Con Aurora en la mazmorra - Parte 2
Continua la primera sesión en mazmorra con mi sumisa Aurora. Esta vez probara la cruz y las posibilidades que ofrece. Relato 100% real
Este no es un relato ficticio sino la experiencia vivida con mi sumisa Aurora. Los nombres se han cambiado por motivos de privacidad.
Solté las ataduras que unían a Aurora a la polea. Trastabilló manteniéndose en pie a duras penas para colocarse en postura de espera. La acaricié el pelo con dulzura haciéndola ronronear dejándola unos instantes para reponerse.
Sujeté la correa a la hebilla de su collar para llevarla al que sería su destino siguiente que tanto la había impresionado, la cruz.
Una vez atada y libre de la correa me dispuse a aplicarle otro de mis castigos predilectos con la vara en sus grandes pechos. Ella veía como acercaba el instrumento y temblaba, pero no dijo nada y mantuvo sumisamente la cabeza mirando al suelo.
El primer golpe fue suave, pero impactó en ambos pezones haciendo que Aurora se mordiera el labio ahogando un grito, inmediatamente dijo:
-Uno mi señor, gracias mi señor.
Me complacía mucho verla obedeciendo las directrices que le había marcado, así que continué el castigo descargando metódicamente un golpe tras otro hasta que al llegar a los treinta no resistió más y empezó a gritar desgarradoramente.
-AGGGGHH!!! Treinta y dos mi señor, gracias mi señor!!
No me gusta centrarme en una sola zona ni ceñirme a un único instrumento así que queriendo darle un breve respiro sin que dejara de sentirse sometida deje la vara sustituyéndola por un pequeño y morboso juguete llamado rueda de Wartenberg, una rueda de aspecto similar a una espuela erizada de pinchos. Aplicada en zonas de piel fina puede ser muy molesta.
La rueda inició su recorrido en la muñeca izquierda de Aurora bajando por el brazo, la axila y la cadera hasta terminar en el tobillo. Su cuerpo se tensaba por el dolor, pero también por el placer como evidenciaba el brillo de los flujos cada vez mas abundantes en su entrepierna.
Repetí el proceso en su otra muñeca y ella se tensó más. Esta vez jadeaba con su respiración acelerándose por momentos hasta que de sus labios brotó un susurro.
-Tóqueme amo por favor, lo necesito.
Me encanta oírla suplicar así que accedo a sus ruegos. Humedezco uno de mis dedos mientras el otro empieza a masajear su clítoris. Los jadeos aumentan mientras la masturbo lentamente, quiero torturarla haciendo que su calentura aumente. Ella lo sabe y se deja llevar disfrutando del contacto con mis dedos.
Sus pezones están muy sensibles tras la tortura con las pinzas, por lo que al sentir mi dedo húmedo acariciándolos sufre un sobresalto acompañado de un profundo gemido, su vagina es un manantial que no deja de rezumar flujos. Mi dedo pulgar continua con el masaje mientras introduzco dos dedos en su interior doblándolos hasta tocar su punto G.
-Mmm si mi señor toque a su perrita, soy suya.
Mi propia excitación va en aumento, pero aun no quiero tomarla, disfruto con su placer acelerando el ritmo de penetración hasta que estalla en un ruidoso orgasmo. Todo su cuerpo se agita dejándose caer sostenida por las ataduras. Sigo masturbándola unos instantes más para evitar que baje su calentura y entonces saco los dedos acercándolos a su boca.
-Gracias mi amo- Responde mirándome a los ojos con una sonrisa y chupando golosamente los dedos probando su propio sabor.
Sin mediar palabra beso su mejilla. Quiero continuar con su castigo antes de disfrutar de su cuerpo así que tomo de la mesa el flogger de esferas metálicas. Es una herramienta dura pero que disfruto con su uso y que se que Aurora puede resistir.
Abierta de piernas como está no puede evitar que las esferas golpeen su sensible vagina, los gritos no se hacen esperar, pero ella obediente y sumisa cuenta los golpes a pesar del evidente dolor. Me deleito con sus gritos y suplicas sin cesar el castigo. Cuando considero que ha sido suficiente me detengo a ver mi obra, toda su entrepierna esta rojiza con pequeñas marcas redondas. Aurora gime y jadea, pero no quiere que me detenga.
-Bien perra, me gusta que hayas aprendido como debe de ser una sumisa, veamos como reaccionas a lo siguiente que tengo para ti.
En la mesa he depositado dos pinzas de mariposa especiales: Sujetas a un tornillo dentro de una estructura metálica a medida que va girándose este las pinzas estiran lentamente los pezones apretándolos al unisonó, una tortura lenta y cruel.
Los pezones de Aurora están ya muy sensibles y ella no puede menos que gritar al sentir la mordida de las pinzas. Giro poco a poco el tornillo para mantenerlas fijas para después colocarle un dispositivo vibrador en el culo. Combinando dolor y placer ella terminara relacionando lo uno con lo otro indivisiblemente.
Pongo el aparato en marcha y sus jadeos no se hacen esperar. Su ano no está aun bien entrenado, pero si es muy sensible a la estimulación. Mientras el vibrador hace su trabajo lentamente doy vueltas a los tornillos. La presión y la tensión aumentan en los pezones de Aurora que gime cada vez mas intensamente pero no se atreve a decirme nada por miedo al castigo.
-Ahhhh mmmmmm. - Son los únicos sonidos que salen de su boca y pretendo que aumenten de volumen.
Acelero el vibrador mientras sigo girando los tornillos. Los pezones de Aurora ya de por si grandes se estiran hasta triplicar su longitud habitual mientras la presión hace que la sangre los abandone.
Los gemidos son cada vez mas lastimeros. El dolor le esta ganando al placer y no puedo permitir que eso ocurra. Meto mi mano entre sus piernas y vuelvo a masturbarla con frenesí. Ahora sus gemidos vuelven a oírse como de placer y noto como un nuevo orgasmo está a las puertas.
-MMMMMM!!! ¡¡¡Mi señor!!! ¡¡Siiiii!! ¡¡¡Haga correrse a esta perra!!!
Es el momento que he estado esperando. Subo el vibrador a su máxima intensidad y giro con rapidez los tornillos. El dolor es muy intenso, pero a ella esta vez le provoca un orgasmo tal que parece que vaya a arrancar las ataduras por la fuerza que se sacude su cuerpo.
Queda exhausta y derrotada ante mí, respirando agitadamente y al borde del desfallecimiento. Retiro las pinzas y el vibrador y me quedo frente a ella contemplándola. Se ve hermosa como una obra de arte recién finalizada.
-Mi… Señor, por favor… tómeme ya. Penetre a su perra.
El ofrecimiento me resulta muy grato y dada mi excitación considero que ya es el momento de gozar de Aurora
Continuara…
Gracias por leer esta historia. Agradeceré cualquier comentario, valoración o mensaje.