acostó y yo tuve que dormir en el suelo, con el collar puesto. Collar que él sostuvo entre sus manos por el resto de la noche