Con 18 hay que saber beber

Cuando se está muy buena es mejor no emborracharse y de hacerlo, mejor que te de el bajón en casa o al menos en un sitio seguro, …, sino alguien se puede aprovechar de ti

Con 18 hay que saber beber ...

Desde hacía tiempo las cenas con los amigos no eran el desmadre de los buenos tiempos. Una buena cena, un par de copas y poco más. Los años no perdonan y desde que cumplí los 39 esa era la rutina cada vez que nos juntábamos. El sábado de diciembre que ocurrió lo que os voy a contar serían sobre las 3 de la mañana cuando aparqué el coche en el garaje de vuelta de la cena de fin de año y me dispuse a coger el ascensor.

A mitad de camino desde mi coche al ascensor escuché una especie de rumor al fondo del garaje, como si alguien dijese algo en voz muy baja. Ni entendí lo que decía ni su procedencia exacta, pero decidí ir para allí después cogiendo el arma más mortífera que tenía a mano: un extintor. La verdad es que pensaba que alguien se escondía para robar en los coches, como ya nos había pasado en varias ocasiones.

"¡¡¿Quién anda ahí?!!".

Ninguna respuesta.

"¡¡¿Hay alguien ahí?!!".

Nuevamente sin respuesta.

Caminé de forma decidida, posiblemente envalentonado por el vino y el par de copas de la cena, dispuesto a enfrentarme con mi extintor a cinco Albano Kosovares armados, cuando al llegar al lado del coche de mi vecino del quinto vi a una chica, que inmediatamente reconocí como su hija sentada en el suelo con la mirada fija en el suelo.

  • "¡¡Ainhoa, Ainhoa!!, ¿Qué haces ahí?. Joder me has dado un susto de muerte. ¿Te pasa algo?, ¿estás bien?".

La chica seguí sentada, con las piernas cruzadas y mirando al suelo. La verdad es que pensé que podría necesitar ayuda y a ella la conocía desde que fuimos a vivir a ese piso. Entonces ella tendría unos 10 años, por tanto ahora la calculaba unos 18. La verdad es que cuando nos cruzábamos en el ascensor ella nos seguía saludando con la sonrisa de siempre, aunque últimamente yo me fijaba de reojo o en el reflejo del espejo en el precioso cuerpo de mujer que tenía, especialmente en sus tetas (que a pesar de ser una chica delgada eran enormes) y en su precioso culo adolescente.

La tendí mi mano para ayudarle a levantarse y ella volvió a susurrar algo imposible de entender, levantando la cara con la mirada perdida. La voz y la mirada decían claramente que estaba borracha como una cuba. Sin duda había sido una larga tarde noche de botellón, en la que bebió demasiado y estaba tratando de hacer tiempo antes de subir a casa.

Pensé sin duda en dejarla y marcharme a casa, pero me fijé en ella y algo me hizo par un paso más allá. Llevaba un pantalón vaquero muy ajustado de rodillas para arriba, un top negro que desde mi posición dejaba ver un precioso escote y una chamarra corta de invierno abierta. Desde niña fue realmente guapa, pero ahora su cara era enormemente atractiva, rasgos finos, piel morena, nariz respingona, ojos verdes, labios gruesos y pelo algo rizado moreno por debajo de los hombros.

"¿Te ayudo a subir a casa?. Ven dame la mano".

Dudo que llegase a entender una palabra de lo que yo decía porque seguía sentada sin moverse y únicamente tocándose el pelo e inclinándose un poco hacia delante, como si hablase consigo misma.

"Ven, que te ayudo a levantarte. Veo que no te encuentras muy bien".

Rodeándola, me coloqué detrás de ella y me di cuenta que en esa postura sentada, inclinada hacia delante se le veía perfectamente el tanga saliendo por encima de la cinturilla del pantalón. Incluso se llegaba a ver el comienzo de la rajita de ese culo que trataba de mirarle en el reflejo del espejo del ascensor cuando coincidíamos en él.

Coloqué mis manos por debajo de sus brazos haciendo como que quería levantarla.

"Vamos, que te ayudo a levantar, venga".

Hice un poco de fuerza, pero era como un peso muerto. Lo único que hacía era mover la cabeza de un lado a otro sin articular otra cosa que sonidos imposibles de entender, o sea que deslicé las manos hacia delante, primero rozando sus tetas a ver si reaccionaba y luego ya cogiéndolas de forma rotunda. Una mano en cada teta, por encima de la chaqueta.

"Vamos mujer, trata de levantarte, que te acompaño a casa …", seguía diciendo sin hacer ya la más mínima fuerza para levantarla, sino simplemente moviendo las manos para sobarle las tetas.

Por encima de la chaqueta no sentía realmente sus pechos, por lo que repetí la jugada pero esta vez metiendo los brazos por debajo de su chaqueta. Primero rocé muy suavemente su top, notando las curvas de sus pechos, las costuras de su sujetador y sus pezones, que aunque no estaban demasiado duros se dejaban notar al tacto de mis manos. La chica seguía sin decir nada, por lo que mis dedos comenzaron a hacer círculos alrededor de sus pezones, muy suavemente, casi queriendo hacerle cosquillas. Eso hizo que la chica reaccionase con un pequeño gemido a la vez que sus pezones endurecían. No aguanté demasiado las caricias, pasando a coger con fuerza sus dos tetas. Las estrujé a placer durante un par de minutos, disfrutando de unos pechos adolescentes como nunca antes había probado. Desde luego eso fue una sobada de tetas que hizo que mi polla se pusiese dura como una roca.

Me senté en el suelo del garaje, tras ella, con mis piernas abiertas, dejándola el hueco en medio para ella. En esa postura mi polla quedaba justo frente a la cintura de su tanga.

Mis manos se deslizaron por debajo de su top acariciando su cuerpo, su cintura, su ombligo que descubrí decorado con un delicado piercing de oro, y fueron subiendo muy lentamente hacia sus pechos nuevamente, para ahora repetir la sobada anterior por encima de su sujetador. La chica seguía con los ojos medio cerrados, emitiendo ruidos entre gemidos y palabras incomprensibles, pero no haciendo el mínimo movimiento de disgusto, por lo que di un paso más: levanté su top por encima de sus pechos y solté el clip de la espalda de su sujetador. Eso dejó libre acceso de mis manos a sus tetas, que ahora sí volví a sobar, a estrujar, a jugar con sus pezones suavemente, pero esta vez al natural, mis manos contra sus deliciosos pechos adolescentes. Me excité muchísimo pensando si se los habrían sobado antes, seguro que algún noviete adolescente, tal vez incluso alguna situación parecida a esta, no lo sabía, pero para mí eran unos deliciosos pechos casi vírgenes de los que disfruté como nunca antes lo había hecho.

En esa postura, empujé por los pechos su cuerpo hacia atrás haciendo que su cabeza se recostase sobre mi hombro derecho. Así además de sobar, podía ver sus pechos y su cara. Retiré su pelo hacia atrás, inclinando muy levemente su cara hacia mí. Mi lengua empezó a jugar con su oreja, mis dientes mordisquearon su lóbulo, haciendo que ahora sí emitiese gemidos con los ojos cerrados. Su aliento dulzón, posiblemente ron u otro licor dulce me llegaba con claridad, procedente de unos labios preciosos: rosados, carnosos, entre abiertos que dejaban entre ver la lengua.

Mientras mis manos seguían masajeando sus pechos, juntándolos y separándolos, pellizcando muy suavemente sus pezones que rozaban uno a uno cada dedo de mis manos, decidí dar un paso más. Mis labios se acercaron muy lentamente a los de la chica, solo rozándolos, notando como su aliento se metía en mi boca. Mi lengua recorrió muy lentamente cada milímetro de sus labios, para empezar a juguetear muy lentamente en su interior. Mis dientes mordisquearon su jugoso labio inferior a la vez que lo succionaba con mis propios labios. Enseguida mis labios ya se pegaron a los suyos mientras mi lengua penetraba, violaba su boca entreabierta. Era delicioso besar esos labios, dulces, con sabor a ron, que al principio no reaccionaban, pero que pasados unos segundos parecían que querían devolver el beso, moviéndose torpemente debido a su borrachera. Los ojos de la chica seguían cerrados mientras mi boca disfrutaba de la suya y mis manos gozaban sus pechos.

Así estuve unos minutos, hasta que no pude aguantar dar un paso más. Mis manos se dirigieron a la cintura de su pantalón y comenzaron a desabrocharlo. Primero el botón y luego la cremallera, que bajó fácilmente hasta el final, dejando ver la parte delantera de su precioso tanguita blanco. Me apetecía jugar con su tanga, pero no pude aguantar y metí rápidamente mi mano derecha por debajo del mismo, mientras la izquierda retornaba a sus deliciosas tetas.

Con mi mano ya bien metida en su entrepierna, tiré de ella un poco hacia arriba, para apoyarla bien sobre mi pecho, a la vez que yo apoyaba mi espalda en el lateral de un coche y mis piernas se colocaban entre las suyas, abriéndolas todo lo que podía.

Esa era una postura increíble en la que su coñito se abría para mi mano derecha, su boca se dejaba penetrar por mi lengua y sus tetas estaban indefensas para mi otra mano. Aunque no lo podía ver su entrepierna, parecía que estaba bastante arregladita aunque no depilada, con un pelo recortadito en el monte de Venus. Mi primer dedo en violar su coñito fue el corazón, que entró hasta el fondo de una vagina no demasiado lubricada pero sí lo suficiente para dejarme pasar. Sobé su clítoris, arrancándole involuntarios gemidos, penetré su vagina nuevamente con mi dedo y seguí besándola y sobando sus tetas hasta que mi polla pedía un paso más. Necesitaba follármela, pero el asunto era como hacerlo. Aunque era muy de madrugada, alguien podía bajar al garaje y no quería tener problemas. Además no tenía condones y el riesgo podía ser grande o sea que se me ocurrió una forma perfecta.

Me levanté con cuidado de aguantarle la espalda para que no se cayese, la cogí por debajo de los brazos hasta llevar apoyar su cuerpo, de cintura para arriba y boca abajo en el capó del coche de un vecino. Dejé sus piernas colgando por la parte delantera del vehículo, sobre uno de los faros, apoyándose en el suelo, comprobando que en esa postura no necesitaba sujetarla para que no cayese.

Su pantalón, abierto, con el movimiento se había deslizado un poco hacia abajo, dejando ver ahora ya no solo la cintura de su tanguita blanco, sino también el comienzo de su culito. No me entretuve y lo bajé rápidamente hasta los tobillos dejando su delicioso culo a mi vista. Lo cogí con una mano en cada nalga, fuerte, estrujándolo y disfrutando de la parte del cuerpo qué más me gusta de una mujer. Era sin duda el culo más precioso que había tenido entre mis manos y sin duda también el más deseable. Me coloqué en cuclillas para verlo de cerca, lo abrí con las dos manos dejando ver su agujerito prohibido, rosado, precioso, apretadísimo y solo cubierto por el hilo de su tanga. También se podía ver su coñito, bastante rojo por haber sido penetrado por mis dedos durante varios minutos sin una buena lubricación. Iba a ser difícil meterla por allí, o sea que la elección era clara. Me la iba a follar por el culo. Además una cosa es disfrutar y follar a esa putita de 18 años y otra dejarla embarazada y arruinarle la vida. Mordí sus nalgas, primero una y luego otra, lamí su culo, lo besé y retirando el hilo del tanga no me pude resistir a dar unos lametones a su culito. Chupé, ensalibando todo lo posible mi dedo índice de la mano derecha y lo coloqué en su ano. Empecé a apretar, arrancando gemidos de dolor de la boca de la niña que seguía borracha y semi inconsciente. Se lo metí hasta el fondo con dificultad y una vez allí lo giré, mientras hacía un mete y saca, tratando de dilatarle un poquito. Pasados un par de minutos intenté meter un segundo dedo por su culito. Fue realmente difícil, pero terminó entrando, volviendo a arrancar un leve quejido de la boca de la chica. Con dos dedos dentro, se los giraba y los intentaba abrir un poco para conseguir dejar el paso de su culito lo bastante abierto para mi polla, que estaba dura como una roca. Cuando le metí los dos dedos hasta el fondo del culo, no me pude resistir a meter el pulgar por su coñito, tratando de juntar mis tres dedos en el interior de la niña. Parecía tan fina la pared interior que notaba perfectamente los pliegues de mis dedos. Mi polla estallaba solo de pensar en poder entrar por ahí, o sea que me levanté, le bajé el tanga hasta los tobillos, donde estaba ya su pantalón y me saqué la polla por la bragueta. Mi calzoncillo estaba encharcado de mi líquido preseminal, que utilicé para lubricarme un poco la polla.

Escupí en su culito y coloqué mi polla a la entrada, para abriéndole las nalgas con las dos manos comenzar a empujar. Al principio no hubo ni un gesto en su cara, pero cuando mi polla comenzó a dilatar su esfínter, su gesto cambió. Sus ojos se cerraron con más fuerza y su boca se abrió (lastima de no tener a alguien a mi lado que le pudiese entonces haber endiñado la polla por la boca): "Aaahhh, aaahhh, …" gimió suavemente cuando mi glande penetró ya por su culito. La parte más gruesa había entrado, o sea que ahora faltaba por ver si mi polla cabría entera.

Lo había conseguido. Tenía ese delicioso culito penetrado por mi polla. Dejé libres sus nalgas, cogiendo ahora con mis manos su cintura, a la altura de esos hoyuelos tan divinos que siempre culminan un culo perfecto. Estaba esperando a que un movimiento de mis caderas se la metiese hasta el estómago, o sea que allá fue. De un empujón no demasiado rápido para no hacerla daño, pero constante empujé y empujé hasta metérsela hasta el fondo. Mis huevos se quedaron tapando su coñito y mi polla desapareció milímetro a milímetro completamente en su trasero, deformando un poco la deliciosa forma de su culo. Estiró el cuello y levantó un poco el cuerpo del capó del coche, permitiéndome deslizar mis manos hacia arriba, para coger con más fuerza sus tetas, dejando sus pezones entre mis dedos.

"Ven aquí zorrita. Ya verás como a partir de hoy tienes más cuidado al beber".

Intentó articular alguna palabra, pero era imposible entenderla. Lo único que conseguía era que me excitase aún más pensando que se resistía un poquito a la violación. Mi cuerpo se reclinó sobre el suyo en esa postura, tratando con mi boca de alcanzar la suya. Lo conseguí por momentos, notando en mis labios su cálido aliento con sabor a ron.

"¿No te gusta zorrita?. Pues a mi me está encantando verte con el culo abierto y las tetas en mis manos".

"nnnggggo, deggggggggggaaaa…", alcanzaba a balbucear, retorciéndose con muy poca fuerza.

"A ver … un poquito para fuera", decía en su oído mientras echando las caderas hacia atrás le sacaba unos centímetros de polla del culo, " y un poquito para dentro…" mientras se la volvía a clavar hasta mis huevos. "Un poquito para fuera … y un poquito para dentro …"

"nnnnnggooo".

Así seguí metiendo y sacando suavemente, disfrutando de su culito y sus gestos de dolor durante al menos 15 minutos, hasta que sus incomprensibles gemidos cesaron. Tuve que controlar mucho mis movimientos para evitar correrme todavía. Había conseguido domar ese culito, dejándolo lo suficientemente abierto para que ya no le hiciese daño.

Me erguí, cogiendo con cada una de mis manos una de sus nalgas abriéndoselas a tope, viendo como su enrojecido esfínter ahora ya dejaba entrar y salir mi polla sin problema. Se la saqué de golpe, viendo como su culito permanecía abierto al diámetro de mi polla unos segundos, para ir cerrándose muy poquito a poquito. De un golpe de cintura se la volví a clavar hasta el fondo, ahora moviéndome con rapidez y una vez al fondo, otra vez fuera para volver a ver ese gesto tan divino de su culo. No se conseguía cerrar del todo, ya que mi polla le volvía a abrir una y otra vez. Eso fue demasiado para mí y no aguanté demasiado. En una de esas embestidas hasta el fondo, noté que mi corrida era inminente. Varias posibilidades pasaron rápidamente por mi cabeza en escasos 3 o 4 segundos: correrme dentro llenándole el culito de leche, sacársela y correrme sobre sus nalgas para el culo dejarla bien pringado de mi leche, sacársela y correrse en su coñito que mi polla no había podido probar, sacársela y echarle toda mi leche sobre la cara así tumbada sobre el coche o incluso sujetándole le cabeza metérsela en la boca para llenarle la garganta de leche. Por un motivo o por otro descarté todas las opciones de sacarla y además la verdad es que me apetecía tener un buen orgasmo en ese culito, o sea que la sujeté fuerte de verdad por las caderas y en 3 o 4 empujones más comenzó la corrida. Aunque no quise gemir fuerte por que estaba en un garaje comunitario, me fue realmente difícil no hacerlo y me tuve que morder un labio mientras me corría pensando que mi leche le entraba por el culo a la vecinita del quinto.

Me quedé recostado sobre la chica hasta que mi respiración se normalizó pasados un par de minutos. Me pareció como si su respiración también estuviese anormalmente agitada, pero supuse que se debía más al alcohol que a que hubiese gozado de mi enculada. Mi polla, pasados un par de minutos, había perdido ya casi toda la erección o sea que se la saqué chorreando semen, que limpié como pude con una de mis manos, extendiéndoselo por las nalgas. Me apetecía meterle la polla en la boca para que me la limpiase, pero me dije que a ver si queriendo o sin querer me la pegaba un mordisco con la borrachera que llevaba, o sea que opté por la prudencia.

Me subí los pantalones y me arreglé la ropa, para luego recoger con un dedo restos de mi semen alrededor del culo de la chica. Por supuesto llevé ese dedo a su boca entreabierta y "pinté" sus labios con mi leche, posiblemente sucia de su culito. Ni se enteró o sea que cogí otro poco más y se lo metí en la boca. No me la había chupado, pero así por lo menos algo de mi leche terminó en su boquita. El resto que chorreaba se lo extendí por los muslos, el culo y el principio de la espalda. Quería que oliese a mi leche por todos los sitios.

La iba a vestir, cuando aún se me ocurrieron un par de ideas. La primera fue sacar el móvil para hacerle unas fotos en esa postura. Su culo, su ano, el principio de su coñito, su cara, … no menos de 20 fotos desde todas las posturas que me guardaría de recuerdo de la noche. Había sido demasiado fuerte como para no guardar algún recuerdo. Por último antes de vestirla se me ocurrió una última "broma". Busqué en el bolso de mi chaqueta y vi que tenía una bola de film de plástico transparente, posiblemente el que envolvió mi bocadillo de ayer; del bolsillo interior de la chaqueta saqué una libreta que utilizaba en el trabajo para apuntar cosas importantes y un rotulador. Arranqué una hoja de la libreta antes de guardarla nuevamente, extendí un poco el film de plástico transparente y escribí en el papel:

" Tienes un culo ESPECTACULAR. Si quieres repetir … carlos_javier_gzlez@yahoo.es ".

Hice una pelota con el papel, lo coloqué sobre el film y dando varias vueltas sobre el papel, volví a hacer una pelota con el plástico por el exterior. Se veía sin duda que por debajo del plástico había un papel, o sea que esperaba que eso atrajese su atención.

Debido a la "lubricación natural" que aún manaba del interior, empujando con un par de dedos pude meter el mensajito en el "buzón": el culito de mi vecina. Gimoteó nuevamente, pero después de mis dedos y mi polla, fue el tercer intruso que pasó la frontera del trabajado culo de mi vecinita esa noche.

Después de eso subí su tanga, su pantalón, lo abroché, arreglé su sujetador, su camiseta, cerré su chamarra, peiné un poco su pelo como pude con las manos y no pudiéndome resistir, cogiéndola de nuevo con la mano derecha justamente por la entrepierna, la dejé sentada en el suelo igual que la encontré.

Me iba a marchar a casa, pero pensé que alguien podía venir y hacerle algo malo a la chica, incluso atropellarla un coche o sea que me di la vuelta y cogiendo un botellín de agua de mi coche con el que mojé mi mano, comencé a salpicarle la cara con agua fresca a la vez que le daba golpecitos en las mejillas y le agitaba por los hombros.

"Despierta, Ainhoa, despierta".

Con el agua me costó otro cuarto de hora que abriese los ojos y reaccionase.

"¡Qué, qué!, ¿qué horrggaa ezz?".

"Son más de las 5".

"¿Necesitas ayuda para ir a casa?".

"Nnnggoo. Ezztoy biennn", dijo ahora apoyándose en mi mano para levantarse.

En cuanto comenzó a hacer fuerza con las piernas para levantarse, su mano libre fue directamente a su culo y se lo agarró poniendo un gesto de dolor.

"Eszztoy biengg grrrrazziazz", dijo una vez en pie mientras se arreglaba la ropa.

"Creo que has bebido demasiado y te habías quedado dormida ahí sentada. Vamos al ascensor, que yo voy también para casa".

La chica comenzó a caminar conmigo dando tumbos. Nos metimos en el ascensor y yo me bajé en el cuarto, dejándola en el ascensor con la mirada perdida y tocándose el culo disimuladamente, camino del quinto. Con seguridad le notaba "raro".

Bajé del ascensor no pudiendo evitar una sonrisa maliciosa, pensando la sorpresa que se llevaría al ver el mensajito. Antes de entrar en casa y con el ascensor ya cerrado, no pude evitar repasar en el móvil todas las fotos que le había sacado encima del coche. Pero qué buena estaba la vecinita, madre mía,

Hoy hace dos días que ocurrió lo que os explicaba arriba y os lo tenía que contar por que mi vecinita me ha respondido. ¿Queréis saber lo que me dice?. Se admiten apuestas

Comentarios a carlos_javier_gzlez@yahoo.es