Con Cristina en un aparcamiento

Continúa la serie de Sebas y Cristina, cada vez más caliente, han llegado a un balneario de aguas termales.

Soy Sebas M, os voy a relatar una nueva experiencia con Cristina, si habéis seguido mis relatos anteriores ya nos conocéis un poco.

Ambos llegamos a un balneario que yo conozco muy bien porque lo suelo visitar habitualmente con alguna amiga, por lo que comprobé, no era la primera vez que Cristina iba a ese lugar.

Estacioné el coche en el aparcamiento público que hay en la misma puerta. Antes de bajar del vehículo, abroché mis pantalones y sentía como mi polla recién corrida se volvía a endurecer, miré a Cristina que se estaba pintando los labios aprovechando el espejo retrovisor.

Guardó el pintalabios en su bolso, y sin mirarme, cogió mi mano derecha, abrió las piernas hasta que la minifalda ascendió y quedó al aire su majestuoso coño totalmente depilado. Llevó mi mano directamente hasta su entrepierna y me susurró al oído:

  • Haz que me corra.

Deposité la palma de la mano sobre el coño, lo presioné e inicié movimientos circulares alternando con otros de arriba abajo, el dedo corazón se separaba del resto de de dedos par aumentar la presión sobre su clítoris y el resto de la vagina.

Por un momento me desconcentré pensando en que alguien nos podría ver, estábamos en un aparcamiento público.

  • No pares¡¡ Sigue¡¡¡ Exclamó entre susurros Cristina.

Aumenté el  ritmo de la masturbación , mi mano estaba empapada de flujo, Cristina estiró la piernas al máximo y las cruzó para notar más presión, se estaba retorciendo en el asiento del acompañante.

Me corro, me corro, me corro, ah ah ah ah ah

Se quedó inmóvil y abrió las piernas,  y seguí acariciando su coño húmedo, abierto e inflamado con mucha suavidad y muy despacio.

Resopló profundamente, cogió mi mano y la besó.

Se acercó a mi oído, y me dijo:

Muchas gracias.