Con Aurora en la mazmorra - Parte 1

Primera vez en la mazmorra con mi sumisa Aurora. Un relato completamente real.

Este no es un relato ficticio sino la experiencia vivida con mi sumisa Aurora. Los nombres se han cambiado por motivos de privacidad.

Sus brazos se sostienen en alto sujetos firmemente a la polea del techo. Su cuerpo tiembla de nervios y anticipación. Sus pequeños pies descalzos se mantienen de puntillas para evitar que su ancho cuerpo aun cubierto por un vestido cuelgue de las ataduras.

Tengo a mi sumisa Aurora frente a mi por primera vez en una mazmorra. Hace ya dos meses que empezamos nuestra relación Amo-sumisa y aunque hemos tenido varias sesiones esta será la primera vez que se vea sometida y domada en un entorno apropiado para ello.

Mi mano empieza a recorrer su voluptuoso cuerpo provocándola pequeños respingos y suspiros de agitación. Sabe lo que viene ahora. Siempre el mismo ritual, la misma preparación.

-Preparada perra? - No necesito escuchar su respuesta afirmativa. Se que lo está, siempre está dispuesta. Pero ella debe responder.

-Si mi señor- Contesta con solo un hilo de voz

Acerco hacia ella el collar. Se desliza suavemente por su cuello hasta que cierro la hebilla atrapándolo. El cierre marca el inicio de la sesión, su nombre ya no es Pilar, ahora es Aurora, mi perra sumisa.

Continuo con el examen acariciando la vestimenta que lleva puesta según mis indicaciones. Al volver a situarme tras su espalda sin previo aviso mis manos lo desgarran sin compasión, un corto gemido atraviesa su garganta. Su espalda y su culo quedan expuestos ante mí.

Me deleito viendo su cuerpo semidesnudo con jirones del vestido aun colgando de sus hombros. Me acerco a su sujetador aplicándole el mismo tratamiento, la tira se rompe fácilmente en mis manos. Desciendo por su espalda acelerando sus jadeos para acabar igualmente con la exigua protección que la ofrecen sus bragas. Ahora Aurora esta expuesta completamente para mi y el castigo que la espera.

-Y ahora perra…- Dejo la frase sin terminar deliberadamente para que ella sea quien la complete. Me conoce y si dudar contesta:

-Azóteme mi señor, mi dueño.

Me gusta que las sesiones discurran progresivamente. Escojo un flogger de cuero corto para iniciar el castigo. Las lenguas comienzan mordiendo el espléndido culo de Aurora, los gritos no se hacen esperar.

-Pero que es esto perra!? ¡¡Que te he dicho que debes hacer cuando te azote!!

-Perdón mi amo, no lo volveré a hacer.

Inicio de nuevo el castigo, ahora en la espalda para castigar su descuido. Esta vez Aurora responde como debe.

-Uno mi señor. Gracias. Dos mi señor. Gracias.

Satisfecho por su respuesta continuo el castigo hasta llegar a los veinte azotes. Entonces me coloco frente a ella. La tomo de la barbilla alzándola para que su mirada se cruce con la mía.

Sus ojos están húmedos por las lágrimas, pero irradian deseo. La beso y ella me lo devuelve con ansia, suplicando más. Mientras gozo de sus labios mis manos arrancan los últimos jirones de su maltrecha ropa dejándola completamente desnuda para su amo. Me despego de ella y percibo en su mirada un deje de frustración, no quiere que el placer se detenga.

Ignorando su muda suplica me acerco a la mesa donde tengo los instrumentos, la examino por unos momentos para luego mostrarla una pareja de pinzas de mariposa y una pinza de clítoris. Aurora se muerde el labio pero baja la mirada sumisamente mostrando de nuevo su conformidad.

La primera pinza muerde el pezón derecho de Aurora, ella está a punto de gritar, pero logra ahogar el grito en mitad de su garganta manteniéndose igualmente estoica cuando la segunda pinza muerde en su pezón izquierdo.

Me siento levemente frustrado por no haber conseguido un grito, así que aprovechando que tiene los ojos cerrados intentando aguantar el dolor de sus pezones me agacho para colocar la pinza en el clítoris.

-AAAARGH!!!!!- Su cuerpo se tensa mientras el gemido desgarra el aire. Colocándome tras ella sujeto las pinzas de mariposa. Tiro de ellas aumentando la presión sobre sus maltrechos pezones.

-AHHHHH!!! AAAAHHHHH!!! En su voz se siente ese punto de desesperación que tanto me gusta.

Estiro más las pinzas hasta que veo como las lagrimas empiezan a mezclarse con el maquillaje de su rostro. Las retiro suavemente dejándola descansar. Su cuerpo cuelga derrotado de la polea.

-Gracias mi señor- Susurra

-No me las des aun perra. Aun no he terminado contigo.

Traigo el látigo de cuero largo, blanco y negro, mi preferido. Me encanta su sonido al restallar y como se enrolla alrededor de su cuerpo. A pesar de ello me gusta emplearlo con golpes precisos de la punta causando marcas finas en la piel.

Realizo unos pocos golpes al aire para recuperar la flexibilidad del látigo. Aurora al oírlos se echa a temblar, sabe de lo que es capaz.

-Piedad amo!!! ¡¡¡Por favor!!!- A pesar de sus súplicas me dispongo para castigarla. Lo único que puede detenerme es su palabra de seguridad, y se que aun esta lejos de pensar en utilizarla.

El látigo surca el aire con un silbido y golpea en la parte intermedia de sus caderas dejando una fina línea rojiza. Aurora se estremece como poseída gritando:

-AAAAGHHHH. AHHHH!!! ¡¡¡Duele mi señor!!! ¡¡¡Piedad de esta perra!!!

-¡¡¡¡No te lo voy a repetir perra, cuenta los golpes o tendrás un castigo que no olvidaras!!!!

-Perdón mi señor- Contesta gimoteando- Uno mi señor. Gracias mi señor.

El castigo continua, voy dejando las marcas del látigo allá donde sé que no pueden verse con la ropa pero que ella podrá ver cuando se mire al espejo desnuda. Un recordatorio de su dueño y señor. Disfrutando de como se estremece su cuerpo cambio el ritmo y frecuencia de los azotes. Algunas veces en su espalda y culo y otras dejando que se enrosque como una serpiente alrededor de su cuerpo para que la punta castigue sus ya magullados pezones.

-AHHHHH!!! ¡¡¡Veintitrés mi señor!!! Gracias mi señor!!! – Su voz se quiebra de tanto gritar, pero no vacila en seguir contando los golpes. Es una buena sumisa que en apenas unas semanas ha aprendido bien a comportarse.

Su ancha espalda esta ya roja por el látigo. No queriendo cansarla decido cambiar y me detengo. Me acerco a ella para de nuevo besarla.

-Gracias mi dueño- Dice al separar los labios, esta dolorida y cansada pero sus ojos piden más.

-No las des perrita. Aún quedan muchas cosas que mostrarte.

Giro suavemente su cabeza hacia la derecha. Sus pupilas se dilatan bruscamente al ver lo que sigue en su primera sesión de mazmorra.

CONTINUARA…