Con Cristina camino del balneario.

Después de un primer encuentro en el que Cristina le comió la polla a Sebas como pocas veces se lo habían hecho. Él la invito a pasar una tarde en un balneario cercano a Segovia.

Antonio había quedado esa mañana con unos compañeros del club ciclista para hacer unos kilómetros. No se le quitaba de la cabeza la mamada que había recibido de Cristina la tarde anterior. Sentía su polla muy dura, como podréis entender, eso es muy incómodo si vas montado en una bicicleta de carretera con un culotte ajustado.

Propuso a sus compañeros que parasen para tomar un café en un bar a la orilla de la carretera, éstos se extrañaron pero accedieron al decirles Antonio que no había desayunado bien y necesitaba tomar algo.

Fue directo al baño del local, impacientemente se bajó los tirantes del pantalón  ciclista, se cogió la polla y se hizo una paja de urgencia, necesitaba aliviar a sus huevos de tal presión para poder continuar la marcha. Se lavó las manos y cogió el móvil:

  • Hola Cristina, te invito esta tarde a un sitio especial, solo necesitas una toalla.

Ella contestó inmediatamente.

  • Uyyy, dónde me quieres llevar?.

  • Vamos a un balneario de aguas termales, a qué hora te recojo?

  • Estás muy seguro de que te voy a decir que sí.

  • Sé que vas a venir.

  • Por supuesto, todavía tengo el sabor de tu polla en mi boca y me encanta. A partir de las cuatro, cuando quieras.

A las cuatro y media Sebas recogió a Cristina, que lo esperaba en la puerta de su casa. Llevaba puesta una minifalda y una camiseta de tirantes negra. Subió al coche y miró a Antonio sonriendo y mordiéndose el labio inferior. Cuando no había recorrido ni 100 metros se detuvieron en un semáforo en rojo. Cristina cogió la mano derecha de Antonio y la situó entre sus muslos. Sebas fue acercando la mano hasta el coño de ella, el semáforo de puso verde justo cuando lo estaba rozando con el dedo meñique. Por supuesto, no llevaba bragas.

Al entrar en la autovía, Cristina se quitó el cinturón de seguridad, palpó el paquete de Sebas, tiró el chicle que llevaba por la ventanilla, le desabrochó el pantalón y le sacó la polla. Sin dudar un segundo se lanzó a succionarla con ansia, con hambre, con fuerza. Alternaba fases en las que la introducía hasta la garganta con otras de pajearla con la mano, Sebas tenía  dificultades para mantener la atención en la conducción, viajaban a una velocidad muy baja, algunos vehículos les había pitado al adelantarles.

Cristina apretó  la polla con más fuerza y aumentó el ritmo de la masturbación, Antonio la avisó que se iba a correr, y ella rodeó la polla con su boca, apretando fuerte con los labios, sin dejar salir fuera ni una gota de semen. Se lo tragó todo.

Volvió a ponerse el cinturón de seguridad, sacó un botellín de agua del bolso y bebió un trago.

-¿Queda mucho para llegar?. Preguntó.