Con el chófer de Tussam

Como la vuelta a casa se convirtió en una noche de pasión

Sevilla. Domingo de invierno poco más de las 23 horas. Bellavista. Última parada y tengo que coger la línea de bus que me deja en la otra punta de la ciudad.

En la parada solo yo deseando que llegue el autobús. Llega y se baja el chófer del autobús cuando le pregunto:

-¿Le queda mucho para salir?

-17 minutos.

  • Vaya tela.

En ese momento, se saca un cigarro y me ofrece uno. Le digo que no quiero y me dice:

  • Sabes, el cigarro te sirve de pasatiempo de espera y de premio tras un buen revolcón.

  • Ya, pero la espera la guardo y el revolcón espero que se de para fumarmelo tranquilo.

En ese momento me fijo en él. Cuarenta y pocos años. 1,87 debe medir, moreno, fortote y un paquete que se le señala que explota en cualquier momento el pantalón.

Evidentemente me gusta y creo que se da cuenta, porque solo sabe tocarse y colocarse su polla en ese estrecho pantalón.

Pasan pocos minutos y comenzamos una conversación. De dónde vengo, a donde voy, y demás.

Le digo que voy hacia Pino Montano, que me queda aún trayecto y que estoy loco por llegar a casa y tumbarme. Me comenta que lo mismo y que está cansado de tantas vueltas. El sigue a lo suyo, no para de tocarse y poniéndome a mí más malo de ver cómo es ese bulto.

Me comenta que necesita mear, que le eche un vistazo al autobús. Le digo que el mismo le puede echar el vistazo pues no hace falta que se vaya lejos ya que ni hay nadie ni van a pasar. Me comenta que es verdad y no hace otra cosa que mear en la parte de la marquesina que se tapa y frente a mí. El muy cabrón, para ponerme más cachondo.

Mientras está meando está a menos de cuatro metros de mí y veo un pollón en todo su esplendor de grosor mientras chorrea el liquidito. Yo en ese momento no sé qué hacer y pienso, éste está meando frente a mí para que lo vea y yo lo voy a ver. El tarda lo suyo, se toca, me va mirando y su cara es de deseo. Yo estoy ya loco por avanzarme hacia el y comerle aquello. Su cara lo dice todo. A partir de ahí las cosas cambian.

Le quedan ya pocos minutos y el bus va a salir. Nosotros cambiamos la conversación. Ahora comienza a ser de otro tono. Lo noto en su habla. Comienza a preguntarme por mi vida. Le comento que he salido de trabajar, que llego a casa para estar solo y tumbarme y si acaso pasarmelo bien yo mismo.

El autobús arranca y en los primeros trayectos nadie sube. Me comenta que pasármelo bien solo que se trata, y le digo que hombre, uno se debe aliviar.

Este no sabía con quién estaba dando.

Me comentó:

-Aliviarte en qué sentido?

  • En deafogar tío, necesito ya después de varios días aliviarme.

  • jajaja, que bueno...¿Y en qué piensas para aliviarte?

  • Hoy voy a pensar en una buena situación e imagen de hace escasos momentos.

  • Vaya, te he servido de entretenimiento.

  • Me has servido de mucho. Una pena que no siga a más.

-¿Quién dice eso? Me dijo.

En ese momento, las piernas me temblaron y estaba ya a tope.

Estábamos llegando a los Bermejales y solo se había subido un chaval con unos cascos y se puso al fondo.

Le dije que a qué se refería. El me dijo:

Ponte de espaldas que no te vea el chaval. Mira, como tengo esto-señalando su bulto-¿Crees que hay forma de bajarlo?

Yo le contesté. Eso no se te baja en dos horas mínimo como no me cojas.

  • pues algo tienes que hacer para que me dejes bien.

  • ¿No tienes quien te espere en casa?

  • Me invento que tengo que coger el nocturno y tres horas tenemos.

Yo ya estaba deseando de llegar a mi casa, prepararme y esperar que este tío me diera buena ración.

En el trayecto seguimos hablando, calentándonos más. Por suerte, apenas se subieron viajeros y desde San Jerónimo a mi parada, que era la última, fuimos solos. Ahí me di cuenta que este tío necesitaba buena boca.

Llegamos a mi parada. Le di mi teléfono y mi dirección. Me dijo. Llevo el bus a cocheras y en 20 minutos estoy ahí, a ver cómo te portas.

Llegué a casa caliente como una perra, me duché y me puse cómodo. Puse la habitación con dos velas e intimidad a esperar que llegara. Pensándolo bien me dije que habría tenido un calentón y que no vendría cuando escucho el telefonillo.

-¿Si?

-abreme, que ya estoy.

El tío se presentó con su uniforme. Camisa blanca con tres botones desabrochados, brazos fuertes de agarrar el volante y el pantalón gris le iba a estallar.

-Tío, tengo tres horas pero quiero pasarlo de lujo.

-pasa a la habitación y no hagas nada.

Le hice pasar, cerré todo, puse algo de música, llevé algo de beber y en la habitación lo primero que hice fue darle un morreo y cogerle la polla.

-desde que te vi mear quería tener esto.

-y yo dártelo.

Nos echamos en la cama y comencé a desnudarlo. Si me dicen ese día que me voy a tirar a un tío así no me lo creo. El pecho era fuerte con vello y duro. No paraba de comérmelo. Le encantaba que le rozará los pezones. Así estuve tiempo, entre su pecho y su boca cuando decidí ir hacia abajo. El botón del pantalón le iba a estallar. Comencé a morderle por encima, notando como aquello estaba como una roca. Le quite el pantalón. El tío en calzoncillos estaba para que uno se corriera sólo de verlo. Las piernas eran fuertes y los calzoncillos eran blancos resaltando todo su obús.

Le mordí la polla y le bajé la tela y me metí aquello en la boca como pude. Más de media hora me llevé comiéndosela sin parar, no podía dejar de disfrutar de aquello. Valiente nabo.

Seguí hacia arriba y nos besamos de nuevo. El me tocaba y comenzó a indagar por mi culo. Fui directo y le dije, ¿Quieres meterla?

Su cara lo dijo todo. Estaba deseando.

Comenzó a comerme el culo que por poco me corro. Metió un dedo, luego dos hasta que me dijo que ya estaba preparado. En posición de que yo le viera la cara comenzó a metermela y del tirón hasta el fondo. Este tío sabía follar. Su cara mientras empujaba era bonita, de placer, de gusto. A este le iba esta marcha y yo no me iba a escapar.

Me puso de todas las posiciones que había. Se paraba para no correrse, frente al espejo, de espalda, boca arriba. Yo estaba deseoso de que se corriera pero necesitaba tenerlo más. Sus huevos no dejaban de chocar hasta que me dijo que se corría. El comenzó a pajearme para corrernos a la vez. Los gemidos eran fuertes, el sudor, la calor y la pasión no se acababa.

Cuando se corrió, fui corriendo a comérsela. Sabía que eso le iba dejar KO. Su cara lo decía todo, no aguantaba, le daba cosquillas y un placer que no se lo explicaba. Sabía bien lo que le tenía que hacer.

Tras unos minutos, comenzó a vestirse para marcharse. Me comentó que estuvo de lujo todo, que estaba casado y que esto era la primera vez que lo hacía. Que se puso caliente en el autobús.

Le dije que no se preocupara, que iba a ser todo muy discreto. Teníamos los teléfonos y que sin problema repetiamos.

Desde aquel día, mi chófer me pone bien cachondo. Me manda fotos de su polla y yo videos de cómo me toco el culo. Me comentó que le iban las fantasías y que yo se las hiciera.

Mantenemos esto en secreto y de vez en cuando, le dejo los 22 cm bien limpio.

Espero que os guste este primer relato. Saludos.