Comunidad

De cómo decidimos embarcarnos en un viaje alucinante

Para Zor, por lo que ha disfrutado viéndomelo pasar mal mientras escribía esto, por las dudas resueltas, por las fantasías de las que ha llegado a llenar mi cabeza, por sus fotos, por los sitios descubiertos, por el morbo que me ha dado a probar y del que me he hecho adicta.

Había oído hablar de las comunas hippies. Y de las comunidades amish. Pero nunca pensé que pudiera existir algo así. Paseo por la calle cogida de tu brazo, mirando al suelo, semidesnuda, con un collar cuya cadena sostienes en la mano que llevas dentro del bolsillo de la cazadora. Voy descalza porque así se reconoce a los nuevos, nos cruzamos con hombres y mujeres que nos miran con descaro, parándonos con algunos, que se permiten acariciar mi cara, y a los que tú cortas cuando te parece que no podré resistir más. Y otros, normalmente en peores condiciones que yo, que también miran al suelo. Y no podría estar mejor. Estoy sufriendo una humillación que nunca llegué a imaginar, cogida de tu brazo, y no podría elegir mejor lugar.

Pero seguramente sea mejor empezar por donde siempre empiezan las historias…por el principio

Asimilar cómo hemos llegado a dónde estamos es bastante complicado, nunca pensé que alguien podría motivarme y hacerme sentir tanto a través de Internet o del teléfono, y sin embargo me enganché a ti. A tu voz, al morbo que desprendías y a lo que te gustaba jugar conmigo. A tus historias. Y eso que al principio, mi primera toma de contacto contigo, fue de verdadero terror…pero en fin

Como la carne es débil, al final conseguimos quedar, tomar algo, vernos, enredarnos en una relación fantástica, sorprendiéndonos de vez en cuando el uno al otro, y también de a dónde hemos llegado, de qué forma…Y así acabé totalmente enganchada, sin opción de retractarme.

No se me ocurría nadie mejor con quien explorar mis límites, por mucho que me esforzara y por muchos príncipes que fuera conociendo. Quizás porque no quería ser sólo una princesa. Ni tampoco sólo una puta. Quería ser sólo tuya.

Seguramente debiera escribir sobre el primer día que nos vimos, o los siguientes…pero eso, si tal, ya será otra historia. Lo importante, es cómo llegué a esta situación desde el día que me propusiste perder la vergüenza de una forma drástica. Y tan drástica

-Ayyysh…se me ha ocurrido una maldad – me dijiste al colgar el teléfono, mordiéndote el labio inferior y mirándome con ese gesto de que sabes que controlas la situación, que yo intentaré cumplir siempre lo que dé a imaginar esa mente tan retorcida y deliciosa.

-No sé por qué no me sorprende

  • Es que no sé si es demasiado fuerte aún para ti, con eso de que te doy miedo

-No vuelvas sobre eso…y no vale empezar a hablar y dejarme la miel en los labios

Sacaste la lengua, mordiéndotela, y sonreíste.

-Preferiría dejarte otra cosa ahora mismo.

-¿Eh?

-En los labios

Estábamos en tu sofá, con la música puesta. Tú estabas sentado a la derecha y yo tenía mi cabeza en tus piernas, en uno de esos momentos de calma y toma de contacto con el mundo real.

-Pero, ¿Nunca te cansas?

-Contigo aquí no podría aunque quisiera…para lo poco que vienes a verme…-sonaba a chantaje, sabes de sobra que si pudiera me quedaba en Madrid, pero estamos a mitad de curso. Y de igual forma la economía de estudiante tampoco me da para verte siempre que quiero – tendré que aprovechar esa boca y ese cuerpo, ¿No?

-Tú sabrás

-Da gusto lo mimosa que te pones ¿eh? y lo bien que entras en tu papel…-te hiciste el enfadado, como si te creyera…pero te seguí el juego.

-Sabes que esta boca-dije, incorporándome a besar y morder tu cuello- es tuya. Sabes que este cuerpo-sin separarme de ti, te hice levantar del sofá llevando una de tus manos a mi cintura- es tuyo. Puedo meterme en el papel, y no demostrar nada, o tomarte el pelo, que protestes, y demostrarte todo.

-Hmmmmm esto va sonando mejor…-te inclinaste a besarme, apretándome con fuerza contra ti, mordiendo mis labios, dejando que yo te correspondiera, y te separaste, mirándome a los ojos- llevas demasiada ropa-bajé la mirada, y tú me levantaste la cara cogiéndome por la barbilla.

  • Que me mires. Y quítate la camiseta mientras lo haces.

Como lo disfrutas y qué vergüenza me haces pasar con esas cosas. Encima, lo que tú llamas "demasiada ropa", era una camiseta larga, de las de propaganda, y nada más. Y cuando digo nada más, es nada. Si no hay nada que me lo impida, contigo debo olvidarme siempre de la ropa interior, y es lo que he hecho. Así que me quité la camiseta mirándote, y la dejé caer al suelo, esperando.

-Estás mucho más guapa.

-Gracias…-al mirarme con esa cara de "ahora te pillé", me di cuenta- …Amo.

Sonriendo, de nuevo te inclinaste a besarme.

-Casi

-Lo sé

La boca, la quijada, el cuello. Notaba tu piercing en la piel, y cómo me mordías. Como si no hubiera mañana. Como si estuvieras hambriento. Me estremecía, todo lo quieta que podía, conteniendo la respiración y recuperándola en jadeos al no poder contenerlos más. Con una mano a mi espalda, me inclinaste hacia atrás, quedando dependiente de que tú me sostuvieras. Con la otra dibujabas mi cuerpo, la pasabas entre mis pechos hasta abarcar la parte delantera de mi cuello. Te deleitabas.

Me abandoné al contacto, y una punzada de dolor me sacó de él. Me miraste, sosteniendo aún entre los dientes el pezón que decidiste morder con tal fuerza, y sonriendo: me habías oído quejarme y te había encantado.

-Ve por las cuerdas. Y hazlo como una buena perrita.

Asumiendo que querías verme a cuatro patas, me fui gateando a buscarlas, y volví con ellas como pude, dejándolas sobre mi espalda y sosteniendo un lado con la boca para que no cayeran. Me quedé de rodillas esperando a que hicieras algo, y por supuesto, te eternizaste en dar señales de vida viéndome así.

-A veces da gusto verte

-Gracias

-Levántate, vamos.

El bondage siempre me había atraído un montón, de hecho fue como el detonante de todo contigo, te gustaba, controlabas, me enseñaste unas fotos chulísimas, me enredaste con todo lo que me contabas mejor que con cualquier cuerda.

Me levanté y quedé frente a ti, sin ser capaz de mirarte…aún ahora no soy capaz siempre…me levantaste la cabeza para que te mirara mientras acercabas las cuerdas a mi piel buscando erizármela. Te colocaste a mi espalda para dejar mis muñecas atadas, con un brazo sobre el otro cruzando la espalda, dibujando una espiral alrededor de cada uno, y llevando cada extremo de las cuerdas hasta mis hombros. Desde ese punto, dejaste caer las cuerdas x mi pecho inclinándote a arañarme el cuello con los dientes. Sin moverte, pasaste las cuerdas bajo mi pecho, rodeándome, y volviendo adelante para pasarlas por encima, repitiéndolo varias veces, de forma que mis pechos fueron quedando aprisionados entre dos zonas de cuerdas tensas que, poco a poco, hipersensibilizaron toda la zona que no quedaba tapada. Acabaste tu juego volviendo a subir a mi cuello para unir los dos extremos a la altura de mi esternón, atándolos juntos, y bajarlos entre mis piernas como una sola cuerda, dejándola atada de nuevo junto a mis brazos, de forma que quedé inmovilizada de cintura para arriba pero con las piernas libres. Aún así, más me valía no moverme mucho, porque las cuerdas entre las piernas se apretaban a cada movimiento torturándome cada vez un poco más y haciendo que me subiera un escalofrío tras otro por la columna.

-Para ser así rápido, me has quedado muy bien…ahora ven aquí

Me hiciste arrodillarme a tu lado en el sofá, colocándote entre mis piernas, de forma que ya me llegaba con mantener el equilibro como para controlarme mucho más, y empezaste a jugar conmigo: Mordías mi piel, me arañabas, pasabas la lengua con dulzura después de hacerme gemir del dolor, y repetías, viéndome temblar cada vez más, manteniendo el poco silencio que podía, hasta que bajaste una mano a donde las cuerdas más me torturaban, para colar un dedo entre ellas y notar que, como siempre, me podía más el morbo y el placer que lo difícil que me lo pusieras o lo fuerte que pudieras morder.

-Estás mojada. Guarra. Qué fuerte.

-Tampoco es que pueda evitarlo

-Deberías. Hay muchas formas de entrenar eso.

-Por mucho que entrenara tú me puedes más que eso.

-¿Te puede más lo que te hago que tu autocontrol? Eso es de zorras…me encanta.

Empezaste a mover el dedo con rapidez y a tirar de las cuerdas, hasta que mis pequeños espasmos dieron lugar a temblores con los que yo ya no podía, empezando a gemir a pesar de tener el labio bien mordido, hasta que caí sobre tu hombro completamente incapaz de seguir manteniendo el equilibrio.

-No me mojes las cuerdas, puta. Aguanta.

-Nnnoo…voy a poder muuucho..mááás

-Me encanta

Empezaste a deshacer los nudos, dejando las cuerdas cayendo desde mi cuello a modo de collar, y sin desatar mis brazos ni mi pecho me colocaste apoyada sobre el respaldo del sofá, dándote la espalda bien abierta de piernas, y te acercaste a mí acariciando con dos dedos mis piernas, te agachaste a mi espalda y pasaste la lengua sólo porque sabes que teniéndome al límite, tu piercing sólo podría matarme. Noto tu aliento y empiezo a gimotear

-Oh vamos Zor te lo pido por favor no lo hagas

-Ni que fuera cosa tuya

-Te he dicho que no podía aguantar mucho más, estás jugando con el diablo.

-Uno, me da igual lo que digas –y con esa frase empezaste a lamerme evitando el clitorís-. Y dos, estoy jugando contigo

-Aaaaah jooooder

-Joder, ¿qué, puta?

-Que no puedo máááss

-Pues vas a tener que poder

Te levantaste, y oí cómo te quitabas la ropa, hasta notar tu polla empapándose de mis jugos.

-Bbbbufff pero qué mojadita estás

Acariciándome con ella, veías como yo me moría de ganas, casi podía imaginarme tu cara conteniéndote sólo por putearme. Entonces, con la mano abierta, me palmeaste el coño, diciéndome lo zorra que era por estar así sólo por estar atada

-Es sólo porque me ataste tú

-Hmmmm, tocado…y hundido.

Sin esperar más, me clavaste la polla de un golpe, abrazando mi cintura con una mano, mientras subías la otra para mimar mis pechos y cogerme por el cuello, embistiéndome salvajemente y sin decir nada más.

-Joder, me pones muchísimo

-Mee aaa-aalegro

-¿Te alegra ser una zorra?¿Por?

-Porque…tú….me lo pides y tú…lo disfrutas

-¿Cómo lo llevas?

-N-necesito coooorrerme, yaaa ssí qu,quee no puedo másssss

-Córrete puta, córrete

Me abandoné completamente mientras seguías embistiéndome, apretándote con cada orgasmo, esforzándome por apretarte más aún si cabe para que lo disfrutaras más

Me bajaste del sofá cuando ya no podías más, y cogiéndome del pelo me metiste la polla en la boca, para acabar dentro. Te apartaste y deshiciste el resto de los nudos, dejando caer la cuerda a mis pies y levantándome.

-¿Lo has tragado?

Negué con la cabeza, no podía hablar.

-Hmmmm así que lo estás saboreando

No sabía que responder así que desvié la mirada. Me cogiste por la cintura y me hiciste mirarte de nuevo.

-Dime, ¿Lo disfrutas?

Con una vergüenza enorme asentí con la cabeza, y te vi sonreír. Me pusiste una mano en la parte frontal del cuello, por donde me habías cogido, y donde se veía la zona enrojecida.

-¿Te he hecho daño?-Volví a negar-Entonces, traga.

Abrí la boca, sonriendo, después de que con esa mano apoyada notaras cómo tragaba, y me besaste. Volviste a sentarte en el sofá y yo me acerqué al respaldo dándote un masaje en los hombros. Tras un rato, me cogiste una mano y me hiciste sentarme contigo, cogiéndome mientras me acariciabas el costado.

-¿Me he ganado que me cuentes aquella maldad de la que hablabas?

-Te lo iba a contar igual

-Ahora me lo dices

-Sssssh. Me han invitado a un sitio alucinante.

-¿Sí? Qué raro

-Oh venga, hablo en serio

-Cuéntame.

-No podría darte muchos datos, tendrías que confiar en mí.

-¿No me va a doler ni va a estar allí nadie que no quiera ver?

-No puedo contestarte con sinceridad a ninguna de las dos cosas.

-…joder…qué alentador…pero dime algo

-Unos buenos amigos se han currado la fantasía a mayor escala hasta ahora, que yo sepa o conozca, vaya. Han "revivido" un pueblito donde todo quebró, no es nada rural y antiguo, hay un par de casonas señoriales, pero en general son edificios nuevos, con luz, agua corriente, etc.

-¿Y he de suponer que en una de esas casas…?

-Supondrías mal.

-¿Eh?

-En TODO el pueblo, niña, se practica BDSM de una forma libre, no perseguida, pública a más no poder, pero con su privacidad, aún así.

-¿Y si viene alguien que no es del pueblo?

-Hay un sistema de seguridad en varios kilómetros alrededor. Sólo se pasa invitado.

-Alucinante

-Quisiera ir

-¿Y qué te lo impide?

-Tú

-¿Perdón? ¿Desde cuándo supongo un impedimento?

-Desde que quiero llevarte conmigo…al darte terror la exhibición

-Así que ahí estaba tu maldad

Me quedé callada, sopesando qué me podía más. Quería ir contigo pero sabía que me iba a morir si tenía que exhibirme

-Zor

-¿Hm?-te habías ido adormilando mientras yo sopesaba pros y contras

-…iré

-¡¿Eh?!-pareció que alguien te tiraba un cubo de agua fría, vaya forma de despertarte.

-Si tú me lo pides, si tú quieres, iré. Pero te haré rejurarme cada poco que no lo voy a pasar mal, en lo que a mis límites se refiere.

-¿La vergüenza entra como límite?

-Intentaré dejármela en casa, o quejarme poco.

-No sabes lo que me encanta oírlo. Va a ser genial, va a ser salvaje, ¡diosss! va a ser tan salvaje…me encanta, me encanta

Me apoyé en ti y me quedé oyendo la música…ahora sólo había que esperar