Comunión con el Padre
No mejor manera que limpiarse los pecados creando nuevos con el propio Padre.
Estudiar comunión ya con 18 años no era interesante, lo hacía por mi abuela, quien me pedía a cada rato que me inscribiera, quizá así dejaba mi fase de "exhibicionista" y me iba por el camino de Dios.
Las clases siempre las daba una viejita que me odiaba, pero el día que faltó fue el Padre quien tomó el mando.
Verán, el no era alguien feo, un hombre como de 40 años con barba, ojos y cabello oscuro, su cuerpo no se notaba con la bata pero las venas en el cuello lo decían todo.
Cada vez que lo veía mis piernas temblaban y casi me mojaba, sus labios todo me dejaba perdida.
La profesora siguió faltando y lo tomé como un mensaje divino, ¿podía tentar al Padre?
Una camisa blanca escotada y una falda escolar que si me agachaba se me veía el culo fue lo que me llevé ese día, sin sostén mis pezones se marcaban en la tela.
Apretaba mis piernas esperando, mis compañeros de salón cada día me miraban, unos criticaban otros me deseaban, pero era el centro de atención siempre y definitivamente. Además, ese día habían ido solo dos chicos, los demás y las chicas tuvieron inconvenientes por transporte decían.
Cuando el padre entró se fijó inmediatamente en mis piernas, cuales junté creando fricción y subió la mirada a mi escote.
—¿Cree que con ese atuendo puede pasar señorita? —exclamó.
—Tenía mi ropa sucia, disculpe Padre.
El se sentó y empezó a hablar, contando una enseñanza, ordenó que investigaramos algo en la biblia y todos empezamos pero yo me senté mejor.
Abrí mis piernas y apoyé mi vagina contra la silla para aliviarme un poco.
El Padre se acercó por detrás y colocó una mano en mi hombro, haciendome temblar. —¿Entiende la lección?
Niego y lo miro, el se sienta, abre su biblia y con su mano señala su pierna.
Me levanto y me siento en una y el empieza a moverla mojándome más.
—¿Lee esto?
Me acerqué a la biblia y leí la frase, mis compañeros fingían seguir trabajando pero los veía mirar con cuidado el intercambio.
En una de esas un gemido sale de mi.
—Ahhhh Padre
—¿Si hija? —me pregunta haciendose el inocente, sus manos jugando con mis piernas.
—Quiero que me revise, creo que estoy pecando.
—¿Por qué hija?
Su mano sube por su pantalon y abre la brageta. Yo aprocecho el descaro y suelto mis botones liberando mis grandes pechos tensos.
—Tengo pensamientos carnales Padre, pienso en lo mojada que estoy y como usted puede ayudarme.
El mete un dedo en mi vagina, mis compañeros observando atónitos, los veo moverse rapido para abrirse la brageta y soltar sus penes, tocandose mientras me miran.
El Padre me agarra los pechos con fuerza para luego pellizcar mis pezones.
—Eres una putita hija, eres una zorrita que necesita un castigo para limpiarse de pecado.
—Si Padre... Papi... Castígueme
El me levanta y rápidamente mete su pene en mí, me apoyo en la mesa mientras el me empieza a follar.
—Mira como te limpio putita zorra, así se limpian las putas, así, dandoles de mi leche.
—Papi siiii... Más...
El me da una nalgada y me sigue follando.
—Mira tu cara de necesitada de una polla como la mía, mira como saltas buscando placer putita, así es puta.
Me corro en un grito, el solo sigue hasta que siento su líquido entrar en mi.
Apoyo mi cabeza en su hombro mientras escucho los gemidos de mis compañeros.
Ojalá la profesora siga faltando días más.