Con Carlos

Carlos me había destrozado la noche anterior, fue tal la conmoción que me causó semejante cogida que inconcientemente me comportaba ya como mujer, su mujer

Nerviosismo; después de tantas cosas vividas, es increíble lo mucho que estaba temblando mientras hacía la maleta para irme al motel donde me encontraría con Carlos

A mis 23 años me considero una chica tv linda y atractiva, 1.70, piel blanca, delgada, muy buen trasero y piernas que lucen muy femenincas y excitantes en tacones y falda.

En fin, actualmente vivo sola en la ciudad de México, me mudé aquí hace 2 años y hace 1 año retomé el vicio de vestirme de mujer aunque realmente nunca supe lo que era sentirse mujer hasta el día en que Carlos me hizo sobre la cama lo que se le hace a una verdadera mujer, la historia que viene a continuación ocurrió hace aprox 6 meses.

Tras armarme de valor para comprar algo de ropa y algunos accesorios (peluca, prótesis, maquillaje, tacones, perfume, etc) en la zona rosa de la Ciudad de México, empezaron los días de transformarme en Susana prácticamente a diario. Tras la experiencia de salir a comprar mis cosas entendí realmente lo caro que es para las chicas como yo el lograr una apariencia femenina, tanto por el tiempo como por el dinero, quizás por ello tardé algunos meses en atreverme en quedar con un hombre: por el hecho de invertirle tanto.

Empecé a subir fotos a facebook con la esperanza de atraer hombres: me compre una bata de raso, unos tacones preciosos, una blusa sin mangas ajustadita y otra de manga larga más suelta, un bra y unas panties a juego, una peluca larga y rizada y maquillaje en tonos claros como mi piel, todo en rosa. Pronto tuve infinidad de solicitudes de amistad que aún ahora no termino de contar, también recibí muchos mensajes por el chat pero la verdad ninguno me convencía. Con alguno tuve momentos de inspiración pero no pasaba de enviarnos un par de fotos.

Hasta que llegó Carlos.

Parece gracioso porque estaba harta de lo radicales que pueden ser los hombres: o quieren todo para dentro de una hora (con lo que nos cuesta arreglarnos, chicas!) o simplemente no saben ni como entablar una conversación. Y justo en esos días de hartazgo Recibí la invitación de Carlos, la cual acepté tras ver que aunque no tenía foto de perfil, en su muro había algunas fotos de él: hombre recio, como de 1.80, con panza pero no tanto (dad bod), moreno, barba de candado, peludo de todos lados y realmente feo, la clase de hombres que ahora sé que me vuelven loca.

Pensé que sería el típico padre de familia sordeado que solo quiere un par de fotos, pero al día siguiente de haber aceptado su solicitud me envió una foto de lo que creí que sería su miembro debajo del bóxer. Siguiéndole el juego le envié algunas mías. Pronto entablamos una conversación y se mostró muy atento. Atento pero directo, justo lo que estaba buscando.

Me hacía reír con sus ocurrencias y eso, junto con el trato que me daba me ponía muy cachonda. Había algo en su trato, entre franqueza y delicadeza que me hacía sentir tan femenina, al punto de sentirme como su novia sin siquiera estar vestida. Me llegó a enseñar una foto de él con su hija, que tendría unos 6 años, me dijo que le costaba mucho criarla desde que enviudó y juro que sentí que me afloró el instinto materno. Llegué a masturbarme dos o tres veces al día pensando en él y en las cosas que me escribía que me haría; finalmente llegó el fin de semana en que ambos podíamos quedar (él es policía y de ahí que nuestros horarios no coincidieran).

El lugar sería el Park Villa, resultó ser un lugar muy bonito por dentro. Quedamos a las 9 aunque yo llegué a las 6 para estar lista. Mientras hacía la maleta no podía pensar, estaba temblando, este hombre realmente me estaba poniendo muy caliente. No sólo confiaba en él, quería tener sexo con él, quería gustarle, que me tomara tal como soy, quería agradarle y darle placer, quería que me borrara todas mis dudas acerca de querer ser mujer y que me enseñara como es que me deben de hacer el amor para ser mujer.

Llegué al hotel y me quedé con la boca abierta, muebles antiquísimos pero muy bien cuidados, iluminado tenuemente y varios espejos volteando hacía la cama: para la luna de miel perfecta pensé yo. Era un lugar con clase, discreto y muy íntimo para parejas.

Inicié mi transformación: me depilé completa, desde las axilas hasta el área genital y el ano, completamente lisa, me hice una lavativa. Después me puse mi peluca castaña de rizos, me embonaba a la perfección. Me maquillé con tonos de rosa suave y sombra en los ojos, finalmente un labial rosa muy juvenil que se me hace muy sexy. Me vestí con un panties y brassier a juego rosas, encima una faldita rosa muy ajustada a la altura de mis muslos, una blusa semi holgada y mis prótesis. Finalmente me puse mis tacones y listo, me miré en el espejo y casi lloro, me veía hermosa. Le escribí para decirle que ya estaba lista y que podía llegar en cualquier momento, me dio risa que en 15 min ya estaba en la recepción (lo cual para ser el DF es muy rápido). Cuando subió yo estaba temblando, no podía creer lo que estaba haciendo: me iba a entregar a un hombre.

Tocó la puerta, con mi voz más femenina le dije que esperara, retiré el seguro de la puerta y corrí a la ventana, dándole la espalda. Al correr el ruido de mis tacones me produjo una excitación que pronto desapareció al oír la puerta abrirse. El entendió y entró. Sentí su presencia, la tranquilidad con la que se me acercó contrastaba insoportablemente con la inquietud de todo mi cuerpo, como un león acorralando a su presa.

Carlos – Hola nena (el “nena” hizo que me sintiera del tamaño de una nuez, me dí cuenta de que al ser de clóset, nunca nadie me había hablado así en persona).

Susana – (…)

Carlos – Estás bien?

Susana – (…)

Por fin tocó mis hombros y la firmeza de su tacto me hizo dejar de temblar, me volteé mirando hacia el suelo esperando gustarle y echa un manojo de nervios. Él sonrió al verme y nunca se me borrará de la mente su cara de asombro.

Carlos – Estás preciosa…

Susana - …hola

Carlos – Ja ja ja, estás nerviosa chiquita?? Si quieres me voy… o si quieres vamos a platicar solamente, que guapa estás

Susana – (…) … No sólo… no sé, te gusto? (creo que ya le había agarrado al tono de voz)

Carlos – Ya te miraste? Estás preciosa!.. mira ven nos traje algo

Había traído cervezas y caribes, carajo me había leído la mente.

Estuvimos platicando un rato, tenía 44 años, era viudo y se dedicaba enteramente a su hija de 6 años. Eso me enterneció y me hizo entrar en confianza, nos sentamos en la cama y de pronto entre la práctica y las primeras caribes el nerviosismo se fue. Algo cambió, de repente lo escuchaba hablar y por dentro ardía de deseo, lo miraba a los labios, cruzaba la pierna, me ponía derecha y jugaba con mi cabello discretamente. Este hombre sacaba mi lado femenino de la forma más natural, ni siquiera tenía que actuar. Sólo tenía que ser yo misma y hacer lo que sentía, y en eso momento sentía que quería ponerme de rodillas y darle la mamada que mi hombre se merecía mientras hablaba.

Pronto calló y nuevamente leyó mis pensamientos, puso esa sonrisa torcida ingrata que aunque no quiera me derrite las piernas y me planto un beso: decidido, fuerte pero delicado, un beso de un hombre. Yo solo abrí mi boquita pintada de rosita y recibí sus labios y su lengua que empezaban a juguetear con la mía.

Se tomaba su tiempo, no corría. Cualquier señal de masculinidad o de nerviosismo en mí había desaparecido por completo, ahora era una chica de 23 años bien maquillada y bien buena, vestida sexy en un cuarto de un hotel siendo besada por el hombre que estaba a punto de ponerme en mi lugar, el hombre maduro que se encargaría de terminar de convertirme en una señorita… o más bien en una mujer bien cogida, bien empalada como debe ser una hembra.

Me acariciaba las piernas y sentir ese tacto termino por ponerme una sonrisa en el rostro mientras lo separaba de mí y le lancé una mirada llena de lujuría, me hinqué yo solita mirándolo a los ojos y empecé a desabrochar su pantalón.

Es cierto que las chicas somos bien hipócritas, hacía unos minutos era un manojo de nervios y pronto ya me estaba hincando yo solita ansiosa por engullir ese trozo de carne caliente. Nos encanta que nos traten como unas princesas en la calle pero en la cama necesitamos un macho dominante, alguien que lleve las riendas y nos sepa hacer a su antojo, y yo tenía a un semental de esos para mí solita.

Le quité los pantalones y vi ese animal, flácido aún pero 16 cm de largo aprox y un grueso de entre 4 y 5 cm. La verdad en algún momento pasó por mi cabeza el dolor pero me hice la que la virgen me hablaba y comencé a lamer todo ese paquete.

Le pasé mi lengua de arriba abajo, por sus bolas y cuando me lo iba a meter la cabeza en mi boquita, noté que ya estaba todo empalado y serían unos 19 cm. Me quedé atónita pero equis, ya luego vería como acomodar ese animalón en mis entrañas.

Estuve así unos 10 minutos hasta que me tomó de los brazos, me paró, me volteó y quedé recargada en una silla, con mi trasero al aire, sabía lo que quería.

Me subió la falda, me bajo los calzones y se fue directo sobre mi depilado ano. “Dios mío” pensé, “porque carajo no hice esto antes???”, paso su lengua por todo mi ano y luego lo empezó a mater. Ahí, justo ahí, en un cuarto de hotel, vestida de mujer en tacones, maquillada, perfumada, empinada, con la falda subida y los calzones abajo y con un hombre metiéndome su lengua en mi ano emití mis primeros gemidos de mujer, tan natural que casi me espanto y eso al parecer lo excitó también.

Mis gemidos aumentaron, lo tome de la cabeza para acercarlo a mis nalguitas, me encantaba eso, en serio me fascinaba, estaba viendo estrellitas. Luego gire mi cabeza hacia la puerta y nos vi en el espejo de ésta. Quería llorar con lo que vi, vi a una señorita siendo comida por su novio como dios manda. Noté que a pesar del a excitación, no tenía erección alguna, de hecho mis bolitas se había contraído y mi pené parecía un pezón más, alado del de Carlos el mío era prácticamente un clítoris, sentí pena por el pero me sentí muy agradecida.

Después de un rato de estar gimiendo como loquita y de ver a mis ancestros se separé, me dio una nalgada y me dijo ven. Se paró e inmediatamente lo besé, ahora era yo la que lo besaba, eché mis brazos a su nuca y quedé colgada de él. Tenía las emociones a flor de piel, pude sentir su bigote y su barba de candado, me volvía loca, el me sujetaba el trasero y me levantaba un poco, a pesar de traer tacones él era más alto que yo.

Me puso en 4 sobre la cama y yo naturalmente arquee mi espalda, ofreciéndome completa, el sacó el lubricante y me untó. Casi me vengo al ver como se quitaba los pantalones y me dejaba ver toda esa vergota que estaba a punto de profanarme, mancillarme. Se untó lubricanteen el pene que estaba rígido como una piedra y empezó.

Lo hizo despacio, me penetro suavemente y sí hubo dolor pero la verdad lo soporté muy bien, con lo mega excitada que estaba hasta me gustó el dolorcito. Gemía mientras avanzaba, tardo como un minuto en metérmela toda, cuando sentí sus bolas entre mi ano y mis bolas, lo supe: Estaba totalmente ensartada.

Me tomó de las caderas, de las nalgas y me acariciaba la espalda, yo sumí la cara entre las almohadas y el empezó a bombearme.

Pronto sentí como todo mi cuerpecito se agitaba al ritmo de sus embestidas mis pechos falsos, mis nalgas, mi cabello, mis brazos, toda yo.

Me metía y me sacaba la mitad, yo ya gritaba de placer, mis jadeos iban al compás de sus embestidas, esa lanza gruesa sometiéndome y masajeando las paredes mi ano, convirtiéndome, dominándome, casi humillándome al compás de su ritmo. Literalmente me estaba llevando la verga.

Me vi en el espejo del tocador y tanto me excité que mi pequeño pene empezó a tirar líquido preseminal. Ahora sus embestidas eran más fuertes, me estaba taladrando completa y se escuchaba el plaff, plaff, plaff, plafff, plaff

Susana – (gemidos) (chillidos de loca), ay, ay, ay!, ay!!, aay!  (jadeos) (gemidos) si!..si!! ssssiiiiiii!

Carlos – Que apretadita estás Susie!!!

Susa – ayY!! Sii!! Ajhm ahjm!!! (pegaba gemidos más fuertes y seguidos) te gusta?? Te gusta mi culo????

Mi hombre era de pocas palabras, sólo decía lo necesario, eso me mega excitaba.

Me aferraba a las sábanas. Chillaba, gemía, jadeaba, gritaba, aullaba. Él tomaba mi espalda, mi cuello, no dejaba de moverse, me estaba metiendo esos 19 cm sin piedad. Me estaba partiendo a la mitad a su antojo, así estuvimos unos 20 minutos que se me hicieron eternos.

Me la sacó despacito, me puso boca arriba y me puso una almohada debajo de mi cintura. Me puso más lubricante y me tomó con un brazo de mi tobillo derecho con el otro me agarro directo del tacón, se acomodó entre mis piernas y me empezó a penetrar así. La imagen de ver mis piernas en v con mi hombre en medio bombeándome su hombría en el culo con frenesí me hizo tener lo que después supe que era un orgasmo anal, empecé a contraer el esfínter y al parecer Carlos lo notó porque bufó y bajo sus manos hasta mis muslos, me puso mis rodillas a la altura de mi rostro y me la encajó, sentí que la punta de su verga me llegaba a la garganta, sin misericordia me empezó a coger como si fuera la puta más abierta del mundo.

Me empezó a zangolotear como si fuera un juguete, me tomó de la cintura y me empezó a atraer hacía el en cada embestida a la vez que con un movimiento de cadera hacía él más profunda la penetración, me estaba tomando como si fuera un objeto y me daba con todo. Mis piernas volaban en el aire como mosquitos, se agitaban tanto que pensé que me iba a quebrar una rodilla o algo así, parecía su juguete. Fue ahí que me sentí finalmente tan mujer, tan femenina.

En el cuarto solo se escuchaban mis gritos, gemidos y jadeos junto con el sonido de su pelvis ya sudada con mis tiernas nalguitas.

Plaff plaff, ayy ayy!!! Sii!!! Amor!!! Sii!! Que rico!!! Amor!!!! Aghghghhhhh ay si ¡! Ahjm ajhm!!! Siii!! Cojeme!! Cooj… cojeemeeeeee!!! plaff plaff plaff plaf plaf plaf dámela toda!!!! Ayy!! Plaff plaf  .. Que rico!!! Si!!! Ay siI!!!

Me imagino que todo el hotel me ecuchó. Me estaba cogiendo como un lobo se cogería a una conejita. Lo miré a la cara, acaricié su cara y su pecho, volteé hacia abajo para ver la penetración y mi ano que ya parecía una vagina de lo abierto que me lo estaba dejando. Yo estaba completamente vestida salvo por un tacón que en algún momento de la cogida salió volando.

Lo ví a los ojos, pude ver mi carita de cordero reflejada en ellos, pude ver su lujuria de estarme poseyendo.

Estuvimos asi como 20 minutos hasta que sentí que aumentaba la velicidad de sus embestidas, con una embestida profunda final sentí como me iba llenando de su semen, literalmente sentí su semen directo en mi estomago. Sentí su semilla depositada en lo más profundo de mí, tenía su néctar en mis entrañas. Me sentí muy  nena, fértil, dócil, protegida, querida.

Se tiró alado de mi y yo me quedé unos instantes jadeando exhausta boca arriba, no podía ni moverme, estaba en shock. “Así deben de sentirse las novias en su noche de bodas”, me sentía exhausta y enamorada aunque no podía moverme.

Cuando me repuse, me acurruqué en el pecho de mi amante, de mi hombre. Estuvimos así por otros 15 minutos hasta que de tanto que había chocado su pene con mi vejiga, me dieron ganas de ir al baño. Me paré y tambaleando me dirigí hacia el baño, sentía las piernas de agua, su semen escurriendo mis nalgas, muslos y piernas, la falda desacomodada y la blusa también, el pelo enmarañado y el maquillaje corrido, era un desastre.

Fue tal la conmoción, la impresión que me había causado la semejante cogida que me acababan de dar, que inconscientemente me senté para hacer pipí. Ese era mi lugar, porque me acababan  de hacer mujercita y muy fuertemente, me habían arrancado cualquier señal de masculinidad y me habían puesto en mi lugar, tenía muy clarito que mis formas eran las de una señorita.

Me arreglé el maquillaje, el cabello, me puse mi bata de raso y salí al encuentro con mi amante,  él estaba acostado y había prendido la tele. Cuando me vió me indicó que me acostara con él. Después de un rato se metió a bañar y luego lo hice yo, volví a ponerme mi bata de raso, un maquillaje mucho más discreto (sin delinearme los ojos).

Al salir me volví a acostar con él y me quedé profundamente dormida, mi culo quería más de su verga pero yo estaba exhausta y mi cuerpecito no podía soportar otra cogida así. A eso de las 4 am el se fue, no sin antes estarnos acariciando un rato y empalarse otra vez, pero le supliqué que me dejara respirar, que su nena no estaba preparada para otra cogida así. El muy caballeroso me dijo que no había problema, amablemente se despidió de mi con un beso y me dejó ahí acostadita, le di mi número y quedamos de vernos dentro de 1 semana, no pasó un minuto y me quedé profundamente dormida.

Al día siguiente amanecí y al notar que él no estaba sentí un vacío inmenso, Me había vuelto loca por ese hombre. Fui al baño, y me vi el ano muy rosado y abierto, le tomé una foto así y se la mandé. Le escribí “Creo que nunca se volverá a cerrar mi amor, jejeje saludos de tu nena que tengas un gran día”.

Me sentí tremendamente decidida, Carlos me había destrozado completamente la noche anterior.  Había quedado prendada a él enamorada de él, volteé a ver la cama, nuestra cama, la cama donde me convirtió en mujer, donde me sometió y me arranco gritos de placer por horas.

Me tiré sobre las sábanas feliz y contenta porque aún olía a él, quería ser su mujer, hacerle el desayuno, conocer a su hija, ser su esposa y darle amor todas las noches.

Lo que pasó después en el  próximo relato..

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